jueves, 28 de junio de 2018

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XIII T.O. CICLO B - 1 JULIO 2018


“CONTIGO HABLO, NIÑA ¡LEVANTATE!”


ORACION COLECTA

Oh, Dios que por la gracia de la adopción has querido hacernos hijos de la luz, concédenos que no nos veamos envueltos por las tinieblas del error, sino que nos mantengamos siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de la Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24

Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes.
Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal.
Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella.

SALMO RESPONSORIAL (29)

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.

Toquen para el Señor, fieles suyos, den gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo los Corintios 8, 7. 9. 13-15

Hermanos: Ya que sobresalen en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tienen, distinguíos también ahora por su generosidad.
Porque ya saben lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.
Pues no se trata de aliviar a otros, pasando ustedes estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará su falta; así habrá igualdad.
Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba.».

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 5, 21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.».
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría.
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: « ¿Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaron: «Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"».
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
—«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe.».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: « ¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta está dormida.».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate).
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

COMENTARIO

 “La cogió de la mano y le dijo: niña levántate”. Pensemos en la mano de Dios leamos en el texto de Isaías: “Yo Yahvé, soy tu Dios, yo te cogí por la mano derecha y te dije: No temas, vengo en tu ayuda”. Cariñoso poder de Dios, cariñoso poder de Jesús. Conmovido, Marcos nos hace mirar la pequeña que de nuevo está viva: “Tenía doce años y les dijo que le dieran de comer”. Todo vino de la plegaria de su padre, lleno de confianza: “¡Ven para que viva!”. Cuando la gente avisó brutalmente al padre que era inútil, que ya todo había acabado, Jesús se apoyó en su reacción más importante: “No temas, ten fe y basta”.  En el otro milagro que nos narra al mismo tiempo, Marcos repite incansablemente lo que desea inculcarnos, esas dos cosas tan sencillas que hacen al cristiano: el poder de Jesús y nuestra confianza. “La mujer se decía: con que le toque, aunque sea la ropa me curo”. “Jesús dándose cuenta que había salido fuerza de él... le dijo, tu fe te ha curado. Vete en paz”. ¿Cómo hacernos comprender mejor lo que hemos de intentar vivir con él: tener confianza en su poder? Pero los enfermos siguen enfermando, los niños que mueren no vuelven a vivir, esas historias de milagros hacen sonreír o llorar. ¡No cambian en nada las cosas! Pueden cambiarlo todo si finalmente, más allá de nuestra confianza, quizás algo vaga, despiertan una verdadera fe, la que el evangelio define diciendo que salva: “Vete, no tengas miedo; tu fe te ha salvado”. Pero ¿qué pasos hay que dar, que repetir sin cesar, para llegar a esa fe en la fuerza de resurrección que emana tan poderosamente de Jesús?. No se trataba solamente en este caso de curar a una mujer, ni siquiera de resucitar a una niña. Algunos, incómodos por esta resurrección hablan de un “letargo”. Eso es pasar por completo de lado junto a la lección que nos quiere dar Marcos. Marcos traduce el talita, kum (“chiquilla, ponte en pie”) introduciendo ese “ponte en pie” con la frase de Jesús: “está dormida” nos remite a una antigua liturgia del bautismo en la que se celebra el poder de Jesús como una fuerza de resurrección: Despierta, tú que duermes, Levántate de la muerte Y te iluminará el Mesías. Esos milagros no deben detener nuestra atención en ellos mismos, si no, surgirá inevitablemente la queja: ¿por qué Jesús no curó a todos? ¿Por qué Dios deja que los niños sufran y mueran? Hay que tener inmediatamente una visión más amplia y más lejana. Bien leídos, los milagros nos guían, como anticipaciones parciales, hacia un triunfo universal sobre la muerte espiritual por el perdón y sobre la muerte física por la verdadera resurrección. No la de la niña que tuvo que enfrentarse de nuevo con la muerte, sino la resurrección final, definitiva. Cristo nos coge de la mano, o mejor dicho es nuestra fe que se agarra a su mano para que nos mantenga en pie en medio de las dificultades y de los sufrimientos actuales. El que no despierta su fe hasta el máximo no puede experimentar el poder de resurrección de Cristo que está ya en acto y que triunfará por completo cuando nos haga levantar de entre los muertos. Antes un niño muerto, no digo nada (¿qué podría decir?) pero pienso como piensan los padres creyentes: “En donde tú acabas de llegar, Cristo te está despertando a la vida bienaventuradas).

PLEGARIA UNIVERSAL

El Señor nos alerta hoy cual es nuestra vocación, entendamos que nuestra principal vocación es parecernos cada día más a Dios, por eso pidamos las gracias necesarias, diciendo: Ayúdanos a alcanzar la plenitud en el amor.

1.- Por el Papa Francisco, los obispos, sacerdotes y diáconos para que Dios, nuestro Padre providente, les de cada día mas las gracias necesarias para mantenerse unidos en El. Roguemos al Señor.

2.- Para que el llamado a descubrir nuestra vocación, nos anime a orar con más intensidad por el aumento en nuestros jóvenes de las vocaciones sacerdotales y religiosas en el mundo. Roguemos al Señor.

3.- Por los gobernantes del mundo, para que el Señor, les ilumine y entiendan que su vocación principal es la ayuda a los más pobres y necesitados. Roguemos al Señor.

4.- Por todos los perseguidos, encarcelados y desempleados, para que en nuestro auxilio y ayuda, encuentren y sientan las manos amorosas del Señor. Roguemos al Señor.

5- Por los enfermos, para que en nuestra entrega a ellos encuentren las manos amorosas de la Virgen María, madre del Señor y madre nuestra. Roguemos al Señor.

6.- Por nuestra comunidad Parroquial, para que cada día mas aportemos nuestra cuota de sacrificio, para seguir al Señor. Roguemos al Señor.

Escucha Padre las súplicas que te hemos dirigido y las que han quedado en nuestros corazones, te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Oh Dios, que actúas con la eficacia de tus sacramentos, concédenos que nuestro ministerio sea digno de estos dones sagrados. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

La ofrenda divina que hemos presentando y recibido nos vivifique. Señor para que, unidos a ti en amor continuo, demos frutos que siempre permanezcan. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 02: Am 2, 6-10. 13-16; Sal 49; Mt 8, 18-22
Martes 03: Ef 2, 19-2; Sal 116; Jn 20, 24-29.
Miércoles 04: Am 5, 14-15.21-24; Sal 49; Mt 8, 28-34
Jueves 05: Am 7, 10-17; Sal 18; Mt 9, 1-8
Viernes 06: Am 8, 4-6.9-12; Sal 118; Mt 9, 9-13.
Sábado 07:  Am 9, 11-15; Sal 84; Mt 9, 14-17.
Domingo 08:    Ez 2, 2-5; Sal 122; 2Co 12, 7b-10; Mc 6, 1-6.

