miércoles, 29 de noviembre de 2017

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO I ADVIENTO CICLO B - 3 DICIEMBRE 2017

QUE NO LOS ENCUENTREN DORMIDOS


ORACION COLECTA

Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene, acompañado por las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino eterno. Por Nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del Profeta Isaías 63, 16b-17; 64, 1. 3b-8.

Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es «nuestro redentor».
Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema?.
Vuélvete por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad.
¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia!
Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él.
Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos.
Estabas airado y nosotros fracasamos: aparta nuestras culpas y seremos salvos.
Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento.
Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas al poder de nuestra culpa.
Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obran de tu mano.
No te excedas en la ira, Señor, no recuerdes siempre nuestra culpa: mira que somos tu pueblo.

SALMO RESPONSORIAL (79)

Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. R

Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y que tú hiciste vigorosa. R.

Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 1, 3-9

Hermanos: La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con ustedes.
En mi Acción de Gracias a Dios los tengo siempre presentes, por la gracia que Dios los ha dado en Cristo Jesús.
Pues por él han sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en ustedes se ha probado el testimonio de Cristo.
De hecho, no carecen de ningún don, ustedes que aguardan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
El los mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusarse en el tribunal de Jesucristo Señor Nuestro.
Dios los llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor Nuestro. ¡Y El es fiel!.

06.- EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 13, 33-37.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Miren, vigilen: pues no saben cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velen entonces, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡velen!

COMENTARIO

Jesús insiste mucho en la necesidad de estar en vela. ¡Que no los encuentre dormidos! ¿Qué es exactamente lo que nos pide? ¿Estar siempre en estado de alerta? ¿Ser guardianes que no tienen nunca derecho a dormir? El portero de esta parábola tiene que estar efectivamente en estado de alerta al anochecer, a medianoche, al canto del gallo y al amanecer. En tiempos de Jesús, esta enumeración de las cuatro vigilias romanas de la noches. De día podríamos vivir tranquilos, pero ¿Habrá que estar aguardando desde el atardecer hasta el amanecer?  ¿Aguardar qué? ¿Nuestra muerte? ¿El final del mundo? ¿Su vuelta final? (Jesús hablaba a sus discípulos de su venida). Realmente es todo esto lo que hay que aguardar, según el sentido del período litúrgico en que entramos: el adviento es la celebración de las venidas de Cristo, a nuestra vida y al mundo, desde su primera venida en navidad hasta la última, la parusía, su venida triunfal al final de los tiempos. El adviento es una letanía de los tiempos: ha venido, va a venir, viene. Viene en este momento, donde estoy, en lo que hago, si mi corazón está dispuesto a acoger su manera de venir. El cristiano está al acecho de una visita personal de Jesús, pero atento también a los signos de los tiempos, al avance del mundo hacia el gran día; es un hombre en estado de alerta.
¿Incluso de noche? -Bien, volvamos a la noche. En la Biblia, la noche simbólica a este mundo en contraste con el mundo venidero que será un mundo de luz. Decir que hemos de velar de noche significa que toda nuestra existencia en la tierra se va desarrollando en una especie de noche. Pero en navidad oiremos este bello texto de Isaías: El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz. Es verdad, Jesús es nuestra luz, ha venido para hacernos vivir en la luz. El que me sigue, afirmó, no camina en tinieblas. Esta frase es de las más hermosas y de las más fuertes del evangelio. Jesús nos libera de la noche. ¡Pero si le seguimos! Y por eso precisamente es por lo que no hay que dormir. Dormidos, en sentido espiritual, cuando perdemos poco a poco nuestros reflejos de cristianos. Vemos muy bien que tendríamos que comprometernos en eso, negarnos a que nos arrastran hasta allí, pero nos dejamos llevar, cedemos a las ideas superficiales, a los rumores, al que dirán. Decimos: Cada vez reza menos; yo tampoco rezo mucho. Pero no reaccionamos. Pensamos: Debería participar mucho más en la vida parroquial. O: me voy haciendo egoísta, huraño. Pero no tengo muchas ganas de cambiar. Poco a poco se apaga la luz del evangelio y empezamos a vivir como todo el mundo, en la noche, como si no hubiera venido Cristo. ¡Como si él no viniera continuamente a amar, a luchar por la justicia, es él! Esta invitación a reavivar nuestra fe para vivirla mejor y transmitirla, es él. Esta fuerza para soportar la enfermedad sólo la puede dar él. Sólo él puede hacer de nuestra ancianidad una vida ascendente. Todas sus venidas son ofrecimientos de vida. Por eso insiste tanto: velen. No se duerman. No tendrán dos vidas.

07.- PLEGARIA UNIVERSAL

Hermanos, preparándonos para recibir al Hijo que nos envía nuestro Padre desde el cielo, roguemos que realice su salvación en la Iglesia y en el mundo.

1.- Por la Iglesia de nuestro tiempo; que espere al Salvador, renovándose en pureza y santidad. Roguemos al Señor.

2.- Por los discípulos de Cristo; que nos dediquemos más a profundizar nuestra fe, y a buscar a Dios en nuestra vida. Roguemos al Señor.

3.- Por quienes, algunas veces nos sentimos desalentados, o afligidos por el sufrimiento; que el Señor venga a sostenernos con su gracia. Roguemos al Señor.

4.- Por nuestra asamblea; que pongamos empeño en responder con generosidad a los llamados de Dios. Roguemos al Señor.

5.- Oremos en silencio según nuestras propias intenciones.  Roguemos al Señor.

¡Señor, Dios!, tú que prometes la salvación; por medio de tu Hijo Jesús: haz que nuestros corazones se abran a tu amor de Padre, y danos energía para querer y hacer cuanto tú esperas. Por Cristo, nuestro Señor.

