viernes, 29 de diciembre de 2017

LECTURAS Y COMENTARIO SAGRADA FAMILIA CILO B - 31 DICIEMBRE 2017

MARIA MADRE. LA SAGRADA FAMILIA



ORACION COLECTA

Dios Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del Libro del Eclesiástico 3, 3-7. 14-17a.

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre la prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor le escucha.
Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones, mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes, mientras vivas.  La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados; el día del peligro se acordará de ti y deshará tus pecados como el calor la escarcha.

SALMO RESPONSORIAL (127)

¡Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus caminos!

¡Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R.

Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R.

Esta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén, todos los días de tu vida. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 3, 12-21.

Hermanos: Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea su uniforme: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión.
Sobrellévense mutuamente y perdónense, cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en su corazón: a ella han sido convocados, en un solo cuerpo. Y celebren la Acción de Gracias: la Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enséñense unos a otros con toda sabiduría; exhórtense mutuamente. Canten a Dios, denle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de obra realicen, sea todo en nombre de Jesús, ofreciendo la Acción de Gracias a Dios Padre por medir, de él.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 2, 22-40.

Cuando llegó el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén, para presentarlo al Señor [(de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor») y para entregar la oblación (como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones»).
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu Santo, fue al templo.
Cuando entraban con el Niño Jesús sus padres (para cumplir con él lo previsto por la ley), Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo, Israel. José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo diciendo a María, su madre: Mira: Este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti una espada te traspasará el alma.
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana: de jovencita había vivido siete años casada, y llevaba ochenta y cuatro de viuda; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel].
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

COMENTARIO

Cuarto misterio gozoso del santo rosario: María, madre la que obedece. ¡Cinco veces evoca Lucas la ley!. Cuando llegó el día fijado por la ley, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén. Lo llevaron, y el anciano Simeón lo tomó en brazos. Con un niño de cuarenta días se hace lo que se quiere: la encarnación llegó hasta eso. Lo inaudito de navidad se diluye en lo más ordinario. A veces soñamos con salir de nuestra vida modesta para vivir algo extraordinario, y esta escena nos presenta a una joven pareja de obreros que obedecen vulgarmente a la ley. Pero estos tres corazones son tan extraordinarios que pueden vivir humildemente una ventura extraordinaria: la salvación del mundo empieza a jugarse allí. Ante la sagrada familia podemos pensar en nuestra propia existencia familiar con un poco más de calor; depende menos de nuestra situación y de los que de nuestro propio corazón.  Ellos obedecen. La fiesta de hoy celebra la obediencia. María y José obedecen a la ley para comulgar con Dios. Nosotros hoy hacemos muchos remilgos cuando se trata de obedecer o de forma a los hijos en la obediencia. ¿Qué es lo que harán mañana si no saben escuchar a Dios y escuchar a los jefes en cualquier trabajo y en cualquier grupo? Desde luego, hay momentos en que hay que saber decir que no, pero nuestra vida está tejida de ordinario por esos que pueden ser tan sencillos y tan felices como los síes de María y de José.
De pronto, el misterio gozoso se nubla de tristeza: Una espada, le dice Simeón a María, te traspasará el corazón. ¿Qué espada? Lo vemos en lo que precede: Tu hijo va a dividir. Muchos judíos esperaban una salvación global, un poco mecánica, en la que todo el pueblo quedaría a salvo. No es ésa la salvación que viene a traer Jesús; cada uno tendrá que decidirse, será una salvación en contra: esto es lo que desgarrará el corazón de María. Habrá otra espada: el horrible sufrimiento que la atormentara al pie de la cruz. Sin embargo, ella estará en pie, fuerte. Es un coraje que todos los padres pueden decirle a María, madre, que les ayude a vivir en los momentos terribles.
Una sola frase lanza ahora el proyecto sobre la vida de Jesús hasta los doce años, cuando volveremos a encontrarlo en el templo: El niño iba creciendo y robusteciéndose y adelantaba en saber; y el favor de Dios lo acompañaba. En la casita de Nazaret va creciendo entre la cocina de la madre y el taller del padre. De nuevo el misterio de lo inaudito en la más total simplicidad oculta y silenciosa. Pero si lo comparamos con los que dice Lucas sobre la infancia de Juan bautista, vemos todo el abismo. También Juan crecía y la a mano de Dios estaba sobre él. Jesús crecía en sabiduría: una expresión para señalar su vínculo con el Espíritu: Jesús es sabiduría.
Y más que la mano del Señor, sobre él está toda la gracia, todo el favor del Padre. Que esto no nos mueva a rechazar más o menos conscientemente el misterio y la ley de la encarnación: como todas las madres, María tiene que enseñarle muchas cosas a su pequeño. Seguramente más con su comportamiento que con sus palabras, porque María es una madre silenciosa y eficaz. Más tarde, el hombre de treinta años que nos llenará de admiración mostrará unos sentimientos y unos gestos que le vienen de su madre. Pensando en ello es como los padres y las madres de hoy le pedirán a María, madre, que les dé esa finura de amor por la que sepan despertar en sus hijos todo lo que en ellos duerme de personal y de ilusión del mañana.

PLEGARIA UNIVERSAL

La imagen del portal de Belén y toda la infancia de Jesús, nos hace admirar el ambiente familiar que Dios había pensado para todos nosotros. Hoy te pedimos a esa familia que nos ayude a vivir buscando ese amor.

1.- Por el Papa Francisco, obispos y sacerdotes y todo el pueblo que formamos la Iglesia, para que seamos esa familia de Dios, reflejo de aquella de Nazareth. Roguemos al Señor.

2.- Por nuestros dirigentes para que sus esfuerzos transformen nuestra sociedad, donde el amor sea la única forma de relación entre todos. Roguemos al Señor.

3.- Por las parejas que viven juntos pero como extraños, para que se descubran unos a otros con paciencia, perdón y confianza mutua. Roguemos al Señor.

4.- Por los hijos, para que, conforme crecen, aprecien a sus padres y les sean agradecidos; por los abuelos, para que los hijos y nietos les ayuden y les amen en el atardecer de su vida. Roguemos al Señor.

5.- Por todos los hogares para que con mediación de aquel hogar de Nazareth sean reflejo de aunque por su amor y generosidad unos con otros, especialmente con los más pobres y a abandonados. Roguemos al Señor.

6.- Por nosotros para que vivamos con la generosidad y entrega propia de aquella primera iglesia doméstica y estemos unos pendientes de los otros. Roguemos al Señor.

Padre, en estos días que contemplamos el misterio de la Sagrada Familia, haz que en todos los hogares cristianos se respire la Familia, haz que en todos los hogares cristianos se respire la misma paz y armonía y así se extiendan al resto del mundo. Te lo pedimos por tu Hijo Jesucristo. Nuestro Redentor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor, en la fiesta solmene de la Navidad esta ofrenda que nos reconcilia contigo de modo perfecto y que encierra la plenitud del culto que el hombre puede tributarte. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Padre, nuestro, que nos amas y nos perdonas, concede a cuantos has renovado con estos divinos sacramentos imitar fielmente los ejemplos de la Sagrada Familia para que, después de las pruebas de esta vida, podamos gozar en el cielo de su eterna compañía. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 01: Santa María Madre de Dios: Nm 6, 22-27; Sal 66; Ga 4, 4-7; Lc 2, 16-21.
Martes 02:    1Jn 2, 22-28; Sal 97; Jn 1, 19-28.
Miércoles 03: 1Jn 2, 29-3, 6; Sal 97; Jn 1, 29-34.
Jueves 04: 1Jn 3, 7-10; Sal 97; Jn 1, 35-42.
Viernes 05: 1Jn 3, 11-21; Sal 99; Jn 1, 43-51.
Sábado 06: 1Jn 4, 4-13; Sal 147; Mc 1, 7-11.
Domingo 07: Is 60, 1-6; Sal 71; Ef 3, 2-3ª.5-6; Mt 2, 1-12.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 2, 22-40

