viernes, 23 de febrero de 2018

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO II CUARESMA CUARESMA CICLO B 25 FEBRERO 2018


ESTE ES MI HIJO AMADO, ¡ESCÚCHENLO!


ORACION COLECTA

Padre santo, que nos mandaste escuchar a tu Hijo amado, alimenta nuestro espíritu con tu Palabra, para que, después de haber purificado nuestra mirada interior, contemplar gozosos la gloria de su rostro. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA

Lectura del Libro del Génesis 22, 1-2. 9a. 15-18.

En aquel tiempo Dios puso a prueba a Abrahán llamándole: ¡Abrahán! El respondió: Aquí me tienes. Dios le dijo: Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moría y ofrécemelo allí en sacrificio, sobre uno de los montes que yo te indicaré.
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí un altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor gritó desde el cielo: ¡Abrahán, Abrahán!.
Él contestó: Aquí me tienes. Dios le ordenó: No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo. Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.
El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: Juro por mi mismo— oráculo del Señor—: Por haber hecho eso, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.

SALMO RESPONSORIAL (115)

Caminaré en presencia del Señor.

Tenía fe, aun cuando dije: «Qué desgraciado soy.». Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. R.

Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. R.

Cumpliré al Señor mis votos, en presencia de todo el pueblo; en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 8, 31b-34.

Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros ?. El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por nosotros, ¿cómo no nos dará todo con Él?. ¿Quién acusará a los elegidos de Dios?. Dios es el que justifica. ¿Quién condenará ?. ¿Será acaso Cristo que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 9, 2-9.

En aquel tiempo Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: Maestro. ¡Qué bien se está aquí!. Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: Este es mi Hijo amado; escúchenlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.

COMENTARIO

No vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos”. No sé si les impresiona ese “solo”. Marcos acaba así su relato de la transfiguración después de haberlo empezado con la misma idea de soledad: “Cogió Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan y subió con ellos solos”.
Tenemos la impresión de una escena de iniciación, reservada a los tres íntimos que tendrá a su lado en Getsemaní. La consigna habitual, pero más severa en este caso, viene a acentuar este ambiente de secreto: “No cuenten a nadie lo que han viso”.  Hay que preservar en toda su pureza un misterio al que es imposible llegar sino después de una dura subida: “Subió con ellos solos a una montaña alta y apartada”.
Dios mismo revela el misterio: “Ese hombre con quien viven, a quien escuchan, al que admiran, pero que tanto les desconcierta, ¡es Hijo mío!”.
La aparición de Elías y de Moisés trae algo más: ese hombre es ciertamente el prometido, el esperado, aquél hacia quien avanzaba toda la historia.  Antes de él fueron muchos los que hablaron, pero él es la palabra definitiva, absolutamente única. He aquí por qué se retira tan soberanamente solo a la soledad más alta. Sin embargo, es él mismo todo un mundo de presencias. Vuelto hacia el Padre     y   empapado   del Espíritu, manifiesta la vida trinitaria, el mundo de Dios.
En él habita también el mundo de la Biblia: “Comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería en toda las escrituras” (Lc 34, 27). En él vibran las esperanzas y los sufrimientos de los hombres; él se prepara al acontecimiento que va a salvarnos a todos, su muerte-resurrección. Y si nuestra mirada se dirige más allá todavía, hasta el fin del mundo, Jesús se nos presenta entonces “en poder” (Mc 9, 1). Verbo de Dios, hijo del Hombre, reuniendo a todos los hombres ante los   ángeles, inaugurando las nuevas tierras y los cielos nuevos.
Contemplar de este modo a Jesús, en esta soledad de una plenitud única, puede llevarnos a recibir un mandato-consejo cuya fuerza quizás no habíamos percibido aún por completo: “Escúchenlo”.
La única consigna del Padre recibida casi en directo. Esa consigna puede decidir de nuestras vidas. Cuando escuchamos a Jesús, ¿a quién escuchamos?.
Volvamos a nuestra contemplación, quedemos en nuestra contemplación.
Cuanto más veamos a quién escuchamos, más se convierta nuestra cita en gozo y más ensanchará nuestra vida

PLEGARIA UNIVERSAL

Jesús ha mostrado hoy su Gloria.  Cristo da plenitud a todo el Antiguo Testamento y nos lleva al Padre. Hoy pedimos a través de El, que no nos cieguen los reflejos de este mundo y vivamos siempre guiados por la luz de la Transfiguración. Hoy repetimos: R.- Padre, que nos guie la luz de tu gloria.

1.- Por el Papa Francisco y los obispos, para que como Pedro, Santiago y Juan, contemplen la dicha que nos espera y nos la hagan llegar por medio de su incansable predicación. Oremos al Señor.

2.- Por los pueblos del mundo, para que aumente su fe en Cristo Salvador del mundo y aumente también la caridad entre unos y otros. Oremos al Señor.

3.- Por los que predicen a Cristo en tierras de misión, para que lleven con claridad el mensaje de Amor y Cruz en sus palabras y obras. Oremos al Señor.

4.- Por todos los que viven confundidos por otras voces y siguen otras sendas, para que descubran que el único camino que lleva a la resurrección es el camino de la Cruz. Oremos al Señor.

5.- Por los enfermos, los pobres, los necesitados, los que viven en soledad, para que sean atendidos con el amor y el respeto que merece cada hombre por ser hijo de Dios. Oremos al Señor.

6.- Por los que celebramos esta Eucaristía, para que nuestro corazón se transfigure en este alimento celestial y nos ayude en el día a día a perseverar en el amor a Dios y a los hermanos. Oremos al Señor.

Padre, transfigura nuestro corazón para que al finalizar la cuaresma podamos subir con tu Hijo camino del calvario hacia la resurrección. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amen.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Te pedimos, Padre, que este sacrificio borre nuestros pecados y santifique el cuerpo y el alma de tus fieles para poder celebrar dignamente las fiestas pascuales. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Después de haber recibido estos gloriosos misterios, Padre te damos gracias, porque a un viviendo en la tierra, ya nos haces participes de los bienes del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 26: Dn 9, 4b-10; Sal 78; c 6, 36-38.
Martes 27: Is 1, 10.16-20; Sal 49, Mt 23, 1-12.  
Miércoles 28: Jr  18, 18-20, Sal 30; Mt 20, 17-28.
Jueves 01:   Jr. 17, 5-10; Sal 1; Lc 16, 19-31.
Viernes 02: Gn 37, 3-4.12-13ª.17b-28, Sal 104; Mt 21, 33-43. 45-46.
Sábado 03:  Mi 7, 14-15. 18-20; Sal 102; Lc 15, 1-3.11-32.
Domingo 04:   Ex 20, 1-7; Sal 18; 1Co 1, 22-25, Jn 2, 13-25.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mc 9. 2-10
Paralelos:
Mt 17, 1-8    Lc 9, 28-36

