QUE NO LOS
ENCUENTREN DORMIDOS
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al
comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene,
acompañado por las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha,
merezcan poseer el reino eterno. Por Nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del Profeta Isaías 63, 16b-17; 64, 1. 3b-8.
Tú,
Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es «nuestro redentor».
Señor,
¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no
te tema?.
Vuélvete
por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad.
¡Ojalá
rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia!
Bajaste y
los montes se derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios,
fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él.
Sales al
encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos.
Estabas
airado y nosotros fracasamos: aparta nuestras culpas y seremos salvos.
Todos
éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos
como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento.
Nadie
invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu
rostro y nos entregabas al poder de nuestra culpa.
Y, sin
embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero:
somos todos obran de tu mano.
No te
excedas en la ira, Señor, no recuerdes siempre nuestra culpa: mira que somos tu
pueblo.
SALMO RESPONSORIAL (79)
Señor, Dios nuestro, restáuranos, que
brille tu rostro y nos salve.
Pastor de Israel, escucha, tú que te
sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. R
Dios de los ejércitos, vuélvete: mira
desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y
que tú hiciste vigorosa. R.
Que tu mano proteja a tu escogido, al
hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti; danos vida, para que
invoquemos tu nombre. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera
carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 1, 3-9
Hermanos: La gracia y la
paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con ustedes.
En mi Acción de Gracias
a Dios los tengo siempre presentes, por la gracia que Dios los ha dado en
Cristo Jesús.
Pues por él han sido
enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en ustedes se ha
probado el testimonio de Cristo.
De hecho, no carecen de
ningún don, ustedes que aguardan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
El los mantendrá firmes
hasta el final, para que no tengan de qué acusarse en el tribunal de Jesucristo
Señor Nuestro.
Dios los llamó a participar
en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor Nuestro. ¡Y El es fiel!.
06.- EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 13, 33-37.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Miren,
vigilen: pues no saben cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa
y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velen entonces, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la
casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no
sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡velen!
COMENTARIO
Jesús insiste mucho en la
necesidad de estar en vela. ¡Que no los encuentre dormidos! ¿Qué es exactamente
lo que nos pide? ¿Estar siempre en estado de alerta? ¿Ser guardianes que no
tienen nunca derecho a dormir? El portero de esta parábola tiene que estar
efectivamente en estado de alerta al anochecer, a medianoche, al canto del
gallo y al amanecer. En tiempos de Jesús, esta enumeración de las cuatro
vigilias romanas de la noches. De día podríamos vivir tranquilos, pero ¿Habrá
que estar aguardando desde el atardecer hasta el amanecer? ¿Aguardar qué? ¿Nuestra muerte? ¿El final del
mundo? ¿Su vuelta final? (Jesús hablaba a sus discípulos de su venida).
Realmente es todo esto lo que hay que aguardar, según el sentido del período
litúrgico en que entramos: el adviento es la celebración de las venidas de
Cristo, a nuestra vida y al mundo, desde su primera venida en navidad hasta la
última, la parusía, su venida triunfal al final de los tiempos. El adviento es
una letanía de los tiempos: ha venido, va a venir, viene. Viene en este
momento, donde estoy, en lo que hago, si mi corazón está dispuesto a acoger su
manera de venir. El cristiano está al acecho de una visita personal de Jesús,
pero atento también a los signos de los tiempos, al avance del mundo hacia el
gran día; es un hombre en estado de alerta.
¿Incluso de noche? -Bien, volvamos a la noche. En la Biblia, la noche
simbólica a este mundo en contraste con el mundo venidero que será un mundo de
luz. Decir que hemos de velar de noche significa que toda nuestra existencia en
la tierra se va desarrollando en una especie de noche. Pero en navidad oiremos
este bello texto de Isaías: El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una
gran luz. Es verdad, Jesús es nuestra luz, ha venido para hacernos vivir en la
luz. El que me sigue, afirmó, no camina en tinieblas. Esta frase es de las más
hermosas y de las más fuertes del evangelio. Jesús nos libera de la noche.
¡Pero si le seguimos! Y por eso precisamente es por lo que no hay que dormir.