VV. 39-40: 
La lección de estos vv. Sobre la vida oculta de Jesús es muy importante. Aun cuando sea Dios, Jesús sigue las leyes naturales del crecimiento humano, tanto en el plano físico como en el de la sabiduría y del conocimiento. Pasando por la infancia, la pubertad, la adolescencia, vive su misión en una extraordinaria kenosis. Aun siendo Hijo de Dios, como lo es, acepta el no conocer sino progresivamente la orientación de su vida y el no descubrir la voluntad de su Padre sino a través del plano de relación y de educación que le ofrece un medio familiar y pueblerino determinado, de donde "no podía salir nada bueno" (Jn 1, 46). Ha juzgado de las cosas y de las personas conforme a las formas habituales de una inteligencia en formación; ha renunciado a conocer lo que un hombre medio no puede llegar a conocer (Mt/24/36); ha realizado su fidelidad al Padre exclusivamente a través de una fidelidad absoluta a su condición humana, frágil y limitada. Pero a través de su conciencia de niño, todavía balbuciente, y hasta su conciencia de mortal, absolutamente asustada, Jesús ha inscrito realmente en su vida de hombre la Palabra del Padre, y, por primera vez, se ha establecido una adecuación todo lo total que es posible entre una voluntad de hombre y la voluntad de Dios.
Maertens-Frisque, Nueva Guía de la Asamblea Cristiana I, Marova Madrid 1969.Pág. 217


2.- Así como para la figura de Juan Lc hace verdadero hincapié en la circuncisión e imposición del nombre (1, 57-56), para Jesús se hace más fuerza en la pobreza del nacimiento y en el hecho de la presentación según la ley. Nos encontramos en este relato con la figura de un niño indefenso e inconsciente, abandonado en manos de sus padres, que lo traen y lo llevan presentándolo a Dios (2, 22. 27) y sometiéndolo al cumplimiento de la ley (2, 23. 24). Este Jesús que tan pronto ha comenzado a aceptar las instituciones familiares y sociales, será el mismo que relativizará la familia y la sociedad en función del reino (cf Mc. 3, 35). Simeón da al niño una caracterización basándose en títulos del II Isaías: "salvación de Dios" (cf Is 40,5), "luz para alumbrar a las naciones" (cf Is 42, 6), "gloria de Israel" (cf Is 46,13).
Siguiendo el contexto isaiano diremos que tenemos aquí el primer anuncio del universalismo de la misión de Jesús. A ese ancho marco que es el mundo y la vida toda supeditará Jesús toda institución, aun la más querida: la familia. Sin embargo, es en ella donde él fue encontrando el camino de su encarnación concreta.
Jesús será un signo de contradicción (cf Is 65,2). Jesús es un salvador para todos. Pero por un desconocido misterio del mal y del duro corazón del hombre, lo que estaba destinado a la salvación se ha convertido para algunos en mensaje de muerte.
Este será el trasfondo de toda la tragedia de Jesús. Esto es lo que a él mismo le costaba entender (Lc 4,16s). Cuando el creyente vive su mensaje en una intensidad fuerte, puede hacer surgir la contradicción hasta en el seno de su propia familia. En esos momentos de incertidumbre es donde se calibra y mide la actitud que uno tiene ante el reino. Es preciso optar con decisión.
Jesús comienza un proceso de acercamiento a Dios que ya no se extinguirá hasta la consumación de la resurrección. Este crecer de Jesús es la obra del Padre en el amor del Hijo. Nuestro esfuerzo, cualquier trabajo pequeño o grande de nuestra vida, debe encaminarse a la construcción en nosotros de esta vida de cara a Dios. Jesús fue haciendo este camino, como primera etapa, en el seno de una sencilla familia de pueblo. 
Eucaristía 1978/61




3.- Entre la inmensa muchedumbre que ha acudido al templo, Jesús pasa inadvertido. Los sacerdotes, demasiado ocupados con los ritos que deben realizar, no advierten nada especial. María y José se confunden con la gente de tal manera que Dios puede acudir de incógnito a la cita. Pero un anciano y una anciana esperan discretamente en oración: esperan al Mesías, y esperan con la paciencia infinita de las personas ancianas, a las que nada puede desanimar. Por eso sus ojos medio cerrados reconocieron al Señor. Salieron a su encuentro.
Siempre que Cristo acude a un encuentro, a una cita con nosotros, lo hace sin estruendo.  Hoy acude pequeñín, como un recién nacido.
Mañana acudirá discreto, como un amigo que llama a la puerta. Al atardecer, mendigará nuestra mirada, cuando lo expongan desnudo en una cruz. Y una vez resucitado, viene de nuevo, se aparece, pero nuestras manos no pueden retenerlo: apenas lo hemos reconocido, y ya ha desaparecido.
Dios Cada Día, Siguiendo El Leccionario Ferial, Adviento-Navidad Y Santoral
Sal Terrae/Santander 1989.Pág. 90




4. /Lc/02/36-40 J/KENOSIS 
Vida oculta de Cristo en Nazareth. La lección de estos dos versículos es importante: por muy Dios que sea, Cristo sigue las leyes naturales del crecimiento humano, tanto en el plano físico como en el plano de la sabiduría. Con la aceptación de comenzar su vida de hombre por el nacimiento, la infancia, la pubertad, la adolescencia, Cristo ha aceptado su misión divina en una Kenosis extraordinaria. Aceptando ese género de crecimiento, ha aceptado el no conocer sino progresivamente la orientación de su vida, las circunstancias de que estará tejida. Ha aceptado el no conocer la voluntad de su Padre, sino a través del medio familiar "de donde no podía salir nada bueno" (Jn 1, 46), los mil y un acontecimientos de la vida (Mt 26, 42). Y sobre las cosas y los hombres no ha aplicado más que los juicios habituales de una inteligencia en desarrollo. Se ha negado a conocer lo que un hombre medio no puede conocer (Mt 24, 36). Ha aceptado el no realizar su fidelidad al Padre, sino a través de una fidelidad absoluta a la fragilidad y a las limitaciones de la condición humana.
Maertens-Frisque, Nueva Guía De La Asamblea Cristiana I, Marova Madrid 1969.Pág. 247




5.- El evangelio de la infancia de san Lucas (cap 1-2) comenzaba con la escena del anciano Zacarías en el templo (1, 5-22). Desde el templo, lugar de la presencia de Dios en medio de los suyos, se ha escuchado la palabra que dirige la historia hacia su meta (anunciación de Juan). Hacia el templo, lugar de plenitud del pueblo de Israel, se ha dirigido la historia de la infancia. De la infancia de Jesús en ese templo trata nuestro texto (2, 22-38). Sus elementos fundamentales son los siguientes: a) Presentación (2,22-24); b) revelación de Simeón (2, 25-35); c) testimonio de Ana (2, 36-38) y d) vuelta a Nazaret (2, 39-40).
En el fondo de la escena de la presentación (2, 22-24) está la vieja ley judía según la cual todo primogénito es sagrado y, por lo tanto, ha de entregarse a Dios o ser sacrificado. Como el sacrificio humano estaba prohibido, la ley obligaba a realizar un cambio de manera que, en lugar del niño, se ofreciera un animal puro (cordero, palomas) (cfr. Ex 13 y Lev 12).  Parece probable que al redactar la escena Lucas esté pensando que Jesús, primogénito de María, es primogénito de Dios. Por eso, junto a la sustitución del sacrificio (se ofrecen dos palomas) se resalta el hecho de que Jesús ha sido "presentado al Señor", es decir, ofrecido solemnemente al Padre. El sentido de esta ofrenda se comprenderá solamente a la luz de la escena del calvario, donde Jesús ya no podrá ser sustituido y morirá como el auténtico primogénito que se entrega al Padre para salvación de los hombres. Unido a todo esto Lucas ha citado sin entenderlo un dato de la vieja ley judía: la purificación de la mujer que ha dado a luz (cfr Lev 12). Para Israel, la mujer que daba a luz quedaba manchada y por eso tenía que realizar un rito de purificación antes de incorporarse a la vida externa de su pueblo. De esta concepción, de la que extrañamente han quedado vestigios en nuestro pueblo hasta tiempos muy recientes, parece que Lucas no ha tenido ya una idea clara; por eso en el texto original ha escrito "cuando llegó el tiempo de la purificación de ellos", refiriéndose también a José y a Jesús. La tradición litúrgica ha corregido el texto original de Lucas, refiriéndose sólo a la purificación de María, ajustándose de esa manera a la vieja ley judía.
El centro de nuestro pasaje lo constituye la revelación de Simeón (2, 25-35). Jesús ha sido ofrecido al Padre; el Padre responde enviando la fuerza de su Espíritu al anciano Simeón, que profetiza (2, 29-32.34-35). En sus palabras se descubre que el antiguo Israel de la esperanza puede descansar tranquilo; su historia (representada en Simeón) no acaba en vano: ha visto al salvador y sabe que su meta es ahora el triunfo de la vida. En esa vida encuentran su sentido todos los que esperan porque Jesús no es sólo gloria del pueblo israelita, es el principio de luz y salvación para las gentes.
Tomadas en sí mismas, las palabras del himno del anciano (2. 29-32) son hermosas, sentimentalmente emotivas. Sin embargo, miradas en su hondura, son reflejo de un dolor y de una lucha. Por eso culminan en el destino de sufrimiento de María (2, 34-35).Desde el principio de su actividad, María aparece como signo de la Iglesia, que llevando en sí toda la gracia salvadora de Jesús se ha convertido en señal de división y enfrentamiento. La subida de Jesús al templo ha comenzado con un signo de sacrificio (2, 22-24); con signo de sacrificio continúan las palabras reveladoras de Simeón. Desde este comienzo de Jesús como signo de contradicción para Israel (u origen de dolor para María) se abre un arco de vida y experiencia que culminará sobre el Calvario y se extenderá después hacia la Iglesia.  Todo el que escucha las palabras de consuelo en que Jesús se muestra como luz y como gloria (2, 29-32) tienen que seguir hacia adelante y aceptarle en el camino de dureza, decisión y muerte; en ese caminar no irá jamás en solitario, le acompaña la fe y el sufrimiento de María.
Con las palabras de alabanza de Ana, que presenta a Jesús como redentor de Jerusalén (2, 36-38) y con la anotación de que crecía en Nazaret lleno de gracia (2, 39-40) se ha cerrado nuestro texto. 
Comentarios A La Biblia Litúrgica Nt, Edic Marova/Madrid 1976.Pág. 1242 Ss.




