miércoles, 29 de junio de 2016

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XIV TIEMPO ORDINARIO CICLO C - 3 JULIO 2016


LA PAZ DE USTEDES DESCANSARÁ SOBRE ELLOS


ORACION COLECTA

Oh Dios que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, concede a tus fieles la verdadera alegría, para que quienes han sido librados de la esclavitud del pecado alcance también la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Isaías 66,10-14c

Festejen a Jerusalén, gocen con ella, todos los que la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto. Mamaran a sus pechos y se saciaran de sus consuelos, y apuraren las delicias de sus ubres abundantes. Porque así dice el Señor: «Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones. Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados. Al verlo, se alegrará su corazón, y sus huesos florecerán como un prado; la mano del Señor se manifestará a sus siervos.».

SALMO RESPONSORIAL (65)

Aclamad al Señor, tierra entera

Aclamen al Señor, tierra entera; toquen en honor de su nombre;  canten himnos a su gloria;  digan a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!» R.

 Que se postre ante ti la tierra entera,  que toquen en tu honor,  que toquen para tu nombre.  Vengan a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. R.

Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente. R.

Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo. Bendito sea Dios, que no rechazó mi suplica,  ni me retiró su favor. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta de san Pablo a los Gálatas 6,14-18

Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo. Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino una criatura nueva. La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios. En adelante, que nadie me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10,1-12.17-20

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, digan primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos su paz; si no, volverá a ustedes. Quédense en la misma casa, coman y beban de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No anden cambiando de casa. Si entran en un pueblo y los reciben bien, coman lo que les pongan, curen a los enfermos que haya, y digan: "Está cerca de ustedes el reino de Dios." Cuando entren en un pueblo y no los reciban, salgan a la plaza y digan: "Hasta el polvo de su pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre ustedes. De todos modos, saben que está cerca el reino de Dios." Les digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.».
Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.».
Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Miren: les he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no les hará daño alguno. Sin embargo, no estén alegres porque se les someten los espíritus; estén alegres porque ustedes nombres están inscritos en el cielo.».

COMENTARIO

“La cosecha es abundante”, dice Jesús. Cosecha de hombres maduros para Dios  y que espera a los obreros de Dios. Jesús también va de pesca: “Les haré pescadores de hombres”. Antes decían evangelización, misión, conquista. Hoy se habla de testimonio de presencia. Se trata siempre del mismo misionero, de ir a decir a los que no lo saben: Dios nos ama, nos ha dado a su Hijo para que vivamos de su vida. El impulso misionero hace pensar evidentemente en los “misioneros”. Aquellos a los que se admiraba y se hacían colectas para su labor misionera. Y se pensaba más o menos conscientemente que por un lado están los obreros de la cosecha y por otro los simples cristianos que aplauden, como en el estadio. Periódicamente, los responsables reaccionan y relanzan el tema: “Todo Cristiano tiene que ser misionero”. Pero lo cierto es que el pueblo de Dios está separado en dos: por una parte, el obispo y los que trabajan en la cosecha; por otra, la mayoría de gente inmensa de los que no se sienten realmente aludidos.
A primera vista el texto de Lucas parece adoptar la idea de los especialistas de la evangelización: después de los 12, los 72. Pero 72 es un número simbólico, una palabra para designar a todas las naciones y luego el encuadramiento del pueblo guiado por Moisés. Se trata siempre de cosas grandes. En el evangelio, él envió de los 72 señala el comienzo   de    la   gran   fiebre que caracterizaría a la Iglesia  primitiva: ser toda ella misionera. Vivía así una dichosa tensión constitutiva, congénita: a tender a los que están dentro y abrirse a los que todavía no lo están. Con el correr de los años, la atención a los de dentro  prevaleció sobre la preocupación por los no evangelizados. Muchas veces sólo se piensa en el abandono de la fe de antiguos creyentes y se gime dentro de un círculo cerrado por las cifras tan enormes que se constatan. Más valdría levantarse y comprometerse. Sólo las personas dinámicas tienen ideas y valentía para iniciar nuevas pastorales; sólo ellas pueden frenar las defecciones e incluso darle la vuelta al movimiento actual. La vida busca vida, no lamentos. El relato de la misión de los 72 no debe instalarnos en las gradas del estadio, sino hacernos bajar a la cancha para jugar. La iglesia más llena, la actividad parroquial de mayor éxito,  Lourdes y hasta la plaza de San Pedro en Roma, no son más que islotes en un océano sin Jesús.  Si nos muerde este pensamiento, nuestra oración al Señor de la cosecha no será un “pidamos por las vocaciones” tranquilizador y beatífico. Asimismo en la medida en que una iglesia es poco misionera, también sus vocaciones son escasas. Pedir al Padre que suscite obreros no es serio más que cuando esto hace vibrar a todo el mundo. Cuando todo el grupo se siente responsable, engendra personal permanente; pero en vez de desentenderse del juego, se compromete más todavía en él.

PLEGARIA UNIVERSAL

Padre celestial hoy vemos como muchas veces nuestra vocación  no está exenta de persecución o desprecio. Pero sabemos que eta es la cruz de los que siguen a Cristo, y que este es el camino. Hoy te pedimos: Que tu Palabra nos  acompañe.

1.- Por el Papa, los obispos y los sacerdotes, para que su buen ejemplo haga de nosotros unos siervos fieles de Nuestro Señor Jesucristo. Que tu Palabra nos  acompañe.

2.- Por las naciones de la tierra,  especialmente las que están en guerra o pasan extremas necesidades, para que Dios inspire al resto de naciones a acudir en su ayuda, de manera que puedan salir pronto de estas situaciones. Que tu Palabra nos  acompañe.

3.- Por todos los que han comenzado las vacaciones, para que este tiempo de relax les ayude a acercarse más a Dios.  Que tu Palabra nos  acompañe.

4.- Por los enfermos, para que Cristo se haga presente en su situación y les ayude a sobrellevar como una cruz a la que abrazarse. Que tu Palabra nos  acompañe.

Padre, atiende las suplicas que confiado tu pueblo te    presenta. Por  Jesucristo  nuestro  Señor.  Amen

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

La oblación que te ofrecemos, Señor nos purifique y cada día nos haga participar con mayor plenitud de la vida del reino glorioso. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Alimentados, Señor, con un sacramento tan admirable, concédenos sus frutos de salvación y haz que perseveremos siempre cantando tu alabanza. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 04: Os 2, 16b.17-18.21-22;  Sal 144; Mt. 9, 18-26.
Martes 05: Os. 8, 4-7.11-13; Sal 113b; Mt. 9, 32-38.
Miércoles 06: Os. 10, 1-3.7-8; Sal 104; Mt. 10, 1-7.
Jueves 07: Os. 11, 1-4.8c-9; Sal 79; Mt. 10, 7-15.
Viernes 08: Os. 14, 2-10; Sal 50; Mt. 10, 16-23.
Sábado 09: Is. 6, 1-8; Sal 92; Mt. 10, 24-33.
Domingo 10: Deut. 30, 10-14; Sal 68; Col. 1, 15-20; Lc. 10, 25-37.



COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 10, 1-12. 17-20

1.- Texto. Una fórmula de transición característica de Lucas, no recogida en la traducción litúrgica, sirve de lazo de unión entre el texto de hoy y el del domingo pasado. Los setenta y dos de los que hoy se habla guardan relación con los mensajeros enviados el domingo pasado. En ambos casos se trata de ir por delante de Jesús preparándole el camino, anunciando su inminente llegada.
Los mensajeros, a los que Lucas no denomina discípulos, van por parejas. Tal vez haya que explicar esta circunstancia por la noción de testimonio. Según el derecho judío, en efecto, para la validez de un testimonio se requería la declaración de al menos dos testigos. La embajada de Jesús la forman, pues, treinta y seis parejas. Dada, sin embargo, la multiplicidad de lugares por visitar, el número resulta insuficiente: la mies es abundante, los obreros pocos.
La embajada no será fácil (os mando como corderos en medio de lobos) y deberá ser llevada a cabo con prontitud, sin detenimientos superfluos o innecesarios (no llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino). A propósito de estas sorprendentes recomendaciones quiero aducir unas muy parecidas que se encuentran en la tradición judía escrita. Hablando de los peregrinos que llegan a Jerusalén y de la prohibición de alojarse en la explanada del templo, se dice lo siguiente: "Que nadie entre en la explanada con bastón, ni calzado, ni con bolsa de dinero". Es decir, la prohibición de entrar con bastón, bolsa y calzado era un modo gráfico de decir a los peregrinos que no podían alojarse allí. A este respecto me remito a lo dicho el domingo pasado sobre el lenguaje gráfico, cuyas características nos resultan a nosotros tan extrañas y sorprendentes. Con demasiada frecuencia se interpretan las recomendaciones de hoy en el sentido de que la evangelización debe hacerse desde la economía de medios y desde la pobreza. Y a lo mejor resulta que debe ser así. Pero nunca recurramos al texto de hoy para apoyar esto. El texto invita simple- mente a las treinta y seis parejas a que sean conscientes de que su misión no admite demoras ni aplazamientos, porque el Jesús al que anuncian viene detrás, pisándole los talones.
Siguen a continuación en los vs. 5-12 otra serie de recomendaciones cuyo denominador común es la importancia del momento. Por dos veces resuena la frase: Está cerca el Reino de Dios. Puede incluso que la traducción exacta sea: Ha llegado el Reino de Dios. En la concepción de Lucas los enviados son en realidad precursores, Juanes Bautistas, y el reino de Dios se identifica con Jesús. Toda la carga de imágenes y de amenazas empleadas por el precursor Juan las traspasa Lucas a las treinta y seis parejas de precursores. El papel de éstos es especialmente importante: ellos anuncian al Jesús que llega, o mejor, al que ha llegado ya. El momento es demasiado importante como para pasar de él. El simbolismo y la amenaza son un buen recurso para realzarlo.
Sin solución de continuidad. Lucas presenta a las treinta y seis parejas retornando a Jesús (vs. 17.20). El ambiente es festivo y feliz. Jesús es el Señor. Las fuerzas del mal, personificadas en demonios, serpientes y escorpiones, están desarmadas. El propio Satanás, el fiscal de la corte celeste, ha caído en desgracia y es fulgurantemente depuesto de su función. En esta misma corte celeste aparece el libro de registro de los pertenecientes al pueblo santo de Dios. La situación tiene, pues, mucho de apoteósico y de paradisíaco. Estamos ante una descripción del final de los tiempos, tal y como este final era imaginado entonces, con toda su carga de símbolos fantásticos.
Comentario. En el camino de la vida cristiana hay momentos especialmente felices. El texto de hoy refleja uno de ellos, particularmente importante para los cristianos. Subrayamos lo de cristianos porque, una vez más, este texto ha sido aplicado unilateralmente a las vocaciones, casi diríamos que ha sido secuestrado.
El texto está escrito con unas coordenadas espaciales y culturales muy concretas. Pero detrás de ellas se esconde un arquetipo, un modelo válido para cualquier época. Este modelo es el de cristiano-precursor. La tarea del cristiano es proclamar que Jesús ha llegado o, lo que es lo mismo, que el reino de Dios ha llegado. Una tarea urgente y necesaria para que nuestro mundo sea diferente de lo que es.
Esta tarea, con toda su praxis transformadora de la realidad, debe ser motivo de orgullo y de alegría. Pero no por lo que pueda significar de éxito personal, sino por lo que significa de transformación, de realización efectiva del Reino de Dios. El cristiano debe experimentar la alegría de saber que está colaborando con Dios a hacer un mundo diferente.
ALBERTO BENITO
DABAR 1989, 36

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2.- Sentido del texto. 1. Versículos 1-12. La primera etapa (caps. 4-9, 50) ha sido concebida por Lucas en perspectiva nacional judía (por ello se habla en ella de doce enviados. Doce era el número de tribus de que se componía Israel); la segunda la concibe en perspectiva internacional (por eso se habla de setenta y dos enviados). Pero si la etapa judía la enmarca el autor bajo el signo del rechazo (cfr. Lc. 4, 16-30), con la segunda hace lo mismo (cfr. Lc 9, 52-63). El Reino de Dios, pues, no parece interesar a nadie y sin embargo es urgente que el Reino de Dios sea una realidad en nuestro mundo. Rechazo y urgencia constituyen el trasfondo del texto y explican la agresividad de unas imágenes a las que no hay que poner paños calientes. La oposición al Reino es expresada con la imagen plástica del lobo. Esta condiciona y sugiere el resto de las imágenes: no llevar nada, no saludar a nadie, no andar de casa en casa, sacudir el polvo del calzado.
Imágenes todas ellas evocadoras y al servicio de la urgencia de que el Reino de Dios sea una realidad en el concierto internacional.
Versículos 17-20. El reverso de la moneda. No todo es fracaso: el Reino de Dios es también una realidad tangible en nuestro mundo.
Esto es lo importante y lo que debe constituir motivo de alegría, mucho más incluso que el hecho de la desaparición del mal. Esta desaparición sólo es válida si en lugar del mal toma cuerpo la realidad positiva del Reino. (Evítese absolutamente dar al versículo 20 una interpretación de salvación en el cielo).
DABAR 1980, 38

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3.- La situación es contratante (abundancia de tarea-escasez de brazos) y urgente (la mies o se siega o se echa a perder). Hay, pues, que solicitar brazos y no perder tiempo. Esto segundo es lo que Jesús quiere decir cuando prohíbe a los mensajeros saludar por el camino (el saludo oriental no es nuestro simple "adiós", era algo mucho más parsimonioso y ceremonioso). No olvidemos que, en una cultura de tipo oral, lo que se quiere decir no siempre coincide con lo que materialmente se dice, sino con lo que le sugiere aquello que se dice.
La tarea es arriegada (de nuevo esto viene dicho por medio de una imagen, v.3). En estas circunstancias, cuanto menos bagaje más agilidad para huir del lobo. Sin duda, la verdadera dificultad del texto estriba en saber cuál es la realidad simbolizada por la mies. Por exigencias de coherencia dentro del texto y dentro de todo el evangelio esa realidad no es otra que el Reino de Dios. Para Lucas, éste ha hecho su aparición en la persona y en la obra de Jesús de Nazaret. No aceptar, pues, a Jesús equivale a no aceptar la alternativa que Dios ofrece al hombre. Ahora bien, Jesús ya ha sido rechazado en los comienzos absolutos de su actuación (Lc. 4, 16-30) y ha vuelto a ser rechazado en su segundo comienzo (decisión de ir a Jerusalén, Lc. 9, 51-56). Lucas sintetiza el significado de estos rechazos en el enunciado con que hoy se abre el evangelio: la mies es abundante y los obreros pocos. La situación es, pues, dramática y urgente. Ello explica el tenor de las imágenes y de las palabras de los vs. 2-12. Sería por consiguiente una extrapolación lamentable querer ver en ellas un modelo sociológico de evangelización. Sería asimismo una reducción simplista hacer del enunciado del v. 2a una oración por las vocaciones sacerdotales.
Segunda parte (vs. 17-20). -Al contrario de lo acaecido a los primeros mensajeros (Lc. 9, 52-53), los segundos fueron aceptados. No todo es negrura. El tema central de estos versículos es la alegría, derivada de la contemplación de un mundo nuevo. El mundo viejo empieza a desaparecer. Este mundo viejo está expresado con imágenes simbólico-mitológica, cuyo valor no está en lo que dicen, sino en lo que sugieren. ¿Es la contemplación de un mundo nuevo sin más la sola razón de la alegría? Para Jesús el mundo nuevo es impensable sin Dios. La razón última de la alegría es que en este mundo nuevo Dios y el hombre se han por fin reencontrado. Esto es lo que Jesús quiere decir en el v. 20, sirviéndose de una imagen ampliamente extendida en el Antiguo Oriente y en el Antigua Testamento (cfr. Ex. 32, 32-34; Is. 4,3; Sal. 69, 29; 87, 6; Dan. 12, 1).
DABAR 1977, 41