1.- Dos observaciones literarias pueden ayudarnos a comprender el significado de la transfiguración en la vida de Jesús y en la trama del evangelio de Marcos. Este episodio (9, 2-13) está colocado intencionadamente entre la primera y la segunda predicción de la pasión. Y los diversos detalles de la narración (el vocabulario, las imágenes, las referencias al Antiguo Testamento) demuestran que pertenece al género epifánico-apocalíptico: intenta ser una revelación dirigida a los discípulos, revelación que tiene como objeto el significado profundo y escondido de la persona de Jesús y de su "camino".
Algunos elementos, como la nube y la voz celestial, la presencia de Moisés y de Elías, evocan la presencia en el Sinaí. Con esto se quiere afirmar que Jesús es el "nuevo Moisés", que en él llegan a su cumplimiento las esperanzas, la alianza y la ley.
Otros elementos, como la transfiguración de su rostro, las vestiduras blancas, evocan al Hijo del Hombre del profeta Daniel, glorioso y vencedor, y parecen ser un anticipo de la resurrección: intentan revelarnos el significado escondido de la vida de Jesús, su destino personal.
Jesús, el que camina hacia la cruz, es realmente el Señor. En este camino hacia la cruz es donde hay que insistir ante todo. Precisamente en este Jesús que marcha hacia la cruz es donde encontramos el cumplimiento de todas las esperanzas. Y es precisamente este camino mesiánico el que encierra un significado pascual. Y todo esto con una indicación: el género epifánico-apocalíptico al que pertenece nuestro relato no se limita a revelar el futuro, a señalar la conclusión inesperada de lo que ahora está sucediendo; pretende más bien manifestar el significado profundo que la realidad tiene ya ahora, un significado escondido que no descubre la mayoría y que las apariencias parecen desmentir. De esta forma la transfiguración se convierte en la revelación no sólo de lo que será Jesús después de la cruz, sino lo que él es a lo largo del viaje hacia Jerusalén. Es ésta una clave que nos permite captar la verdadera naturaleza de Jesús detrás de lo que podríamos llamar su realidad fenoménica.
Pero la transfiguración no tiene sólo un significado cristológico. En la intención de Marcos asume un papel importante también en la experiencia de fe del discípulo. Los discípulos han comprendido que Jesús es el Mesías y están ya convencidos de que su camino conduce a la cruz; pero no llegan a comprender que la cruz esconde la gloria. A este propósito tienen necesidad de una experiencia, aunque sea fugaz y provisional: tienen necesidad de que se descorra un poco el velo. Y éste es el significado de la transfiguración en la vida de fe del discípulo: es una verificación. Dios les concede a los discípulos, por un instante, contemplar la gloria del Hijo, anticipar la pascua.
El velo que se descorre no revela únicamente la realidad de Jesús, sino también la realidad del discípulo que camina con él hacia la cruz y también hacia la resurrección, y está con él en posesión -por encima de la realidad fenoménica engañosa- de la presencia victoriosa de Dios. En otras palabras, podemos comparar a la transfiguración con lo que solemos llamar las "comprobaciones", esos momentos luminosos que encontramos a veces en el viaje de la fe, momentos gozosos dentro de la fatiga cristiana. No son momentos que se encuentran automáticamente y de cualquier manera; hay que saber descubrirlos. Y sobre todo no hay que olvidar que su presencia es fugaz y provisional. EL discípulo tiene que saber contentarse con ellos; esas experiencias tendrán que ser escasas y breves. A Pedro le habría gustado eternizar aquella visión clara e imprevista, aquella experiencia gloriosa. Se trata de un deseo que manifiesta una incomprensión de aquel suceso, que no es el comienzo de lo definitivo, que no es la meta, sino sólo una anticipación profética de la misma. El camino del discípulo sigue siendo todavía el camino de la cruz. Dios le ofrece una comprobación, una prenda, y es preciso aceptar esa prenda, sin exigencias de ningún género.
Finalmente, hay un aspecto sobre el que hay que reflexionar y que en cierto sentido parece constituir el punto central del texto: la orden de "escucharlo". Escuchar es lo que caracteriza al discípulo. Su ambición no es la de ser original, sino la de ser servidor de la verdad, en posición de escucha.
En conformidad con toda la tradición bíblica, la palabra de Dios que hay que escuchar no tiene sólo un aspecto cognoscitivo, vehículo de ideas y de conocimientos (en el sentido de que nos revela el plan de Dios: quién es él, qué somos nosotros, cuál es el sentido de la historia en que estamos insertos), sino además un aspecto imperativo (lo que tenemos que hacer, la regla que hay que seguir, el punto de vista que hemos de asumir en nuestras relaciones con los demás y con la historia); finalmente, la palabra de Dios es una fuerza, un promesa fiel que alcanza su objetivo, a pesar de todos los obstáculos. Comprendemos entonces cómo esta invitación a escuchar es invitación a la obediencia, a la conversión y a la esperanza.
Exige no solamente inteligencia para comprender, sino también coraje para decidirse. En efecto, la palabra que escuchamos es una palabra que nos compromete y que nos arranca de nosotros mismos.
BRUNO MAGGIONI, EL RELATO DE MARCOS, EDIC. PAULINAS/MADRID 1981, Pág. 128ss.




2. - Como cada año, el evangelio de este domingo nos describe la transfiguración del Señor, y, como cada año, esta descripción está orientada a preparar nuestros espíritus para una comprensión más profunda del misterio pascual. El relato de Mc es más breve que el de los otros dos sinópticos, pero contiene como elemento propio (aparte del detalle del blanco de los vestidos que ningún batanero -¿por qué no traducir "ningún detergente puede imitar"?- la insistencia en el hecho de que los apóstoles no entendieron del todo qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos. Se podría basar la homilía en esta realidad: nosotros tampoco -pese a la fe en la resurrección de Xto y en la nuestra- no llegamos tampoco a entender todo el sentido del misterio pascual.
La realidad que se expresa a través de la descripción poética y llena de imágenes del episodio de la transfiguración, es una experiencia profunda de fe tenida por los amigos más íntimos de Jesús. En un momento de comunicación profunda, tuvieron la impresión de percibir a Jesús en su verdadera identidad. Fue un instante de éxtasis, que les hizo entrever la realidad gloriosa de Jesús, pero que aún no les mostró toda la profundidad de su misterio. Para llegar a entenderlo, de algún modo, fue necesario el contacto real con la vida, fue necesario que, a través de los sufrimientos y muerte de Jesús -y a través de sus propios sufrimientos y, más adelante, de su propia muerte-, comprendieran que hay que pasar por la muerte para llegar a la vida (cf. el prefacio propio de este domingo), médula de la realidad del misterio pascual. Tampoco nosotros entenderemos qué significa "resucitar" si nos quedamos sólo en el terreno de la fe contemplativa -y es muy posible que, en el nivel teórico, se nos presenten grandes dificultades para aceptar este misterio-. En cambio, si descendemos de la montaña de las ideas a la tierra firme de las realidades diarias, experimentaremos en carne viva lo que significa morir a nosotros mismos y vivir hacia Dios y hacia los hermanos; entenderemos qué es la resurrección.
J. LLOPIS, MISA DOMINICAL 1973/02