Dormidos, en sentido espiritual, cuando perdemos poco a poco nuestros reflejos
de cristianos. Vemos muy bien que tendríamos que comprometernos en eso,
negarnos a que nos arrastran hasta allí, pero nos dejamos llevar, cedemos a las
ideas superficiales, a los rumores, al que dirán. Decimos: Cada vez reza menos;
yo tampoco rezo mucho. Pero no reaccionamos. Pensamos: Debería participar mucho
más en la vida parroquial. O: me voy haciendo egoísta, huraño. Pero no tengo
muchas ganas de cambiar. Poco a poco se apaga la luz del evangelio y empezamos
a vivir como todo el mundo, en la noche, como si no hubiera venido Cristo.
¡Como si él no viniera continuamente a amar, a luchar por la justicia, es él!
Esta invitación a reavivar nuestra fe para vivirla mejor y transmitirla, es él.
Esta fuerza para soportar la enfermedad sólo la puede dar él. Sólo él puede
hacer de nuestra ancianidad una vida ascendente. Todas sus venidas son
ofrecimientos de vida. Por eso insiste tanto: velen. No se duerman. No tendrán
dos vidas.
07.- PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos, preparándonos para recibir al Hijo que nos envía nuestro
Padre desde el cielo, roguemos que realice su salvación en la Iglesia y en el
mundo.
1.- Por la Iglesia de nuestro tiempo; que espere al
Salvador, renovándose en pureza y santidad. Roguemos al Señor.
2.- Por los discípulos de Cristo; que nos dediquemos más a
profundizar nuestra fe, y a buscar a Dios en nuestra vida. Roguemos al Señor.
3.- Por quienes, algunas veces nos sentimos desalentados, o
afligidos por el sufrimiento; que el Señor venga a sostenernos con su gracia. Roguemos
al Señor.
4.- Por nuestra asamblea; que pongamos empeño en responder
con generosidad a los llamados de Dios. Roguemos al Señor.
5.- Oremos en silencio según nuestras propias
intenciones. Roguemos al Señor.
¡Señor, Dios!, tú que prometes la salvación; por medio de tu Hijo
Jesús: haz que nuestros corazones se abran a tu amor de Padre, y danos energía
para querer y hacer cuanto tú esperas. Por Cristo, nuestro Señor.
10.- ORACION
SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor este pan y este vino,
escogidos de entre los bienes que hemos recibido de ti, y concédenos que eta
eucaristía, que nos permites celebrar ahora en nuestra vida mortal, sea para
nosotros prenda de salvación eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
12.- ORACION
DESPUES DE LA COMUNION
Señor, que fructifique en nosotros la celebración de
estos sacramentos con los que tú nos enseñas, ya en nuestra vida mortal, a
descubrir el valor de los bienes eternos y a poner en ellos nuestro corazón.
Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 04: Is 2, 1-5; Sal 121; Mt 8, 5-11.
Martes 05: Is 11, 1-10; Sal
71; Lc 10, 21-24.
Miércoles 06: Is 25, 6-10ª; Sal
22; Mt 15, 29-37.
Jueves 07: Is 26, 1-6; Sal 117; Mt 7, 21-27.
Viernes 08: Gn 3, 9-15.20; Sal 97; Ef 1, 3-6.11-12; Lc
1, 26-38.
Sábado 09: Is 30,
19-21.23-26; Sal 146; Mt 9, 35-10, 1.6-8.
Domingo 10: Is 40, 1-5.9-11; Sal 84; 2P 3, 8-14; Mc 1,
1-8.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Mc 13, 33-37
1.- Nos hallamos ante la versión de Mc de la
parábola que hace dos domingos veíamos en Mt 25. 13-30. En ambos casos se trata
de una invitación a vivir con la mirada puesta en el futuro: "Velad porque
no sabéis el día ni la hora" (Mt 25. 13). "Vigilad, pues no sabéis
cuándo es el momento" (Mc 13. 33). Las diferencias de ambas versiones
están en los interlocutores y en el desarrollo.