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4.- Lucas relata una misión de los setenta y dos, después de la de los doce (9,1). Los apóstoles eran doce conforme al número de las tribus de Israel. Pero luego viene la misión de los setenta y dos (o de los setenta): estas cifras simbolizan la multitud de las naciones paganas. Esta misión, pues, prefigura la tarea que incumbe a la Iglesia hasta el fin del mundo: evangelizar a las naciones (cf. Mt, 28, 19).
Cuando la Iglesia lleva bastante tiempo en algún lugar, fácilmente se piensa que todos han tenido oportunidad de recibir el evangelio, lo cual es una falsa ilusión. Aun en los mejores casos, muchos, especialmente los más pobres, han esperado durante años la visita de algún apóstol o misionero.
Cuando se va al encuentro de la gente, primero se debe dar la paz, o sea, llegar como amigo, de parte de Cristo y su comunidad, y esto significa emplear tiempo para escuchar y conocer las inquietudes de los que se busca. Sólo entonces podrá darse una respuesta buena y decir: os ha llegado el reino de Dios. O sea, aunque tengáis mil problemas, creed que Dios se acerca hoy para una reconciliación. Este es el momento de la reconciliación con los hermanos y vecinos, de deponer las amarguras y confiar en Dios que solucionará a su manera lo que supera nuestras fuerzas.
La misión sirve tanto para formar misioneros como para despertar a los que son visitados. Jesús formó a sus discípulos no sólo por la enseñanza, sino enviándolos a hacer la misión. Fue así como envió a los setenta, al poco tiempo de conocerlos. Asimismo, hoy, los que mejor sirven para el trabajo son, muchas veces, los que más recientemente han conocido a Cristo.
EUCARISTÍA 1989, 31

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5.- Siguiendo a Gn 10 (texto griego), en el que se habla de setenta y dos naciones paganas que hay en el orbe, Lc prefigura la misión que comenzó después de pentecostés (24, 47; Hech 1, 8) con el envío de los setenta y dos discípulos. Además se les envía "de dos en dos" con una doble finalidad: 1) para protegerse mejor de los bandidos que pululaban por los caminos; 2) para cumplir Dt 17, 6 y 19, 15, donde se dice que dos testigos hacen un testimonio válido. Implícitamente se viene a decir que el anuncio de la llegada del reino es cierto. Aquí está programada la tarea de todo creyente cristiano: decir con palabra y con la vida que el reino de Dios está formándose ya.
Estas exigencias de la misión no hablan de un cierto ascetismo, sino más bien de la disponibilidad necesaria para una predicación rápida y eficaz del reino: hay que presentarse ante los hombres con el mismo desasimiento que ante Dios. Incluso no hay que detenerse a "saludar" a nadie; fórmula que parece indicar que los mensajeros no deben buscar el cobijo de las caravanas de viajeros para sus viajes apostólicos. Deben rechazar también esta forma de seguridad. El mensajero tiene que poner su confianza exclusivamente en aquel que le envía.
Al entrar en una casa, el mensajero trae la paz: poder que abraza a toda familia que le recibe. En el fondo, esta "paz" se convierte en una expresión mesiánica: la paz del reino final. Es decir, Jesús mismo es la paz que los discípulos van predicando (cf. Jn 14, 27). Esta paz es solamente eficaz para el que la recibe (v.6). De aquí que "hacer la paz" (Mt 5,9) viene a convertirse en la tarea del creyente.
Jesús quiere sin duda que sus misioneros no anden de un lugar a otro en busca de algo cada vez más confortable, sino que consagren todo su tiempo y energías a la misión. Lit.: "se ha aproximado hasta vosotros el reino de Dios". Es la primera vez que Lc habla del "aproximarse" del reino (cf. Mt 3,2). Esta proclamación es algo muy importante y viene a decir: el colmo de nuestras esperanzas está a punto de cumplirse. Esto es lo que hay que decir, aun a costa de una negativa (vv. 11. 12). Para realizar una tarea de tal calibre, es preciso haber conectado experimentalmente con aquel que envía. Lo contrario es exponerse al fracaso.
EUCARISTÍA 1977, 32

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6.- -"Designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó por delante, de dos en dos...": Jesús, en su camino hacia Jerusalén, envía un grupo de discípulos para prepararlo . Ya antes había enviado a los doce en el contexto del ministerio en Galilea. El número de 72 discípulos no está claro si es un dato que tiene un simbolismo parecido al de los 12. Algunos comentaristas han apuntado hacia 72 pueblos nombrados en Gn 10, 2-31, según la versión griega: se trataría de una referencia a la futura evangelización de los gentiles. La misión de dos en dos refleja la práctica de la primera comunidad, pero esto no significa negar que Jesús preparó a los discípulos para predicar la irrupción del Reino.
-"La mies es abundante y los obreros son pocos... Mirad que os mando como corderos en medio de lobos": En las instrucciones de Jesús, se detecta urgencia, prisa y la constatación de la hostilidad en el horizonte. El anuncio del reino no admite dilaciones, estorbos ni entretenimientos, por eso deben ir ligeros, deben evitar quedar atrapados por las formalidades sociales ("no os detengáis a saludar a nadie por el camino").
Tampoco debe perderse el tiempo buscando alojamiento confortable o comidas bien preparadas. El anuncio del Reino no permite distracciones, es la urgencia de una cosecha que está a punto y debe evitarse que se pudra. Las acciones de los discípulos se concretan en predicar, curar a los enfermos y rezar, ya que no todo depende de su esfuerzo (Dios es el amo de la mies).
-"Cuando entréis en un pueblo y no os reciban...": El anuncio del reino no siempre hallará acogida, pero esto no debe provocar el silencio ni el desánimo. El enviado ya sabe que hallará oposición, como el mismo Jesús. La amenaza sobre aquellos que rechazan el ofrecimiento del Reino, se piensa concretamente en la actitud de Nazaret y en la de la aldea de los samaritanos que no han acogido el paso de Jesús.
-"Los setenta y dos volvieron muy contentos...": La segunda parte de la lectura presenta el regreso de los discípulos después de su misión llenos de euforia y el comentario de Jesús que consta de tres partes:
a) "Veía a Satanás caer del cielo como un rayo": No se trata de ninguna visión extática, sino de una expresión simbólica que resume los efectos de la acción que han llevado a cabo los discípulos: ha sido una victoria sobre el poder de Satanás que atenazaba a los hombres. Frente a la actuación de Jesús y de los discípulos, Satanás deja de ejercer su función acusadora.
b) "Y no os hará daño alguno": El mal y sus manifestaciones ha sido sometido a la autoridad que procede de Jesús.
c) Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo": Pero el gozo de los discípulos no sólo proviene de que han vencido al mal, sino porque Dios los ha inscrito en el libro de los salvados (idea del AT: libro de registro de los que pertenecen al pueblo santo de Dios). No todo está en sus manos, es Dios quien tiene la última palabra de salvación.
J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1989, 14

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7.- Antes (Lucas 9, 1-6) Jesús había enviado a los Doce. Ahora envía a setenta y dos. Algunos entienden que este número se refiere al conjunto de las naciones paganas según la antigua versión griega de Génesis 10. Los envía de dos en dos, probablemente porque sólo así era válido el testimonio.
Hay mucho trabajo a realizar: seguramente por eso no basta con los Doce. Hay que pedir ayuda al dueño (Dios), para que haya nuevo personal para realizar la labor, una labor que es obra de Dios.
Las diversas recomendaciones a los enviados muestran la urgencia y la peligrosidad de la tarea a realizar: hay que hacerla sin medios, sin entretenerse, aceptando buenamente lo que les sea ofrecido, y ofreciendo la paz y anunciando que el Reino de Dios está cerca mediante la palabra y los gestos que le deben acompañar: como hace Jesús.
El Reino debe anunciarse incluso en el caso que no sean recibidos. Porque de la acogida de este Reino depende la salvación, la vida, o el desastre total: no acoger el Reino comporta una suerte peor que la de Sodoma, el modelo por excelencia de ciudad cerrada a la voz de Dios.
La misión da fruto. Los setenta y dos vuelven contentos: el mal es vencido por el poder del nombre de Jesús. En el tiempo de Jesús, SAtanás, que aquí significa el príncipe del mal, es vencido. Pero esta alegría de los discípulos puede nacer de una mala comprensión de su actuación. Por eso, la advertencia final de Jesús recuerda qué es lo importante: tener el nombre inscrito en el cielo, es decir, vivir en la esfera de Dios, participar de su vida.
J. M. GRANÉ
MISA DOMINICAL 1992, 9



miércoles, 22 de junio de 2016

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XIII TIEMPO ORDINARIO CICLO C - 26 JUNIO 2016

“TE SEGUIRÉ DONDE VAYAS”.


ORACION COLECTA

Padre de bondad, que por la gracia de la adopción nos has hecho hijos de la luz, concédenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del primer libro de los Reyes 19,16b.19-21

En aquellos días, el Señor dijo a Elías: «Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat, de Abelmejolá.». Elías se marchó y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, él con la última. Elías pasó a su lado y le echó encima el manto.
Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: «Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo.»
Elías le dijo: «Ve y vuelve; ¿quién te lo impide?»
Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo fuego con los aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente; luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio.