La tentación de "hacer tres tiendas" está siempre presente. Es curioso que el hombre se preocupe siempre por construirle una casa a Dios, cuando el mismo Dios ha bajado a la tierra para vivir en las casas de los hombres. Dios no tiene tanta necesidad de metros cuadrados para iglesias como de acogida en el corazón humano. Dios no quiere vivir en un "hotel para dioses" relegado como nuestros ancianos, en una especie de parkings. Dios quiere vivir en familia con los hombres, andar entre sus pucheros. Por ambientados que estén nuestros templos, siempre le resultarán fríos a un Dios que busca el cobijo de los hombres.
El Dios-con-nosotros no puede quedar en una especie de producto situado en un mercado al que se acude cuando se necesitan servicios religiosos. Dios no es un objeto de consumo. Él es la vida misma del hombre, pero nosotros nos empeñamos en confinarlo en su casa en lugar de tenerlo como compañero continuo en el camino de la vida.
El Dios de Jesús no se mantiene en alturas celestiales, sino que nos señala en dirección al mundo y quiere que como él nos encarnemos -valga la expresión- en nuestra propia carne. Además de nuestra condición de hombres, hay algo que refuerza nuestro interés por el mundo: nuestra fe. "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez los gozos y las esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo" (G.S. núm. 1).
EUCARISTÍA 1985/10



4.- El segundo Evangelio sitúa la transfiguración dentro de un contexto en el que, con más claridad que en los otros sinópticos, se afirman los presentimientos de Cristo relativos a su muerte y a su gloria. Jesús acaba precisamente de anunciar su Pascua próxima (Mc. 8, 31-32), pero Pedro se ha opuesto audazmente: no puede admitir que el reino de la gloria y del poder anunciado por los profetas pase por el sufrimiento y la muerte (Mc. 8, 32-33). Jesús se sirve entonces del ritual de la entronización del Mesías doliente en la fiesta de los Tabernáculos para convencer a los suyos que solo será mediante el sufrimiento como conseguirá su mesianidad.
* * * *
a) El primer versículo recuerda hábilmente ese contexto: a pesar de una traducción un tanto confusa, parece que Jesús quiere decir, en un tono un tanto triste: "Esperan de tal forma un reino de poder que ni uno de entre ellos querría pagar con su vida la venida de ese reino". Por eso, a los ojos de Marcos, el episodio de la transfiguración se presenta ante todo como revelación, por parte de Cristo, de la totalidad de su misterio pascual al grupo elegido de sus apóstoles (los mismos que estarán junto a El en Getsemaní: Mc. 14, 33). De ahí que Marcos dé prioridad a Elías sobre Moisés (v. 4), porque si Elías es Juan Bautista, está claro que anuncia el sufrimiento del Mesías a través de sus propios sufrimientos (cf. la explicación de Jesús en Mc. 9, 12-13). Parece, pues, estar claro que lo que constituye el centro del Evangelio de Marcos es la perspectiva del Mesías paciente.
b) La transfiguración consiste esencialmente en la toma de conciencia, por parte de los tres apóstoles, de que Jesús es verdaderamente el Mesías que entroniza la fiesta de los Tabernáculos. La mención "seis días" (v.2) alude a la duración clásica de esta fiesta, la montaña y la nube son elementos tradicionales propios también de esta fiesta, así como especialmente la construcción de tiendas que sugiere Pedro (v.5). En este sentido el relato de la transfiguración es absolutamente paralelo al de la entrada de Jesús en Jerusalén (Mt. 21). Jesús es ciertamente el Mesías al que todos los años la fiesta de los Tabernáculos espera y entroniza revistiéndolo de blancura y de luz (v. 3) e invistiéndolo de la misma palabra de Dios (v. 7). Pero el libro judío de los Jubileos, casi contemporáneo de los Evangelios, anunciaba ya que el Mesías esperado durante la fiesta de los Tabernáculos sería un Mesías sufriente. Ahora bien: Cristo acaba precisamente de anunciar a los suyos su próxima pasión (Mc. 8, 31-38); sin duda aprovechó la ocasión de un ritual de investidura de la fiesta de los Tabernáculos para convencer a los apóstoles de que este camino era normal, ya que correspondía a la misma liturgia.
* * * *
La transfiguración es, pues, una exhortación de urgencia hecha de manera especial a Pedro para que se avenga a escuchar a Jesús (v.7) cuando habla de sus sufrimientos y de su muerte, sin dejar de reconocerle por eso como Mesías definitivo, a la manera del Siervo ideal (Is. 42, 1).
La fe exigida a los espectadores de la transfiguración impulsa hoy a la Iglesia a no huir de las necesarias encarnaciones y del desprendimiento que implican para no buscar más que un Reino de poder que prescindiera de la muerte; pero la impulsa también a no querer una encarnación sin las correspondientes transfiguraciones. La Iglesia no es llamada a estar presente en la estructuras del mundo más que para transformarlas; y no es llamada a transformarlas si no es aceptando morir a todo confort y a toda autoseguridad; conoce también las alternancias de gloria y de humillación y sabe que su victoria no será una clamorosa realidad hasta tanto, rota por la muerte, no surja en un mundo al que habrá ayudado a transfigurarse.
MAERTENS-FRISQUE, NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA III,
MAROVA MADRID 1969.Pág. 72-74



5.- -"Jesús.. subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró": En una montaña, lugar de revelación y de manifestación de Dios, Jesús se revela a tres discípulos, y los hace portadores especiales de esta revelación. La descripción de la transfiguración se hace a través de una frase popular al referirse al color blanco. "Se les aparecieron Elías y Moisés...": Elías que fue arrebatado al cielo y Moisés que en el Sinaí quedó transfigurado por su contacto con Dios. El profeta y el legislador por excelencia, y los dos que habían entrado en la experiencia de Dios en el Sinaí. El hecho de que aparezca primero Elías, puede ser un indicativo de Marcos que con Jesús ya estamos en el tiempo final.
-"Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien se está aquí!": Los discípulos lo viven como una anticipación de la vida celestial. En este sentido las tiendas que quieren hacer ser refieren a las estancias de los bienaventurados. Quieren que la visión siga. Pero el juicio del evangelista es negativo ante esta actitud: "Estaban asustados, y no sabía lo que decía" "Estar asustados" más que admiración por la transfiguración, significa miedo, indecisión y, sobre todo, falta de comprensión del acontecimiento. Quieren retener la visión para huir de la cruz.
-"Este es mi Hijo amado; escuchadlo": la nube y la voz divina explican la transfiguración y dan una respuesta a los discípulos.
La nube es signo de la presencia de Dios. Tal como aparecía en el éxodo sobre el tabernáculo, ahora aparece sobre Jesús. Los discípulos son los destinatarios de esta revelación sobre Jesús.
Lo deben escuchar, para después ser sus testigos. Pero Marcos indica que la revelación sobre el Hijo y también el testimonio sobre él, están estrechamente relacionados con el silencio de la cruz: ven a Jesús "solo con ellos" y se les manda silencio, pues no pueden captar ni testimoniar el misterio de Jesús sin la pasión y la muerte.
J. NASPLEDA, MISA DOMINICAL 1988/05



