viernes, 28 de marzo de 2014

LECTURAS Y COMENTARIO IV DOMINGO CUARESMA CICLO A - 30 MARZO 2014

DAME OJOS PARA VERTE


PRIMERA LECTURA

Lectura del primer libro de Samuel 16,1b.6-7.10-13a

En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.».
Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.».
Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.».
Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.».
Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?». Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.» .
Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.».
Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo.
Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste.». Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 22)

El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin términoR.
.
SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5,8-14

En otro tiempo eran tinieblas, ahora son luz en el Señor. Caminen como hijos de la luz –toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz–, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denúncienlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.».

EVANGELIO

Lectura del Santo Evangelio según San Juan Jn 9, 1-41

En aquel tiempo, Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién pecó para que éste naciera ciego, él o sus padres?" Jesús respondió; "Ni él pecó, ni tampoco sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las obras de Dios. Es necesario que Yo haga las obras del que me envió, mientras es de día, porque luego llega la noche y ya nadie puede trabajar. Mientras esté en el mundo, Yo soy la luz del mundo".
 Dicho esto escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: "Ve a lavarte en la piscina de Siloé” (que significa 'Enviado'). El fue, se lavó y volvió con vista. Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna, preguntaban: "¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?" Unos decían: "Es el mismo", Otros: "No es él, sino que se le parece". Pero él decía: "Yo soy”. Y le preguntaban: “Entonces, ¿cómo se te abrieron los ojos?" El les respondió: "El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo puso en los ojos y me dijo: 'Ve a Siloé y lávate'. Entonces fui, me lavé y comencé a ver". Le preguntaron: “¿En dónde está El?” Les contestó: "No lo sé". Llevaron entonces ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él les contestó: "Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo". Algunos de los fariseos comentaban: "Ese hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado". Otros replicaban: “¿Cómo puede un pecador hacer semejantes prodigios?" Y había división entre ellos. Entonces volvieron a preguntarle al ciego: "¿Y tú, qué piensas del que te abrió los ojos?" El les contestó: "Que es un profeta". Pero los judíos no creyeron que aquel hombre, que había sido ciego, hubiera recobrado la vista. Llamaron, pues, a sus padres y les preguntaron: “¿Es este su hijo, del que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?". Sus padres contestaron: "Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego. Cómo es que ahora ve o quién le haya dado la vista, no lo sabemos. Pregúntenselo a él; ya tiene edad suficiente y responderá por sí mismo". Los padres del que había sido ciego dijeron esto por miedo a los judíos, porque éstos ya habían convenido en expulsar de la sinagoga a quien reconociera a Jesús como el Mesías. Por eso sus padres dijeron: 'Ya tiene edad; pregúntenle a él'.
Llamaron de nuevo al que había sido ciego y le dijeron: "Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador". Contestó él: "Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo". Le preguntaron otra vez: “¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?". Les contestó: "Ya se lo dije a ustedes y no me han dado crédito. ¿Para qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?". Entonces ellos lo llenaron de insultos y le dijeron: "Discípulo de ése lo serás tú. Nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios. Pero ése, no sabemos de dónde viene". Replicó aquel hombre: "Es curioso que ustedes no sepan de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero al que lo teme y hace su voluntad, a ése sí lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder". Le replicaron: 'Tu eres puro pecado desde que naciste, ¿cómo pretendes darnos lecciones?". Y lo echaron fuera.
Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró, le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del hombre?”. El contestó: "¿Y quién es, Señor, para que yo crea en El?". Jesús le dijo: "Ya lo has visto; el que está hablando contigo, ése es". El dijo: "Creo, Señor". Y postrándose, lo adoró. Entonces le dijo Jesús: "Yo he venido a este mundo para que se definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden ciegos". Al oír esto, algunos fariseos que estaban con El le preguntaron: “¿Entonces, también nosotros estamos ciegos?”. Jesús les contestó: "Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, siguen en su pecado". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.