SALMO RESPONSORIAL (15)

Tú, Señor, eres el lote de mi heredad

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.». El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. R.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derechaR.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 5,1.13-18

Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, mantenerse firmes, y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. Hermanos, sus vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sean esclavos unos de otros por amor. Porque toda la Ley se concentra en esta frase: «Amarás al prójimo como a ti mismo.» Pero, atención: que si se muerden y devoran unos a otros, terminaran por destruirse mutuamente. Yo les lo digo: anda según el Espíritu y no realicen los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que quisierais. En cambio, si os guía el Espíritu, no esten bajo el dominio de la Ley.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,51-62

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?».
Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.».
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.». A otro le dijo: «Sígueme.». Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.». Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.». Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.».

COMENTARIO

Vamos a escuchar unas palabras duras, pero muy importantes  que es preciso entender debidamente para comprender esta incisividad y nerviosismo de Jesús: “Cuando iba llegando el tiempo de que se lo llevaran, Jesús decidió irrevocablemente ir a Jerusalén”. Este “camino a Jerusalén” era el camino hacia la muerte. Jesús lo sabe. Vio cómo crecía la hostilidad; en la ciudad “donde matan a los profetas” (Lc 13, 34) le aguarda una coalición de adversarios. Podría quizás evitar el drama quedándose en Galilea pero no va a fallar a su misión de salvación con todas sus consecuencias. Donde san Juan dice que llegó “hasta el final” san Lucas dice que actuó irrevocablemente (en traducción literal “endureció su cara”).
Este “irrevocablemente” tiene que marcar también a los que quieren seguirlo. Podemos hacer una especie de revisión de vida evangélica a partir de las réplicas tan vivas que lanzó Jesús a tres candidatos: No tendrás dónde alojarte. Un día le gritamos, o le murmuramos, a Jesús esa palabra de amor: “Te seguiré vayas a donde vayas”. Su respuesta nos entusiasmó. Cuando uno es joven, la idea de no tener una “madriguera” nos encantaba. ¿Qué novicio, qué seminarista, qué aventurero, qué convertido al evangelio se preocupa del confort? Pero la vida nos va atenazando poco a poco. Muchos apóstoles se han adormecido en el confort. Muchos cristianos vacilan en practicar el evangelio  porque habría que privarse de muchas cosas y sobre todo comprometerse en inseguridad. Todos constatamos que estamos atados a muchas cosas y seguridades. De eso seremos el único juez; todos tenemos nuestros propios demonios del confort.
“Deja que los muertos entierren a sus muertos”. Es sobre todo una orden para que no nos entretengamos. Cuántas razones se nos ocurren para ir retrasando las cosas cuando nos hemos levantado para seguir a Jesús. Si no lo hacemos enseguida, la gracia de la llamada pasa aprisa, más aprisa que nuestros entretenimientos. Hay opciones muy difíciles que hay que atreverse a hacer.  Una madre le decía a su hijo sacerdote: “No te ocupes de mí: eres mil veces más hijo mío cuando te das a los demás que cuando te preocupas demasiado de mí”. A veces se ha matado a algunos apóstoles tirándolos para atrás; se han convertido en muertos que se ocupan de los muertos. 
La misma idea en la tercera frase igualmente dura: “El que sigue mirando atrás, no vale para el reino de Dios”. Hay maneras de aferrarse nostálgicamente o con miedo al pasado que no son ciertamente pasos decididos hacia Jerusalén. En vez de estar despidiéndose continuamente y vivir de recuerdos, el discípulo de Cristo es ese hombre “Tenso hacia delante” que describe san Pablo: “Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome a lo que está adelante, correr hacia la meta” (Flp. 3,13-14).

PLEGARIA UNIVERSAL

Invoquemos, hermanos, la misericordia de Dios Padre para el pueblo Santo de Dios y para todos los hombres y mujeres de la Tierra. A cada petición contestaremos diciendo: Señor, bendice a tu pueblo.

1.- Por el Papa Francisco, por los obispos, los presbiterios y los diáconos, para que nunca les falte la gracia de Dios y el amor para todos los hermanos. Señor, bendice a tu pueblo.

2.- Por los laicos comprometidos y por todos aquellos que trabajan por los hermanos en las parroquias y en los diferentes movimientos eclesiales. Señor, bendice a tu pueblo.

3.- Por los encargados de la liturgia y por los equipos  que preparan las celebraciones dominicales, para que el Espíritu Santo los asistan y les ilumine. Señor, bendice a tu pueblo.

4.- Por la paz en el mundo, para que desaparezcan las guerras y el terrorismo, y como  decía el profeta Isaías, las lanzas se conviertan en podaderas. Señor, bendice a tu pueblo.

Concede, Dios Padre de todos, lo que este pueblo reunido en tu nombre te pide con fe. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Oh Dios,  que obras con poder en tus sacramentos, concédenos que nuestro servicio sea digno de estos dones  sagrados. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

La victima eucarística que hemos ofrecido y recibido en comunión nos vivifique, Señor, para que unidos a ti en caridad perpetua, demos frutos que siempre permanezcan. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes: Am 2, 6-10.13-16; Sal 49; Mt 8, 18-22.
Martes: San Ireneo, Obispo y Mártir (MO)  Am 3, 1-8; 4, 11-12; Sal 5; Mt 8, 23-27.
Misa Vespertina de la Vigilia (S) Hch 3, 1-10; Sal 18; Ga 1, 11-20; Jn 21, 15-19.
Miércoles: San Pedro y San Pablo, Apóstoles (S) Precepto.  Hch. 12, 1-11; Sal 33; 2Tm 4, 6-8.17-18; Mt 16, 13-19.
Jueves: Am 7, 10-17; Sal 18; Mt 9, 1-8.
Viernes: Am 8, 4-6.9-12; Sal 118; Mt 9, 9-13.
Sábado: Am 9, 11-15; Sal 84; Mt  9, 14-17.
Domingo: XIV Del Tiempo Ordinario. Is 66, 10-14; Sal 65; Ga 6, 14-18; Lc 10, 1-12.17-20.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 9, 51-62