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mc 5, 21-43 Paralelos: Mt 9, 18-26  Lc, 8, 40-56

1. Texto.: En la perspectiva de un Reino de Dios abierto a todos, Marcos introducía el domingo pasado el tema de la fe en Jesús. El texto de hoy nos sitúa de nuevo en la orilla judía del lago de Genesaret, en medio de la habitual aglomeración de gente en torno a Jesús. El hilo narrativo lo configura el desplazamiento hasta la casa de Jairo, un encargado del orden en la sinagoga, cuya hija está mortalmente enferma. Entre partida de la orilla y llegada a la casa, Marcos intercala en los vs. 25-34 un episodio con una mujer. Se trata de la misma técnica narrativa que encontrábamos hace tres domingos en Mc. 3, 20-35. El episodio le sirve a Marcos para profundizar en el tema de la fe en Jesús.
Veamos. La mujer acude a Jesús como a último y único remedio a sus trastornos corporales. Pero lo hace anónimamente, mágicamente. La propia situación multitudinaria parece aconsejar un acercamiento así. En estas circunstancias resuena firme la pregunta de Jesús. "¿Quién me ha tocado el manto?" Con esta pregunta Marcos parece querer indicarnos que el ámbito de la fe en Jesús no es el del anonimato, sino el de la intercomunicación personal. La mujer, en efecto, se ve impelida a salir del anonimato. Viene con temor y temblor, y se prosterna ante Jesús.
En este contexto no puede interpretarse el temor y temblor desde planteamientos psicológicos. Representan más bien la reacción humana a la manifestación o epifanía divina. Se pone con ello de manifiesto que la mujer no había actuado por magia, sino por fe: ella había creído sencillamente en Jesús, había visto en él al enviado de Dios. Esto es lo que Marcos quiere resaltar y así lo sigue haciendo en la continuación del relato, ahora ya con Jairo.
También éste se ha prosternado ante Jesús reconociendo en él soberanía y majestad. El propio Jesús le invita a tener fe en él.
A partir de este momento el relato se hace íntimo, personal. Con la exclusión de gentío y plañideras se pone de nuevo de manifiesto que el ámbito de la fe en Jesús no puede ser otro que el de la relación personalizada. Es en un ámbito así en el que lo insospechado puede hacerse realidad. El relato termina con el sorprendente encargo, característico en el Evangelio de Marcos, de no divulgar el hecho.
Comentario.
Desde el capítulo 4 de las parábolas, Marcos se está moviendo en el supuesto de un Reino de Dios abierto a todos y en la perspectiva del presente del lector creyente, judío y no judío. En este sentido a Marcos le interesa menos un Jesús sujeto activo de su propio pasado que un Jesús objeto de profundización y de reflexión por parte del creyente. Aplicando esto al texto de hoy, resulta más exacto definirlo como relato acerca de la recta comprensión de la fe en Jesús que como relato de milagros de Jesús.
Esto supuesto, el texto de hoy es una buena ocasión para preguntarnos por los móviles de nuestra fe en Jesús. ¿Por qué creemos en él? ¿Qué intereses nos mueven? ¿Buscamos obtener algo de Jesús o buscamos sencillamente entablar una relación con él? Esta podría ser la pregunta clave.
Hemos visto que el relato termina con el sorprendente encargo de no divulgar el hecho de que la niña de doce años no está muerta, sino que vive. ¿Es que acaso era posible ocultar esto? Como ya sucedía el domingo pasado, la razón del encargo no hay que buscarla en el pasado del hecho, sino en el presente del lector.
Una vez más, Marcos nos invita a situarnos en la realidad del Jesús ausente, muerto-resucitado. Esto significa que creer en Jesús pasa por un creer en Jesús muerto y resucitado. Ahora bien, una fe así invalida toda relación con Jesús basada prioritariamente en el milagro, un milagro que ni siquiera Jesús pudo hacerse a sí mismo. Creer en Jesús es andar con él un camino que termina, cierto, en la vida, pero que antes pasa por la muerte. Creemos en Jesús, no buscando el milagro de la salud, sino corriendo con él la maravillosa aventura de morir y vivir.
Alberto Benito, Dabar 1988, 36




2. Jesús regresa con sus discípulos a la orilla occidental del lago de Genezaret, sirviéndose del mismo bote desde el que había predicado a las gentes (5, 1) y con el que había hecho la travesía cuando ocurrió lo de la tempestad calmada (4, 36). Mateo nos dice que el desembarco fue en Cafarnaúm, la "ciudad de Jesús" (esto es, la que había elegido como plataforma de su actividad evangelizadora; Mt 9, 1; cfr. 4, 13).
Apenas desembarcaron, se presentó delante de Jesús el jefe de la sinagoga de Cafarnaún, llamado Jairo. Este hombre importante no sabe a quién acudir para obtener la salud de su hija.
Posiblemente ha visto cómo Jesús curaba a los enfermos imponiéndoles las manos. Ahora espera que le acompañe a su casa y haga otro tanto con su hija enferma. La multitud, siempre hambrienta de sensaciones fuertes y de milagros, se apiña en torno a Jesús. En el camino ocurre otro milagro en beneficio de una pobre mujer que padece una enfermedad vergonzosa (es la hemorroísa). Ella sabía muy bien que, según la Ley (Lev 15, 25-27), debía evitar todo contacto con las personas, pues era una mujer "impura". Sin embargo, no perderá la ocasión de acercarse sigilosamente a Jesús y de tocar la orla de su manto. Es su última esperanza, pues ha gastado ya toda su hacienda con los médicos sin alcanzar remedio. Ahora espera quedar sana de pronto con solo tocar el manto de Jesús.
En el comportamiento de esta mujer se manifiesta una mentalidad primitiva, una concepción mágica. Lo cual no tiene nada de extraño en aquellos tiempos. Pero sí es extraño que Jesús condescendiera con esa mentalidad. Es claro que Jesús no cree que su cuerpo sea una especie de talismán que emita unas fuerzas misteriosas que ni él mismo puede controlar; pues Jesús actúa siempre sabiendo lo que hace y cura a los enfermos que creen en él. Por lo tanto, sus milagros no acontecen por debajo de la conciencia y de las disposiciones personales. Así que habrá que pensar que este milagro haya sido relatada por Marcos tal y como fue interpretado por los testigos según su mentalidad y no según lo que pensaba Jesús.
v. 37: El Maestro toma consigo únicamente a los tres discípulos que serían también los testigos de su transfiguración (9, 2) y de su agonía en Getsemaní (14, 33).
v. 38: Se trata de las plañideras que lloran por oficio y que para eso han sido contratadas. Esto explica que se rían después al oír a Jesús que la niña estaba dormida. La resurrección de la niña acontece por el poder de la palabra de Jesús que Marcos ha conservado en original arameo. Jesús se manifiesta como señor de la vida y de la muerte.
Todos los milagros que se refieren a resurrecciones no son más que la proclamación de que en Jesús y por Jesús la vida triunfa sobre la muerte.
Con frecuencia vemos como Jesús impone silencio a los testigos de sus milagros. Tanto que se ha hablado de la "ley del silencio".
Si Jesús establece esa ley es para evitar que sus paisanos confundan el sentido de su mesianismo y caigan en falsos triunfalismos.
Eucaristía 1985, 30