6.- En el fondo de la escena de la presentación está la vieja ley judía según la cual todo primogénito es sagrado -sea hombre o animal- es sagrado, pertenece a Dios, y por lo tanto ha de entregarse a Dios o ser sacrificado. Como el sacrificio humano estaba prohibido, la Ley obligaba a realizar un cambio de manera que en lugar del niño se ofreciera un animal puro.
Se resalta el hecho de que Jesús ha sido "presentado al Señor", es decir, ofrecido solemnemente al Padre. El sentido de esta ofrenda se comprenderá solamente a la luz de la escena del calvario, donde Jesús ya no podrá ser sustituido y morirá como el auténtico primogénito que se entrega al Padre para salvación de los hombres.
Jesús ha sido ofrecido al Padre y el Padre responde enviando la fuerza de su Espíritu al anciano Simeón, que profetiza. En sus palabras se descubre que el antiguo Israel de la esperanza puede descansar tranquillo; su historia -representada en Simeón- no acaba en vano, ha visto al Salvador y sabe que su meta es ahora el triunfo de la vida. En esa vida encuentran su sentido todos los que esperan, porque Jesús no es sólo gloria del pueblo israelita, es luz y salvación para todos los hombres.
Estas palabras del himno del anciano Simeón son hermosas, sentimentalmente emotivas.  Sin embargo, miradas en su hondura, son reflejo de un dolor y de una lucha. Por eso culminan en el destino de sufrimiento de María.
Desde el principio de su actividad, María aparece como signo de la iglesia, que llevando en sí toda la gracia salvadora de Jesús se ha convertido en señal de división y enfrentamiento.
La sabida de Jesús al templo ha comenzado con un signo de sacrificio (22-24), con signo de sacrificio continúan las palabras reveladoras de Simeón.
Desde este comienzo de Jesús como signo de contradicción para Israel (u origen de dolor para María) se abre un arco de vida y experiencia que culminará sobre el calvario y se extendería después hacia la Iglesia.
Todo el que escuche las palabras de consuelo en que Jesús se muestra como luz y como gloria (29-32) tiene que seguir hacia adelante y aceptarle en el camino de dureza, pasión y muerte.
En ese camino no irá jamás en solitario, le acompaña la fe y el sufrimiento de María.




7.- El niño crecía. El evangelio de la infancia pertenece al género midrásico, lectura en profundidad de la Escritura para detectar su sentido pleno. Cualquier acontecimiento incorporado a la historia de la salvación da a la revelación un aspecto nuevo, porque la biblia no es un acontecimiento momificado.
Jesús es la esperanza de Israel, que se ve colmada solemnemente en el episodio de la presentación en el templo. Simeón lo entiende así y puede morir satisfecho. Otros lo verán de distinta manera: unos para aceptar la piedra angular y otros para tropezar en ella. Semejante en todo a nosotros, Jesús se somete a la ley. Moisés dejó ordenado consagrar al Señor todo primogénito varón. La presentación en el templo era sólo una costumbre tardía después de la vuelta del cautiverio. Y se prescribía una ofrenda, cordero o paloma, que los padres de Jesús cumplen según las posibilidades de los pobres. La purificación causa extrañeza tratándose de María, pero era un rito más que quisieron cumplir según la costumbre. José y María saben bien que el niño pertenece a Dios.
Guillermo Gutiérrez, Palabras Para El Camino, Nuevas Homilías/B, Edit. Verbo Divino, Estella 1987.Págs. 29 S.