COMENTARIO

¿El relato de un milagro?. No, Juan pone el milagro en un par de versículos de los 41 del relato. Narra despacio el proceso de la fe. Al principio, todos ciegos. Al final, uno curado y muchos ciegos. Tenemos una cita con unas noches y con Jesús-luz. Noches del mal y del pecado.  Tenemos una cita con unas noches y con Jesús-luz.
¿Cómo es posible ser ciego desde que uno nace? ¿Qué pecado ha cometido?.. Jesús elimina una falsa manera de ver las cosas: establecer un vínculo entre las personas inválida y el pecado. Pero no propone otra explicación; quiere ser solamente luz para que podamos vivir lo que hay que vivir. El mal más terrible, la noche más terrible, es carecer de luz: “Llega la noche y yo soy luz”.
El milagro será ese gran signo: Jesús da ojos. Pero, a partir de ese mismo signo, el ciego tendrá un éxito completo en su cita con Jesús-luz. Mientras que los “judíos” (los adversarios) fracasará. El ciego sale de la noche: “¡Creo en ti, Señor!”. Los judíos se sumergen en la noche: “Ese Jesús es un pecador”.
¡Un ciego maravilloso!. Patrono de los que buscan la luz. Sube obstinadamente hacia el misterio de  Jesús, sin dejarse de asustar por los que “saben”, y bromeando con ellos cuando los demás tiemblan. Juan escribe aquí su página más viva, salpicada de preguntas y sobresaltos: ¿Quién es ese?. ¿Qué ha hecho?. ¿Dónde esta? ¿Quién es? Y tú, ¿qué dices de él? ¿Eres tú discípulo de ese hombre? ¡Desde el nacimiento eres pecador!
Ellos dicen: “nosotros sabemos”, y se ciegan a sí mismos. El responde “yo no sé nada” y ve surgir poco a poco la luz; dice:”El hombre”, luego, “viene de Dios; y finalmente “¡Señor!”. Puede leerse una mil veces el evangelio sin ver a Jesús. Desde el comienzo, Juan no deja de repetirlo: “La Luz  brilla en la noche, pero la noche no capta la luz” (Jn 1 5). Ante el ciego que lo “ve” y los fariseos que lo miran sin verlo, Jesús se siente obligado a constatar lo que ocurre cuando él aparece: “Los ciegos ven y los que ven se hacen ciegos”.
¡Pero yo se! ¡Yo veo! No; “intentamos” ver. En cada página, día tras día. Somos ese ciego a quien Jesús da ojos dos veces: primero para mirarlo y luego par verlo. Hasta el último momento de nuestra vida, no dejemos de repetir la misma oración: “Jesús, dame ojos para verte”.

PLEGARIA UNIVERSAL.
Estamos a mitad de del camino cuaresmal, vislumbremos la luz que nos salva. Le pedimos al Padre que limpie en nuestro corazón todo resto de tiniebla para que estemos preparados para acoger la luz que llegara desde el sepulcro vacío. Hoy repetimos Señor limpia nuestros ojos.  Oremos al Señor nuestro Dios, que nos ha sacado de las tinieblas y nos ha llamado al reino de su luz.

1.- Por todos los que en la Iglesia han recibido la misión de anunciar la palabra de Dios y tienen el carisma de iluminar con la enseñanza de la fe y la exhortación profética. Roguemos al Señor.

2.- Por los catecúmenos que se preparan durante la Cuaresma para recibir el bautismo en la noche de Pascua. Roguemos al Señor.

3.- Por los responsables de la educación, los que dedican su vida a la docencia, los que controlan los medios de información pública. Roguemos al Señor.

4.- Por los que ha dejado enfriar su fe con el devenir del mundo, para que este tiempo cuaresmal, se unan a la Iglesia que eleva al Padre una petición constante de perdón y misericordia. Roguemos al Señor.