3. Mc/05/28 Mt/09/21 "¡Si alcanzara a tocar tan sólo su vestido!" pensaba la pobre mujer del evangelio llena de fe. ¡Si yo alcanzase a recibir su palabra -la palabra de la Sagrada Escritura, que es la voz del Señor presente en la celebración litúrgica- con un corazón creyente, si yo fuese digno de comulgar su sagrado cuerpo sacrificado!...: ésto deberíamos pensar ahora. ¿Será menor el cuerpo que el vestido? ¡No está la salud más cerca de aquel que forma con el Señor un solo espíritu, una sola vida, un solo cuerpo, que de aquel que le toca únicamente por el exterior?
Emiliana Löhr, El Año del Señor, El Misterio de Cristo en el Año Litúrgico II, Edic. Guadarrama Madrid 1962. Pág. 363




Los milagros están siempre ligados a la fe. ¿Por qué? ¿Qué tipo de fe? Aunque Jesús haya dicho: "tu fe te ha sanado", en realidad no es la fe del hombre lo que cura, sino el poder de Dios. La fe es la condición. De hecho, la mujer se curó, precisa Mateo, en aquel instante (9,22b); es decir, no cuando tuvo fe, ni siquiera cuando tocó el manto de Jesús, sino cuando el Señor le dirigió la palabra. Es la palabra de Cristo la que salva. La fe es la condición para que Dios obre milagros. Mas ¿por qué? Porque tener confianza significa en sustancia confesar nuestra impotencia y proclamar al mismo tiempo nuestra confianza en el poder de Dios.
Fe es negarse a contar con nosotros para contar únicamente con Dios. El grito de los enfermos que invocan a Cristo expresa siempre esta doble actitud. Tal es el espacio necesario para que Dios pueda actuar.
Bruno Maggioni, El relato de Mateo, Edic. Paulinas/Madrid 1982. Pág. 99




5. Jesús hace resaltar que a la mujer la ha curado su fe. La fe, siempre continúa siendo la condición y el fundamento de la acción salvadora de Dios en el hombre. La fe puede revestirse de distintas formas, ya sean primitivas sin desarrollar, ya sean refinadamente espirituales. Siempre está en camino y en proceso de evolución "partiendo de fe hasta consumarse en fe" (Rom/01/17); es decir, desde la fe existente y arraigada hasta la fe conocida más profundamente y vivida de forma más radical.




6. Jesús llega a la casa y nota con disgusto el ruido de las plañideras, de los flautistas y de una muchedumbre que, según la costumbre oriental, lloran por la muerte en voz alta y gritando. Este ruido desenfrenado contradice por completo la índole sencilla de Jesús y de su ayuda. El Señor invita a la multitud a que salga de la casa, lo cual evidentemente no lo hace sin la ayuda de otros ("cuando echaron a la gente"). La multitud se burla de él, sobre todo, por la razón que da: "la niña sólo está durmiendo".
Jesús quiere decir que para él y para el poder de Dios esta muerte no significa más que un sueño ligero. Así lo dice también hablando de Lázaro: "Nuestro amigo Lázaro está dormido, pero voy a despertarlo" (Jn 11, 11).
La muerte para Dios no es un poder insuperable. Es delgada la pared que separa la muerte de la vida. Eso la gente no lo entiende, y se burlan neciamente de él. Las cosas tienen un aspecto muy distinto ante la mirada de Dios y ante la experiencia del hombre.
Sólo si nos ejercitamos en ver con la mirada de Dios, nos formamos el verdadero concepto. Entonces la muerte también pierde su carácter horripilante. 




7. Contigo hablo, niña, levántate.
Saltándonos la escena (deliciosa) del endemoniado de Gerasa, la lectura continua de Marcos nos lleva al doble milagro de la resurrección de la hija de Jairo y de la curación de la mujer que padecía flujos de sangre. Un doble milagro entrelazado, que aparece de la misma manera en los tres sinópticos (muy resumido en Mateo, y no tanto en Lucas), y que invita a ser imaginado como un conjunto de escenas que desfilan ante los ojos, "como si presente me hallase".
Entre aquella multitud, se acerca un personaje de una cierta importancia, que confía en las capacidades sanadoras de Jesús: es muy clara y simple la expresión de confianza y de petición que hace Jairo, y es muy simple también la respuesta de Jesús, que se va con él sin más preámbulos.
Después, en medio del gentío, aparece la mujer de los flujos de sangre, una enfermedad que deja impuro al que la padece y al que se pone en contacto con ella: como en el caso de los leprosos, la mujer se acerca a Jesús y lo toca, convencida de que Jesús no hace caso de estos tabús. La reacción de Jesús, que en primer lugar deja atemorizada a la mujer, rompe la imagen de que en él hay una especie de fuerza mágica: es la fe y la confianza de la mujer las que han conseguido la curación.
A continuación recuperamos la escena de Jairo. La niña ha muerto. Y Jairo tiene que pasar a un nuevo nivel de fe-confianza: creer que por Jesús puede recuperar a la hija muerta.
La escena adquiere tintes de solemnidad: sólo están los tres discípulos que participan de los grandes momentos (transfiguraci6n, Getsemaní); Jesús entra en la casa transmitiendo seguridad y dominio de la situación; el evangelista conserva las palabras en arameo, dándoles, por tanto, un fuerte valor simbólico; Jesús actúa con gran sencillez (habla como si aquello no tuviera importancia: "La niña no está muerta..."; se limita a dar la mano a la niña y a decir una palabra nada retórica...), signo de su fuerza y su poder. Y todo el conjunto se convierte en afirmación de la fuerza salvadora de Jesús que libera al hombre sin ninguna barrera, y llama a la confianza en esta liberación.
Josep Lligadas, Misa Dominical 1994, 9




viernes, 22 de junio de 2018

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO NATIVIDAD DE JUAN EL BAUTISTA T.O. CICLO B - 24 JUNIO 2018

NATIVIDAD DE JUAN EL BAUTISTA


ORACION COLECTA

Oh Dios que suscitaste a San Juan Bautista para que preparase a Cristo el Señor, una muchedumbre bien dispuesta, concede a tu pueblo el don de la alegría espiritual y dirige los corazones de todos los fieles pro el camino de la salvación y de la paz. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 49, 1-6

Escúchenme islas; atiendan, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.».
Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios.
Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel -tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza:
«Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.».