10.- ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor este pan y este vino, escogidos de entre los bienes que hemos recibido de ti, y concédenos que eta eucaristía, que nos permites celebrar ahora en nuestra vida mortal, sea para nosotros prenda de salvación eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

12.- ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Señor, que fructifique en nosotros la celebración de estos sacramentos con los que tú nos enseñas, ya en nuestra vida mortal, a descubrir el valor de los bienes eternos y a poner en ellos nuestro corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 04:  Is 2, 1-5; Sal 121; Mt 8, 5-11.
Martes 05: Is 11, 1-10; Sal 71; Lc 10, 21-24.
Miércoles 06: Is 25, 6-10ª; Sal 22; Mt 15, 29-37.
Jueves 07:    Is 26, 1-6; Sal 117; Mt 7, 21-27.
Viernes 08:   Gn 3, 9-15.20; Sal 97; Ef 1, 3-6.11-12; Lc 1, 26-38.
Sábado 09: Is 30, 19-21.23-26; Sal 146; Mt 9, 35-10, 1.6-8.
Domingo 10:    Is 40, 1-5.9-11; Sal 84; 2P 3, 8-14; Mc 1, 1-8.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mc 13, 33-37

1.- Nos hallamos ante la versión de Mc de la parábola que hace dos domingos veíamos en Mt 25. 13-30. En ambos casos se trata de una invitación a vivir con la mirada puesta en el futuro: "Velad porque no sabéis el día ni la hora" (Mt 25. 13). "Vigilad, pues no sabéis cuándo es el momento" (Mc 13. 33). Las diferencias de ambas versiones están en los interlocutores y en el desarrollo.
Mt supone unos interlocutores amplios: los discípulos. Mc, en cambio, parte de unos interlocutores restringidos: Pedro, Santiago, Juan y Andrés (ver Mc 12. 3; la traducción litúrgica ha pasado por alto este detalle). Esta restricción explica la frase final: "Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos" Mc 13. 37).
En cuanto al desarrollo, Mt amplía lo que Mc presenta escuetamente como un marcharse lejos de un hombre confiando a los criados el cuidado de sus bienes. Mc no insiste en el cuidado de los bienes por parte de los criados, sino en la actitud alerta y vigilante a tener desde el momento que no se conoce la llegada del amo. A poco que nos fijemos, descubrimos que el término repetido con insistencia es el verbo velar o vigilar. Es decir, la versión de Mc es inequívocamente una invitación a vivir con la mirada puesta en el futuro.
-Comentario. Si la forma de las versiones de Mc y de Mt es diferente, el fondo es idéntico en ambas. La forma ofrece un magnífico ejemplo de transmisión dinámica y creadora de las palabras de Jesús por parte de los evangelistas. El fondo pone de manifiesto el respeto al pensamiento de Jesús y la coincidencia en él por parte de esos mismos evangelistas. Dicho esto, el comentario tiene que ser por fuerza el mismo que el de hace tres y dos domingos (32 y 33 ordinarios). Invitación a un modo de estar en la vida con la mirada puesta en el futuro de Dios y en el de nosotros con él. Invitación a no vivirnos sólo desde nosotros mismos sino también desde Dios. Un Dios no sólo presente, sino también futuro, y por futuro, inagotable; siempre viniendo, imprevisible, sin que podamos decir cuándo y cómo.
Alberto Benito, Dabar 1987/01



2. VIGILANCIA/QUÉ-ES: QUÉ SIGNIFICA VELAR EN EL CAP. 13 DE Mc. DISPONIBILIDAD PARA LA ULTIMA VENIDA Y PARA LA VENIDA DE CADA DÍA.
El Evangelio no puede concebir una mirada al porvenir, que contemple con indiferencia las realidades presentes. La esperanza evangélica del presente se vive en "el hoy de Dios". El autor, después de haber hecho vibrar de esperanza a sus oyentes, haciéndoles vislumbrar la liberación traída por el Hijo del hombre en su intervención final, les pide que su confianza y su entusiasmo se concreten en una acción cotidiana.
Una palabra resume esta actividad por la que la esperanza se autentifica y cristaliza en realidades concretas: velar; palabra cuyo sentido se explica en el cap. 13, pues a lo largo de toda esta homilía sobre el final de los tiempos, corre el mismo llamamiento a la vigilancia, traducido en expresiones como éstas: "que no os engañe nadie" (v. 5), "mirad por vosotros mismos" (v. 9), "no os preocupéis de..., pero el que persevere hasta el fin..." (vv. 11/13), "estar sobre aviso; mirad que os lo he predicho todo" (v. 25).
Velar es trabajar. Dice el evangelista que cada cual ha recibido ya su "trabajo" (v. 34); no desarrolla más el tema. (...).
Nuestro autor sabe que los cristianos deben esperar la venida de Jesús, entregados a su trabajo de cada día, pero se interesa más por la profunda actitud interior sin la cual no podría hablarse de trabajo que realizar: la mirada creyente, la fe.
(...). Velar es lo contrario de "dormir" (v. 36); es tener abiertos los ojos; es mirar con ojos atentos a todas las lecciones que pueden instruirnos, incluso a las impartidas por la naturaleza.
Todos los años, en primavera, el despertar de la germinación se manifiesta por humildes indicios que anuncian, a quien sabe verlos, los esplendores de la estación que está para llegar (v. 28 s.).
Que esta atención que prestamos a la primavera, denotada por una discreta yema de higuera, se convierta en nosotros en atención centrada en unas realidades esenciales; indicios de su proximidad son unas señales que la mirada distraída no puede percibir y son asequibles sólo a los "contemplativos".
En tiempos apacibles o en circunstancias revueltas, los contemplativos saben ver las señales que, como pompas que emergen a la superficie, anuncian movimientos profundos. Y estos movimientos profundos interesan mucho más que los otros.
Velar es, pues, no dejarse engañar por lo episódico y lo superficial, por esos falsos mesías que pululan en los períodos angustiosos, cuando resuenan estruendos de guerra y, más o menos justificadamente, corren voces de cataclismo, hambres, sequías u otras calamidades. En tales circunstancias hacen su aparición individuos -"falsos cristos y falsos profetas- que realizarán señales y prodigios" (v. 22), con excesivas prisas para creer y afirmar que poseen la clave de los enigmas del tiempo y que disponen del eficaz "¡ábrete sésamo!" capaz de barrer todas las dificultades.
Velar es, además, no dejarse desconcertar por las dificultades que acosan a la Iglesia: persecuciones de todo orden, piensa nuestro autor; o también, no dejarse sorprender por las divisiones que el anuncio de la fe no deja de causar en las comunidades humanas, especialmente en las familiares, en las cuales, cuando unos aceptan, otros rechazan. Estos dramas no pueden impedir la predicación de la Buena Noticia en el mundo entero. El autor de los Hechos de los Apóstoles va mucho más allá al afirmar, por propia experiencia, que estas odiosas persecuciones, en realidad favorecen a la predicación del Evangelio (Hch 8. 18, etc.) Cualquiera que sea la importancia que estos dramas parezcan tener, lo único que en definitiva tienen es una orientación profunda, que ha de ser objeto de una atención permanente, tenaz y vigilante, por parte de los cristianos. Esta orientación es la intervención divina obradora de la salvación de los hombres; es la venida de JC: su manifestación final, que se verifica ya, día tras día, a medida que el Reino de Dios va siendo un poco más aceptado por los hombres.
En última instancia, la vigilancia es la disponibilidad para la última venida y para la venida de cada día.
Es fácil pedir: "¡Venga a nosotros tu Reino!"; esta oración "acelera" el cumplimiento de la promesa. Más difícil es estar preparado y prepararlo todo para esta venida.
Louis Monloubou, Leer Y Predicar El Evangelio De Marcos, Edit. Sal Terrae Santander 1981.Pág. 164