5.-  Por todos nosotros que nos preparamos en este tiempo de penitencia para celebrar los misterios pascuales, para que el Señor nos abra los ojos como al ciego y así demos testimonio delante de los hombres. Roguemos al Señor

Señor Dios nuestro, que nos has enviado a Jesucristo, luz de mundo para iluminar las tinieblas de nuestra ignorancia y nuestro pecado; escucha nuestras súplicas y cura nuestra ceguera. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 31: Is 65, 17-21; Sal 29; Jn 4, 43-54.
Martes 01: Ez 47, 1-9.12; Sal 45; Jn 5, 1-3.5-16.
Miércoles 02:  Is 49, 8-15; Sal  144;  Jn 5, 17-30.
Jueves 03:  Ex 32, 7-14; Sal 105; Jn 5, 31-47.
Viernes 04:   Sb 2, 1a.12-22; Sal 33; Jn 7, 1-2.10-25-30.
Sábado 05:  Jr 11, 18-20; Sal 7; Jn 7, 40-53.

Domingo 06: Domingo V de Cuaresma: Ez 37, 12-14; Sal 129; Rm 8, 8-11; Jn 11, 1-45.

sábado, 22 de marzo de 2014

LECTURAS Y COMENTARIO III DOMINGO CUARESMA CICLO A - 23 MARZO 2014

ADORAR EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
  


PRIMERA LECTURA

Primera Lectura del libro del Éxodo 17,3-7

En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés: «¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?».
Clamó Moisés al Señor y dijo: «¿Qué puedo hacer con este pueblo?. Poco falta para que me apedreen.».
Respondió el Señor a Moisés. «Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río, y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo.». Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la reyerta de los hijos Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: «¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?».

SALMO RESPONSORIAL (Sal 94 )

Escuchemos tu voz, Señor

Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva; 
entremos a su presencia dándole gracias, 
aclamándolo con cantos. R.

Entren, postrémonos por tierra, 
bendiciendo al Señor, creador nuestro. 
Porque él es nuestro Dios, 
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guíaR.

Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá, 
como el día de Masá en el desierto; 
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras.» R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5,1-2.5-8

Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.
Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; más la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 4,5-42

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.».
La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?». Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.».
La mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y ustedes decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.».
Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Ustedes dan culto a uno que no conocen; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.».
La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.». Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.».
En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.».

COMENTARIO

La samaritana se acerca con curiosidad al hombre que está sentado en el borde del pozo ¿Por qué no pensar que soy yo al que él está esperando?. Es a mí a quien dice: “Dame de beber”. Pero pronto concretará: “Si conocieras el don de Dios, le pedirías tú a el te daría agua viva”. Curiosa alternancia de esta doble sed. “Dame, dice Jesús, luego:”Pídeme”. Y un poco más adelante: “el Padre pide verdaderos adoradores”. Estamos en las cumbres de la revelación. Sabíamos que Dios podía apagar nuestra sed, pero sin este evangelio, ¿Quién se atrevería a pensar  que Dios tiene sed de nosotros?. La única manera de ser digno de esta fe es tener sed de él. Deseo por deseo, amor por amor. Así es como hay que pedir el agua que nos dará deseos de Dios: “Pídeme el agua viva y yo haré que brote en ti una fuente de amor. Podrás ser uno de esos adoradores que busca el Padre”. ¿Adorador?. Surgen ciertas imágenes personas que se postran ante un ídolo. ¿Qué Dios es ése que busca nuestras postraciones? Es Dios. No hay nada que pueda cambiar este dato de nuestra relación con él: él es Dios, pero no busca sólo adoradores, busca verdaderos adoradores. Esta precisión tiene una importancia enorme. Sólo los verdaderos adoradores le rinden amor por amor, sin dejar de tratarle como Dios. Si no, se falsea la realidad, nuestro amor no alcanza a Dios   y  nos  encontramos  en medio de una ilusión. Acabo de poner amor en lugar de adoración, porque sabemos que Dios nos ama y espera nuestro amor.  Pero para no engañarse sobre ese amor ten extraño que puede unir a un hombre con Dios, hay que ahondar en esa idea de adoración. No se trata ni mucho menos de adorar a un ídolo, se trata de saber amar a Dios sin perder jamás el sentimiento de su majestad. Por eso se ha hecho celebre una expresión del evangelio de hoy, porque define perfectamente la verdadera adoración: “Hay que adorar a Dios en espíritu y en verdad”. Así pues, aquí hemos de enfocar bien la verdad. Si recordamos que para Juan verdad evoca siempre a Jesús (“yo soy la verdad”), ha hablado de Jesús. Al revelarnos la verdad sobre el Padre, sobre él mismo y sobre su relación con el Padre, nos enseña  a adorar “en verdad”. Esto quiere decir: amar al Padre como lo sabe amar Jesús.
Pero sólo El espíritu puede darnos los mismos sentimientos de Jesús. Adorar “en espíritu” significa estar inspirado por el Espíritu cuando queremos amar al Padre a la manera de Jesús. Seguramente palpan hasta qué punto la verdadera adoración es trinitaria. La cita con Jesús al pozo de Jacob nos ofrece el triple colorido de nuestra adoración: sube directamente al Padre cuando, bajo la influencia del Espíritu, se alimenta de toda la verdad que nos viene de Jesús.