SALMO RESPONSORIAL (138)

Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.

Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. R.

Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma. R.

No desconocías mis huesos, cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 22-26

En aquellos días, dijo Pablo: -«Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: “Encontré a David, hijo de Jesé, hambre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”. Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: “Yo no soy quien pensabas; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias”.
Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A ustedes se les ha enviado este mensaje de salvación.».

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.».
Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.». Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?».
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

COMENTARIO

La Iglesia celebra normalmente la fiesta de los santos en el día de su nacimiento a la vida eterna, que es el día de su muerte.
En el caso de San Juan Bautista, se hace una excepción y se celebra el día de su nacimiento. San Juan, el Bautista, fue santificado en el vientre de su madre cuando la Virgen María, embarazada de Jesús, visita a su prima Isabel, según el Evangelio. Esta fiesta conmemora el nacimiento "terrenal" del Precursor.
Es digno de celebrarse el nacimiento del Precursor, ya que es motivo de mucha alegría, para todos los hombres, tener a quien corre delante para anunciar y preparar la próxima llegada del Mesías, o sea, de Jesús. Fue una de las primeras fiestas religiosas y, en ella, la Iglesia nos invita a recordar y a aplicar el mensaje de Juan.
El nacimiento de Juan es fruto de "la compasión manifestada por el Señor" y fue motivo de felicitaciones y de alegría para todos.
Dios siempre tiene algo que ver en el nacimiento de sus servidores y de todos nosotros. Y en ese niño recién nacido había puestas muchas esperanzas. Por eso todos se preguntaban: "¿Qué llegará a ser este niño?". Juan es el favor de Dios a una familia buena y Juan es el favor de Dios para un pueblo que siempre espera al Mesías, a Jesús, "el que salva". Juan es el favor, la gracia, el puente que une el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Juan es el nombre de un hombre al que Dios va a usar para señalar al Cordero de Dios, para preparar el camino del Señor.
La vida de Juan Bautista nos enseña a cumplir con nuestra misión que adquirimos el día de nuestro bautismo: ser testigos de Cristo viviendo en la verdad de su palabra; transmitir esta verdad a quien no la tiene, por medio de nuestra palabra y ejemplo de vida; a ser piedras vivas de la Iglesia.
Nos enseña a reconocer a Jesús como lo más importante y como la verdad que debemos seguir. Nosotros lo podemos recibir en la Eucaristía todos los días. Nos hace ver la importancia del arrepentimiento de los pecados y cómo debemos acudir con frecuencia al sacramento de la confesión. Podemos atender la llamada de Juan Bautista reconociendo nuestros pecados, cambiando de manera de vivir y recibiendo a Jesús en la Eucaristía.
El examen de conciencia diario ayuda a la conversión, ya que con éste estamos revisando nuestro comportamiento ante Dios y ante los demás.

PLEGARIA UNIVERSAL

En esta solemnidad del nacimiento del Precursor del Señor, san Juan Bautista presentemos confiadamente nuestras plegarias a Dios nuestro Padre.

1.- Por la Iglesia, para que todos vivamos siempre con espíritu de conversión para preparar los caminos del Señor que viene a nosotros. Roguemos al Señor.

2.- Por las vocaciones al ministerio sacerdotal; para que sean muchos los llamados al servicio del Reino de los cielos; siendo para el mundo testigos de la luz salvadora de Dios. Roguemos al Señor.

3.- Por los que gobiernan las naciones de todo el mundo; para que, escuchando la voz de Juan Bautista y de todos los profetas, lleguen a reconocer en Jesús al Mesías esperado. Roguemos al Señor.

4.- Por los que son perseguidos a causa de su fe o a causa de su lucha por la justicia, que sientan siempre en ellos la fuerza de Dios que los acompaña. Roguemos al Señor.

5.- Por todos los que estamos aquí reunidos celebrando esta Eucaristía y por nosotros familiares y amigos; que haya entre nosotros paz, generosidad y espíritu de hermanos. Roguemos al Señor.

Escucha, Padre, nuestras peticiones, que te presentamos en la fiesta de tu profeta y precursor San Juan Bautista, y derrama tu amor sobre el mundo entero. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Colmados de ofrenda en tu altar Señor, para celebrar con el honor debido la natividad de quien proclamo que el Salador del mundo ya estaba próximo y lo mostro presente entre los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

NATIVIDAD DE JUAN EL BAUTISTAAlimentados con el convite del Cordero celestial, te pedimos, Señor, que tu Iglesia, llena de gozo por el nacimiento de San Juan Bautista, reconozca al autor de su nueva ida en aquel cuya venida inminente anuncio. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 25:  2R 17, 5-8; 13-15ª.18; Sal 59; Mt 7, 1-5.
Martes 26:  2R 19, 9b-11; 14-21. 31-35ª. 36; Sal 47; Mt 7, 6. 12-14.
Miércoles 27:  2R 22, 8-13; 1-3; Sal 118; Mt 7, 15-20.
Jueves 28: 2R 24, 8-17; Sal 78; Mt 7, 21-29.
Viernes 29: Hch 12, 1-11º; Sal 33; 2Tm 4, 6-8.17-18; Mt 16, 13-19.
Sábado 30: Lm 2, 2.10-14.18-19; Sal 73; Mt 8, 5-17.
Domingo 01:    Sb 1, 13-15; 2, 23-24; Sal 29; 2Co 8, 7.9.13-15; Mc 5, 21-43.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 1, 57-66. 80