Texto. Todos los exégetas están de acuerdo en señalar la importancia de este texto dentro del conjunto de la obra de Lucas. El v. 51 marca el comienzo de un camino que termina en la insondable compañía del Padre. El camino tiene, por supuesto, un trazado físico, pero es ante todo un arquetipo, un modelo. Lucas va a ir exponiendo rasgos de un caminar en cristiano.
El camino geográfico nos sitúa en un lugar de Samaría, no importa cuál. Samaría era la región situada entre Galilea al norte y Judea, con Jerusalén, al sur. Lo importante es que las relaciones entre judíos y samaritanos no eran en absoluto cordiales. Los samaritanos no eran ortodoxamente judíos: habían desarrollado unas tradiciones y una literatura propias, además de tener un templo autónomo. Heridos en su amor propio de judíos, Santiago y Juan le recuerdan a Jesús en el v. 54 una vieja tradición judía que habla de exterminio de samaritanos en tiempos de Elías, allá por el s. IX a. C. La tradición la encuentras recogida en el primer capítulo del segundo libro de los Reyes. Lucas comenta lacónicamente: Jesús se volvió y los reprendió. Y se marcharon a otra aldea.
El camino como trazado geográfico continúa. Pero lo realmente importante es la voluntad de seguimiento. El verbo seguir domina la segunda parte del texto, en la que Lucas ha reunido tres máximas de Jesús. Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros, nidos; el Hijo del Hombre, nada de nada. Deja que los muertos entierren a sus muertos. El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no sirve.
Lenguaje recio, desconcertante, estridente, absurdo en algún caso. ¿Acaso pueden los cadáveres enterrarse a sí mismos? ¡Y sin embargo esto es lo que Jesús dice! Toda cultura oral necesita de frases cortas y de imágenes extravagantes como vehículo de enseñanza memorizable. Cuanto más extravagantes y agresivas, mejor. Si alguno te golpea en una mejilla, ofrécele también la otra. Si alguien quiere quitarte el manto (ropa exterior), dale también la túnica (ropa interior) (/Lc/06/29). Precisamente su carácter desconcertante y gráfico confiere a estas frases la máxima garantía de autenticidad. Nos hallamos ante máximas literalmente pronunciadas por Jesús, quien indudablemente fue un consumado maestro del lenguaje y de la comunicación. Deja que los muertos entierren a sus muertos. Portentosa paradoja, por lo redonda, gráfica y absurda.
Pero este mismo carácter paradójico, absurdo en ocasiones, debe llevarnos a resolver la incompatibilidad aparente en un pensamiento más profundo, a buscar el sentido de las máximas en un ámbito más hondo que el de su superficie de formulación. No siempre, sin embargo, se ha hecho esto y, así, se ha querido ver e incluso se sigue viendo en las tres máximas de hoy la invitación a sacrificar la seguridad personal (vs. 57-58), los deberes filiales (vs. 59-60) y los sentimientos y vínculos familiares (vs. 61-62). Tremenda aberración, que ha destrozado a muchas personas por haberse quedado en la superficie de la formulación y no haber ni siquiera sospechado el juego recio de la paradoja.
Comentario. El camino que hoy nos disponemos a recorrer es el camino de la vida cristiana y no el de la vida consagrada. Lucas dedica su Evangelio a Teófilo (/Lc/01/03), nombre que significa amigo de Dios. ¡Teófilos somos todos! Es hora de devolver a la vida cristiana la perfección de la que se ha adueñado unilateralmente la vida consagrada. El caminante cristiano, al mirar a su alrededor, ve a otros caminantes que no son cristianos. En ocasiones éstos hasta se meten con él, llegando incluso a la burla o al rechazo. Al caminante cristiano le gustaría acabar con ellos, pues en su opinión se lo merecen: ¡no son cristianos! Pero Jesús se le queda mirando fijamente y le dice: sigue caminando.
Y así lo hace, llevando dentro la utopía: un mundo de valores diferentes de los que constata a su alrededor. Alrededor que, la verdad, no es malo, pero que el caminante cristiano siente y sabe que puede ser mejor. Lo sabe porque lo aprende de Dios. El alrededor más los valores que el caminante lleva dentro aprendidos de Dios, todo ello constituye el Reino de Dios. No es fácil construir este Reino. El propio caminante cristiano experimenta con fuerza la llamada de valores no utópicos, que incluso llega a hacer suyos sin darse cuenta. Poseer, dominar, ser superior, trepar, pasar... Se precisan ciertamente esfuerzos, vigilancia y sacrificio para no dejarse arrastrar por estos valores antiutópicos. Con la máxima de los vs. 57-58, la de las zorras y pájaros, Jesús invita al caminante cristiano a ese esfuerzo, a esa vigilancia, a ese sacrificio.
¿Le invita solamente? Presiento que detrás de lo desconcertante y absurdo de las máximas segunda y tercera, la de los cadáveres enterrándose a sí mismos y la de la mirada atrás desde el arado, se esconde algo más que una invitación. Esas máximas son una súplica, un grito, una llamada imperiosa de Jesús: ¡Caminante: sigue siendo cristiano!, ¡sigue viviendo con fuerza los valores del Reino de Dios para que tu alrededor sea diferente!, ¡sigue siendo cristiano!, ¡por favor!.
ALBERTO BENITO, DABAR 1989, 35



2.-De camino hacia Jerusalén. Todos los sinópticos hablan de un viaje de Jesús a Jerusalén. Pero sólo Lc ha hecho de él un motivo catequético básico: la vida de Jesús fue también un largo caminar hacia una meta. Durante el mismo, instruyó a la comunidad de discípulos de cara a su propio caminar. El discípulo de todos los tiempos encuentra aquí el canon perenne de su actuación cristiana.
Como telón de fondo del relato están la enemistad y el odio entre samaritanos y judíos: originariamente, de tipo racial; después, además, de tipo político y religioso. El camino habitual de Galilea a Jerusalén pasa por Samaría: Jesús, dirigiendo al grupo galileo de discípulos, irá por él. Pero no es esto lo que molesta a los samaritanos, sino la finalidad del viaje: el ir al templo de Jerusalén lo interpretan como una infravaloración de Garizín. A la propuesta de los discípulos, Jesús reacciona regañándolos: el discípulo no puede moverse por sentimientos de venganza, desquite o intransigencia. Es una crítica de Jesús a las posiciones maximalistas.
Las respuestas de Jesús en cuanto al seguimiento hay que entenderlas en la capacidad de sugerencia que adquiere el lenguaje en una cultura de tipo oral: no es tan importante lo que se dice cuanto lo que se quiere decir. El contenido de las propuestas de Jesús significan, pues, que seguirle, condición de todo discípulo (=cristiano), exige disponibilidad total, radicalidad de entrega y coherencia.
EUCARISTÍA 1989, 30



La segunda parte de la lectura contiene tres palabras de Jesús en torno a las actitudes del que quiere seguir como discípulo: debe calcular antes el riesgo que esta decisión implica. El primero que se le acerca se manifiesta lleno de un espontáneo entusiasmo. La respuesta de Jesús: "...el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza", le recuerda que su existencia tiene como objetivo el "caminar" hacia Jerusalén, es un éxodo permanente. El segundo es invitado por Jesús al seguimiento, pero el llamado pone condiciones. La respuesta de Jesús ofrece dificultades de interpretación: "Deja que los muertos entierren a sus muertos...". Deja que los indecisos entierren a sus muertos. La renuncia al seguimiento de Jesús es una renuncia a la vida. El tercero es una síntesis de los dos anteriores: manifiesta espontáneamente su voluntad de seguir a Jesús pero con condiciones. Tiene una semejanza con la vocación de Eliseo leída en la primera lectura. "El que... sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios": El seguimiento de Jesús exige una dedicación absoluta al Reino, por encima de los sentimientos y proyectos personales.
JUAN NASPLEDA, MISA DOMINICAL 1989, 14



Con esta página comienza la parte central de la narración de Lucas. Casi diez capítulos (19-28) para hablar del viaje (o "subida") de Jesús a Jerusalén. Marcos y Mateo lo despachan en unos pocos versículos.
Para Lucas la ciudad santa representa el culmen, el punto de llegada de todo el itinerario de Cristo.
Con puntillosa insistencia, Lucas precisa, seis veces, que Jesús está viajando hacia Jerusalén. Se intuye inmediatamente, sin embargo, que la capital no es sólo el punto de llegada de un viaje, sino el coronamiento de una historia de esperas y promesas. Jesús llega finalmente a Jerusalén, pero sólo para cumplir, a través de su pasión, muerte y resurrección, su "éxodo" hacia el Padre. Viaje ideal y real al mismo tiempo. Así, pues, la historia termina en Jerusalén y vuelve a partir de Jerusalén.
Y es saliendo de aquí cuando los apóstoles deben "hacer éxodo" para llevar la "alegre noticia" hasta "los confines de la tierra" (Hech 1,8).
Jerusalén será el centro de los eventos sucesivos de la salvación. Para lo otros dos sinópticos -Marcos en particular- la perspectiva es diversa. Es más, existe una neta oposición entre Galilea y Judea. Galilea es la cuna del evangelio. Judea representa la tierra del rechazo. Jesús va a Jerusalén sólo para morir. Y la cita con el resucitado se fija en Galilea. Aquí es donde todo ha empezado. De aquí debe salir de nuevo el movimiento de evangelización para el mundo entero.
Volvemos a Lucas. El, evidentemente, no presenta un calendario de viaje. Hay que desaconsejar resueltamente a quien quiera seguir los diez capítulos en un mapa. Sería para volverse loco.
Encontramos a Jesús casi a las puertas de la ciudad santa. E inmediatamente después vemos que se dirige a Galilea. No esperemos de Lucas, sin embargo, precisiones meticulosas de tipo cronológico o topográfico. Su geografía, evidentemente, es una "geografía teológica". Su intento es presentarnos un movimiento ascensional, convergente hacia la ciudad de la luz.
Y, en este extraño e interminable itinerario, Lucas introduce narraciones de sucesos diversos, milagros, instrucciones a los discípulos, predicaciones a la multitud, diatribas del Maestro con los irreductibles adversarios. Lucas construye con mucha habilidad, aunque con algún que otro artificio, un marco que abraza una parte consistente del misterio de Jesús.
En el fondo del cuadro se perfila ya la sombra inquietante de la cruz.
ALESSANDRO PRONZATO, El Pan Del Domingo Ciclo C, Edit. Sígueme Salamanca 1985.Pág. 136


viernes, 17 de junio de 2016

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XII TIEMPO ORDINARIO CICLO C - 19 JUNIO 2016

“PARA TI, EN ESTE MOMENTO, ¿QUIÉN SOY YO?”.



ORACION COLECTA

Concédenos, vivir siempre en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Zacarías 12,10-11;13,1

Así dice el Señor: «Derramaré sobre la dinastía de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de clemencia. Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo único, y llorarán como se llora al primogénito. Aquel día será grande el luto en Jerusalén, como el luto de Hadad-Rimón en el valle de Meguido.». Aquel día, se alumbrará un manantial, a la dinastía de David y a los habitantes de Jerusalén, contra pecados e impurezas.