8. LA PROFECÍA DE SIMEÓN. 
J/SIGNO-DE-DIVISION: Cuando José y María presentaron al niño en el templo de Jerusalén, Simeón les bendijo y luego, bajo el impulso del espíritu profético, se dirigió a la Virgen con estas breves palabras: ''Este niño está destinado para ser caída y resurgimiento de muchos en Israel, será signo de contradicción, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones. Y una espada traspasará tu alma" (Lc 2,34-35). La realidad es que Jesús no fue un conformista dispuesto a darles la razón a todos, sus palabras y sus gestos obligaban a opciones concretas. En favor o en contra de él: "Quien no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo desparrama" (LC 11,23). 
a) Otras voces del NT sobre Jesús como signo de división. Antes de entrar en un examen inmediato de la profecía de Simeón, escuchemos algunos otros ecos de la tradición  neotestamentaria acordes con LC 2,3435 a la hora de presentar a Jesús como uno que  provoca la disensión que suscita la adhesión o la repulsa. 
Pedro advierte que a Cristo se le podía aplicar lo que decía /Is/08/14: "Él (el Señor de los ejércitos) será una piedra de tropiezo, una roca de escándalo para las dos casas de Israel, un lazo y una trampa para los habitantes de Jerusalén" (cf I Pe 2,6-8; cf también ICor 1,23-24). 
Mateo pone estas palabras en labios de Jesús: "No penséis que vine a traer paz sobre la tierra; no vine a traer paz, sino espada. Porque vine a separar al hombre de su padre, a la hija de su madre, a la nuera de su suegra. Enemigos del hombre, los de su casa" (/Mt/10/34-36).
La predicación de Cristo —señala Juan en tres ocasiones (Jn 7,43; 9,16; 10,19) — era motivo de cisma entre la gente, ya que daba lugar a pareceres discordes sobre su persona.  El mismo Jesús (según Jn 9,39) lo reconoce sin medias tintas, cuando afirma: "Yo vine a este mundo para un juicio: para que los que no ven vean y los que ven se queden ciegos".  El elemento discriminante de este juicio es Cristo-luz, es su palabra que revela al Padre (Jn 12,44-50). Esa palabra escudriña los corazones: "En efecto, quien obra mal odia la luz y no va a la luz, para que no se descubran sus obras. Pero el que obra la verdad va a la luz, para que se vean sus obras, que están hechas en Dios" (Jn 3,20-21). 
El autor de la carta a los Hebreos (12,3) define la muerte de Jesús como una contradicción que los pecadores arrojaron contra él. Israel —comenta Pablo citando a Is 65,2— fue "un pueblo desobediente y rebelde" (Rom 10,21: antilégonta).  Del conjunto de estas citas se deduce que la tradición evangélica junto con la petrina y la paulina, aun con la diferencia de los términos empleados, está sustancialmente de acuerdo.  El evangelio de Jesús, como soplo acariciador e impetuoso al mismo tiempo, sacude al hombre desde dentro, lo provoca a una actitud. ¡Sí, la fe es una inquietud saludable! Lc 2,34-35 recoge el tema que hemos esbozado en esta rápida panorámica sobre el NT. Lo acoge, anticipándolo en la infancia de Jesús, como si se tratara de un presagio que tendrá la contrapartida en su ministerio público y en el de la iglesia apostólica. 
SIMEÓN/ORÁCULO: El oráculo de Simeón, el santo anciano del templo, tiene dos aspectos: uno se refiere al pueblo de Israel y el otro a María. Veámoslo más en concreto. 
b) Israel frente a Cristo. Respecto a todos los miembros del pueblo elegido (tal es el sentido de muchos en el v. 34, según las normas de la filología), Jesús está destinado a ser causa de "caída y resurgimiento". Con este binomio antitético, Simeón profetiza cuál será el éxito en conjunto de la misión de Jesús. Para quienes lo rechacen, es decir, para los que crean que están en pie fiándose de sus propias seguridades (cf Lc 14,9), él será piedra de tropiezo; pensemos, por ejemplo, en los escribas y fariseos, orgullosos de su ciencia (Lc 11,52-54); en el fariseo de la parábola (Lc 14,9-13.14b), en los invitados a la boda que declinan la invitación por tener otros intereses (Lc 14,16-21ab.24)... Por el contrario, Cristo será ocasión de salvación para cuantos se encuentran en un estado de miseria, de pecado, pero acogen su palabra; pensemos en el publicano (Lc 14,13-14), en Zaqueo (Lc 19,2-10), en los pobres, los cojos, los ciegos y los lisiados que sustituyen a los que fueron invitados primero a la boda (Lc 14,21-23)... Así pues, además de la acogida, Jesús conocerá la amargura y la tragedia del rechazo, será un "signo de contradicción", dice el anciano profeta.
Signo, en primer lugar: en efecto, en su persona Dios se hace manifiesto y cercano a su pueblo (cf Lc 1,68; 7,16), especialmente en la gran revelación pascual: "Como Jonás fue un signo para los ninivitas, así el Hijo del hombre lo será para esta generación" (Lc 11,30).  Pero de contradicción; es decir, objeto de repulsa por parte de Jerusalén y del judaísmo oficial, que no reconoció los tiempos de la visita de Dios (cf Lc 19,44b-47; 29,9-18...). Se trata, por consiguiente, de un sendero lleno de espinas el que se perfila para Jesús.  "Para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones", añade Simeón (v.  35). La presencia de Cristo tendrá este efecto: revelar cuáles son las esperanzas de todos respecto a él: quién lo acoge y quién lo rechaza. El término pensamientos (gr. dialoguismói) es todavía genérico, sin ninguna cualificación positiva ni negativa. Se necesita un adjetivo, o bien el contexto, para determinar si se trata de intenciones rectas o condenables (cf Lc 1,29 [dieloguízeto]; 5,22; 6,8; 9,46.47; 24,38; además, Mc 7,21, Mt 15,19; Sant 2,4...).  En Lc 2,35 el sustantivo mencionado parece tener una función bivalente; es decir, designa las diversas actitudes, favorables u hostiles, frente a Cristo. Nos relacionamos entonces con el v. 34, en donde se dice que Jesús es motivo tanto de caída como de resurgimiento. 
En versión eclesial, Lucas elabora además los mismos enunciados en el libro de los Hechos, donde entra en escena una iglesia que experimenta la contradicción que había padecido antes su Señor. En Iconio, por ejemplo, después de la predicación de Pablo y de Bernabé apoyada en signos y en prodigios (He 14,1-13), "la población de la ciudad se dividió: unos estaban con los judíos y otros con los apóstoles" (v. 4). Y hacia el final del libro Lucas hace decir a los judíos convocados por Pablo: "Sabemos que esta secta (= cristianismo) encuentra oposición en todas partes (28,22: pantajou antiléguetai). 
c) El alma de María traspasada por una espada. La persona y el mensaje de Jesús llevan a cabo un discernimiento dentro de Israel. Pero todo lo que ocurre en Israel como pueblo tiene una repercusión en María como persona: "... También a ti una espada te atravesará el alma" (Lc 2,35a). 
Lo mismo que en el Magnificat, se observaba un paso de lo individual (María: Lc 1,46-49) a lo colectivo (Israel: Lc 1,54), así aquí se da una alternancia entre una comunidad (Israel) y una persona individual (María). Esto basta para concluir que también en este paso Lucas asocia a María a su pueblo; ella es hija de Sión. 
ESPADA/PD: Nos queda por preguntarnos ahora cuál es el significado más pertinente del término espada. Recorriendo la literatura judeo-bíblica, se ve que la espada es uno de los símbolos más frecuentes para designar la palabra de Dios. En el AT tenemos dos casos (Is 49,2 y Sab 18,15) Este mismo tipo de simbolismo aparece con frecuencia en los comentarios judíos a los textos bíblicos. También el NT, en siete ocasiones, recurre a este lenguaje: la palabra de Dios, que se identifica ahora con la palabra de Jesús, es comparada con una espada cortante de doble filo. Las referencias más abundantes nos las ofrece el Apocalipsis (1,16: "De su boca salía una espada aguda de dos filos": 2,12.16 19,15.21). Está asimismo la carta a los Efesios (/Ef/06/17: "Tomad también...  Ia espada del Espíritu, que es la palabra de Dios"). Hay que dedicar una especial atención a la carta a los hebreos (/Hb/04/12): "La palabra de Dios es viva y eficaz; ella penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y es capaz de distinguir los sentimientos y pensamientos del corazón". 
Se notará fácilmente la gran analogía que hay entre Lc 2,35 y Heb 4,12. En ambos trozos se habla de espada que "penetra en el alma" y "revela-escudriña los pensamientos del corazón". Esta relación no se le escapó, por ejemplo, a san Ambrosio.  Una vez asentada esta ecuación simbólica espada = palabra de Dios, se asoma la hipótesis de que la espada a la que alude Simeón es figura de la palabra de Dios, tal como se expresa en la enseñanza de Jesús. 
Efectivamente, esta descodificación del símbolo espada se armoniza muy bien con el contexto anterior. Poco antes, Simeón había celebrado a Jesús como luz de las gentes y gloria de Israel (v. 32). Sus palabras hacen eco a los poemas del Siervo de Yavé (Is 42,6; 49,6). Pues bien, precisamente uno de esos poemas (49,2) presenta al Siervo de Yavé como un profeta de cuya boca Dios ha hecho una espada afilada. La imagen, como hemos visto, fue recogida varias veces en relación con Cristo en el Apocalipsis (I, 16; 2,12.16; 19, 15.21). Pero también Simeón, al preconizar en Jesús al Siervo de Yavé por excelencia, parece decir que su palabra es semejante a una espada. 
M/PD/SUFRIMIENTO: Escogiendo esta orientación exegética (que, lejos de excluir a las demás, puede  perfectamente integrarlas), la imagen de María sería la de una creyente que, lo mismo que  todo Israel, su pueblo, tendrá que enfrentarse con la palabra del Hijo, simbolizada  místicamente en la espada. Su alma se verá profundamente penetrada por ella.  Efectivamente, siempre en el tercer evangelio vemos que ella acogía y guardaba los acontecimientos y las palabras de Jesús (Lc 2,19.51b; cf 8,19-21 y 11.27-28). Con una actitud sapiencial se esforzaba en sondear su alcance, incluso cuando le procuraban sufrimientos y no llegaba a comprender todo su sentido (Lc 2,48-51b). 
Así pues, María hizo que sus pensamientos se aclarasen y se juzgasen a la luz de aquella palabra y se conformó a ella con un crecimiento constante. Esto suponía para ella gozo y dolor. (Gozo, al ver los frutos copiosos que la semilla de la palabra evangélica producía en ella misma y en cuantos la acogían con un corazón "bueno y perfecto" (cf Lc 8,15). Dolor, cuando buscaba angustiada a Jesús en Jerusalén y no comprendió su respuesta: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que tengo que estar en la casa de mi Padre? Y ellos no comprendieron sus palabras" (Lc 2,49-50). Conservando en su corazón el enigma de esa frase, ella "avanzó en la peregrinación de la fe" (LG 58), no sin pruebas ni oscuridades. Pero el colmo de la aflicción inundó su espíritu cuando vio a su Hijo rechazado y crucificado. Obedecer a la voluntad del Padre (¡ella, la madre del ajusticiado!), permanecer fiel a las palabras del Hijo sobre todo en aquel momento de tiniebla (cf Redemptoris Mater 18): he aquí el punto crucial de la transfixión que esta palabra produjo en las fibras de María. 
Según esta exégesis, no sería lógico restringir solamente a la compasión de la Virgen al pie de la cruz la profecía de Simeón. Abarca más bien todo el arco de su misión de madre del Redentor y especialmente el drama del Calvario. ¿No decía acaso Jesús: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada día y sigan" (Lc 9,23)? 
CONCLUSIÓN. M/ABRAHAN: Abrahán, nuestro padre en la fe, "obedeciendo la llamada divina, partió para un país que recibiría en posesión, y partió sin saber a dónde iba" (/Hb/11/08). María, madre de los creyentes (cf Jn 19,2627a), aceptó que su vida se plantease según la palabra del Señor que le había sido revelada por el ángel (Lc 1,38). Con su fiat se dispuso a salir de sí misma para seguir los caminos de Dios, que "es más grande que nuestra conciencia y lo sabe todo" (1Jn 3,20). La Virgen llevaba a su Hijo en los brazos, pero no se negaba a dejarse conducir por el Hijo por un camino incierto y difícil; también para ella se hizo realmente ejemplar la frase de Jesús: "El que pierda su propia vida por mí, la salvará" (Lc 9,24; cf Mc 8,35; Mt 16,25; Jn 12,25). Contemplada en esta dimensión, María, además de madre, es hermana nuestra a la hora de compartir la gozosa fatiga de creer. 
Dicc-De-Mariología. Págs. 335-339


martes, 19 de diciembre de 2017

LECTURAS Y COMENTARIO IV DOMINGO ADVIENTO CICLO B - 24 DICIEMBRE 2017

ALEGRATE


ORACION COLECTA

Derrama Señor tu gracia sobre nosotros que por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del segundo libro de Samuel 2 Sam 7, 1-5. 8b-11. 16.