1. JBTA/POBREZA: NO CONSTRUYE NADA PARA ÉL. NI SIQUIERA UN GRUPO DE SEGUIDORES. OBRA EN FUNCIÓN DE OTRO.
La fiesta del nacimiento de san Juan Bautista ha gozado históricamente de gran popularidad. El folklore con sus hogueras y baños, la literatura con sus romances e incluso la economía (por ser el día en que se contrataban los segadores) así lo constatan. La Iglesia colocó esta celebración a seis meses exactos antes de la navidad, aplicando al ciclo litúrgico la frase "ya está de seis meses la que consideraban estéril".
Juan fue un personaje conocido en su tiempo. El historiador Flavio Josefo no se olvida de citarlo. Para la fe cristiana supone el fin del AT y el preludio del Nuevo. Es, ni más ni menos, que el precursor. Su nombre lo indica: Juan quiere decir "Dios se ha compadecido", mientras que Jesús significa "Dios salva". Sin embargo, nada de esto impide el que las actitudes fundamentales de su personalidad puedan servirnos perfectamente como esquema de reflexión.
El Bautista no fue, desde luego, un docto y religioso burgués de ideas acertadas, pero descomprometidas como quien observa la marcha del mundo desde fuera. Juan toma postura ante la situación en que vive. Lo hace con las características y matices de su particular psicología, pero no se limita a pensar o a hablar.
También el nuestro es, en cierto modo, un tiempo de crisis y de necesidad de cambio. No faltan ni en el ámbito civil ni en el religioso personas con ideas, al menos aparentemente, acertadas.
Se piensa y se escribe en las secciones fijas de los semanarios dominicales con la elegancia y el dulce encanto de la progresía, pero el compromiso no va más allá. Así la verdad pierde su carácter de denuncia y se convierte en droga para el lector y en refuerzo para el sistema. La excesiva oferta de estas "verdades" oculta y devalúa la auténtica verdad.
Juan es la antítesis de aquel Herodes que se mantuvo en el trono pese a todos los cambios políticos que tenían lugar en la dirección del imperio romano. A Maquiavelo le debía encantar tan astuto príncipe. Sin embargo, el Bautista no era una caña que se movía hacia donde soplaba el viento. No por ello era un inmovilista y, mucho menos, un conservador al estilo de los saduceos. Actuó sobre la realidad desde la fe que llevaba dentro. Estas características de su personalidad deben hacernos reflexionar hoy. En el fondo se trata de no amar sólo de palabra o por escrito, sino con obras y de verdad. Es obvio que la actuación de cada uno de nosotros vendrá coloreada por nuestra particular psicología, lo mismo que ocurrió en el caso de Juan.
Pero ello no debe suponer una excusa para un irresponsable "dejarnos llevar" por la corriente social que justifica de hecho la injusticia. No basta con ser geniales en las ideas, hay que actuar.
En este punto, interesa recordar que el término "espiritualidad" significa para el cristiano que debe ser movido por el Espíritu de Jesús. Entender esta palabra como mero intimismo, bonito y autogratificante, supone una huida del mundo que ni Juan ni Jesús de Nazaret practicaron. La escucha y obediencia al Espíritu han de hacernos capaces de discernir en nuestro mundo los valores positivos y los que, por el contrario, han de ser rechazados por muy general que sea su aceptación. No se trata por ello de ser fanáticos o intolerantes con los demás. La libertad está en la base de un mundo más humano. Mucho menos puede esto fundamentar el inmovilismo, cuando de lo que se trata es de cambiar la realidad.
Pero quizá la actitud clave que permite al Bautista actuar de esta manera es su desprendimiento. Juan no construye nada para él, ni siquiera un grupo de seguidores. Obra en función de otro. Tiene clara conciencia de ser puente y camino. Él no es el fin. Está dispuesto a desaparecer de la escena cuando su misión esté cumplida.
Este mismo talante es el adecuado para el discípulo de Jesús. No se trata de hacer prosélitos para "nuestro" club, sino actuar de forma que facilitemos a los hermanos el encuentro con el Maestro.
La Iglesia no es para sí misma. Lo importante es que, a través de su predicación, los hombres descubran al verdadero Mesías. Su objetivo, como en el pasaje de la samaritana, es facilitar que las gentes digan: "Ya no creemos por lo que tú nos has dicho, sino por lo que nosotros hemos descubierto". Conseguido esto, ya pueden cortarle la cabeza, si gustan, porque su misión estará cumplida.
Es cierto que muchas veces los que nos llamamos discípulos impedimos a otros su acceso al Maestro. Ni entramos ni dejamos entrar. Deformamos su rostro con abstractas teologías y ocultamos su estilo con un actuar más propio de fanáticos fariseos o de explotadores saduceos que de pueblo convertido. Pero él sigue hablando. ¡Señor, danos la autenticidad y el desprendimiento del Bautista!
Eucaristía 1990, 29



2.- Se llamará Juan. Llamado por gracia, llevará el nombre de la gracia, "para anunciar a su pueblo la salvación". Su nombre no significará un linaje, sino un futuro inesperado. ¡Dios viene! ¡Dios se compadece! "¡Sol naciente que viene a visitarnos!". Dios no está en el pasado, sino que abre el futuro. El nacimiento no es una perpetuación de lo que era, sino la audacia de la fe en el porvenir. La gracia de Dios se renueva sin cesar. Juan será el precursor de la gracia, llamando a los hombres a superarse para ir al encuentro de la aventura. Viene nuestro Dios... Para acudir a su cita es preciso ir más lejos.
Dios cada día, Siguiendo El Leccionario Ferial, Adviento-Navidad Y Santoral, Sal Terrae/Santander 1989.Pág. 69

3.- A Isabel se le cumplió el tiempo y dio a luz un hijo. El alumbramiento de una mujer constituye un hecho absolutamente normal, aunque resulta gozoso para la familia. Pero este caso presenta un aspecto diferente. Los padres eran ancianos: la mujer, estéril; por eso, dentro de los límites humanos, era imposible una concepción y un nacimiento. Pero ante Dios no existen imposibles y por eso los ancianos han podido recibir el don de un niño.
En el nacimiento de Juan han intervenido dos factores: por un lado, la realidad biológica de los padres que se aman. Y al mismo tiempo, influye de una manera decisiva el poder de Dios que guía la historia de los hombres.
Sobre este fondo se entiende perfectamente la historia del nombre. Siguiendo la tradición de la familia y suponiendo que el niño les pertenece, los parientes quieren llamarle Zacarías. Los padres, sin embargo, saben que -aun siendo de ellos- el niño es en el fondo un regalo de Dios y Dios le ha destinado a realizar su obra.
"Entonces preguntaba por señas... extrañados". ¿Qué quiere decir este acontecimiento de un nombre extraño que contradice toda la tradición familiar: que cuando Dios coloca a un testigo, a un hombre ante el Mesías, como mensajero suyo, cuando Dios coloca a un hombre o a una mujer ante Jesús, el Salvador, para que se entrega a El, y lo acepte como Señor y se disponga a seguirle como discípulo, eso no es un acontecimiento más entre tantos otros; lo que suscite ese hombre, lo que le convierte en un testigo, en un discípulo, en un sacerdote, en una religiosa, en un cristiano, esto es algo que no tiene nada que ver con la familia, la tradición, el pueblo, la educación recibida.
Si este niño tiene una vocación, no es porque sea hijo de sus padres. Si ese niño es testigo, no es porque su padre o su madre hayan hecho algo especial por él. Si vosotros tenéis el deseo de ser cristianos no es porque vuestros padres os hayan educado para esto. En vuestro mismo nacimiento ha intervenido un nacimiento nuevo.
El nombre tradicional ya no vale. Tenemos un nombre nuevo. No sabemos cuál es, ya lo conoceremos cuando llegue la plena revelación de nuestro ser, de nuestra auténtica personalidad, cuando llegue la plena manifestación de nuestra condición de hijos de Dios. "Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste seremos semejantes a El". (1 Jn 3,2).
/Ap/02/17: Al vencedor le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, que nadie conoce, sino el que lo recibe".
Ef 1, 1-10. Himno de gratitud de Pablo, precisamente desde la cárcel.