6.- Esta acción de Jesús en torno al templo tuvo una importancia decisiva, porque tocaba el núcleo más importante de toda la religión judía: por el culto, por la estructura, por el mercado. Jesús defiende el templo con una acción significativa, que incluye varios niveles de significación. No sólo quiere purificarle de la profanación mercantilista, sino de la concepción estrecha y materialista del mismo. El templo no será para un pueblo, sino para todos los pueblos: "Mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos" (Is. S6,7; Jn. 4,23). El templo no será ya un lugar cerrado de piedras, sino una persona viva, toda persona humana. «Destruid este templo y en tres días lo levantaré~. El hablaba del templo de su cuerpo. La postura de Jesús respecto al templo es delicada y atrevida. Las autoridades del templo anotarán bien estas palabras.
CARITAS, UNA CARGA LIGERA, CUARESMA Y PASCUA 19887.Pág. 55



7.- -PREDICACIÓN CENTRADA EN EL EVANGELIO
La narración de la transfiguraci6n según san Marcos es sensiblemente igual que la de los otros dos sinópticos, si bien añade el detalle pintoresco de que "sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo".
La transfiguración de Cristo es una manifestación o epifanía de la presencia de Dios entre los hombres, parecido a las que tuvieron lugar a lo largo de la historia del pueblo de Israel.
Así como Dios se había aparecido en el Sinaí, sobre el tabernáculo de la Alianza y sobre el templo de Salomón, así también se apareció sobre Jesús, en quien tenemos la revelación definitiva de Dios. Revelación que llegará a su plenitud en la resurrección de Cristo, de la que la transfiguración era un anticipo.
Es importante destacar que esta manifestación de Dios se realiza a través de una humanidad, en todo igual a la nuestra. La transfiguración luminosa del cuerpo de Cristo nos hace ver que es toda la humanidad la que ha sido elevada a la categoría de instrumento y vehículo de la divinización del mundo. La luz divina, manifestada en la humanidad de Cristo gracias al misterio de la transfiguración (y, sobre todo, al de la resurrección y glorificación), estalla también en todos los hombres que se unen a Cristo por la fe y el amor, y rezuma misteriosamente en todos los demás y también en todas las realidades materiales que estos hombres divinizados utilizan.
El mundo entero es el que queda transfigurado. Transfiguración que se da de una manera velada -pero patente a los ojos de la fe- especialmente en todas aquellas realidades que se convierten en símbolos sacramentales. Es bueno ver bajo esta luz las realidades materiales del pan y el vino que constituyen el signo básico de la Eucaristía.
J. LLOPIS, MISA DOMINICAL 1994/03



8. ACI DIGITAL 2003
1. Colocado al principio del capítulo, este v. (que en la Vulgata figura como 39 del cap. 8) muestra claramente que el anuncio de Jesús se refiere a su gloriosa Transfiguración, relatada en los vv. que siguen, y en la cual Jesús mostró un anticipo de la gloria con que volverá al fin de los tiempos. Tal es la gloria cuya visión nos refieren S. Juan en su Evangelio (1, 14), y S. Pedro en su segunda Epístola (1, 16 ss.). Cf. Mat. 16, 28 y nota: "En verdad, os digo, algunos de los que están aquí no gustarán la muerte sin que hayan visto al Hijo del hombre viniendo en su Reino". Algunos discuten el sentido de este pasaje. La opinión de San Jerónimo y San Crisóstomo, que refieren estas palabras a la Transfiguración de Jesús, la cual es una visión anticipada de su futura gloria, está abonada por lo que dicen los apóstoles (Juan 1, 14; II Pedro 1, 16 - 19). Véase Marc. 8, 38 y 9, 1; Luc. 9, 27. 

2. Véase Mat. 17, 1 - 8; Luc. 9, 28 - 36. Un alto monte: según la tradición, el monte Tabor en Galilea. 

7. Aquí, como en el Bautismo de Jesús, el Padre da solemne testimonio de la filiación divina del Mesías, y añade el único mandamiento que el Padre formula personalmente en todo el Evangelio: que escuchemos a Jesús. Por eso, el Maestro nos dice: "Esta es la obra de Dios: que creáis en Aquel que El os envió" (Juan 6, 29). 

9. El monte Tabor y el Gólgota se complementan mostrándonos el doble misterio de Jesús que anunciaban las profecías (I Pedr. 1, 11). Aquí Jesús aparece en la gloria, con que vendrá en su triunfo (v. 1); allá lo verán sumido en un mar de penas y angustias. "En la transfiguración se trataba en primer lugar de quitar de los corazones de los discípulos el escándalo de la Cruz" (S. León Magno).



viernes, 16 de febrero de 2018

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO I CUARESMA CICLO B - 18 FEBRERO 2018

ES POSIBLE CONVERTIRSE


ORACION COLECTA

Dios todopoderoso concédenos que por la práctica anual de la Cuaresma, progresemos en el conocimiento del misterio de Cristo y vivamos en conformidad con él. Por el nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo. Y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA

Lectura del Libro del Génesis 9, 8-15.

Dios dijo a Noé y a sus hijos: Yo hago un pacto con ustedes y con sus descendientes, con todos los animales que os acompañaron, aves, ganado y fieras, con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con ustedes: El diluvio no volverá a destruir la vida ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.
Y Dios añadió: Esta es la señal del pacto que hago con ustedes y con todo lo que vive con ustedes, para todas las edades: Pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco y recordaré mi pacto con ustedes y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir los vivientes.

SALMO RESPONSORIAL (24)

Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad.

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas. Acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. R

El Señor es bueno, es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 3, 18-22.

Queridos hermanos: Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios.
Como era hombre, lo mataron; pero como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Con este Espíritu fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados que en un tiempo habían sido rebeldes, cuando la paciencia de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras se construía el arca, en la que unos pocos -ocho personas- se salvaron cruzando las aguas.
Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente los salva: que no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Cristo Jesús Señor nuestro, que está a la derecha de Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 1, 12-15.

En aquel tiempo el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas y los ángeles le servían.
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Conviértanse y crean la Buena Noticia.