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al Profeta Natán: Mira: yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.
Natán respondió al rey: Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: Ve y dile a mi siervo David: «¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?.
Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que animales lo aflijan como antes, desde el día que nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel.
Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te daré una dinastía. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia y tu trono durará por siempre.».

SALMO RESPONSORIAL (88)

Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

 Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad». R.

Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David mi siervo: «Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.». R.

 Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.». Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable.  R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 16, 25-27.

Hermanos: Al que puede fortalecernos según el evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús —revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en la Sagrada Escritura, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe—, al Dios, único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1, 26-38.

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando a su presencia, dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible. María contestó: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

COMENTARIO

El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret. Una página que nos sabemos de memoria. Muchas veces se ha traducido este saludo por una fórmula de respeto admirativo: “Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo”, es algo muy hermoso; es nuestra Ave María. Pero los exegetas, esos especialistas que escudriñan el evangelio, utilizan otras palabras mucho más fuertes para traducir a Lucas: Alégrate, privilegiada, el Señor está contigo. Semejante formula reviste para María, la meditativa, el colorido y el esplendor de los anuncios mesiánicos: Alégrate: esta alegría es Dios. El Señor está contigo: ella conoce las Escrituras, se siente turbada, sabe a dónde van esas palabras que abren a puerta a las grandes misiones. Vas a ser la Madre del Mesías. El ángel multiplicó unas expresiones que, reunidas entre sí, no pueden dejarle ninguna duda: sobre ella recae ciertamente la gran promesa: Darás a luz un hijo, será grande, se llamara hijo del Altísimo, Reinará y su reino no tendrá fin. Para penetrar más en la revelación, Lucas pone en labios de María la cuestión que nos va a proyectar ente todo el misterio:-¡Yo soy Virgen! -Sí, María, y lo seguirás siendo, porque el niño infinitamente santo que nacerá en ti es el Hijo de Dios. El Espíritu Santo, la fuerza del altísimo, producirá en ti ese nacimiento absolutamente único. La cumbre de   esta   página: El que va a nacer es él es el Hijo de Dios. Todo lo que quería decirnos Lucas está aquí. Y añade una palabra para ayudar a nuestra fe: Para Dios no hay nada imposible. Y nos hace escuchar el sí de María que la entrega por completo, un sí tan entero que jamás Dios recibirá otro igual. Pero lo que hay que escuchar sobre todo es el anuncio, la alegría: se nos ha dado el Mesías, el que viene a salvarnos de toda maldad y de toda miseria. ¡Dios mismo va a nacer de una mujer para ser un hombre como nosotros! ¿Llegaremos alguna vez de hacernos idea de esto? San Juan lo formula con toda claridad: El Verbo, que es Dios, se hizo carne y habitó entre nosotros. Dios entre nosotros, Dios con nosotros: el gozo que se le ofrece a María (¡Alégrate!) es el gozo que se nos ofrece cuando comprendemos hasta qué punto, por Jesús, Dios está con nosotros, está para nosotros. Sean cuales fueren las sombras sobre el mundo y sobre nuestra vida, ¿quién podrá arrebatarnos este sol? Los días en que Jesús se hace más fuertemente sol para nosotros son nuestras anunciaciones. Unas veces dulces, otras crueles. ¿Cuál es el ángel que nos despierta? A veces una página del evangelio, o un maravilloso encuentro fraternal. O un sufrimiento que quiebra esperanzas e ilusiones.  De pronto nos sentimos llamados a cosas más difíciles y más altas. Alégrate, el Señor está contigo, vas a dar a luz tu propia vida y vas a engendrar todo un mundo. Con tal que digas sí.

PLEGARIA UNIVERSAL

Hermanos, como de un solo corazón, vaya hacia el Señor nuestra oración por la Iglesia, por el mundo y por nuestra asamblea.

1.- Por la Santa Iglesia de Dios; que el Señor le conceda la total fidelidad a las decisiones del Concilio Vaticano II. Roguemos al Señor.

2.- Por los gobernantes de las naciones; que Dios nuestro Señor oriente sus mentes y sus corazones Hacia la Paz verdadera. Roguemos al Señor.

3.- Por quienes, a causa de enfermedad, trabajo necesario, o mutua separación, no podrán vivir toda la alegría de esta Navidad. Roguemos al Señor.

4.- Por quienes formamos esta familia; para que, en nuestros regalos de Navidad, incluyamos a algunos pobres del Señor, y por nuestra caridad, seamos verdaderos testigos de Cristo.  Roguemos al Señor.

¡Señor Dios, refugio y fuerza nuestra! Escucha la voz de tu Iglesia suplicante; y haz que seamos todos fieles para manifestar tu amor al mundo entero. Por Cristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

El mismo Espíritu, que cubrió con su sombre y fecundo con su poder las entrañas de María, la Virgen Madre, santifique Señor, estos dones que hemos colocado sobre tu altar. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Señor, que este pueblo que acaba de recibir la prenda de su salvación, se prepare con tanto mayor fervor a celebrar el misterio del nacimiento de tu Hijo cuanto más se acerca la fiesta de Navidad. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 25: Is 9, 1-3, 5-6; Sal 95; Tt 2, 11-14; Lc 2, 1-14.
Misa de Medianoche Is 62, 11-12; Sal 96; Tt 3, 4-7; Lc 2, 15-20;
Misa de la Aurora: Is 52, 7-10; Sal 97, Hb 1, 1-6; Jn 1, 1-18.
Misa del Dia: Is 52, 7-10; Sal 97; Hb 1, 1-6; Jn 1, 1-18.
Martes 26: Hch 6, 8-10; 7, 54-60; Sal 30; Mt 10, 17-22.
Miércoles 27:   1Jn 1, 1-4; Sal 96; Jn 20, 2-8.
Jueves 28: 1Jn 1, 5—2, 2; Sal 123; Mt 2, 13-18.
Viernes 29: 1Jn 2, 3-11; Sal 95; Lc 2, 22-35.
Sábado 30: 1Jn 2, 12-17; Sal 95; Lc 2, 36-40.
Domingo 31: Eclo 3, 2-6. 12-14; Sal 127; Col 3, 12-21; Lc 2, 22-40.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 1, 26-38