viernes, 15 de junio de 2018

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XI T.O. CICLO B - 17 JUNIO 2018

PARÁBOLAS SOBRE EL REINO


ORACION COLECTA

Oh Dios, fuerza de los que en ti esperan, escucha con bondad nuestras súplicas y pues sin ti nada puede la fragilidad de nuestra naturaleza, concédenos siempre la ayuda de tu gracia, para que, al poner en practica tus mandamientos, te agrademos con nuestros deseos y acciones. Por Nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Ezequiel 17, 22-24

Así dice el Señor Dios: «Arrancaré una rama del alto cedro y la plantaré.
De sus ramas más altas arrancaré una tierna y la plantaré en la cima de un monte elevado; la plantaré en la montaña más alta de Israel, para que eche brotes y dé fruto y se haga un cedro noble.
Anidarán en él aves de toda pluma, anidarán al abrigo de sus ramas.
Y todos los arboles silvestres sabrán que yo soy el Señor, que humilla los árboles altos y ensalza los arboles humildes, que seca los árboles lozanos y hace florecer los árboles secos. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.».

SALMO RESPONSORIAL (91)

Es bueno darte gracias, Señor.

Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad R.

El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano; plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios. R.

En la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 6-10

Hermanos: Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe.
Y es tal nuestra confianza, que preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor. Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarle.
Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho mientras teníamos este cuerpo.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 26-34

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra.
Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.»
Dijo también: « ¿Con qué podemos comparar el reino de Dios?, ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

COMENTARIO

"El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra": La lectura evangélica de este domingo está formada por dos parábolas sobre el Reino. En la primera se compara el Reino con lo que sucede en un proceso de siembra. Se subraya la pasividad del hombre ("la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo") y la productividad de la tierra ("la tierra va produciendo la cosecha ella sola"). Del mismo modo el Reino irrumpe en el mundo de una forma inapelable, como de una semilla nacerán las espigas, y sin que los hombres puedan hacer nada. Ni a favor ni en contra. El Reino crece a pesar del celo, la pereza o la incredulidad de los hombres. Dios es quien tiene en sus manos el futuro del Reino, pero este futuro será en bien del hombre, es él quien recogerá los frutos salvíficos: "Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega". -"Con un grano de mostaza": El grano de mostaza, imagen de lo que es insignificante, pero que después se hace muy grande. Lo importante en esta segunda parábola es la desproporción entre la pequeñez del principio (grano de mostaza) y la magnitud del final (el árbol). Así ocurre con el reino de Dios: escondido ahora e insignificante, ha de llegar un día, cuando vuelva con "poder y majestad", en que se manifieste según toda su dimensión. En realidad, en lo minúsculo actúa ya lo grandioso: incluso en el mundo que no conoce el reino, este está ya actuando; incluso en el corazón del pecador más endurecido puede brillar aún una lucecita y convertirse en gloria y fuego devorador. Se trata de tomar a Dios en serio a pesar de todas sus apariencias. En Jesús y gracias a Jesús el Reino de Dios está abierto a todos, es un espacio donde todos podemos volar y anidar. Dos conclusiones.
Como el Reino está aquí, en medio de las oposiciones y de los fracasos, entonces no tenemos que huir de la historia. El discípulo sabe ver en todo esto la presencia de Dios. En cierto sentido -y ésta es la segunda conclusión- en el Reino de Dios se desperdician muchas cosas (intentos repetidos, obstinados, como el gesto del sembrador); no se puede ahorrar. Pero se trata sólo de un despilfarro para los que razonan según los cálculos mezquinos de los hombres.

PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos hermanos, a Dios nuestro Padre, a fin de que todos los nombres experimenten su bondad y misericordia:

1.- Por la Iglesia: para que sea signo de paz y de reconciliación entre los hombres. Roguemos al Señor.

2.- Por los pueblos de la tierra; para que superen todo lo que les disgrega y promuevan todo cuanto les acerca. Roguemos al Señor.

3.- Por los que odian, por los resentidos y amargados, para que descubran que la felicidad se encuentra en el perdón.  Roguemos al Señor.

4.- Por todos nosotros para que sepamos perdonar como Dios mismos nos perdona. Roguemos al Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Oh Dios, que según la doble condijo de los dones que presentemos, alimentas a los hombres y los renuevas sacramentalmente, concédenos, por tu bondad que nos falte su ayuda para el cuerpo y el espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Señor, está sana comunión contigo que hemos recibido, anticipo de la unión de los fieles en ti, realice también la unidad en tu Iglesia. Pr Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 18: 1R 21, 1-16; Sal 5; Mt 5, 38-42.
Martes 19:   1R 21, 17-29; Sal 50; Mt 5, 43-48.
Miércoles 20: 2R 2, 1.6-14; Sal 30; Mt 1, 6.16-18.
Jueves 21: Eclo 48, 1-15; Sal 96; Mt 6, 7-15
Viernes 22: 2R 11, 1-4.9-18.20; Sal 131; Mt 6, 19-23
Sábado 23: 1Cro 24, 17-25; Sal 88; Mt 6, 24-34.
Domingo 24: Is 49, 1-6; Sal 138; Hch 13, 22-26; Lc 1, 57-66.80