3. J/CIENCIA:
Muchos exegetas no logran captar una distinción sustancial entre este texto y el precedente. Sin embargo, basta observar cómo el evangelista opera una clara distinción entre el acontecimiento que puede ser relativamente previsto, o sea, la destrucción del templo, y el día del que nadie sabe nada: el de la "parousía" de Cristo.
Esta fecha, absolutamente secreta, no es conocida por los ángeles ni por el Hijo del hombre, sino solamente por Dios. Muchos preguntan cómo Jesús, siendo Dios y presentado como tal en este evangelio, puede no conocer la fecha del fin.
A esto hay que responder, en primer lugar, que el misterio de la Encarnación no deja de ser misterio: sabemos, en efecto, que Jesús fue un hombre como todos los demás y que tuvo las naturales lagunas culturales de sus contemporáneos. Él sabría hablar el arameo, entendería algo el hebreo, y chapurrearía las frases más corrientes en griego helenista: ni más ni menos que sus contemporáneos. Sin embargo, hay aquí una observación muy fina: se trata del "hijo del hombre".
Ya hemos visto cómo la cristología del segundo evangelio es una cristología del hijo del hombre. Ello quiere decir que Jesús, en cuanto "hijo del hombre", debe comunicar un determinado mensaje con sus límites y sus fronteras. En este mensaje no entraba satisfacer la curiosidad de los hombres con respecto al final de la "película humana".
El significado de la exhortación es claro y perfectamente coherente con el contexto: se pide a los creyentes la máxima vigilancia: "velad, porque no sabéis a qué hora viene el amo de la casa, si por la tarde o a medianoche o al primer canto del gallo". Lo interesante es que no vuelva de forma imprevista y os encuentre "cabeceando". Por lo tanto, a los creyentes se les pide que renuncien a realizar cálculos y a hacer previsiones sobre el fin, más o menos próximo, de los tiempos. Por el contrario, deberían aguardar sin temor alguno aquel fin, empleando el tiempo presente en el trabajo incansable de cada día.
Abstenerse de las actividades humanas para prepararse mejor para el final no es una interpretación válida del discurso de Jesús.
Comentarios A La Biblia Liturgica Nt, Edic Marova/Madrid 1976.Pág. 1197



La finalidad de la apocalíptica es, sobre todo, la de revelar la fecundidad escondida de la fe en Dios, que en este mundo parece haber fracasado. Por tanto, no pretende, en primer lugar, inculcar la fidelidad, sino más bien consolar a los que la viven. Pero Marcos siente la necesidad de inculcar ante todo la fidelidad a Cristo: "Fijaos bien que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi lugar y dirán: "yo soy el que esperábais, y engañarán a muchos" (13, 5-6). Y más adelante: "Si alguien os dice entonces: "mira, el Cristo está aquí" o "está allá", no le creáis. Ya que aparecerán falsos cristos y falsos profetas que harán señales y prodigios con el fin de engañar" (13, 21-22).
Parece como si Marcos viviera en una situación (quizás piensa en los diversos movimientos revolucionarios y mesiánicos que surgieron en Palestina en el decenio 60-70) de fermentos engañosos y sugestivos, ante los cuales es necesario permanecer apegados a la fe tradicional.
Además de la invitación a la fidelidad, hay en el discurso una llamada al coraje en la persecución. La persecución no es ni mucho menos un mentís contra el Reino, sino simplemente un lugar de testimonio y hasta una situación en que aflora un drama mucho más grande: la lucha entre el bien y el mal, entre Dios y Satanás.
Y finalmente la proximidad. Marcos cree firmemente en la "inminencia" de la parusía: la parábola de la higuera es muy clara en este sentido.
Pero la inminencia no es un hecho cronológico, de hoy o de mañana.
PARUSIA/TIEMPO:La parusía es al mismo tiempo inminente e imprevisible: el Señor puede llegar hoy, pero nadie puede estar seguro de que sea hoy su venida, ya que nadie puede disponer de un acontecimiento que sólo depende de la voluntad soberana de Dios. Por eso el único comportamiento realmente serio es la vigilancia, estar siempre dispuestos a acogerlo, en cualquier momento y lugar. La exhortación a la vigilancia se repite como un estribillo (versículos 5, 9, 23, 33, 35, 37). Se trata de una llamada que no es frecuente en la apocalíptica judía y en la teología rabínica; es típicamente cristiana. Y es una vigilancia doble: contra las ideas de los exaltados y contra las especulaciones de los falsos profetas por una parte, y contra la relajación de los que se acomodan a este mundo, por otra.
Parece como si Marcos tuviera ante la vista un doble peligro: efectivamente; por un lado, parece dirigirse a unas personas que han descuidado la vigilancia y no viven ya en la perspectiva escatológica, adaptándose quizás demasiado bien a este mundo; por otro, se opone a los que parecían creer que el final era inminente. A los primeros les dice:"Estad atentos y vigilad. Los hechos y los comportamientos de nuestra época indican que están ya a punto de empezar las agitaciones escatológicas." Y a los otros les dice: "No ha llegado todavía el final. Ni siquiera el Hijo del Hombre conoce la fecha." Finalmente, queremos señalar los diversos aspectos que encierra la vigilancia cristiana, tal como se deducen del conjunto del discurso y especialmente de la parábola del señor que regresa de noche a su casa.
Vigilar significa estar constantemente alerta, despiertos, en situación de espera. Significa vivir una actitud de servicio permanente, a disposición del amo, que puede regresar en cualquier momento. Significa, finalmente, lucha, fatiga, renuncia. No significa ni mucho menos indiferencia o falta de compromiso ante las obligaciones de cada día.
Bruno Maggioni, El Relato De Marcos, Edic. Paulinas/Madrid 1981.Pág. 187