COMENTARIO

Marcos cuenta de forma muy concreta la tentación presentándonos cuatro personajes (el Espíritu, Jesús, Satanás, los ángeles) y tres acciones: el Espíritu empuja a Jesús al desierto, Satanás lo tienta, los ángeles le sirven en medio de los animales salvajes que han vuelto a amansarse.
Entre el Espíritu y los ángeles, Satanás, se ve casi acorralado: el Espíritu no impulsa más que hacia una victoria que convierte a la tierra en lo que era al comienzo: un paraíso en el que todo es armonía y bondad: “Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el ovillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea”.
Pero la idea de la tentación recobra su fuerza desde la primera predicación de Jesús: “¡Conviértanse!”.
La vida del hombre sobre la tierra será siempre un combate en contra de la tentación, esfuerzo continuo por convertirse. Jesús ha venido “para que vivamos” y esto supone luchas continuas contra el orgullo, contra las preocupaciones paganas y contra la sexualidad anárquica. Estas luchas sólo se acabarán cuando exhalemos el último suspiro.
¡No habría gustado tanto que las cosas fueran diferentes! Una hermosa conversión aplastante que hiciera de nosotros seres maravillosamente transformados, avanzando desde entonces con la cabeza bien alta por un camino de amor fraternal y de obediencia a Dios. Si soñamos con eso, no nos convertiremos nunca. La conversión, en sentido evangélico es más modesta más realista y continua. Tiene, ante todo el aspecto de una franca transformación.
Algo nos toca en nuestra vida y nos decidimos realmente a cambiar. La vida de algunos convertidos simbolizan por la enormidad del cambio, lo que nos ocurre a nosotros en un nivel más pequeño: finalmente, se le dice sí a Dios. Pero lo que viene a continuación es desalentador.
En los verdaderos convertidos el camino sigue en pie, ellos van subiendo cada vez más. Nosotros caemos una y otra vez en la mediocridad e incluso en el mal.
Nuestra conversión no era en el fondo más que una pequeña fiebre de santidad. ¿Dónde está el fallo?, ¿Es que somos incurablemente gente mediocre y cobarde? Somos más bien personas que escuchan mal el evangelio, sobre todo cuando el texto es corto, como el de hoy, y corre el peligro de quedar mutilado. Jesús dice: “Conviértanse. 
Y crean en la buena nueva”. Tomar solamente la mitad es estropearlo todo; seguiremos viviendo soñando con la conversión y nada más. Quizás fuera necesario cambiar una palabra para marcar con energía la relación necesaria entre las dos ideas: “Conviértanse creyendo en la buena nueva”.

PLEGARIA UNIVERSAL

Hemos visto claramente en el Evangelio que tras el ayuno y superar las tentaciones, Cristo se marcha a anunciar la Buena Noticia. Hoy pedimos al Padre que nos abra los oídos y el entendimiento a la Palabra para vencer nuestras tentaciones y salir a anunciarlo. R.- Padre abre nuestro corazón a tu Palabra.

1.- Por la Iglesia, para que sepa anunciar con claridad la verdad del Evangelio que pasa por acoger el amor de Dios y convertir nuestra vida. Roguemos al Señor.

2.- Por los pueblos del mundo para que se abran con alegría al mensaje de esta cuaresma y se dejen interpelar por el Evangelio de Jesucristo. Roguemos al Señor.

3.- Por los que viven en la necesidad, material o espiritual, para que unido a Cristo sean fuertes en estos momentos y pronto vean resueltos sus problemas. Roguemos al Señor.

4.- Por todos los que se preparan en esta cuaresma para entrar en la Iglesia, para que sean perseverantes en la oración y busquen de corazón a Cristo Salvador.  Roguemos al Señor.

5.- Por todos los hogares cristianos, para que en este tiempo cuaresmal, se avive la llama de la fe y crezca entre ellos el amor que nace del encuentro con Dios. Roguemos al Señor.

6.- Por los que celebramos esta Eucaristía para que los sacramentos nos ayuden y nos iluminen en la conversión que nos pide Cristo. Roguemos al Señor.

Oremos, Padre toca nuestro corazón y oriéntalo hacia el Amor que nos tienes para que nosotros lo llevemos a los hermanos, para que llegue a todos la conversión que nos pide Jesucristo. Por el que contigo vive y reina por lo siglos de los siglos.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Te pedimos que nos dispongas, Señor, para ofrecer convenientemente estos dones con los que iniciamos el camino cuaresmal. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Después de recibir el pan del cielo que alimenta la fe, consolida la Esperanza y fortalece el amor, te rogamos, Dios nuestro que nos has sentir hambre de Cristo, pan vivo y verdadero, y nos enseñes a vivir constantemente de toda palabra que sale de tu boca. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 19: Lv 19, 1-2.22-18; Sal 18; Mt 25, 31-46.
Martes 20:   IS 55, 10-11;   Sal 33;   Mt 6, 7-15.
Miércoles 21: Jon 3, 1-10; Sal 50; Lc 11, 29-32.
Jueves 22:  1P 5, 1-4; Sal 22; Mt 16, 13-19.
Viernes 23: Ez 18, 21-28; Sal 129; Mt 5,  20-26.
Sábado 24: Dt 26, 16-19; Sal 118; Mt 5, 43-48.
Domingo 25:   Gn 22, 1-2.9-13.15-18; Sal 115; Rm 8, 31b-34; Mc 9, 2-10.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mc 1, 12-15
Par.: Mt 4, 1-11   Lc 4, 1-13