1. M/VIRGINIDAD JESÚS ES EL PRIMERO QUE DESCUBRE EL VALOR DE UNA VIRGINIDAD VOLUNTARIA ACEPTADA COMO SIGNO DE UN SERVICIO EFICAZ AL REINO.
vv. 30-33: Estas palabras del ángel se inspiran en otras del AT, especialmente en la profecía de Natán que tenemos en nuestra primera lectura. Confróntese también Is 9. y Dn 14. 7. v. 34: Implícitamente se afirma la ausencia de relaciones conyugales como un hecho, quizás incluso como una resolución conscientemente tomada por María. Ahora bien, en ningún lugar de todo el AT se valora la virginidad consagrada a Dios por encima de la maternidad fecunda. Jesús es el primero que descubre el valor de una virginidad voluntaria aceptada como signo de un servicio eficaz al Reino, por amor al Reino (/Mt/19/20). Por otra parte, en el contexto religioso-cultural de María era deshonroso para una mujer el no tener hijos, lo cual se explica sin más si tenemos en cuenta las promesas que Dios hizo a Abrahán; abstenerse de los hijos equivalía hasta cierto punto a quedar al margen de las bendiciones de Israel. Además, los esponsales con san José parecen indicar que no existía por parte de María una previa consagración de su virginidad.
Desde un punto de vista meramente exegético, la pregunta de la Virgen María debería interpretarse como expresión de su virginidad actual y, consiguientemente, de su perplejidad: las palabras del ángel se refieren a una concepción cuando ella "no conoce varón". El ángel le responde que no es preciso el que haya conocido varón, ya que ella concebirá por obra del Esp. Sto.
La resolución de permanecer virgen debió ser más bien motivada y fundada en el hecho de que Dios había puesto su mano sobre ella, santificándola como un templo para su Hijo. Su virginidad -como la de san José- estuvo especialmente relacionada con la Encarnación. Por supuesto que nadie como María realizó tan perfectamente la esencia de la virginidad cristiana: la entrega indivisa a Dios por una obediencia radical y un amor totalizante. v. 35: Esta expresión bíblica significa lo mismo que "la nube luminosa" y "la gloria de Yahvé" en todo el AT, es decir, la señal de la presencia de Dios que protege a su pueblo (cf. Ex 13. 21-22; 24. 15-18; Is 4. 5-6). La Virgen es ahora como el santuario en el que se manifiesta la "gloria de Yahvé".
v. 38: María está en su lugar, el nuestro: "Aquí", en el mundo, que es el lugar de la obediencia a la Palabra de Dios y de la esperanza de los hombres, el lugar en donde el Verbo se hace carne. María está consciente- mente "aquí", y lo está porque es interrogada por Dios y llamada a su presencia. María está "aquí" para servir, con una actitud activa; aunque toda su actividad, como la nuestra, sea siempre provocada por la acción de Dios y la palabra que la anuncia. La respuesta de María: "Hágase en mí según tu palabra", es la manifestación de la más alta actividad del hombre, que es la acogida de Dios por la fe. Por eso lo que nazca de ella nacerá de Dios, no de la carne y de la sangre y por obra de varón, será el Hijo del Altísimo.
Eucaristía 1972/05



2. GABRIEL-ARCANGEL ESPECIALISTA DE LA MEDIDA DE LAS 70 SEMANAS. M/ESPOSA. DIOS BUSCA DESDE HACE TIEMPO -REPUDIADA ISRAEL- UNA ESPOSA QUE LE SEA FIEL. 
La forma peculiar de este pasaje, especie de midrash, en el que cada palabra y cada expresión están llenas de sentido y cargadas de evocación, obliga a proceder a un comentario, versículo por versículo, con el fin de precisar los ejes principales. Este evangelio, que aparece repetidamente en el año litúrgico, bien merece un comentario más amplio.
a) El marco y el contexto histórico (vv. 26-27):
La aparición de Gabriel da el tono a la escena de la Anunciación y la sitúa dentro del contexto profético y escatológico. Desde /Dn/08/16 y /Dn/09/21, Gabriel era considerado como el ángel especialista de la medida de las 70/semanas (SEMANAS/70) anunciadas antes del establecimiento del reino definitivo (Dn 9, 24-26).
Efectivamente, conforme al procedimiento midráshico de Lc 1-2, Gabriel aparece primero en Lc 1, 19 en el templo; después, al cabo de seis meses (180 días), a María, Lc 1, 26; nueve meses después (270 días) nace Cristo, y 40 días más tarde hace su entrada en el templo. Pues bien, estas cifras hacen un total de 490 días, es decir, ¡SETENTA SEMANAS! Cada una de esas etapas es señalada, además, con la expresión "Cuando se cumplieron los días..." (Lc 1, 23; 2, 6; 2, 22).
Cristo es, pues, el Mesías previsto en Dn 9, a la vez Mesías humano y también misterioso Hijo del hombre, de origen cuasidivino (Dn 7, 13). Los acontecimientos que anuncian su nacimiento no son más que los preparativos de la entrada de la gloria de Yahvé, personificada en Jesús, en su templo definitivo.
b) Los títulos de María (vv. 27-28):
La escena se desarrolla dentro de una casita de Galilea, esa región despreciada (Jn 1, 46; 7, 41), por oposición a la escena grandiosa de la anunciación del Bautista en el templo (Lc 1, 5-25): ya se dibuja la oposición entre María y Jerusalén, una oposición que se perfila desde el momento de la salutación del ángel. Este toma, en efecto, su saludo de So 3, 16 y Za 9, 9, que dirigían a Jerusalén una salutación mesiánica destinada a anunciarle la próxima venida del Señor "en su seno" (sentido literal de la fórmula de So 3, 16). El ángel traslada, pues, a la Virgen los privilegios atribuidos hasta entonces a Jerusalén.
Además, la influencia de Sofonías se siente a lo largo de todo el relato de la Anunciación (Lc 1, 28 y So 3, 15; Lc 1, 30 y So 3, 16; Lc 1, 28 y So 3, 14).
La expresión "llena de gracia" ha recibido de la teología posterior una explicación que no estaba probablemente implícita en el pensamiento de S. Lucas. En la pluma de Lc significa que la Virgen es "graciosa" como en el vocabulario de los esponsales. Al estilo de Ruth ante Booz (Rt 2, 2; 10, 13), Ester ante Asuero (Est 2, 9; 15, 17; 5, 2. 8; 7, 3; 8, 5), toda mujer ante los ojos de su esposo (Pr 5, 19; 7, 5; 18, 22; Ct 8, 10). Este contexto matrimonial está, pues, cargado de evocaciones: Dios busca desde hace tiempo una ESPOSA que le sea fiel. Ha repudiado a Israel, la esposa anterior (Os 1-3), pero está dispuesto a "prometerse" de nuevo. Interpelada con una expresión frecuente en las relaciones entre esposos, María comprende que Dios va a realizar con ella el misterio de los esponsales prometidos por el A.T. Este misterio alcanzará incluso un realismo inaudito, merced a que las dos naturalezas -divina y humana- se unirán en la persona del Hijo de María con un lazo mucho más fuerte que el de los cuerpos y las almas en el abrazo conyugal.
El evangelio del día añade a estas palabras un miembro de frase que figura únicamente en la Vulgata: "Bendita Tú eres". Esta palabra es atribuida, efectivamente, a Isabel, en el momento de la Visitación; pero testigos tardíos la han reproducido aquí, sin duda, por influjo de oraciones como el Ave María. Pero la yuxtaposición de esta frase al versículo anterior tiene su importancia en el plano de la mariología. Al hacer este elogio, Isabel se inspiraba en un elogio dirigido antiguamente a Jael, la mujer victoriosa del enemigo (Jc 5, 24-27). Esta mujer había matado al enemigo machacándole la cabeza, como había sido prometido a la descendencia de Eva (Gn 3, 15). Un elogio similar será dirigido más tarde a otra mujer victoriosa: Judit (Jdt 14, 7). Tenemos, pues, derecho a ver en esta aclamación el tema de la mujer victoriosa del mal y del enemigo.
c) Los títulos del Mesías (vv. 31-33):
El primer grupo de títulos atribuidos al Hijo de María evoca las promesas mesiánicas del profeta Natán (2 S 7, 11-16). En este texto antiguo encontramos el vocabulario real que inspira a Lc 1, 32-33. Jesús será "grande" (cf. 2 S 7, 11); será Hijo del Altísimo, título reservado a los grandes personajes (Sal 2, 7; 28/29, 1; 81/82, 6; 88/89, 7) y previsto para el Mesías en 2 S 7, 14. Se sentará sobre el trono de David como quieren también 2 S 7, 16 e Is 9, 6, pero el ángel supera las previsiones de Natán, puesto que ve a Cristo extender su reino a la casa de Jacob (las diez tribus del Norte). Realizará, pues, la unidad de Judá y de Israel (Ez 37, 15-28; Dn 7, 14; Mi 4, 4-47), en espera de poder realizar la de los judíos y de las naciones.
El ángel no exige a la Virgen que imponga a su Hijo el nombre de Emmanuel, previsto en Is 7, 14. No hay nada de extraordinario en ello, puesto que ya de antemano se habían aplicado al Mesías una decena de nombres en los medios del judaísmo; pero ninguna tradición había pensado en "Jesús", que significa "Yahvé, nuestro Salvador". Este nombre recuerda a dos personajes del A.T., los cuales han señalado circunstancias importantes de la salvación en la historia del pueblo: Josué, "salvador" del desierto (Si 46, 1-2), y Josué, sacerdote cuando el "salvamento" de Babilonia (Za 3, 1-10; Ag 2, 1-9). Jesús realizará una salvación mucho más decisiva cuando pase, como cabeza de fila, a través del sufrimiento y de la muerte para lograr la salvación de toda la humanidad.
d) Las circunstancias de la concepción (vv. 34-38):
El ángel predice la concepción del niño en términos tomados del Ex 40, 35, en donde la aparición de la nube manifiesta la presencia de Dios. El niño que va a nacer será el fruto de una intervención muy especial de Dios; pertenecerá a ese mundo divino y celestial que la nube simboliza generalmente (v. 35).
Esta intervención divina supone, sin embargo, una colaboración libre (v. 37); pero ésta pretendía, al parecer, permanecer virgen. Las jóvenes podían obtener esta autorización de sus esposos especialmente en el contexto esenio. Sin embargo, parece que la afirmación de María de no conocer en modo alguno varón (siendo así que estaba comprometida con José) debe entenderse a la manera simbólica de todo este "midrash". María representa a Jerusalén, objeto de promesa de fecundidad. No conocer varón, para Jerusalén, es vivir al marasmo de su situación de repudiada, de abandonada, de desamparada (cf Is 60, 15; 62, 1-4). María lleva sobre sí la desolación de la ciudad repudiada, cuando oye que le dicen que serán celebradas nuevas bodas en las que Dios recuperará, en ella, a su antigua prometida. La anunciación realiza el misterio de las bodas de Dios y de su pueblo.
Lucas habla de María y de su virginidad, pero lo hace en el marco preciso de su comunión nupcial con Dios y a fin de poder hablar mejor del fruto de esta comunión: el Mesías.
En cualquier caso, creer en esta virginidad de María en sus bodas espirituales con Dios es afirmar algo sobre JC. La óptica sigue siendo fundamentalmente cristológica.
* * * * *
¿Ha querido san Lucas proponer, utilizando un género literario tan particular, una doctrina de la divinidad de Cristo, o no ha visto en Él más que el cumplimiento de las Escrituras? Epítetos como "grande" o "santo" (Lc 1, 32. 35) son títulos divinos (Tb 13, 4; Sal 47/48, 2; 75/76, 2; 85/86, 10, etc.), sobre todo cuando son utilizados de manera absoluta. Sin embargo, a veces, son atribuidos de manera relativa a personajes humanos (Lc 1, 15, por ejemplo). Por otra parte, la palabra "Salvador" que aparece aplicada a Jesús, pero claramente designada en Lc 2, 11; 1, 47, es un nombre casi exclusivamente divino en el A.T. Nos orienta hacia la trascendencia.
Finalmente, a pesar de su dudosa interpretación, el v. 35 (cf. la repetición del tema en Lc 2, 49) evoca muy discretamente la divinidad de Jesús, pero los iniciados pueden encontrar en esas alusiones veladas el fundamento de su fe. La misma ambigüedad de los temas utilizados por el evangelista obliga a no separar la humanidad y la divinidad de Cristo. Un Mesías que no fuera hombre no podría tomar la humanidad como asociada a la obra de la salvación; un Mesías que no fuera Hijo de Dios no podría enseñarnos la única vía posible de la salvación: el afecto filial al Padre. De todas formas, los dos primeros capítulos del evangelio de san Lucas, como los del primer evangelio, no pertenecen al "kerygma" (predicación, intimación) apostólico fundamental, como los restantes capítulos de los evangelios, que van del bautismo en el Jordán a la resurrección. Quiere decir que esos capítulos interpelan a la fe del cristiano de modo distinto al resto del Evangelio.
Maertens-Frisque, Nueva Guía de la Asamblea Cristiana I, Marova Madrid 1969.Pág. 155 Ss.