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mc/04/26-34
Las dos parábolas del campesino perseverante y del grano de mostaza, recogidas en este pasaje, constituyen, junto con la del sembrador (Mc 4, 3-8) y la de la levadura (Mt 13, 33), un grupo de relatos orientados hacia la misma conclusión: la justificación de la actitud del Mesías frente a los fracasos de su predicación.
No es imposible que estas parábolas hayan sido compuestas pensando de manera especial en Simón Zelotes y en Judas Iscariote (o el Sicario), discípulos de una secta particularmente extremista que quería provocar la guerra santa contra Roma con vistas a establecer el reino mesiánico.
a) En la parábola del campesino perseverante (vv. 26-29), el reino de Dios es comparado al lento crecimiento de la semilla hasta su cosecha, y, simultáneamente, con la larga inactividad del campesino antes de su febril actividad de la recolección (que es descrita, por lo demás, partiendo de Jl 4, 13; cf. también Ap 14, 14-16). Esa recolección, de conformidad con toda la Biblia y con la referencia a Joel, es, sin duda alguna, el juicio de Dios que inaugura su reino efectivo. Esto equivale a decir que es Dios el agricultor: es indudable que no va a tardar en intervenir y de forma tan espectacular como un segador en la recolección.
Es verdad que ahora, y de manera especial a lo largo del ministerio de Jesús, Dios parece no intervenir: deja a Cristo aislado, sin éxito, cada vez más rechazado por los suyos. Pero este silencio de Dios no deja por eso de estar vinculado al juicio venidero, lo mismo que la inactividad del agricultor mientras brota la semilla no deja de estar vinculada a su actividad de segador.
Jesús es atacado por los judíos: ¡si se presenta como Mesías que presente los signos precursores del reino! Jesús le responde que no hay signos extraordinarios: Dios deja crecer la semilla lentamente, pero no se pierde nada con esperar: no hay continuidad absoluta entre ese laborioso parto del reino de Dios y su manifestación en plenitud. Que quienes hayan de colaborar en la instauración del reino no pierdan su confianza en Dios: El ha comenzado y no puede haber duda de que, tras el silencio, dé cumplimiento a su obra. Que se le espere con paciencia, sin querer adelantarse a Él. Y que quienes no quieran creer en el reino sino en el momento de su manifestación, estén muy atentos: ese reino está ya cerca de ellos en Jesús y hay que saber reconocerlo actuando ya en la pobreza de los medios y la lentitud del crecimiento.
b) La parábola del grano de mostaza alimenta la confianza en Dios al subrayar el contraste entre los humildes comienzos del reino (v. 31) y la magnitud de la tarea escatológica (v. 32, en donde el tema del nido está tomado de las escatologías judías consagradas a la incorporación de los paganos en el pueblo de Dios; cf. Ez 17, 22-24). Con esta parábola Jesús ha querido, seguramente, responder a la objeción de quienes se oponían a la pequeñez de los medios utilizados por Jesús para la gloria del Reino esperado, y que ridiculizaban la pobreza y la ignorancia de los discípulos de Jesús frente al cortejo triunfal que habría de inaugurar los últimos tiempos.
En realidad, en lo minúsculo actúa ya lo grandioso: incluso en el mundo que no conoce el reino, este está ya actuando; incluso en el corazón del pecador más endurecido puede brillar aún una lucecita y convertirse en gloria y fuego devorador. Se trata de tomar a Dios en serio a pesar de todas sus apariencias.
Maertens-Frisque 5.Pág. 67



2.- Texto. En un contexto de incomprensión Marcos introducía el domingo pasado el tema de la nueva familia de Jesús (Mc. 3. 20-35). Sigue a continuación el capítulo 4, del que está tomado el texto de hoy. Hasta ese capítulo el contenido de la enseñanza de Jesús ha sido el formulado en Mc. 1, 15: Se ha cumplido el plazo: el Reino de Dios ha llegado. En el capítulo 4 este contenido es formulado y ampliado por medio de parábolas. Marcos nos ofrece unas cuantas, una selección, y además nos informa de que el sentido de estas parábolas no es obvio ni inmediato.
La primera parábola habla de la semilla de cereal desde su siembra hasta la siega, pasando por las etapas intermedias. La segunda habla de la semilla de mostaza desde su pequeñez como semilla hasta su magnitud como hortaliza, capaz de dar cobijo a los pájaros. Ambas parábolas presentan ciclos completos, totalidades. El Reino de Dios es comparado con una totalidad, simplemente constatada en la primera parábola; exuberante y rica en la segunda.
Comentario. Si en vez del abstracto "totalidad" empleamos el concreto "todos", probablemente habremos dado un paso importante para la comprensión que Marcos tiene de la enseñanza de Jesús en parábola. El texto del domingo pasado marca el final de una concepción del Reino de Dios restringida a unos pocos; las parábolas de hoy señalan el comienzo de un Reino de Dios universal, abierto a todos. De la familia según la carne a la familia según el espíritu: de la semilla a la siega; de lo pequeño a lo grande; de lo limitado a lo espacioso. Donde hay totalidad no hay restricción y donde hay pájaros hay libertad de movimientos. Con el lenguaje de las imágenes Jesús habla de un espacio donde todos podemos volar. ¡Y Jesús sabía mucho de esto: pasó mucho tiempo al aire libre! La literatura judía contemporánea de Jesús era más bien reacia a dar cabida a los no judíos en el Reino de Dios. Incluso un escrito, el cuarto libro de Esdras, obra de talante pesimista, consideraba difícil la salvación de los propios israelitas.
A las parábolas de hoy se las suele denominar parábolas del crecimiento progresivo. Queda por ver si la elección de este título es atinada o no, se pregunta un comentarista actual de Marcos.
No es ciertamente atinada la elección si por crecimiento entendemos algo que nosotros podemos forjar con nuestras buenas obras. Si fuese éste el punto de vista de las parábolas, ciertamente no constituiría una novedad reseñable dentro del judaísmo. Es preciso, pues, superar una interpretación de corte moral que relaciona el proceso del Reino de Dios con el progreso del cristiano en el bien. En realidad, las dos parábolas de hoy se sitúan en una óptica distinta y radical: ¿Es o no el Reino de Dios una realidad abierta a todos? Sirviéndose del lenguaje de las imágenes, Jesús abre el Reino de Dios a todos de una vez por todas. El centro de atención de las imágenes es la totalidad de los ciclos, su compleción, no el crecimiento. Desde una óptica así carece de sentido hablar de crecimiento progresivo. En Jesús y gracias a Jesús el Reino de Dios está abierto a todos, es un espacio donde todos podemos volar y anidar. No es, pues, de extrañar que las concepciones religiosas de corte exclusivistas sientan que sus fundamentos se resienten con estas dos parábolas.
Alberto Benito, Dabar 1988/34




3. Mc/04/26-29.
La parábola de la semilla que crece por sí misma (4, 26-29) es propia de Marcos. Mateo y Lucas prescinden de ella, a pesar de que conocen el discurso.
Jesús habla de la siembra y luego se olvida, voluntariamente, de todo el trabajo que viene después: la poda, la lucha contra la sequía, la preocupación por el mal tiempo... Prescinde de todo esto porque tiene una lección concreta que ofrecernos: el Reino crece de todos modos, "lo mismo que la luz brilla sin que nosotros podamos hacer nada, lo mismo que nada puede ocultarse cuando Dios abre el camino". No son los hombres los que le dan fuerza a la palabra ni son sus resistencias las que pueden detenerla. Por eso el discípulo hará bien en despojarse de toda forma de inútil ansiedad.
Maggioni-B.Pág. 74s