SALMO RESPONSORIAL (62)

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. R.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!. Tu gracia vale más que la vida,  te alabarán mis labios. R.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos. R.

Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 3,26-29

Todos son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Los que se han incorporado a Cristo por el bautismo se han revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús. Y, si son de Cristo, son descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,18-24

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?».
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.».
Él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?».
Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.».
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.».
Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.».

COMENTARIO

Y ustedes ¿quién dicen que soy?. Es el test sobre nuestras relaciones con Jesús. Por una parte, el misterio de su personalidad es tan grande y tan desconcertante, y por otra parte evolucionamos tanto nosotros mismos, que continuamente hay que precisar de nuevo qué es lo que vamos siendo  en relación con él. Lucas indica que Jesús había estado “orando solo”. Es así como se tiene que preparar uno siempre que llega a un momento clave de su vida. Antes de entrar en los días difíciles, quiere verificar el estado de sus relaciones con sus discípulos.
Si no era para ellos más que un rabino, su enseñanza sería lo más importante. Pero debido a todo lo que él es, no se le puede escuchar ni seguir más que avanzando hacia su misma persona hacia su misterio.
Ese “¿quién soy yo para ustedes?” No es la pregunta curiosa y cariñosa de un maestro, sino una verificación capital: si no vislumbras suficientemente lo que soy, no entrarán en la relación absolutamente única que tiene que ligarles conmigo.
Se trata sin embargo de un error frecuente: leemos el evangelio e intentamos vivirlo, sin verificar bastante nuestras ideas sobre Jesús. Deberíamos comenzar cada lectura del evangelio – y más aún cada etapa importante de nuestra vida creyente-, poniéndonos bajo este interrogante  de Jesús: En este momento ¿quién soy yo para ti?. Para ti, no para la gente. Para ti, personalmente, por encima de las respuestas hechas. Una pregunta delicada.  Entonces progresaríamos de dos maneras: en el conocimiento de   Jesús   y   también en  la convicción de que sólo se vive  de verdad con él (escucharle, amarle y seguirle) a fuerza de situarnos bajo su misterio terreno y celestial. Siempre que nos aferramos sólidamente a un título: Mesías, Hijo de Dios, Verbo Dios y hombre, liberador, un profeta asesinado, el Sagrado Corazón, verdadero Dios y verdadero hombre, súper-star... Jesús impone silencio... sentimos la tentación de creer que hemos captado el misterio. Es difícil conocer a Dios sin herirle. Pero no, la relación con Jesús es una continua búsqueda de una doble identidad: “¿quién soy yo ahora?” ¿Y quién es Jesús para mí, ahora? Por otra parte, esto es verdad en toda relación: es incansablemente un reajuste recíproco ya que los dos cambian, es ésta una idea vulgar que olvidamos muchas veces en la práctica de nuestras relaciones ordinarias y sobre todo en el caso de Jesucristo. Pero Cristo ¿no cambia?. Sí, en dos aspectos. Primero, siendo cada vez mejor conocido. Los exegetas, los teólogos, los místicos y el pueblo de Dios movido por el Espíritu no cesan de escudriñar su misterio. ¡Y ese misterio es el misterio de un viviente! Consecuencia de la encarnación y de la resurrección, lo que Cristo va viviendo con los hombres en cada época hace de él un Cristo que cambia, un Cristo más “Total” aguardando el día en que adquiera su estatura completa. No podemos tratar de veras con él más que dejándonos trabajar por su pregunta continuamente reactualizada: “Para ti, en este momento, para el mundo en que vives y que influyes en ti “¿quién soy yo?”.

PLEGARIA UNIVERSAL

Hoy contemplamos a un Dios preocupado por su pueblo. Con esa convicción suplicamos al Señor, diciendo: Señor, acompáñanos en la vida.

1.-  Por el Papa Francisco, los obispos, los sacerdotes, los diáconos y los fieles de la Iglesia, para que escuchen la voz de Dios y guarden su alianza. Señor, acompáñanos en la vida.

2.- Por los que gobiernan las naciones, para que, imitando y siguiendo la voz de Cristo, atiendan las urgentes necesidades de sus pueblos. Señor, acompáñanos en la vida.

3.- Por aquellos que, dejándolo todo, fueron a proclamar el reino de los cielos y a atender a los necesitados. Señor, acompáñanos en la vida.

4.- Por todos nosotros -presentes en esta Eucaristía-  para que seamos siempre conscientes del gran amor que nos tiene Cristo, quien murió por nosotros y correspondamos  llevando ese  amor a los más necesitados. Señor, acompáñanos en la vida.

Señor, haz que con la escucha frecuente de tu Palabra y el  continuo  alimento de tu Cuerpo, sigamos con rectitud tus caminos,  ayúdanos y concédenos lo que verdaderamente necesitamos. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor este sacrificio de reconciliación y alabanza, para que purificados por su poder, te agradecemos con la ofrenda de nuestro amor. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Renovados con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, imploramos de tu bondad, Señor, que cuanto celebramos en cada eucaristía sea para nosotros prenda de salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes:    1R. 17.5-8.13-15ª.18;  Sal 59;  Mt. 7, 1-5.
Martes: San Luis Gonzaga, Religioso (MO)
R. 19, 9b-11.14-21.31-35ª.36; Sal 47; Mt. 7, 6.12-14.
Miércoles: 1R. 22, 8-13; 23, 1-3; Sal 118; Mt. 7, 15-20.
Jueves: 1R. 24, 8-27; Sal 78; Mt. 7, 21-29  
Misa Vespertina de la Vigilia (S)
Jr 1, 4-10; Sal 70; 1P 1, 8-12; Lc 1, 5-17.
Viernes: Natividad e San Juan Bautista (S) 
Is 49, 1-6; Sal 138; Hc 13, 22-26; Lc 1, 57-66.80.
Sábado: Lam. 2, 2.10-14.18-19; Sal 73; Mt. 8, 5-17.
Domingo:  1R. 19, 16b.19-21; Sal 15; Gl. 5, 1.13-18; Lc. 9, 51-62.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 9, 18-24

1.- Texto.
A la pregunta de quién es Jesús formulada por Herodes en Lc. 9, 7-9, Lucas ha respondido presentándonos a un Jesús que acoge a la gente y no la abandona a su propia suerte (Lc. 9, 10-17). Era el modelo a imitar que veíamos el día del Corpus. El texto de hoy arranca de la misma pregunta, formulada hoy por el propio Jesús: ¿Quién dice la gente que soy yo? La respuesta la hallamos en el v.22: El hijo del Hombre tiene que padecer mucho, ser desechado, ser ejecutado y resucitar al tercer día. Esta respuesta es un correctivo a la opinión sobre Jesús formulada por Pedro en términos de Mesías, es decir, de agente libertador del pueblo judío y restaurador del reino de Israel.
Frente a esta opinión, Jesús habla de su muerte y resurreción, para en los vs. 23-24 hacer extensivo este mismo camino a todos: El que quiera seguirme...
Una vez más, la perspectiva de Lucas no es tanto cristológica cuanto catequética. Lucas construye el texto pensando en Jesús como ejemplo a imitar; su interés es decirle al lector cómo debe ser a semejanza de Jesús. De la misma manera que Jesús tiene que morir y resucitar, el cristiano puede también perder su vida y salvarla. Muriendo a manos de otros y resucitando a manos de Dios, Jesús es el modelo de muerte cristiana.