5.VIGILANCIA. LA PARÁBOLA DEL PORTERO centra la atención del evangelio de hoy.
Esta parábola es de las que describen UNA ACCIÓN. La intención del parabolista es atraer la atención sobre esta acción que se convierte en paradigmática y así proponerla a los oyentes. He aquí la parábola del Portero: "se le recomienda QUE VIGILE"; así, vigilar se convierte en una acción significativa en la que están implicados los oyentes: "igual tenéis que vigilar vosotros".
Convirtiéndose en una propuesta concreta para la situación eclesial presente: "no sea que os encuentre dormidos".
El Reino de Dios es una acción progresiva en la que se nos invita a entrar. Hoy se nos propone entrar VIGILANDO. La acción de vigilar comporta no dormirse, en nuestro caso no se sabe hasta cuándo. Noten el interés de la parábola del Portero por mostrar LA GRATUIDAD DE LA ACCIÓN DE VIGILAR, ,

J. Fontbona, Misa Dominical 1990/22



6.- Se abre el Adviento con esta fuerte llamada de Marcos a la vigilancia. Es el Señor quien nos la recomienda insistentemente: "Al atardecer, a medianoche, al canto del gallo, al amanecer", las cuatro vigilias en que se dividía la noche. Es que no se puede dormir. Velad como el portero de la casa, como el jugador en espera del número de la suerte, o el hombre de negocios la ocasión propicia; como el profeta a la escucha de cualquier signo: como la novia que espera la llegada del amado; como el guardaespaldas para defender a la persona encomendada.
Sabe el Señor que tendemos fácilmente al sueño y a la modorra. Vivimos distraídos, descuidados y olvidados, como aquellas vírgenes necias cuyas lámparas terminaron apagándose. Así dejamos escapar la oportunidad. Y Dios puede venir en cualquier oportunidad. Cristo se hace presente en cualquier oportunidad. Necesitamos velar para reconocerlo y acogerlo. Es lo propio del Adviento. El Señor está cerca. El Señor viene. Es el tiempo de la preparación.
Caritas, Un Amor Asi De Grande, Adviento Y Navidad 1990.Págs. 23



Consigna para el Adviento: «Mirad». Pregón para el Adviento: «Vigilad». Consejo para el Adviento y para siempre: «¡Velad!». Y es que se nos cierran los ojos, que nos dormimos y nos distraemos, nos embotamos y nos cansamos.
Mirad. Dicen que vemos, pero que no miramos. Mirar es ver con detenimiento y profundidad. Mirar es fijar los ojos con interés y con alguna esperanza. Mirar es dejarse sorprender. Miremos de verdad a las personas, a las cosas, a los acontecimientos, a la vida. Miremos con los ojos del niño expectante y confiado. Que no se hagan callos en tus ojos. Si miramos todo con amor y con esperanza, no tardaremos en descubrir las huellas del Amado.
Vigilad. Vivimos tan distraídos y divertidos, tan alienados y despreocupados, tan dormidos, que nos resbala la vida. Dejamos escapar cantidad de oportunidades. Se nos escapan cantidad de valores. Ni siquiera rozamos el misterio. Y todo tiene su misterio. Hay algo más que lo que vemos a simple vista. Y ese algo más es el toque de la gracia, la presencia divina, que nos envuelve y acompaña, que nos sorprende y nos promete, que siempre nos espera.
Vigilad. Velad. La vigilancia es fruto de la fe, de la esperanza y del amor. Vigilamos cuando esperamos, vigilamos cuando creemos, vigilamos cuando confiamos, vigilamos cuando amamos. No dejemos de velar.
Caritas, Ven.../Adviento Y Navidad 1993.Pág. 28



8.- ¿Por qué será que Cristo nos recomienda con tanta urgencia el "velad"? Velad como el portero de la casa, como el centinela de la ciudad, como la esposa cuando espera la llegada del amado. Velad, porque Dios es sorprendente. El viene siempre, pero no sabemos cuándo, cómo y por dónde.
Velad para no dormir, dejando pasar la ocasión del encuentro. Velad para reconocer y acoger a Dios, siempre que quiera presentarse. Velad, pero cumpliendo cada uno su tarea. Velad, porque la vigilancia es hija de la esperanza. Velad, porque vivimos en un adviento continuado.
Caritas/84-2.Pág. 13

viernes, 24 de noviembre de 2017

LECTURAS Y COMENTARIO JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO CICLO A - 26 NOVIEMBRE 2017

NUESTRA VIDA DEPENDE DE MT. 25, 40


ORACION COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del Universo, haz que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin. Por nuestro Señor Jesucristo..