PLEGARIA UNIVERSAL.

Oremos al Señor nuestro Dios, fuente de agua viva:

1.- Por todos los que nos llamamos cristianos, para que se despierte en nosotros, como en la mujer samaritana, la sed de profundizar en la fe. Roguemos al Señor.

2.- Por los que no conocen el don de Dios y buscan insaciablemente: para que descubran el surtidor de agua viva, que salta hasta la vida eterna. Roguemos al Señor.

3.- Por los que se sienten saciados y tienen embotada su sensibilidad, para que se despierte en ellos el hambre del otro pan y la sed del agua que calma toda la sed. Roguemos al Señor.

4. Por nosotros, para que conozcamos más y mejor el don de Dios, la persona de Cristo, y aprendamos a ver la vida de un modo nuevo. Roguemos al Señor.

Señor Dios nuestro, tu calmaste la sed de tu pueblo haciendo brotar el agua de la roca,  por medio de tu Hijo diste a la samaritana el agua de la vida; atiende a nuestras suplicas, danos de beber, derrama sobre nosotros el agua del Espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 24: 2R 5, 1-15ª; Sal 41; Lc 4, 24-30.
Martes 25: La anunciación del Señor (S) Is 7, 10-14; 8, 10; Sal 39; Hb 10, 4-10; Lc 1, 26-38.
Miércoles 26: Dt 4, 1.5-9; Sal 147; Mt 5, 17-19.
Jueves 27: Jr  7, 23-28; Sal 94; Lc 11, 14-23.
Viernes 28:  Os 14, 2-10; Sal 80; Mc 12, 28b-34.
Sábado 29: Os 6, 1-6; Sal 50; Lc 18, 9-14.

Domingo 30: Domingo IV de Cuaresma  1S 16, 1b.6-7.10-13ª; Sal 22; Ef 5, 8-14; Jn 9, 1-41

sábado, 15 de marzo de 2014

LECTURAS Y COMENTARIO DE DOMINGO II CUARESMA CICLO A - 16 MARZO 2014

LA MONTAÑA DE LA GLORIA
  


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Génesis 12,1-4a

En aquellos días, el Señor dijo a Abrán: «Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré.
Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se  bendecirán todas  las   familias  del  mundo.». Abrán marchó, como le  había  dicho el Señor.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 32)

El Señor es compasivo y misericordioso

La palabra del Señor es sincera, 
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho, 
y su misericordia llena la tierra. R.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, 
como lo esperamos de ti. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 8b-10

Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo 17,1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí!. Sí quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levántense no teman.». Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No cuenten a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.».