1.- La escena inicial en los vv. 12-13 está en estrecha relación con la anterior en la que Jesús ve rasgarse el cielo y al Espíritu descender sobre Él. Es este Espíritu el que ahora toma la iniciativa impulsando a Jesús al desierto. Aquí y durante cuarenta días Jesús es tentado, convive con animales salvajes y es servido por ángeles. En el escueto relato de Mc la tentación no se produce al final de la estancia en el desierto, sino que se extiende a lo largo de toda ella.
Cediendo a escrúpulos teológicos, la traducción litúrgica presenta la tentación desde la óptica permisiva de Jesús. "Dejándose tentar por Satanás" es incorrecto. El original está escrito desde la óptica del narrador, quien habla de una permanencia de Jesús en el desierto durante cuarenta días, "tentado por Satanás". De igual manera que la tentación, el servicio que prestan los ángeles no se sitúa al final de los cuarenta días, sino que tiene lugar durante todo ese tiempo, durante el cual los ángeles suministran alimentos a Jesús. En el relato de Mc no hay, pues, ayuno de Jesús, sino, al contrario, alimento milagroso continuado.
La escena siguiente en los vv. 14-15 se desarrolla en Galilea después del arresto de Juan. Aquí el sujeto de la acción es Jesús lanzando a los cuatro vientos "la Buena Noticia de Dios". La primera parte del v. 15 especifica en qué consiste esa buena noticia: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios" La segunda parte del c. 15 formula las actitudes a adoptar de cara a la Buena Noticia: cambiar la mentalidad-comportamiento y dar crédito a la Buena Noticia.
Comentario. Con la primera escena del texto de hoy concluye Mc el primer bloque de su Evangelio. Es un final fascinante, situado en un espacio (el desierto) y en un tiempo (cuarenta días) con resonancias de recuerdos y de experiencias ideales para el hombre de la Biblia. Se trata del mismo espacio y del mismo tiempo de los comienzos, cuando, en medio de la dificultad y de la prueba, todo era, sin embargo, esperanza.
Era la opinión generalizada entre los contemporáneos de Jesús que el final de los tiempos se correspondería con el comienzo, con el de la esperanza de la Humanidad (paraíso) y con el de la esperanza del Pueblo de Dios (desierto). Comienzos sujetos siempre a la prueba, a la tentación (serpiente, becerro de oro). Pero comienzos armónicos y prodigiosos, cuando las fieras no hacían daño y el alimento no faltaba. Todo esto se da cita en la construcción de Mc. Para decirnos qué, para significar qué. Es muy sencillo. Basta tener un poco de sensibilidad. En la llegada de Jesús ve Mc la llegada del tiempo final. No es un tiempo irreal, no es una quimera. Es un tiempo de prueba y de tentación. Pero es también un tiempo armónico y prodigioso, el tiempo de la esperanza de una tierra por estrenar, el tiempo del Reino de Dios que llega. Eso sí, deberemos cambiar de mentalidad y de comportamientos, deberemos dar crédito a la Buena Noticia, creer en ella.
No me cabe la menor duda de que nos hallamos ante uno de los textos más sugerentes y grandiosos de todo el Nuevo Testamento y, a la vez, uno de los más comprometedores. Marcos es un autor muy parco en palabras; por ello las que emplea son de las que hacen mella. De nuestro cambio y de nuestro asentimiento a la buena noticia depende el que el lobo habite con el cordero, el león coma paja con el buey y el niño juegue en el escondrijo de la serpiente. A buen seguro, querido lector, que has caído en la cuenta de que estoy citando con Isaías. Lee, en efecto, el capítulo 11, 1-9 de este profeta. Los dos primeros versículos del texto de Marcos tienen mucho de este texto de Isaías.
Alberto Benito, Dabar 1988, Nº 16


El mismo Espíritu que descendió sobre Jesús en el bautismo, es el que lo conduce al desierto para que sea tentado (Mt 4. 1).
Marcos no se entretiene en darnos a conocer un número preciso de tentaciones y de victorias de Jesús en el desierto, pues entiende que se trata del comienzo de una lucha, de lo que se ocupará a lo largo de todo su evangelio. En efecto, la expulsión de los demonios, tan frecuente en su relato, no es otra cosa que la constante demostración de que Jesús es, frente a satanás, "el más fuerte" (3. 27). Por lo demás, las tentaciones en el desierto, tal como las relatan los otros sinópticos, no son otra cosa que una composición literaria para expresar de una vez la lucha decisiva de Jesús contra los poderes del mal.
En este pasaje de Mc hay un contraste muy marcado: Jesús durante estos cuarenta días es tentado por satanás; pero vive pacíficamente entre alimañas y servido por los ángeles. Es posible que se refleje aquí, antes de comenzar la vida pública, aquella situación originaria del éxodo, en el que, durante cuarenta años, Israel fue sometido a todas las tentaciones y a la vez fue objeto de los beneficios de Dios.
Por otra parte, la pacificación de las fieras viene a ser el restablecimiento de un orden paradisíaco (Gn 2. 19s) que Isaías había anunciado como una señal mesiánica (Is 11. 6-9; 65. 25). Además, el servicio de los ángeles significa el trato familiar que mantiene con el Padre el que ha sido llamado y es en verdad su "Hijo amado". Todo ello indica que va a comenzar una nueva creación y que en Jesús va a ponerse en marcha el nuevo pueblo de Dios.
Unos meses más tarde, al comenzar el verano del año 28 y después de ser apresado Juan Bta, comienza la predicación de Jesús en Galilea. Y así, reducido al silencio el último de los profetas, Jesús, que es la misma Palabra, se alza en medio del pueblo anunciando la Buena Noticia. También ahora, en el principio, está la Palabra.
El contenido del mensaje de Jesús se expresa programáticamente en estas palabras: Pasó el tiempo de la espera, se acerca el reinado de Dios; los que deseen participar de los bienes del reino, han de convertirse y creer la Buena Noticia.
El advenimiento del reinado de Dios pone al hombre ante la decisión, pues ha de cambiar de mente y de corazón; que esto es hacer penitencia. Sin embargo se trata de un anuncio gozoso, de una buena noticia. La respuesta del hombre ha de ser un cambio gozoso, una salida al encuentro de Dios, que viene en JC, a liberarnos.
Eucaristía 1985/09



3. J/ADAN/PARAISO TENTACION/ADAN/J. EL MISMO PARAÍSO: ADÁN CAE Y JESÚS TRIUNFA. EL HOMBRE DEL PRINCIPIO Y EL HOMBRE DEFINITIVO.
Marcos no presenta a Jesús en el desierto en una situación de peligro y de ayuno, sino todo lo contrario: vive en paz con los animales del desierto pues con él ha empezado el tiempo mesiánico, y recibe el alimento providencialmente de los ángeles. Existe un cierto paralelismo con Adán: en una misma situación paradisíaca, Adán cae en la tentación, mientras Jesús triunfa. El hombre del principio y el hombre definitivo.
J. Naspleda, Misa Dominical 1988/05



4. J/EV/MC 
Marcos es el único evangelista que ha titulado "evangelio" su libro sobre Jesús. Pero es Pablo quien utiliza con más frecuencia este término: evangelio de Jesucristo. La obra de Marcos hay que colocarla en el ámbito de la predicación interna de la comunidad. Es ante todo el anuncio de Jesús. La idea clave es el misterio de Jesús-Mesías.
Los contemporáneos de Jesús no podían comprender lo que era ya claro para los lectores del evangelio: la persona de Jesús es el evangelio, pero también el escrito de Marcos es evangelio.
De la lucha contra las fuerzas demoníacas se deduce que Jesús constituye el momento de la transformación del mundo. Las continuas disputas con los adversarios manifiesta que el reino de Dios está presente y que se desarrolla a través de obstáculos. La etapa entre la resurrección y el retorno comporta para los discípulos sufrimientos y servicio.
El Mesías es una persona que debe sufrir la tentación, superar peligros y correr riesgos. El sujeto y el objeto de la predicación es Jesús. La palabra es la presencia escondida que pronto se manifestará. El desierto y la presencia de las fieras es la tierra de Satanás pero es también el lugar donde se encuentra a Dios.
Galilea y no Jerusalén es el lugar del evangelio. El inciso "cuando arrestaron a Juan" es una indicación teológica más que temporal. Juan debía preparar el camino. Jesús lleva a término el reino de Dios. Este reino es una realidad que trasciende el mundo de los hombres. De ahí la invitación a convertirse y a creer en la Buena Noticia.
La fuerza del Espíritu, el bautismo y la tentación constituyen una realidad única. Vocación y prueba coinciden. El inicio del reino de Dios exige que se pase a través del desierto. En momentos de pesimismo el texto de Marcos es una invitación a la fe y a la penitencia que proviene del gozo de haber sido llamados al evangelio.
P. Franquesa, Misa Dominical 1985/05