PRIMERA LECTURA

Lectura del Profeta Ezequiel 34, 11-12. 15-17

Así dice el Señor Dios: —Yo mismo en persona buscare a mis ovejas siguiendo su rastro. Como un pastor sigue el rastro de su rebaño cuando se encuentran las ovejas dispersas, así seguiré yo el rastro de mis ovejas; y las libraré, sacándolas de todos los lugares donde se desperdigaron el día de los nubarrones y de la oscuridad.
Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear —oráculo del Señor Dios—.
Buscaré las ovejas perdidas, haré volver las descarriadas, vendaré a las heridas, curaré a las enfermas; a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré debidamente.
En cuanto a ustedes, ovejas mías, así dice el Señor Dios: He aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.

SALMO RESPONSORIAL (22)

El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar.  R.

Me conduce hacia fuentes tranquilas, y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. R.

Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor, por años sin término. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 15, 20-26a. 28

Hermanos: Cristo ha resucitado, primicia de todos los que han muerto.
Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección.
Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo como primicia; después, cuando él vuelva, todos los cristianos; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios «haga de sus enemigos estrado de sus pies». El último enemigo aniquilado será la muerte.
Al final, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre y todos los ángeles con él se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: Vengan ustedes, benditos de mi Padre; hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui forastero y me hospedaste, estuve desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste, en la cárcel y viniste a verme.
Entonces los justos le contestarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?.
Y el rey les dirá: Les aseguro que cada vez que lo hicieran con uno de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hacen.
Y entonces dirá a los de su izquierda: Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me diste de comer, tuve sed y no me diste de beber, fui forastero y no me hospedaste, estuve desnudo y no me vestiste, enfermo y en la cárcel y no me visitaste.
Entonces también éstos contestarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos
Y él replicará: Les aseguro que cada vez que no lo hagan con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicieron conmigo. Y éstos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.

PLEGARIA UNIVERSAL

Este día celebramos el día que ya no tendrá noche, el día de Luz eterna, con esa gozosa esperanza elevamos al Padre nuestra plegaria para que siempre sigamos los pasos del buen Pastor: R.- Cristo Rey, Roguemos al Señor.

1.- Por la Iglesia esposa del Rey para que sea siempre nuestro esfuerzo estar pendiente de sus necesidades y así nos llegue por ella la bendición del Cristo, su esposo y cabeza. Roguemos al Señor.

2.- Por todos los que bien alejados de la Iglesia, para que no pierdan la luz de la Resurrección y vuelvan a seguir los pasos de Cristo y reaviven su fe en la Iglesia que acoge y perdona. Roguemos al Señor.

3.- Por los enfermos para que Cristo les haga recostar y atienda sus heridas, para que puedan seguir su camino junto a él.  Roguemos al Señor.

4.- Por los difuntos de nuestras familias para que el Padre les conceda por sufre y los méritos de Cristo gozar del banquete eterno junto a todos los santos.  Roguemos al Señor.

5.- Por todos nosotros para la esperanza de tener a Cristo como Rey de nuestra vida, nos haga más dóciles a sus palabras y a la acción del Espíritu Santo. Roguemos al Señor.

Padre eterno, acoge y atiende estas necesidades que tu Iglesia te presenta en esta solemnidad de Cristo Rey y haz que caminemos siempre hacia la morada eterna. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Te ofrecemos, Señor, el sacrificio de la reconciliación de los hombres pidiéndote humildemente que tu Hijo conceda a todos los pueblos el don de la paz y la unidad. Por Jesucristo nuestro Señor.
.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Después de recibir el alimento de la inmortalidad, te pedimos, Señor, que quienes nos gloriamos de obedecer los mandatos de Cristo. Rey del Universo, podamos vivir eternamente con él en el reino de los cielos. Por Jesucristo nuestro Señor.

COMENTARIO

Otra lección a propósito de la mirada de Dios sobre nuestra vida. ¿Cómo nos juzgará? La respuesta se encuentra en este capítulo. Se trata del balance final de todas las vidas: el juicio final. ¿De qué forma reaccionará Dios ante ese enorme almacenamiento? ¿Analizará con una computadora nuestras epopeyas, muestras tragedias? No es eso lo que nos dice Jesús; corremos el peligro de vernos desconcertados por la decisión tan breve, por la rapidez de la sentencia y por la sencillez del juicio: Tuve hambre y me diste de comer: pasa adelante.
Situemos bien la escena: es la última enseñanza de Jesús y su esfuerzo supremo por situaciones ante lo esencial. ¡Cuántas veces habrá insistido en el peligro de ser unos veleidosos!: saborear en la imaginación las cosas bonitas que hay que hacer... y que no hacemos. Conoce nuestra tendencia a escapar de las exigencias concretas del amor mediante largos debates e ilusiones: Basta con amar... Vivir amando... Cómo encontrar a Dios en nuestros hermanos... Cómo ver a Cristo en el más pobre... Bien, muy bien.
Pero llegará el día en que desnudará nuestros actos. ¿Has actuado cuando una persona o una colectividad tenían necesidad de ti? ¿Sí o no? Esa es la diferencia entre los benditos y los malditos, ése es el peso real de la vida de un hombre y su juicio para toda la eternidad. Tú aprovechaste bien las ocasiones de ayudar: entra en el reino... Tú esquivaste el hombro: vete lejos de mí. Pero, Señor, yo tenía muchas ganas de encontrarme contigo, de vivir contigo, de vivir de ti. ¿Qué hiciste por mis hermanos? Te juro que si hubiera sabido que... ¿Qué hiciste? Cada vez que soñamos con encontrar a Jesús, debería saltar el disparador Ante nuestros ojos: el cartel luminoso de Mt 25, 40, donde se juega nuestra vida: cada vez que hiciste el bien con un hermano mío de esos más humildes, lo hiciste conmigo. Lo que hay de grandioso en esta evocación del juicio final debería darnos a comprender el valor del gesto más modesto de amor. Al final, sólo importará una cosa, lo que se haya hecho realmente por socorrer una necesidad. La lista clásica recogida por Jesús no deja de prolongarse: Era analfabeto y me enseñaste a leer...Era minusválido y tú, arquitecto, pensaste en viviendas accesibles... Era refugiado y me acogiste.
Sólo por estos caminos es por donde se encuentra a Cristo rey. Su reino es un mundo de gentes que ayudar que ayudan. Cada vez que ayudamos a alguien, escogemos a Jesús por rey.


PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 27: Dn 1, 1-6.8-20; Sal: Dn 3, 52-56; Lc 21, 1-4
Martes 28: Dn 2, 31-45; Sal: Dn 3, 57-61; Lc 21, 5-11.
Miércoles 28: Dn 5, 1-6.13-14.16-17.23-28; Sal: Dn 3, 62-67; Lc 21, 12-19.
Jueves 30:   Rm 10, 9-18; Sal 18; Mt 4, 18-22.
Viernes 01:   Dn 7, 2-14; Sal; Dn 3, 75-81; Lc 21, 29-33.
Sábado 02:   Dn 7, 15-27; Sal: Dn 3, 82-87; Lc 21, 34-36.
Domingo 03:    Is 63, 16b-17.19b; 64, 2b-7; Sal 79; 1Co 1, 3-9; Mc 13 33-37.

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 25, 31-46

1. RD/FRATERNIDAD: EL HOMBRE HERMANO DE LOS HOMBRES REALIZA EL REINO MESIÁNICO, PUESTO QUE SU OBRAR, SEA O NO CONSCIENTE, ES DE DIOS. JUICIO/2-MEDIDAS.
Mateo ha explicado cómo los miembros del pueblo elegido debían practicar la vigilancia, si querían entrar a formar parte del Reino escatológico (Mt 24.-25.). Ahora va a contestar a la pregunta en torno a lo que será de los paganos en esa aventura.
El pensamiento judío era muy simplista a este respecto, puesto que se imaginaba sencillamente que el juicio de Dios confundiría a todos los paganos (Is 14. 1-2; 27. 12-13). La descripción que hace Mateo de este juicio ofrece muchos matices.
Mateo es sin duda el redactor final de este pasaje: los vv. 31, 34 y 41 son con toda seguridad obra de su mano, porque no era Cristo quien se llamaría a Sí mismo rey ni quien se atribuiría a Sí mismo las funciones de juez, que estaban reservadas al Padre. El resto de los versículos se remonta ciertamente a Jesús, pero parece ser que su disposición actual es obra del evangelista.
Puede distinguirse, en efecto, una corta parábola del pastor que separa a las ovejas de los cabritos (vv. 32-33) y una serie de palabras en las que Jesús se identifica con aquellos a quienes se ha hecho bien (vv. 35-40, 42-45), palabras que pudieron ser en origen prolongación de Mt 10. 42.
a)La separación entre ovejas y cabritos (vv. 32-33) es una imagen tomada de las prácticas pastorales palestinas, según las cuales los pastores separan a los carneros de las cabras, ya que éstas, por ser más frágiles, requieren una mayor protección del frío. Es probable que Cristo quiera atribuirse tan solo, por medio de esta parábola, las funciones judiciales del pastor de Ez 34. 17-22. En este caso, desearía recordar que el "juicio" no será una separación entre judíos y no judíos, sino, tanto dentro como fuera del rebaño, una separación entre buenos y malos. El juicio no será ya ético, sino moral.
b) Mateo añade a esta parábola del pastor unas palabras de Cristo que debieron de ser pronunciadas en otro contexto. Se refieren ante todo a la acogida que hay que dar a los "pequeños" (vv. 40 y 45). En labios de Jesús, la palabra pequeños designa especialmente a los discípulos (sobre todo en Mt 10. 42 y 18. 6, probablemente en Mt 18. 14 y 18. 10). Se trata de quienes se hacen pequeños con vistas al Reino, que lo han abandonado todo para dedicarse a su misión. Esos pequeños se han hecho ahora grandes y están asociados al Señor para juzgar a las naciones y reconocer a quienes les han dado acogida (cf. Mt 10. 40).
c) ¿Cabe la posibilidad de dar al pasaje de Mateo una interpretación más amplia y ver en los pequeños no sólo a los discípulos de Cristo, sino a todo pobre amado por sí mismo, sin conocimiento explícito de Dios? Parece que sí puede hacerse si se tiene en cuenta la insistencia del pasaje en torno al hecho de que los beneficiarios del Reino ignoran a Cristo, cosa apenas concebible por parte de personas que reciben a los discípulos y su mensaje. Además, las obras de misericordia enumeradas en los vv. 35-36 son precisamente las que la Escritura definía como signos de la proximidad del reino mesiánico (Lc 4. 18-20; Mt 11. 4-5) y sin limitarlas al beneficio exclusivo de los discípulos.
La caridad aparece como el instrumento esencial de la instauración del Reino de Dios (1 Co 13. 13).
En cualquier caso, lo que sí es cierto es que un cristiano del siglo XX no puede marginar esta cuestión, sea o no sea la de Mateo. Cristo se presenta en ella, en efecto, no sólo como el Hijo del hombre esperado por los judíos, sino también como el pastor de Ezequiel: no quiere que el logro del Reino dependa de una pertenencia física al pueblo elegido, y trata de definir las condiciones en las que un extraño al pueblo elegido puede ser justificado. Ahora bien: está claro que Jesús no se detiene en el reconocimiento que el pagano podría adquirir respecto a Dios y a su Mesías: este conocimiento de Dios no es un criterio suficiente. Para él, el único criterio válido es la red relacional en la que el hombre se sitúa respecto a sus hermanos y especialmente a los más pobres de entre ellos, y este criterio se basta a sí mismo, vaya o no acompañado de un conocimiento explícito de Dios. Cristo propone, pues, un concepto profanizado del juicio de Dios; desacraliza la teología judía en este punto: el hombre hermano de los hombres realiza el reino mesiánico, puesto que su obrar, sea o no consciente, es de Dios.
En cierto sentido, hay dos pesos y dos medidas en el juicio de Dios según que recaiga sobre la humanidad en general o sobre los miembros del pueblo elegido. Los primeros darán cuenta de su esfuerzo en pro de un ser humano mejor; los segundos darán cuenta de su vigilancia, que consiste en ver la presencia de Dios en la red de las relaciones humanas. Sólo la fe da esa posibilidad. Los cristianos están obligados no menos que los otros hombres a amar a sus hermanos, pero la fe les obliga a significar la densidad divina contenida en esa fraternidad y a ser así, de antemano, los testigos de lo que se aclarará en el juicio, cuando Dios revele a todos los hombres su presencia y su acción en la fraternidad y su solidaridad.
La asamblea eucarística reúne a los hombres "vigilantes" para que sean conscientes de la función que han de cumplir delante de Dios y de los hombres, dando testimonio de la presencia de Dios en las relaciones humanas.
Maertens-Frisque, Marova Madrid 1969.Pág. 294