COMENTARIO

Durante la cuaresma, que nos pone en movimiento hacia la pasión, la liturgia nos ofrece unos momentos del consuelo que quiso Dios conceder a sus apóstoles en medio de sus pesares.
En esta etapa de su vida pública, Jesús siente como se levanta contra él la hostilidad de los jefes religiosos y la decepción de las gentes que esperaban un mesías-rey.
En adelante se consagrará a la formación de sus apóstoles, que también se sienten desalentados. Le dijeron “¡Tú eres el Mesías!”. Y él contestó: “Si, pero voy a sufrir”. Se preguntan por este hombre extraño que parece tan poderoso y que habla de sufrir. Dios mismo va a hablarles a estos discípulos al borde de la duda: “Este hombre transfigurado es mi Hijo”. La transfiguración es una gracia de revelación. Por todos los medios, el estilo sagrado, la visión, la voz, los símbolos, el evangelista quiere hacernos entrever la gloria de Jesús; él es, como dice San Pablo, “de condición divina” (Flp 2, 6). La nube es el signo de Dios, así como los vestidos blancos y el rostro de sol.
La montaña, con Moisés y Elías, recuerda la revelación del Sinaí. El que va a sufrir es ciertamente un hombre como nosotros, su vida es nuestra vida, pero transfigurada por un misterio de inhabitación; el Padre en el Hijo y el Hijo en el Padre. Desvelada por unos momentos, la gloria de  Jesús  nos  dice que viene de lejos, que es un salvador absolutamente único, que reaparecerá en esa gloria y hará de nosotros unos transfigurados.
A veces necesitamos subir con Pedro, Santiago y Juan hacia la montaña de la gloria. El misterio de Jesús, Dios y hombre, estará siempre fuera de nuestro alcance, pero la palabra luminosa: “este es  mi hijo muy amado” nos pone en contemplación ante lo esencial: somos amados. “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su hijo único” (Jn 3, 16). Y he aquí lo que hace el amor, el único ha vencido no solo a morar en nuestra atierra, sino también en nuestra vida. ¡Qué esplendor de esto a la condición humana”. Desde luego, las imágenes de fealdad, de vacio, de sufrimiento y de desesperación desaparecen pronto cuando decimos:”¡Ha llegado la vida”. Volveremos a encontrarnos con ellas cuando tornemos a hablar de la transfiguración vista por Marcos y por Lucas; escupirán sobre la gloria, el transfigurado está punto de ser el desfigurado.
Pero el Padre proclama solemnemente que ese hombre es su Hijo, para que sepamos bien que, a pesar de todo lo que pueda pasar a él y a nosotros, el es el sol del mundo desde ahora y será el sol del mundo venidero. La transfiguración nos aparta durante un breve momento de fulgor de los aspectos duros o sin brillo que estamos a punto de vivir:”En su gloria, mira tu gloria”.

CREDO NICENOCONSTANTINOPOLITANO

Creo en un solo DIOS, PADRE todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, JESUCRISTO, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz. Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo; y por obra del Espíritu Santo se encarnó de  María,  la  Virgen,  y  se  hizo  hombre.
Y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el ESPÍRITU SANTO, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo, recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo la iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén

PLEGARIA UNIVERSAL.

A cada invocación, respondan: “Que la luz de Jesús transforme nuestras vidas”

1.- Por el Papa, los obispos y sacerdotes para que anuncien el evangelio y por medio de la luz de Cristo, nos transformemos a vivir la caridad, la fraternidad y las buenas obras. Roguemos al Señor.

2. Por los gobernantes de las naciones del mundo, para que dejen sus ambiciones egoístas y usen su poder y fuerza para garantizar paz y justicia entre los hombres. Roguemos al Señor.

3.-  Por los niños y los jóvenes, para que la luz de Cristo les ilumine y encuentren su vocación cristiana, en la vida religiosa o sacerdotal. Roguemos al Señor.

4.- Por todos nosotros, los aquí presentes, para que podamos centrarnos en el tema de eta Cuaresma y así vivamos este tiempo de gracia con más entusiasmo y dedicación. Roguemos al Señor.

5.- Por todos nuestros enfermos y ancianos: para que nuestras oraciones y nuestras visitas a ellos les ayude a vivir mejor esta cuaresma. Roguemos al Señor.