Marcos relata de forma muy sumaria la estancia de Cristo en el desierto (vv. 12-13), pero no carece de interés el ver que hace de este episodio el eje sobre el que giran el bautismo (vv. 9-11) y la inauguración del ministerio de Jesús (vv. 14-15).
Marcos es, en efecto, el único evangelista que ha conservado el bautismo de Jesús como el hecho inaugural del Evangelio, fiel en esto a la predicación apostólica primitiva (Act. 10, 37). El rito se desarrolla en una serie de acontecimientos que hay que analizar en sí mismos: la abertura de los cielos (v.10), la bajada del Espíritu (v. 10) y la voz celestial (v.11).
CIELO-ABIERTO. a) Los profetas relatan muchas veces sus visiones presentando, como circunstancia previa, los cielos que se desgarran para dejar paso a sus miradas (Ez. 1, 1; Ap. 4, 1). Se trata, pues, de una imagen poética perteneciente a un género literario apocalíptico. La apertura de los cielos, por lo demás, no está hecha tan solo para dar acceso a los secretos de Dios, sino también, como en Is. 63, 19 y Jn. 1, 51, para dar paso a Dios: en adelante ya no habrá más oclusión entre el cielo y la tierra (en el mismo sentido: el desgarramiento del velo del Templo: Mc. 15, 38), y el predicador del Reino (vv. 14-15) se verá realmente habilitado, como el profeta antiguo, para hablar de Dios a los hombres.
J/MOISES. b) La oración de Is. 63-64 que ha inspirado el tema de los cielos que se desgarran (/Is/63/19) suscita igualmente otra idea: el recuerdo del gesto de Yahvé retirando de las aguas del mar al pastor de su pueblo (Is. 63, 11) y desparramando el Espíritu sobre ese rebaño (Is. 63, 14). ¿No es esa la fuente de inspiración inevitable de la bajada del Espíritu sobre el nuevo Moisés justamente en el momento en que sale del agua? (v. 10). El nuevo Éxodo anunciado por el Segundo Isaías va a producirse y Jesús aparece como el instaurador y el pastor del nuevo pueblo.
J/EX: c) Si el bautismo de Jesús es presentado ante todo como una respuesta a la oración de /Is/63/11-12 en la que pedía al Padre que sacara del agua un nuevo pastor que conduciría a su pueblo en el nuevo Éxodo, la estancia de Jesús en el desierto adquiere una significación particular: el Éxodo es realmente una realidad en marcha: Jesús pasa cuarenta días en el desierto, lo mismo que el pueblo anduvo por él cuarenta años; es conducido a él por el Espíritu, lo mismo que el pueblo era conducido por la nube; es tentado en el desierto, lo mismo que lo fue el pueblo (Dt. 8, 1-4; Sal. 94/95). Pero, como es el Mesías, Jesús es igualmente servido en él por los ángeles (Sal. 90/91, 10-12) y victorioso de las bestias salvajes (Dt.8, 15; Sal. 90/91, 13), tal como una interpretación mesiánica del Sal. 90/91 lo requería.
Estar bautizado significa fundamentalmente dejarse sumergir en el agua y, sobre todo, en la condición humana (con la muerte) representada en el agua. Cuando Cristo se hace bautizar, acepta su condición humana con sus ambigüedades y sus sufrimientos, con la muerte como final. Si se le ha elegido como predicador del Reino, ha sido precisamente a costa de la aceptación de esa condición. Mas la tentación vino inmediatamente a atacar a Cristo con el fin de ayudarle a comprobar si su decisión era firme y profundamente incorporada a su vida. Significaba también que estaba capacitado para predicar el Reino de Dios; un reino que no se instaura sino justamente en la fidelidad del hombre a sí mismo hasta la muerte.
Maertens-Frisque, Nueva Guía De La Asamblea Cristiana III, Marova Madrid 1969.Pág. 24-25



6.- Texto. El espíritu que empuja ahora a Jesús al desierto es el mismo que en la escena anterior de Mc. 1, 9-11 se ha posado sobre él. Hay, pues, una insistencia deliberada por parte de Marcos en presentar a Jesús invadido por el Espíritu de Dios.
La frase inicial es, por lo demás, urgente y lacónica. El sentido que tiene el desierto en ella es objeto de discusión.
El tenor escatológico tanto de la escena precedente (Mc. 1, 9-11) como la de la de hoy, aconsejan ver en el desierto el lugar de procedencia del profeta del tiempo final. Según la tradición judía, en efecto, este profeta hace su aparición en el desierto. Por la escena anterior sabemos que este Jesús no es sólo el profeta del tiempo final; es, además, el hijo de Dios.
El v. 13 no nos ofrece una sucesión temporal de escenas sino una simultaneidad de tres cuadros. Todo acontece a la vez y prolongado durante cuarenta días: tentación-animales salvajes-ángeles. Una única gran escena, fantástica y paradójica. Toda ella nos introduce de nuevo en el imaginativo mundo de la tradición judía sobre el final de los tiempos. Una escena paradisíaca del tiempo final. Un recurso expresivo de la fe en Jesús y de que con él se ha inaugurado el Reino de Dios.
De hecho, éste es el tenor de los dos versículos finales, ya comentados más en detalle el tercer domingo ordinario. Jesús trae la buena noticia (el evangelio de la traducción litúrgica) de que ya ha llegado el reino de Dios y que, por consiguiente, el tiempo de espera del mismo ha concluido.
Jesús pone dos condiciones para que este reino de Dios sea efectivo en nuestro mundo: cambio de estructuras en las personas y asentimiento a la buena noticia.
Comentario. El texto de hoy es un ejemplo perfecto de lo importante que es no mezclar unos evangelios con otros. Marcos no es un evangelista didáctico, como lo son en este texto Mateo y Lucas; Marcos es un evangelista de impacto. Con el texto de Marcos en la mano hay que hablar hoy de la buena noticia de la llegada a nuestro mundo del reino de Dios, de la necesidad de un cambio de estructuras en nosotros y de lo importante que es el que de verdad nos creamos la buena noticia que Jesús nos ha traído.
Marcos no nos confronta con un Jesús tentado, sino con un Jesús profeta y Mesías; no nos propone un modelo a imitar, sino una realidad (la del reino de Dios) que pide de nosotros una conversión radical.
No me cabe la menor duda de que nos hallamos ante uno de los textos más sugerentes y grandiosos de todo el Nuevo Testamento y, a la vez, uno de los más comprometedores. Marcos es un autor muy parco en palabras; por ello las que emplea son de las que hacen mella. De nuestro cambio y de nuestro asentimiento a la buena noticia depende el que el lobo habite con el cordero, el león coma paja con el buey y el niño juegue en el escondrijo de la serpiente. A buen seguro, querido lector, que has caído en la cuenta de que estoy citando con Isaías. Lee, en efecto, el capítulo 11, 1-9 de este profeta. Los dos primeros versículos del texto de Marcos tienen mucho de este texto de Isaías.
A. Benito, Dabar/91/14