2. D/OPRIMIDOS: LA IDENTIFICACIÓN DE DIOS CON LOS OPRIMIDOS CONSTITUYE DESDE EL ÉXODO UNO DE LOS RASGOS Característicos DEL DIOS Bíblico. RD/HUMANITARISMO: LO QUE HACE DEL PAGANO UN MIEMBRO DEL PUEBLO DE DIOS ES SU HUMANITARISMO COMPROMETIDO CON EL QUE LO PASA MAL. 
La novedad de este acontecimiento son sus participantes: "todas las naciones". Se trata de los "goyim" o gentiles, es decir, de cuantos no forman parte del pueblo santo de Dios, porque o no son judíos o no han aceptado el modo de vida judío. Lo significativo del texto radica en esa presencia de los paganos en el acontecimiento final, algo absolutamente impensable en la mentalidad de los judíos contemporáneos de Jesús.
En sí mismo el texto es una parábola, a través de la cual Jesús hace ver a sus discípulos que en el futuro Reino de Dios pueden también tener cabida los no miembros del Pueblo de Dios. Culmina así un planteamiento que Mateo ha ido desarrollando a lo largo de su obra. Por tratarse de personas desconocedoras de Dios, la inclusión de las mismas en el Reino de Dios no puede ir ligada al conocimiento de Dios o al cumplimiento de su voluntad. Nada de eso, en efecto, menciona el rey en la parábola; sus menciones son a situaciones y comportamientos sin connotación alguna religiosa. Lo que hace del pagano un miembro del Reino de Dios es su humanitarismo comprometido con el que lo pasa mal. Este humanitarismo determina la calidad de su persona, haciéndola acreedora al título de "justo", un título hasta ahora reservado exclusivamente a los miembros del Pueblo de Dios y ligado al cumplimiento de la voluntad de Dios. Lo que, en cambio, no constituye novedad dentro de la Biblia es la identificación del rey con los necesitados: "cada vez que lo hicisteis con uno de mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis". Esta identificación, en efecto, constituye desde el Éxodo uno de los rasgos característicos del Dios bíblico.
Comentario.-La imagen de un juicio universal final, sacada de este texto, está muy arraigada en la conciencia cristiana, imagen consagrada además artísticamente por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Si el precedente análisis del texto es atinado, dicha imagen resulta problemática, no porque el texto no hable de un juicio (que sí lo hace), sino porque no es el juicio su intención prioritaria ni en ese juicio toman parte los pertenecientes al Pueblo de Dios.
Frente a la identificación de Pueblo de Dios y de Reino de Dios que hacían los contemporáneos de Jesús, éste proclama la mayor amplitud del Reino sobre el Pueblo, con la consiguiente consecuencia, sorprendente sin duda, de que al Reino de Dios no se accede por la sola vía religiosa. Frente a una concepción restrictiva del Reino de Dios, Jesús propone una concepción universal del mismo. Esta es la intención prioritaria del texto y que convierte al mismo en texto capital para la humanidad, por cuanto, al no hacer de la religión condición esencial para encontrar a Dios, cualquier humano puede llegar a Él, siempre que su vida tenga la calidad de la solidaridad. Es precisamente ésta la calidad que caracteriza al Dios bíblico desde el Éxodo hasta Jesús. A través de ella es como Jesús ha revelado a Dios y como se ha convertido en Rey del Universo.
A. Benito, Dabar 1990/57



3.- La imagen del pastor que separa las ovejas de las cabras está tomada del texto de Ezequiel (primera lectura). Es importante no olvidar este detalle, pues sólo así comprenderemos que se trata evidentemente de un juicio entre los explotadores y explotados, entre los que hacen la injusticia y los que la padecen. El Señor saldrá al fin en defensa de los pobres, de los que sufren, de los perseguidos por su amor a la justicia...
El juicio será según las obras, no según lo que decimos creer y confesar. Así que son las obras las que distinguen y juzgan a los hombres al fin y al cabo, no las palabras ni los rezos. Cualquier otra discriminación o distinción no vale nada y no permanecerá: ni la raza, ni el dinero, ni la cultura, ni los honores..., colocan en verdad a los hombres a la izquierda o a la derecha del Señor. Pero las obras que pueden salvarnos son siempre obras de amor, porque la ley con la que vamos a ser juzgados se resume en el amor.
El cumplimiento del mandamiento del amor o su incumplimiento anticipa ya en el mundo el juicio final. El que ama a Cristo en los pobres y se solidariza con su causa se introduce en el reino de Dios.
Eucaristía 1990/54