Dios de nuestros padres, te bendecimos agradecidos porque el mensaje de la transfiguración de Jesús, tu Hijo, anticipa su  gloria luminosa de pascua de resurrección. Tal esperanza alienta nuestra vida errante, especialmente cuando esta presenta el lado hiriente de la cruz con Cristo, cuando nos cercan la oscuridad y la duda, el temor y la fatiga. Por Jesucristo neutro Señor

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 17: Dn 9, 4b-10; Sal 78; Lc 6, 36-38.
Martes 18: Is 1, 10.16-20; Sal 49;  Mt  23, 1-12.
Miércoles19: San José, esposo de la Virgen María y patrono del Perú (S) 2S 7, 4—5ª.12-14ª.16; Sal 88; Rm 4, 13.16-18.22; Mt 1, 16.18-21.24ª ( o bien Lc 2, 41-51ª).
Jueves 20: Jr 17, 5-10; Sal 1; Lc 16, 19-31.
Viernes 21: Gn 37, 3-4.4-12-13ª.17b-28; Sal 104; Mt 21, 33-43.45-46.
Sábado 22: Mi 7, 14-15.18-20; Sal 102; Lc 15, 1-3. 11-32.

Domingo 23: Domingo III de Cuaresma: Ex 17, 3-7; Sal 94; Rm 5, 1-2.5-8; Jn 4,5-42.

viernes, 7 de marzo de 2014

LECTURAS Y COMENTARIO I DOMINGO CUARESMA CICLO A - 9 MARZO 2014

HOMBRE VERDADERO Y DIOS VERDADERO



PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Génesis 2,7-9;3,1-7

El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo. El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia oriente, y colocó en él al hombre que había modelado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además, el árbol de la vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal. La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho.
Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que les ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?».  La mujer respondió a la serpiente: «Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: "No coman de él ni lo toquen, bajo pena de muerte."».
La serpiente replicó a la mujer: «No morirán. Bien sabe Dios que cuando coman de él se les abrirán los ojos y seran como Dios en el conocimiento del bien y el mal.»
La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; tomó del fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió. Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 50)

  Misericordia, Señor: hemos pecado

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa,
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces. R.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación, 
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5,12-19

Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Porque, aunque antes de la Ley había pecado en el mundo, el pecado no se imputaba porque no había Ley. A pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que había de venir. Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud. Y tampoco hay proporción entre la gracia que Dios concede y las consecuencias del pecado de uno: el proceso, a partir de un solo delito, acabó en sentencia condenatoria, mientras la gracia, a partir de una multitud de delitos, acaba en sentencia absolutoria. Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, por culpa de uno solo. Cuanto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la justificación. En resumen: si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo 4,1-11

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.». Pero él le contestó, diciendo: «Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios."».
Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras."».
Jesús le dijo: «También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios."». Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras.».
Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto."». Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.