3.  - Por su belleza literaria y por la hondura de su teología nuestro texto constituye uno de los pasajes centrales del N.T.
Presuponiendo una lectura detallada de su contenido destacaremos el papel que desempeña cada uno de sus personajes:
1) DIOS es quien actúa desde el fondo. No es la entidad suprema que reside impasible en el plano de su inmutable eternidad sino la fuerza liberadora y exigente que dirige los caminos de la historia de Israel y que ahora actúa de una forma decisiva por María: a) Habla a través del ángel, que es la expresión de su cercanía. b) Actúa creadoramente por medio de su Espíritu. c) Se actualiza en el "Hijo" que nace de María.
2) MARÍA es la expresión de la humanidad que se mantiene abierta ante el misterio de Dios y concretiza la esperanza de Israel y el caminar de aquellos pueblos que buscan su verdad y su futuro.
Pero, al mismo tiempo, María es la realidad del hombre enriquecido por Dios, como lo muestran las palabras del saludo del ángel que proclama: "el Señor está contigo", "has encontrado gracia ante Dios". Desde este punto de vista, María se convierte en la figura del adviento, en signo de la presencia de Dios entre los hombres. Más que Juan Bta., más que todos los profetas, ella es la humanidad que simplemente ama y espera, la humanidad que acepta a Dios, admite su Palabra y se convierte en instrumento de su obra. Así descubrimos que en el límite de su esperanza (hombre abierto a Dios) se encuentra el principio de la fe (la aceptación del Dios presente, tal como se refleja en la respuesta de María: "Hágase en mí según tu palabra").
3) EL ESPÍRITU DE DIOS. Recordemos la existencia de su triple epifanía. a)Desde el A.T. el Espíritu es la fuerza divina que conduce a los hombres hacia Cristo. b)Es el poder de Dios que ha sostenido a Cristo en el camino de su vida. c)Y es la herencia que Jesús nos ha dejado por su pascua, la fuerza del amor que ofrece al mundo como el don supremo de su vida (Pentecostés).
ES/ANUNCIACION: Pues bien, el relato de la anunciación refiere el momento culminante de la primera epifanía del Espíritu: La fuerza de Dios que conduce a los hombres hacia el Cristo se adueña de María y la convierte en madre (origen humano) de ese Cristo.
4) JESÚS proviene de toda la esperanza de los hombres, es el fruto del adviento de la historia, que culmina en la persona de María.
Pero a la vez, Jesús procede de la fuerza transformante de Dios, brota del Espíritu. Por ser un hombre entre los hombres les ayuda (es rey que les ofrece el reino). Por ser presencia de Dios puede ofrecerles la salvación definitiva.
5) LA SALVACIÓN. Todo el relato (con la palabra del ángel, la respuesta de María y la presencia creadora del Espíritu) se ordena hacia una meta muy precisa: la salvación de los hombres.
En términos tomados de la esperanza del A.T., la salvación se identifica con la instauración del reino davídico. Para nosotros, esa plenitud mesiánica se puede reflejar en otros rasgos; pero en el fondo se identificará siempre con el cumplimiento liberador y transformante de la espera de los hombres, significado en el reino de David. Esa plenitud está significada ya en la misma figura de María, que calladamente espera, escucha la palabra de Dios y colabora. El "hágase en mí según tu palabra", convertido en lema de nuestra actividad, puede y debe cambiar toda nuestra historia.
Comentarios a la Biblia Liturgica NT, Edic Marova/Madrid 1976.Pág. 1227 Ss.



"Al oír las palabras del ángel se turbó...". Se puso colorada como una rosa de Jericó. Hay pues, una primera reacción de desconcierto. El momento la desborda, al pensar sinceramente que ella no da la talla para el servicio en que se la requiere. Ella no es presidenta de ninguna asociación benéfica o piadosa.
En María, la esclava del Señor, tenemos una verdadera creyente. Al sentirse favorecida del Altísimo, no le responde que la deje pensar más despacio a fin de calcular mejor los riesgos.
María reproduce el gesto de Abraham, padre de los creyentes, cuando deja su patria para irse hacia lo desconocido. La persona de fe se confía en Dios como el bebé en su madre. María-madre es a la vez María-niña, que no pone objeciones. Es la entrega sin buscar recompensa, la servidora a cualquier riesgo. María es humildad sin saberlo ni ensayarlo, que es la forma más perfecta de serlo, asume gozosamente y con naturalidad ser la esclava, la sierva de Dios.
Un siervo fiel y leal de Dios es necesariamente un pobre en el espíritu. Es aquel que, no considerando nada propio, se muestra agradecido por sus dones y cualidades y se entrega a compartir lo que tiene. Un pobre de Dios, según el Evangelio, es aquel que no se enorgullece de sus buenas obras ni presenta a cada instante la ficha de sus méritos. A nadie condena porque a nadie se atreverá a juzgar con arrogancia; no espera una condecoración por parte de los hombres, ni siquiera un premio por parte de Dios, sino que habiendo cumplido como bueno, al final de la jornada se dice a sí mismo, "siervos inútiles somos, no hicimos sino lo que debíamos. /Lc/17/10