4.-El juicio del que aquí se habla es universal. La promesa y la amenaza que este juicio supone va dirigida sin distinción alguna a cristianos y paganos, a los creyentes y a los ateos, a todos los hombres y a los pueblos.
La imagen del pastor que separa las ovejas de las cabras está tomada del texto de Ezequiel (primera lectura). Es importante no olvidar ese detalle, pues sólo así comprendemos que se trata evidentemente de un juicio entre los explotadores y explotados, entre los que hacen la injusticia y los que la padecen. El Señor saldrá al fin en defensa de los pobres, de los que sufren, de los perseguidos por su amor a la justicia...
El juicio será según las obras, no según lo que decimos creer y confesar. Así que son las obras las que distinguen y juzgan a los hombres al fin y al cabo, no las palabras ni los rezos. Cualquier otra discriminación o distinción no vale nada y no permanecerá: ni la raza, ni el dinero, ni la cultura, ni los honores..., colocan en verdad a los hombres a la izquierda o a la derecha del Señor. Pero las obras que pueden salvarnos son siempre obras de amor, porque la Ley con la que vamos a ser juzgados se resume en el amor.
Notable y digna de toda consideración es en primer lugar la pregunta de los bienaventurados. Se ve que ellos no sabían lo que les esperaba, que ignoraban su amor a Cristo cuando amaban a los pobres. Pasaban por ateos, incluso se confesaban así en el mundo, y ahora resulta que son cristianos. Recordemos que Jesús dirigió las bienaventuranzas a los pobres, a los que luchan por la justicia y por la paz..., y sólo la última de ellas a los discípulos que confiesan explícitamente su nombre en el mundo. En segundo lugar fijémonos en la respuesta de Cristo, que se identifica con los pobres, con los forasteros, con los encarcelados, con los enfermos. Y esto no sólo porque tales son los que padecen la injusticia, sino también porque son los que buscan la justicia y luchan por alcanzarla.
En la pregunta de estos condenados se ve, por el contrario, la triste posibilidad de perder la vida y el reino de Dios que tienen cuantos en este mundo pretenden amar a Dios y ser cristianos sin amar al prójimo y reconocer a Cristo en los pobres y explotados. El cumplimiento del mandamiento del amor o su incumplimiento anticipa ya en el mundo el juicio final. El que ama a Cristo en los pobres y se solidariza con su causa se introduce en el reino de Dios; pero el que no ama y explota a sus semejantes se excluye del reino de Dios. El juicio universal será la manifestación y la proclamación de la sentencia definitiva, que se va cumpliendo ya en nuestras vidas según nuestras obras.
Eucaristía 1987/54



5.-Estamos ante la última enseñanza de Jesús según el evangelio de Mateo. Su lenguaje es sobre todo profético, aunque en algún momento se acerca a la parábola y a la alegoría. Estas últimas palabras del Maestro nos describen la venida del Hijo del Hombre en gloria y poder para el juicio; cuando se ha sentado en el trono y se dispone a juzgar es llamado Rey: los que son juzgados le llaman Señor y, al hablar de "mi Padre", se nos muestra también como el Hijo: los títulos que la Iglesia primitiva da a Cristo resucitado, como expresión de su fe, se han concentrado aquí en pocas líneas.
El juicio se hace sobre todo el mundo ("todas las naciones"), como también a todos debe ser predicado el Evangelio (cfr. 28,19). La descripción del juicio es sobria, y estructurada en dos partes paralelas y antitéticas. La división derecha e izquierda o entre ovejas y cabras -imagen que recuerda al pastor que al caer la tarde reúne a su rebaño- es convencional y pedagógica.
Las palabras con que se acoge o se rechaza la entrada al Reino son un repaso de las llamadas obras de misericordia. Si toda la Ley consiste en amar a Dios y al prójimo (cfr. evangelio del domingo 30), lo que aquí aparece es el amor manifestado en hechos muy concretos. Por tanto, cada uno es declarado justo o es condenado según haya servido a los demás o se haya abstenido de hacerlo.
Ante este juicio aplicado por igual a "todas las naciones", cada uno de los dos grupos contesta a coro expresando la extrañeza cuando oyen que al ocuparse de un hermano o al dejar de hacerlo se lo hacían o rechazaban hacerlo al mismo Cristo. Y esta pregunta prepara las palabras del Juez sobre la razón de la sentencia: El Hijo del Hombre, Jesús, se hace solidario de aquellos que tienen alguna necesidad de ayuda. "Estos, los humildes" no son sólo los miembros de la Iglesia o comunidad de Cristo, sino que su alcance es universal, como el juicio: esto significa que la identificación de Cristo con ellos es independiente de su situación subjetiva.
Pero ni siquiera los justos son plenamente conscientes de esta solidaridad hasta el último momento, que será cuando aparezca el sentido pleno de cada una de las obras. Por otro lado, estas acciones de las que aquí se habla no son cosas excepcionales, sino hechos presentes en la vida de todos los días. Si el amor conduce a Cristo a solidarizarse con cada uno de los hombres, estos significa que el modo que tiene el creyente de manifestar su amor a Cristo es la solidaridad con el hermano, con todo hombre. Y que aquel que actúa con amor y misericordia, del mismo modo es juzgado; mientras que quien no ejerce la misericordia, es juzgado sin misericordia.
J. Roca, Misa Dominical 1981/22



6.- La separación entre buenos y malos que se realizará a la hora del juicio escatológico de Dios, será consecuencia de lo que cada uno habrá hecho en bien de los demás. Toda persona necesitada es un sacramento de la presencia de Jesús en medio de nosotros.
Misa Dominical 1990/05



7. A-H/JUICIO 
Dios santo, Señor y Dios nuestro,
tú que contemplas los cielos
en el infinito de tu gloria,
has tomado rostro de hombre
y has compartido la miseria
del más abandonado de entre los pobres.
Danos la fuerza de tu bendición.
Santifica nuestro corazón con el fuego de tu palabra
para que nuestros ojos reconozcan tu presencia
en la mano que se tiende
y en la mirada que mendiga nuestro amor.
Pues tu nos juzgarás sobre el amor
cuando llegue el día de tu juicio.
Dios Cada Día, Sal Terrae/Santander 1989.Pág. 27