Comentario. El modelo cristiano no es ascético. Negarse a sí mismo y cargar con su cruz cada día son al seguidor de Jesús lo que padecer, ser desechado y ser ejecutado son en Jesús. Jesús no murió; lo mataron. La negación de sí mismo y la cruz no son un ejercicio de autodominio y de sufrimiento que tenga su origen en la voluntad del ejercitante. La negación de sí mismo y la cruz de los que habla el texto tienen su origen en la voluntad de otros presionando sobre y contra el seguidor de Jesús.
El modelo cristiano ahonda sus raíces en el puro y crudo realismo. Enraizado, sin embargo, en el realismo, el modelo cristiano es lo más opuesto al fatalismo, al desengaño o la frustración. En el cristiano no hay cabida para la desesperanza.
Es importante recalcar, por último, que el modelo cristiano trazado en el texto es un camino común a todos. No cabe hablar de un camino para perfectos ni de consejos evangélicos. Se trata de un camino cuyo único requisito previo es querer hacerlo. El modelo es único y para todos el mismo, para todos duro, pero también maravilloso y esperanzado.
DABAR 1989/34



2.-Texto. A diferencia de los otros dos sinópticos, que sitúan la escena en la zona de Cesárea de Filipo. Lucas omite toda referencia local, sustituyéndola por un tiempo de oración de Jesús. Con este telón de fondo asistimos después a la conversación de Jesús con sus discípulos. Y cosa muy poco habitual, el tema de conversación versa sobre el propio Jesús.
¿Quién dice la gente que soy yo? ¿Quién decís que soy yo? Oponiéndose a la opinión de sus discípulos, Jesús habla de sí mismo como del Hijo del hombre que tiene que padecer mucho, ser desechado, ser ejecutado y resucitar. "Tiene que" rige a los cuatro infinitivos. En las palabras que siguen Lucas amplia el auditorio, hecho no suficientemente recogido por la traducción litúrgica. Van dirigidas no sólo a los discípulos sino a todos en general. El tono de las mismas ya no es el de la conversación distendida sino el de la afirmación grave y categórica. El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. La puntualización "cada día" confiere a las palabras un matiz que no se encuentra en los otros sinópticos.
Comentario. La fórmula de encabezamiento en el original confiere a este texto la categoría de texto importante. La mención de la oración ratifica este calificativo. En todo lo que llevamos de actuación de Jesús es la primera vez que el autor centra su atención en Jesús mismo, no en lo que éste dice o hace. ¿Quién es Jesús? Se trata, pues, de adentrarse en su persona, de saber de él.
Se sucede una reseña de opiniones. Es eso, una simple reseña, porque Lucas no entra en su valoración. Pero hay una opinión en la que sí se detiene. Es la expresada por Pedro: El Mesías de Dios. Y se detiene para prohibirla y, en su lugar, hablar de el Hijo del hombre.
Ríos de tinta han corrido a propósito de ambos títulos. Me siento incapaz de una síntesis.
Tampoco, tal vez, sea importante o necesaria aquí. Pero lo que sigue sí que lo es: Tiene que padecer mucho, ser desechado, ser ejecutado, resucitar.
J/MU/NECESIDAD J/PASION/NECESIDAD TENER-QUE: Es decir, los padecimientos infligidos, la muerte impuesta y la resurrección forman parte esencial y necesaria de la vida de Jesús. "El Hijo del hombre tiene que". La explicación de esta necesidad nos llevaría muy lejos. Simplemente quiero indicar que esta necesidad no tiene nada que ver con la fatalidad de la tragedia clásica griega. Es una necesidad que ahonda sus raíces en la vida tal y como ésta es: con sus mezquinos y mortales juegos de intereses, pero también con la presencia de la gracia.
Jesús vive inmerso en ambos componentes: por eso tiene que ser eliminado y tiene que vivir.
CZ/SEGUIMIENTO: Pero esta condición no es aplicable solamente a Jesús. Los dos últimos versículos de hoy la hacen extensiva a todos y cada uno de sus seguidores. El v. 23 aclara el concepto de seguimiento: El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. En la formulación de Lucas no se trata de seguir a Jesús con vistas al momento final de la cruz, sino de un seguimiento continuado, día a día. La cruz deja de referirse exclusivamente a un instrumento de suplicio concreto y determinado y pasa a abarcar la mil pruebas que en el vivir cotidiano acechan al seguidor de Jesús por el hecho de serlo y de llevar un estilo de vida como el suyo. Este estilo de vida puede llevar al seguidor de Jesús a tener que dejar jirones de su vida en el camino, pero sólo un estilo de vida así merece realmente el nombre de vida.
DABAR 1986/35



3.-Aunque Lucas no dice donde ocurrió esta escena, sabemos por los otros sinópticos que fue en un lugar cercano a Cesarea de Filipo.
Por su parte, Lucas es el único que nos habla de esta oración de Jesús en presencia de sus discípulos. La oración de Jesús solo al Padre es una señal de su relación singular con él, en la que nadie puede inmiscuirse.
Jesús tiene conciencia de su dignidad y de su misión, sabe quién es y lo que ha venido a hacer en el mundo. Pero los hombres no pueden hacer otra cosa que barruntar este misterio insondable y muchas veces andan despistados. La gente está dividida en sus opiniones respecto a Jesús: unos dicen que es el bautista revivido, otros que Elías o alguno de los antiguos profetas.
Jesús interpela directamente, personalmente, a los suyos, a los que ha elegido y reunido en torno a su persona. La fe es una respuesta personal al misterio de Cristo que nos interroga.
Pedro responde por sí mismo y, en cierto modo, en nombre de los doce. Lo que dice de Jesús es la expresión de un conocimiento que le ha sido dado. No inspirado por la simpatía o por la admiración al Maestro, por la carne o por la sangre, sino por el Padre.
Nadie puede entrar en el misterio de Cristo, si Cristo no se manifiesta en sus palabras y en sus obras, y si Dios mismo, el Padre, no le introduce en ese misterio.
Jesús prohíbe a sus discípulos que vayan diciendo a la gente que él es el mesías de Dios. No por nada, sino porque quiere evitar malentendidos. Los contemporáneos de Jesús, incluso sus propios discípulos, pensaban en un mesías que restableciese el honor de Israel y lo librara de la opresión extranjera que padecía. El significado de la persona, de las palabra y las obras del Maestro, de la excelsa dignidad del mesías de Dios, lo descubrirían los apóstoles tan sólo a la luz de los acontecimientos pascuales. Entonces, y una vez recibido el Espíritu Santo, llegaría el momento de proclamar sin equívocos que Jesús es el Cristo, el mesías de Dios.
Jesús entiende su mesianismo de acuerdo a lo anunciado por Isaías sobre el siervo de Yahvé. Ha venido, por tanto, a cumplir en todo la voluntad de Dios. Y ésta es la voluntad de Dios: que el hijo del hombre padezca, muera y resucite. Lucas no dice cómo reaccionaron los discípulos ante semejante programa, pero Marcos nos dice que el mismo Pedro que confesó su fe trató de apartar a Jesús de este camino (Mc 8, 32).
La suerte que Jesús está dispuesto a correr entregando su vida hasta la muerte de cruz, es elevada a norma de conducta de cuantos quieran seguirle como discípulos. Sólo así puede llegar a la gloria de la resurrección, sólo así resucitarán con él los que creen en él. Porque vivir es dar la vida, y retener la propia vida para ponerla a salvo es morir sin remisión.
EUCARISTÍA 1989/29