Marcos construye el relato de las tentaciones de Jesús en torno a tres elementos, que sitúa uno al lado del otro sin una vinculación aparente: el Espíritu "empuja" a Jesús al desierto; Jesús permanece cuarenta días en el desierto tentado por Satanás; vivía entre los animales salvajes y los ángeles le servían.
Antes de señalar con claridad las líneas de fondo convendrá analizar, aunque sea brevemente cada uno de estos elementos.
"Enseguida el Espíritu lo empujó al desierto": el Espíritu empuja a Jesús al lugar de la tentación, pero no se dice que tentase él a Jesús (en el A. T. era Dios el que sometía al hombre a la prueba) ni que ayudase a Jesús a superar la tentación (como ocurrirá luego con la experiencia de la comunidad postpascual).
DESIERTO/SENTIDO: Se recuerda por dos veces con énfasis al desierto: Jesús vive allí durante cuarenta días, recorriéndolo. El desierto puede significar soledad y encuentro con Dios, pero también el sitio donde reside el mal (este segundo sentido forma parte de la mentalidad judía en tiempos de Jesús); en el evangelio de Marcos el desierto es el lugar de la oración solitaria (1, 35), del refugio que aísla de la gente (1, 45), del descanso (6, 31-32), de la multiplicación de los panes (6, 35).
También la expresión "cuarenta días" está llena de evocaciones bíblicas: "cuarenta" es un número simbólico para indicar el tiempo de la opresión y el tiempo del camino hacia la salvación: los cuarenta días del diluvio (Gén 7, 12), los cuarenta años de Israel por el desierto (Sal 95, 10), los cuarenta días de Moisés en el Sinaí (Ex 34, 28; Mt 9, 18), los cuarenta años de dominio de los filisteos sobre Israel (Jdt 13, 1), los cuarenta días de la marcha de Elías por el desierto (1 Re 19, 8).
"Tentado por Satanás": según Marcos la tentación no tiene lugar al final de los cuarenta días (como resulta en Mateo y en Lucas), sino que parece acompañar a Jesús a lo largo de todos ellos.
El verbo "tentar" (peirazein) indica, en sentido religioso, la forma con que el hombre pone a prueba al hombre, para medir su valor: el ejemplo que acude enseguida a la memoria es el de Abraham (Gén 22). Hay otras tres ocasiones en que se usa el verbo "tentar" en el evangelio de Marcos (8, 11; 10, 2; 12, 15): en todos estos casos se trata de los fariseos que ponen a prueba a Jesús en alguno de los temas de su predicación, o le piden un signo mesiánico. La discusión es siempre la misma: ¿es bueno el camino mesiánico que ha emprendido Jesús? "Vivía entre los animales salvajes y los ángeles le servían": para algunos la presencia de los animales subraya la soledad y las molestias del desierto, mientras que para otros (quizás más acertadamente) evoca un tema paradisíaco, la vuelta a la paz entre el hombre y los animales, tal como soñaba Isaías (11, 6-9) y como se pensaba de Adán en el Edén (Gén 2, 9). También el servicio de los ángeles es probablemente un símbolo de la comunión que se ha restaurado entre el hombre y Dios.
Pero el análisis de cada uno de los elementos del relato no basta para poner de manifiesto el sentido profundo del episodio.
Hemos de acudir a dos observaciones más globales.
Primero: observemos que a Marcos le interesa que fue tentado Jesús, pero no le interesa en qué consistía concretamente la tentación. Es una perspectiva muy distinta de la de Mateo y Lucas. Marcos no pretende ofrecer a la Iglesia una catequesis sobre la tentación (advirtiendo a la comunidad sobre las posibles tentaciones con que puede encontrarse), ni tampoco intenta describir aquí las dificultades mesiánicas a las que se vio sometido Jesús. Considera más importante subrayar que Jesús, después del bautismo, fue tentado por Satanás. El vínculo entre el bautismo y la tentación (ese "enseguida") es estrecho e intencional, rico en sugerencias. El Espíritu, que se da en el bautismo, no separa a Jesús de la historia y de la ambigüedad; al contrario, coloca a Jesús dentro de la historia y en el interior de la lucha que en ella se desarrolla.
BAUTISMO/LUCHA. Como respuesta al bautismo, Jesús comienza la vuelta al desierto, o sea, una existencia en la que se experimenta el enfrentamiento con Satanás y al mismo tiempo la ayuda de Dios (los ángeles); se vive en la lucha y al mismo tiempo en la paz. En definitiva, se trata del acostumbrado misterio de Cristo: Hijo de Dios, pero tentado. Y es también el misterio del bautizado: la vida en la que lo introduce el bautismo está hecha de luchas pero está bajo el signo de la victoria y de la paz.
Segundo: a pesar del análisis de cada uno de los elementos, la narración, como hemos dicho, sigue siendo oscura. No sólo no nos dice mucho sobre la naturaleza de la tentación, sino tampoco de su desarrollo y de su resultado. El relato queda como incompleto, casi como un interrogante. La respuesta nos la dará todo el evangelio; la historia sucesiva es la que indicará la naturaleza de la tentación, sus peripecias y su resultado. Toda la vida de Jesús es un enfrentamiento entre el "fuerte" (Satanás) y el "más fuerte" (Jesús: cf. la discusión de /Mc/03/21-30) un rechazo de las ideas mesiánicas ambiguas y finalmente una victoria de la fidelidad de Dios sobre la lógica de Satanás.
Bruno Maggioni, El Relato De Marcos, Edic. Paulinas/Madrid 1981.Pág. 24 S.



8. ACI DIGITAL 2003
13. Entre las fieras del desierto de Judea: chacales, lobos, zorras, etc. Detalle exclusivo de Marcos. 

15. Arrepentíos y creed: Esta expresión sintetiza todo el mensaje de Jesucristo. Todo hombre debe confesarse pecador y creer en la buena nueva de que Dios es un Padre que perdona (I Juan 1, 8 ss.; Luc. 13, 1 ss. y nota). El rechazo de este mensaje por parte del pueblo llevó a Jesús a la Cruz.