COMENTARIO

Antes de narrar la actividad y la enseñanza de Jesús, los evangelistas quieren darnos a comprender de qué personas se trata. Se va a hablar de alguien que es absolutamente único y de un acontecimiento que va a  transformar la historia hasta tal punto que en adelante se dirá: “Antes de Jesucristo” o “después de Jesucristo”. “¡Entonces apareció Jesús!”. ¡Este hombre de 30 años, este oscuro obrero de Nazareth es el Hijo de Dios!. Pero inmediatamente se hace oír otra voz satánica que resonará a lo largo de los siglos siempre que se hable de Jesús: “Si eres el Hijo de Dios…”. Sí. El rumor de las dudas.
Esta voz es también la nuestra.  Nos cuesta trabajo adaptarnos a Jesús, no vivimos de verdad con él tal como es. Ordinariamente vivimos distraídos de él, poco  seguros de él. Y de pronto nos ponemos a exigirle, a la manera de Satanás, que demuestre su poder: “Haz esto por mí, cambia esta situación, muéstrate un poco más, domina mejor el mundo. Si de verdad  eres Hijo de Dios”. Cuando de esta manera somos los demonios para Jesús somos también demonios para nosotros mismos, perdemos nuestras oportunidades de vivir algo juntamente con él. Un día tuvo que decirle a Pedro: “¡Aléjate de mí, Satanás!” (Mt 16, 23). Pedro no quería saber nada de un Jesús dispuesto a sufrir y a morir ¿Cuál es el Jesús que queremos nosotros?. ¿Qué es lo que ponemos en esas palabras, que puedan ser de adoración o de tentación diabólica: “¿Como eres el Hijo de Dios…?”. El texto tan célebre de las tres tentaciones es ante todo una luz sobre la persona de Jesús. No busquemos allí demasiado pronto nuestros propios combates. Es verdad que también ellos están allí, ya que Jesús es en todo un modelo para nosotros. Pero fijémonos sobre todo en su combate y aprenderemos muchas cosas sobre él. Antes de descubrirlo a través de sus comportamientos y de sus palabras, se nos ha dado penetrar en su corazón, en ese lugar en donde un hombre hace sus opciones decisivas.
Lo que Jesús es en el momento de las tentaciones lo será a lo largo de toda su vida pública, inquebrantablemente. Sí, Jesús es el Hijo de Dios, pero es verdaderamente hombre y nos cuesta trabajo admitirlo. “Como eres el Hijo de Dios, puedes hacerlo todo”. No, él no puede hacerlo todo, como tampoco nosotros; las respuestas a las tentaciones demuestran que es “de condición humana”. A pesar de esta debilidad, la debilidad real del hombre, triunfará porque tiene total confianza en su Padre. Contemplar a Jesús significa verse siempre levantado hacia el Padre y entrar en esperanza. Ante las desconcertantes horas de la pasión, el evangelio quiere darnos enseguida el tono a nuestra unión con Jesús: estamos tratando con un vencedor. En el momento más negro dirá: “¡Tengan confianza!”.
Este combate contra Satanás nos hace descubrir en Jesús su inteligencia de la palabra de Dios y lo absoluto de su confianza: el hombre vive de Dios, el hombre no pone a prueba el poder de Dios, el hombre no adora más que a Dios. Basado en estas tres convicciones, Jesús puede avanzar por los caminos más difíciles; su vida no estará protegida, pero resultará victoriosa. Esa mezcla de vida ardua y de vida triunfadora es la que iremos descubriendo a lo largo de los evangelios. Vamos a aprender como un hombre puede ser el Hijo de Dios: hombre verdadero y Dios verdadero.

CREDO NICENOCONSTANTINOPOLITANO

Creo en un solo DIOS, PADRE todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, JESUCRISTO, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz. Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo; y por obra del Espíritu Santo se encarnó de  María,  la  Virgen,  y  se  hizo  hombre.
Y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su 
reino no tendrá fin.
Creo en el ESPÍRITU SANTO, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo, recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo la iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén

PLEGARIA UNIVERSAL.

La cuaresma es por excelencia, un tiempo de escucha de la palabra de Dios, alimento y fuerza de los cristianos. Es tiempo de revisión, de conversión. Es tiempo de estar atentos ante los peligros de este mundo, por eso le pedimos al Padre:  No nos dejes caer en la tentación.

1.-  Por el Papa Francisco, nuestro obispo José Antonio y sacerdotes para que mediante su predicación durante eta cuaresma muchos hombres y mujeres retornen a la Casa del Padre. Roguemos al Señor.

2.-  Por todos los que sufren, los que viven en la desesperación, los enfermos para que en este tiempo sientan cerca la mano caritativa de la Iglesia, pendiente de todos sus hijosRoguemos al Señor.

3.- Por todos los niños y jóvenes para que estos días de Cuaresma experimenten la cercanía de Cristo y el perdón Él nos trae,  y así continúen en esta vida siempre bajo la protección de Dios. Roguemos al Señor.

4.- Por todos nosotros para que estos días de Cuaresma, podamos convertirnos a Cristo mediante las practicas cuaresmales que la Iglesia nos proponenRoguemos al Señor.

5.- Por todos los difuntos para que el Señor acoja sus buenas obras y perdone sus faltasRoguemos al Señor.