4.-a) En un primer momento, Cristo quiere obtener una confesión de los Doce sobre su mesianidad. Por boca de Pedro, los apóstoles llegan a confesarla, después de haber descartado las demás hipótesis posibles.
Pero esta mesianidad es equívoca en la medida en que entraña, en el espíritu de los contemporáneos, la idea del restablecimiento del Reino por la violencia y por un juicio de las naciones.
También Cristo impone antes que nada el silencio a los suyos, sugiriéndoles que no habrá mesianidad sino a través de la muerte y la resurrección.
MESIAS/CZ: En un momento dado de su ministerio Jesús ha tomado, pues, conciencia de las modalidades en las que iba a ejercerse su mesianidad y ha hecho compartir esta convicción a los suyos. Se advertirá que esta luz le ha sido dada (v. 18) en el curso de un tiempo de oración. En su deseo de responder lo más perfectamente posible a la voluntad de Dios, Jesús quiere que su mesianidad no tenga nada de político ni de desquite (cf. Mt 8, 4-10), sino que sea toda de dulzura y de perdón. Esta opción no es fácil de tomar ni de mantener. Numerosas oposiciones se dirigen contra Jesús, y este no tarda en darse cuenta de que tal elección le conducirá a la muerte (v. 22).
Cabe imaginarse el drama de conciencia de Cristo: se sabe encargado de cumplir con una vocación mesiánica, entiende que ha de cumplirla en la dulzura y con medios pobres y se da cuenta de que no podrá conducir a buen término su obra al intervenir la muerte antes de su realización. ¿Entonces? Sin duda Dios quiere que sea más allá de la muerte cuando Jesús complete con éxito su misión mesiánica. ¡Dios no le abandonará, sin duda, en la muerte! De esta manera Cristo llega a pensar en su resurrección y a proclamarla (v. 22).
b) Esta meditación de Cristo sobre el más allá de su muerte explica, sin duda, que este pasaje inaugurara primitivamente el discurso eclesiástico (Mt 18): al presentar su muerte Cristo comienza, en efecto, a constituir la comunidad que prolongará su obra. Por esto se preocupa de la fe y de la fidelidad de sus discípulos: Lucas ha condensado en los vv. 23-26 algunas sentencias de Cristo sacadas del discurso apostólico (Mt 10, 33, 38, 39): los discípulos del Mesías no resultarán más favorecidos que el Maestro si permanecen profundamente fieles a su papel mesiánico en el mundo e integran a su misión el sufrimiento y el despojo que le son inherentes.
J/ORACION. Lucas muestra a Cristo en oración cada vez que va a tomar una decisión importante o va a comprometerse en una nueva etapa de su misión (cf. Lc 3, 21; 6, 12; 9, 29; 11, 1; 22, 31-39). Lucas es, en este caso, el único que menciona la oración de Cristo (v. 18) antes de obtener la profesión de fe de los suyos y de anunciarles su Pasión. Así cabe pensar, como en cada una de las demás circunstancias mencionadas por Lucas, que Jesús reza por el cumplimiento de su misión, cuyos contornos no ve más que en la oscuridad. No basta explicar esta actitud de oración en Jesús por el deseo único de dar ejemplo a sus apóstoles. Jesús no ora simplemente con fines edificantes. Si reza es porque realmente el objeto de su oración no le parece cierto: los teólogos que atribuyen a Jesús un conocimiento perfecto del futuro no pueden dar un contenido real a la oración implorante de Jesús: no se reza para que la ley de la gravedad produzca sus efectos. Si Jesús reza es que el futuro, como es el caso de todo hombre, no está en sus manos, y que la incertidumbre sobre lo que va a pasar reina en su conciencia. La voluntad humana, que es la suya, no tiene en sí misma el poder de realizar su misión; también El pide a Dios luz y ayuda.
La oración de Jesús es, pues, real: significa que El afronta el misterio de la muerte que se perfila en el horizonte de su ministerio en la oscuridad de la conciencia y del saber humanos.
MAERTENS-FRISQUE 5.Pág. 95



5.-Lucas ha terminado la narración de la actividad de Jesús en Galilea y antes de iniciar la narración del viaje a Jerusalén se dirige al grupo de los discípulos y les revela los misterios del reino de Dios. En este contexto y la lectura de hoy es el punto culminante del progreso.
La confesión mesiánica de Pedro viene corregida y desarrollada en la revelación del misterio del sufrimiento del Mesías. A esa revelación se vincula íntimamente el llamamiento a tomar la cruz. El texto habría sido más completo si se hubieran añadido las sentencias siguientes en las que se precisan los riesgos que pueden desfigurar y desvirtuar el seguimiento de Jesús: el afán de ganancias y el miedo a confesar a Jesús, avergonzarse...
Pedro no confiesa sólo a Jesús como Mesías sino como el Mesías de Dios. Al presentarlo así, Lucas, subraya que Jesús está de tal manera subordinado al Padre que, por medio de él y en él, Dios intervienen en la historia de la salvación. Jesús precisa que la mesianidad no se puede entender sin la pasión, muerte y resurrección.
Todos deben acoger la llamada al sufrimiento y el anuncio de las condiciones. Hay una identidad y una continuación entre la vida de Jesús y la del discípulo que le sigue. Como la vida de Jesús también la del discípulo está marcada por la cruz. La disponibilidad en el seguimiento puede llevar a casos límites.
En el momento en que escribe Lucas la persecución ha cesado y el gran peligro de la Iglesia es la sed de bienes temporales y de seguidores que sofocan la fe y conducen a querer pasar desapercibidos para no renovar la persecución y el martirio. Se pregunta explícitamente, ¿quién es Jesús? La respuesta de los discípulos nos da a conocer lo que se pensaba de él. También hoy es oportuno escuchar las respuestas que se dan ante la presencia de Jesús. Hay que replantear la pregunta no para responder en un plan conceptual, sino personal.
P. FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1986/13



06.
Autor: P. Juan Carlos Ortega Rodríguez 
No sé si a usted le ocurre lo mismo que a mí. Algunas expresiones del Evangelio me han sido difíciles de entender, cuanto más de vivirlas. 
Una de ellas es la que el Santo Padre ha propuesto a los jóvenes: “En esta ocasión, deseo invitarles a reflexionar sobre las condiciones que Jesús pone a quien decide ser su discípulo: Si alguno quiere venir en pos de mí – Él dice -, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Lc 9, 23). 
De las tres condiciones que Cristo pone (renunciar a sí mismo, tomar la cruz y seguirle), la primera me ha creado más dificultades de comprensión. 
Parecería que Jesucristo y el mismo Papa no saben mucho de psicología y sociología humana, pues “el hombre tiene arraigado en el profundo de su ser la tendencia a pensar en sí mismo, a poner la propia persona en el centro de los intereses y a ponerse como medida de todo”. ¿Cómo, entonces, se les ocurre pedir al hombre, y más aún al joven, que renuncie a sí mismo, a su vida, a sus planes? 
En realidad, “Jesús no pide que se renuncie a vivir, sino que se acoja una novedad y una plenitud de vida que sólo Él puede dar”. He aquí el elemento que nos hace entender las palabras evangélicas. En realidad no se nos pide renunciar sino todo lo contrario. Se nos pide y recomienda acoger, y en concreto, acoger toda la grandeza de Dios. 
Quizá un ejemplo nos ayude a entender este juego verbal entre renunciar y acoger. Cuando unos recién casados me piden bendecir su hogar me muestran, una por una, las dependencias de la casa: el comedor, la cocina -- ¡para que no se le queme la comida!, suelen comentar los maridos --, la sala de estar, la habitación del matrimonio -- me da mucho gusto cuando la preside un crucifijo o una imagen de la Virgen -- y la habitación de los niños. Ésta ordinariamente, como todavía no han llegado los bebés, está llena de todos los regalos de boda. No falta el comentario de la esposa que se excusa p orque todavía no ha tenido tiempo de revisar todos los presentes recibidos. 
Pero, he aquí que llega la cigüeña y es necesario preparar la habitación para el bebé. ¿Qué se hace? ¿Se renuncia a los regalos? ¡Ni mucho menos! El deseo de acoger al primer hijo, plenitud del amor y de la vida de los nuevos esposos, les mueve a buscar lugares en el hogar dónde colocar los regalos de modo ordenado. 
El modo de actuar de los primerizos papás es algo parecido a lo que Cristo nos pide. Como la alegría del primer bebé ordena las cosas del hogar, así cuando “el seguimiento del Señor se convierte en el valor supremo, entonces todos los otros valores reciben de aquel su justa colocación e importancia”. 
”Renunciar a sí mismo - dice el Papa - significa renunciar al propio proyecto, con frecuencia limitado y mezquino, para acoger el de Dios”. Pero debemos entenderlo correctamente. Renunciar a sí mismo no es un rechazo de la propia persona y de las buenas cosas que en nosotros hay, sino acoger a Dios en plenitud y con su luz, no con la nuestra, ordenar todos los elementos de nuestra vida. 
Ante nuestros proyectos limitados y mezquinos, como los llama el Santo Padre, se encuentra la plenitud del proyecto de Dios. ¿En qué consiste esta plenitud? En primer lugar, ante el limitado plan humano del tener y poseer bienes, Dios nos ofrece la plenitud de ser un bien para los demás. En realidad, el Señor no quiere que rechacemos los bienes, por el contrario desea que nosotros nos convirtamos en un bien y usemos de lo material en la medida que nos ayude a ser ese bien para los demás. “La vida verdadera se expresa en el don de sí mismo”. 
A la autolimitación del hombre que “valora las cosas de acuerdo al propio interés”, se nos propone la apertura a la plenitud de los intereses de Dios. Se nos invita a obrar con plena libertad aceptando los planes de Dios, que siempre serán mejores que los nuestros. No se nos quita la capacidad de decid ir. Por el contrario, se nos ofrece la oportunidad de que nuestra libertad escoja en cada momento lo mejor para nosotros, que es la voluntad de Dios. 
Por último, a la actitud humana de “cerrarse en sí mismo”, permaneciendo aislado y sólo, se nos propone el vivir “en comunión con Dios y con los hermanos”. No se nos pide dejar de ser nosotros mismos. Más bien, se nos invita a valorar lo que somos, hasta el punto de considerarnos dignos para Dios y para los demás. 
En resumen, cuando Jesucristo nos pide renuncia, en realidad nos está invitando a vivir plenamente la vida.