4. Mc/04/30-32.
La breve parábola del grano de mostaza (4, 30-32) encuentra su sentido en el contraste y en la continuidad entre la humildad del punto de partida (un pequeño grano) y la magnitud del punto de llegada (el árbol). El Reino, el Reino grandioso, está ya presente en esta pequeña semilla, o sea, en la vida y en la predicación de Jesús y más tarde en la vida y en la predicación de la comunidad cristiana. Pensamos en la actuación de Jesús: una misión que camina poco a poco hacia el fracaso y un rebaño que se va encogiendo; pueden surgir las dudas y las crisis: ¿cómo compaginar esta situación con la pretensión de universalidad que proclama el Reino? Esta semilla -afirma Jesús- encierra dentro de sí una enorme potencialidad.
Se trata, por tanto, de una lección de confianza válida para entonces y válida, quizás más todavía, para la experiencia de minoría y de diáspora que vive la Iglesia en el seno de la humanidad. Pero no se trata solamente de confianza. Jesús quiere recordar el compromiso que exigen la importancia y el significado de la situación presente: es importante esta ocasión, este encuentro con Cristo; el Reino de Dios está en esta semilla. La humildad de la situación no debe convertirse en motivo de dejadez y de abandono. No se trata de rechazar una cosa sin importancia (como podría sugerir quizás la pequeñez exterior), sino de rechazar ocasiones de consecuencias incalculables. "La enseñanza de esta parábola no concierne propiamente al futuro. No pretende enseñarnos que el Reino de Dios habrá de venir con toda seguridad, o que vendrá pronto, o que el misterio de Jesús dará ciertamente frutos maravillosos. Se trata de hacernos comprender el significado decisivo del tiempo presente". Así pues, la parábola nos enseña a tomar en serio "nuestras" ocasiones, las ocasiones que se ofrecen aquí y ahora, por muy humildes y terrenas que parezcan. Son, en el fondo, ellas las que esconden la presencia del Reino.
Dos conclusiones. Como el Reino está aquí, en medio de las oposiciones y de los fracasos, entonces no tenemos que huir de la historia (aunque ésta sea fragmentaria, equívoca y mezquina). El discípulo sabe ver en todo esto la presencia de Dios. En cierto sentido -y ésta es la segunda conclusión- en el Reino de Dios se desperdician muchas cosas (intentos repetidos, obstinados, como el gesto del sembrador); no se puede ahorrar. Pero se trata sólo de un despilfarro para los que razonan según los cálculos mezquinos de los hombres.
Realmente en el amor no se desperdicia nada, ni tampoco en la actividad de Dios: sólo hay riqueza de obstinación y de fantasía. Dios (y el amor que se le parece) no pretende que cada gesto tenga un fruto, que cada esfuerzo obtenga su recompensa. El amor vale por sí mismo, lo mismo que la atención a los hombres, la obstinación en la solidaridad, la esperanza. Dios se da sin reservas.
Maggioni-B.Pág. 75



5.- La semilla tiene una fuerza que no depende del sembrador. Una vez sembrada, crece misteriosamente hasta dar fruto, sin que el sembrador intervenga. Este ni siquiera sabe cómo acontece todo el proceso de crecimiento de la semilla. Lo mismo ocurre con el reino de Dios, que nadie puede detener y ha de llegar a su plenitud cuando sea la hora. El crecimiento del reino de Dios es un misterio que sólo Dios conoce, él es el que le da el incremento. No debe confundirse a la Iglesia con el reino de Dios y atribuirle una evolución orgánica siempre ascendente en el mundo: la parábola no dice nada de esto. La Iglesia es solamente el "sacramento del reino", es decir, un signo exterior en el que se esconde y anuncia la realidad de la victoria de Dios y la obediencia de los hombres a Dios, en lo que consiste nuestra salvación y el verdadero reino de Dios. Pero la Iglesia está todavía en camino hacia la plena manifestación y el establecimiento definitivo del reino.
Lo importante en esta segunda parábola es la desproporción entre la pequeñez del principio (grano de mostaza) y la magnitud del final (el arbusto). Así ocurre con el reino de Dios: escondido ahora e insignificante, ha de llegar un día (el "día del Señor"), cuando vuelva con "poder y majestad", en que se manifieste según toda su dimensión.
Eucaristía 1988/29



6.- -"El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra": Esta lectura evangélica está formada por dos parábolas sobre el Reino. En la primera se compara el Reino con lo que sucede en un proceso de siembra. En este proceso se subraya la pasividad del hombre ("la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo") y la productividad de la tierra ("la tierra va produciendo la cosecha ella sola"). Del mismo modo el Reino irrumpe en el mundo de una forma inexorable, como de una semilla nacerán las espigas, y sin que los hombres puedan hacer nada. Ni a favor ni en contra. El Reino crece a pesar del celo, la pereza o la incredulidad de los hombres. Dios es quien tiene en sus manos el futuro del Reino, pero este futuro será en bien del hombre, es él quien recogerá los frutos salvíficos: "Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega".
-"Con un grano de mostaza": La segunda parábola tiene el cuño del estilo narrativo rabínico. El grano de mostaza, imagen de lo que es insignificante, pero que después se hace muy grande. Nos indica el mismo movimiento de crecimiento que la parábola anterior: el Reino está ya presente y va creciendo por sí mismo.
Joan Naspleda, Misa Dominical 1988/13



7.- Texto. Está compuesto de dos parábolas sobre el Reino de Dios y de una nota informativa del autor sobre el hecho general de la enseñanza en parábolas y el de la explicación de las mismas a los discípulos.
La fórmula introductoria "el Reino de Dios se parece a" puede dar pie a malentendidos. El parecido no es con el hombre que siembra o con el grano de mostaza sembrado; sino con la totalidad del proceso reseñado. Ambas parábolas, en efecto, reflejan procesos completos: la siembra termina en siega; el grano de mostaza, en planta frondosa. Con el Reino de Dios sucede lo mismo que con la semilla o con el grano de mostaza: tiene una culminación intrínseca. No habría que hablar de parábolas de crecimiento, sino de parábolas de culminación.
En el contexto de Marcos las parábolas no vienen a dar respuesta a dificultades o fracasos en el trabajo de consolidación del Reino de Dios. Las parábolas están al servicio del "misterio del Reino de Dios" (Mc. 4, 11). Este misterio o secreto escondido es el mismo que existe en la semilla o en el grano de mostaza: parece imposible que de ellos pueda surgir una cosecha, una frondosidad. ¡Y sin embargo surge! Lo mismo sucede con el Reino de Dios: desemboca en cosecha y frondosidad. Todos están llamamos a él. Ya no hay judío y no judío, esclavo y libre, hombre y mujer, rico y pobre. Existen incluso testimonios antiguos que ven en los pájaros un símbolo de los paganos.
Comentario. El particularismo o exclusivismo adopta hoy, indudablemente, formas distintas a las reflejadas en la polémica judío-pagana de tiempos de Jesús. Pero detrás de formas distintas se esconden siempre unos mismos fondos: afán acaparador, espíritu cerrado, orgullo, pobreza de espíritu, corporativismo. Son increíbles, al respecto, la mezquindad y el miedo a desmerecer.
No obstante nuestras proclamas universalistas, no estamos dispuestos a diluirnos unos en otros, a mezclarnos. ¡Nos ha costado tanto trabajo ser lo que somos y conseguir lo que tenemos! La valía es desgraciadamente egoísta y miope.
El universalismo real empieza por los más próximos. Solemos ser muy universalistas con los que están lejos; cuanto más lejos, más universa- listas. El universalismo suele empezar a quebrar con el acortamiento de las distancias.
A.- Benito, Dabar 1991/32