Padre, en este comienzo de la Cuaresma presentamos pro medio de tu Hijo estas suplicas. Atiende con generosidad nuestras necesidades. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 10: Lv 19, 1-2.11-18; Sal 18; mt 25, 31-46
Martes 11: Is 55, 10-11; Sal 33; Mt 6, 7-15.
Miércoles 12: Jon 3, 1-10; Sal 50; Lc 11, 29-32.
Jueves 13: Est 14, 1. 3-5. 12-14; Sal 137; Mt 7, 7-12.
Viernes 14: Ez 18, 21-28; Sal 129; Mt 5, 20-26.
Sábado 15: Dt 26, 16-19; Sal  118;  Mt 5, 43-48.
Domingo 16: Gn 12, 1-4ª; Sal 32; Tim. 1, 8b-1p; Mt 17, 1-9



miércoles, 5 de marzo de 2014

DIEZ IDEAS DEL PAPA EN SU MENSAJE DE CUARESMA 2014

Resumimos a continuación las ideas principales del texto en sus dos secciones:

La pobreza de Cristo

1. “Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: ‘Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…’. Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre”.

2. “Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica. ¡El amor de Cristo no es esto!”.

3. “Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados. Este es el camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria”.

4. “Cuando Jesús nos invita a tomar su ‘yugo llevadero’, nos invita a enriquecernos con esta ‘rica pobreza’ y ‘pobre riqueza’ suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano Primogénito (cfr Rom 8, 29)”.

El testimonio de los creyentes

5. “La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo”.

6. “Los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza”.

7. “La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad (…) Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir”.
8. “No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! (…) Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud”.

9. “Esta forma de miseria [moral], que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso”.


10. “La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele”.

Tomado de : http://www.vidanueva.es/2014/02/04/diez-ideas-del-papa-francisco-en-su-mensaje-para-la-cuaresma-2014/ 

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2014

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2014

Queridos hermanos y hermanas:

Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y comunitario de conversión. Comienzo recordando las palabras de San Pablo: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de San Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?

La gracia de Cristo

Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…». Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se "vació", para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama.

La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros. Jesús, en efecto, «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22).

La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice San Pablo— «...para enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de palabras ni de una expresión para causar sensación. Al contrario, es una síntesis de la lógica de Dios, la lógica del amor, la lógica de la Encarnación y la Cruz. Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica.

¡El amor de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados. Este es el camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Nos sorprende que el Apóstol diga que fuimos liberados no por medio de la riqueza de Cristo, sino por medio de su pobreza. Y, sin embargo, San Pablo conoce bien la «riqueza insondable de Cristo» (Ef 3, 8), «heredero de todo» (Heb 1, 2).

¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss). Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros.

La pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios. La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria. Es rico como lo es un niño que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar ni un instante de su amor y su ternura.

La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo, su relación única con el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre. Cuando Jesús nos invita a tomar su "yugo llevadero", nos invita a enriquecernos con esta "rica pobreza" y "pobre riqueza" suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano Primogénito (cfr Rom 8, 29).

Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos decir también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo.

Nuestro testimonio

Podríamos pensar que este "camino" de la pobreza fue el de Jesús, mientras que nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos adecuados. No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres. La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo.

A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual.

La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural. Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad.

En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir.

No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! ¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud. En estos casos la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente.

Esta forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera.

El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza!

Es hermoso experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado, para consolar los corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos en el vacío. Se trata de seguir e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con valentía nuevos caminos de evangelización y promoción humana.

Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza.

La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.

Que el Espíritu Santo, gracias al cual «[somos] como pobres, pero que enriquecen a muchos; como necesitados, pero poseyéndolo todo» (2 Cor 6, 10), sostenga nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la responsabilidad ante la miseria humana, para que seamos misericordiosos y agentes de misericordia. Con este deseo, aseguro mi oración por todos los creyentes. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal. Os pido que recéis por mí. Que el Señor os bendiga y la Virgen os guarde.

Vaticano, 26 de diciembre de 2013

Fiesta de San Esteban, diácono y protomártir


FRANCISCUS