5.- La escena de la anunciación, redactada con notables ecos de pasajes del A.T., tiene una gran intensidad teológica y subraya aspectos importantes de la obra salvadora de Dios. María es de Nazaret, un pueblo irrelevante de la región alejada y cosmopolita de Galilea. Allí recibe la llamada. El saludo del ángel hace notar dos cosas: que es Dios quien actúa, y lo hace lleno de magnanimidad ("llena de gracia" se podría traducir: "tú que has sido llenada de gracia"), y que tiene un encargo importante para María ("el Señor está contigo" quiere decir "el Señor está contigo para una determinada misión"). La segunda salutación ("No temas...") viene a reafirmar esta misma idea.
Después viene el mensaje, dicho con términos absolutos, sin posibilidades de réplica: "Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo...". Realmente, Dios tiene muy claro que quiere realizar su salvación a través de María. Y las características y títulos que se afirman de aquel hijo corroboran este carácter de presencia fuerte y decisiva del Dios que viene a salvar: son todos ellos títulos que en el AT afirman esta presencia salvadora de Dios. La objeción de María ("¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?"), no encaja con el hecho de estar desposada con José. Quizá María imagina una concepción inmediata, y en aquella época por ley tenía que pasar un tiempo entre los esponsales y la vida marital en común. Seguramente es mejor no intentar precisar históricamente la escena. Se trata de subrayar que allí se realiza una obra poderosa de Dios que va más allá de lo que es habitual y normal en la vida humana. Y de hecho, la respuesta del ángel a la objeción utiliza un lenguaje de acción escatológica ("el Espíritu Santo vendrá... la fuerza del Altísimo te cubrirá...") que muestra como, en aquel momento, Dios está iniciando los últimos tiempos: los tiempos de su fuerza y su actuación definitiva en la humanidad. La referencia a Isabel muestra también como esta fuerza de Dios se concreta en la salvación cotidiana, en favor de los débiles.
María cierra la escena con unas palabras que son paradigma de la actitud del creyente: disponerse confiadamente a ser instrumento de la acción de Dios (y eso es la fe que salva, como dirá después Isabel: Lc 1,45).
Josep Lligadas, Misa Dominical 1993/16



6.- Se pone la última piedra de la casa prometida por Dios a David. Se pone la primera piedra del verdadero templo de Dios entre los hombres. El cielo se acerca a la tierra. Y la tierra escogida para levantar este santuario es María, una joven desconocida de Nazaret, un pueblo insignificante.
Esta es una página que divide la historia. Todo rezuma encanto, sencillez, profundidad. Por parte de Dios, el amor más grande, que nos entrega a su Hijo, pero respetando siempre la libertad humana, esperando la respuesta de María para la decisión final. Por parte de María, la fe más grande, docilidad ilimitada, entrega total. Por su palabra se encarnó en su vientre la Palabra. Su afirmación anuló y superó todas las antiguas negaciones.
Ahora las promesas hechas a David se cumplen: "El Señor Dios le dará el trono de David, su padre... y su reino no tendrá fin". Pero todo esto tiene un sentido que David no podía siquiera sospechar.
Caritas, Un amor así de grande, Adviento y Navidad 1990.Págs. 78

7. ACI DIGITAL 2003
27. De la casa de David: Aquí parece referirse más bien a José, que sin duda lo era (cf. Mat. 1, 6 y 16). Pero lo mismo se deduce de María en v. 32 y 3, 23 ss. (Véase allí la nota). La diferencia entre ambos esposos está en que María descendía de David por Natán (línea no real) y José por la línea real de Salomón. Para que se cumpliese el anuncio del v. 32, Jesús debía reunir en El la sangre de David, que recibió de su Madre, y el derecho a la corona, que recibió de su padre adoptivo. Bien lo sabían los judíos, pues de lo contrario los enemigos de Cristo lo habrían acusado de impostor cuando fue aclamado como "Hijo de David" (Mat. 21, 9 - 11). 

28. He aquí la fórmula original del Ave María, que se completa con las palabras de Isabel en el v. 42. El ángel la saludó sin duda en lenguaje arameo (el hebreo de entonces, con influencias de Siria y Caldea) con la fórmula "Shalom lak", o sea literalmente: "Paz sobre ti" (10, 6; Mat. 10, 12 y nota). La fórmula griega "jaíre", usada para ese saludo, significa literalmente "alégrate" y ha sido traducida al latín por la fórmula equivalente de salutación "Ave". Las lenguas modernas han conservado a veces la palabra latina, como hace también el español al designar la oración Ave María, o la han traducido diciendo simplemente: "Yo te saludo", o bien usando expresiones semejantes, por ejemplo: "Salve". La fórmula "Dios te salve", que es sin duda la más hermosa para saludar al común de los mortales, no puede evidentemente ser entendida en forma literal, como si la Virgen aun tuviera que ser salvada. "Llena de gracia" (en griego kejaritomene) es también sin duda la grecización de una expresión aramea que algunos traducen por: "objeto del favor divino", según lo que el ángel agrega en el v. 30. De todas maneras hay una admirable lección de humildad en ese elogio que, sin perjuicio de establecer la más alta santidad en María (habiéndose fundado principalmente en ello el dogma de la Inmaculada Concepción), no alaba en la Virgen ninguna cualidad o virtud como propia de Ella, sino la obra de la divina predilección, como Ella misma lo había de proclamar en el Magnificat (v. 48 s). Bendita tú entre las mujeres: estas palabras faltan aquí en muchos códices. Son las que Isabel dijo a María en el v. 42, donde se completa la primera parte del Ave María. La segunda parte fue añadida posteriormente. 

32 s. Véase 2, 50 y nota; Dan. 7, 14 y 27; Miq. 4, 7; Mat. 1, 18 ss.; Is. 9, 7; 22, 22; etc. 

34. Véase Mat. 1, 19 y nota: "José, su esposo, como era justo y no quería delatarla, se proponía despedirla en secreto". No habiendo manifestado María a su esposo la aparición del Ángel ni la maravillosa concepción por obra del Espíritu Santo, San José se vio en una situación sin salida, tremenda prueba para su fe. Jurídicamente S. José habría tenido dos soluciones: 1o. acusar a María ante los tribunales, los cuales, según la Ley de Moisés, la habrían condenado a muerte (Lev. 20, 10; Deut. 22, 22 - 24; Juan 8, 2 ss.); 2o. darle un "libelo de repudio", es decir, de divorcio, permitido por la Ley para tal caso. Pero, no dudando ni por un instante de la santidad de María, el santo patriarca se decidió a dejarla secretamente para no infamarla, hasta que intervino el cielo aclarándole el misterio. "¡Y qué admirable silencio el de María! Prefiere sufrir la sospecha y la infamia antes que descubrir el misterio de la gracia realizado en ella. Y si el cielo así probó a dos corazones inocentes y santos como el de José y María, ¿por qué nos quejamos de las pruebas que nos envía la Providencia?". (Mons. Ballester). Es la sinceridad de nuestra fe lo que Dios pone a prueba, según lo enseña San Pedro (I. Pedr. 1, 7).
De derecho María era esposa de San José. Así la sabiduría de Dios lo había dispuesto para guardar la honestidad de la Virgen a los ojos de la gente. De las palabras: "No conozco varón" se deduce que María había hecho voto de guardar la virginidad. En las pocas veces que habla María, su corazón exquisito nos enseña siempre no sólo la más perfecta fidelidad sino también la más plena libertad de espíritu. No pregunta Ella cómo podrá ser esto, sino: cómo será, es decir que desde el primer momento está bien segura de que el anuncio del Mensajero se cumplirá, por asombroso que sea, y de que Ella lo aceptará íntegramente, cualesquiera fuesen las condiciones. Pero no quiere quedarse con una duda de conciencia, por lo cual no vacila en preguntar si su voto será o no un obstáculo al plan de Dios, y no tarda en recibir la respuesta sobre el prodigio portentoso de su Maternidad virginal. La pregunta de María, sin disminuir en nada su docilidad (v. 38), la perfecciona, mostrándonos que nuestra obediencia no ha de ser la de un autómata, sino dada con plena conciencia, es decir, de modo que la voluntad pueda ser movida por el espíritu. De ahí que Cristo se presente como la luz, la cual no quiere que la sigamos ciegamente. Véase Juan 12, 46; I Cor. 12, 2. 

38. La respuesta de María manifiesta, más aún que su incomparable humildad y obediencia, la grandeza de su fe que la hace entregarse enteramente a la acción divina, sin pretender penetrar el misterio ni las consecuencias que para Ella pudiera tener.