Mt supone unos interlocutores amplios: los
discípulos. Mc, en cambio, parte de unos interlocutores restringidos: Pedro,
Santiago, Juan y Andrés (ver Mc 12. 3; la traducción litúrgica ha pasado por
alto este detalle). Esta restricción explica la frase final: "Lo que os
digo a vosotros, lo digo a todos" Mc 13. 37).
En cuanto al desarrollo, Mt amplía lo que Mc
presenta escuetamente como un marcharse lejos de un hombre confiando a los
criados el cuidado de sus bienes. Mc no insiste en el cuidado de los bienes por
parte de los criados, sino en la actitud alerta y vigilante a tener desde el
momento que no se conoce la llegada del amo. A poco que nos fijemos,
descubrimos que el término repetido con insistencia es el verbo velar o
vigilar. Es decir, la versión de Mc es inequívocamente una invitación a vivir
con la mirada puesta en el futuro.
-Comentario. Si la forma de las versiones de
Mc y de Mt es diferente, el fondo es idéntico en ambas. La forma ofrece un
magnífico ejemplo de transmisión dinámica y creadora de las palabras de Jesús
por parte de los evangelistas. El fondo pone de manifiesto el respeto al
pensamiento de Jesús y la coincidencia en él por parte de esos mismos
evangelistas. Dicho esto, el comentario tiene que ser por fuerza el mismo que
el de hace tres y dos domingos (32 y 33 ordinarios). Invitación a un modo de
estar en la vida con la mirada puesta en el futuro de Dios y en el de nosotros
con él. Invitación a no vivirnos sólo desde nosotros mismos sino también desde
Dios. Un Dios no sólo presente, sino también futuro, y por futuro, inagotable;
siempre viniendo, imprevisible, sin que podamos decir cuándo y cómo.
Alberto Benito, Dabar 1987/01
2. VIGILANCIA/QUÉ-ES:
QUÉ SIGNIFICA VELAR EN EL CAP. 13 DE Mc. DISPONIBILIDAD PARA LA ULTIMA VENIDA Y
PARA LA VENIDA DE CADA DÍA.
El Evangelio no puede concebir una mirada al
porvenir, que contemple con indiferencia las realidades presentes. La esperanza
evangélica del presente se vive en "el hoy de Dios". El autor,
después de haber hecho vibrar de esperanza a sus oyentes, haciéndoles
vislumbrar la liberación traída por el Hijo del hombre en su intervención
final, les pide que su confianza y su entusiasmo se concreten en una acción
cotidiana.
Una palabra resume esta actividad por la que
la esperanza se autentifica y cristaliza en realidades concretas: velar;
palabra cuyo sentido se explica en el cap. 13, pues a lo largo de toda esta
homilía sobre el final de los tiempos, corre el mismo llamamiento a la
vigilancia, traducido en expresiones como éstas: "que no os engañe
nadie" (v. 5), "mirad por vosotros mismos" (v. 9), "no os
preocupéis de..., pero el que persevere hasta el fin..." (vv. 11/13),
"estar sobre aviso; mirad que os lo he predicho todo" (v. 25).
Velar es trabajar. Dice el evangelista que
cada cual ha recibido ya su "trabajo" (v. 34); no desarrolla más el
tema. (...).
Nuestro autor sabe que los cristianos deben
esperar la venida de Jesús, entregados a su trabajo de cada día, pero se
interesa más por la profunda actitud interior sin la cual no podría hablarse de
trabajo que realizar: la mirada creyente, la fe.
(...). Velar es lo contrario de
"dormir" (v. 36); es tener abiertos los ojos; es mirar con ojos
atentos a todas las lecciones que pueden instruirnos, incluso a las impartidas
por la naturaleza.
Todos los años, en primavera, el despertar de
la germinación se manifiesta por humildes indicios que anuncian, a quien sabe
verlos, los esplendores de la estación que está para llegar (v. 28 s.).
Que esta atención que prestamos a la
primavera, denotada por una discreta yema de higuera, se convierta en nosotros
en atención centrada en unas realidades esenciales; indicios de su proximidad
son unas señales que la mirada distraída no puede percibir y son asequibles
sólo a los "contemplativos".
En tiempos apacibles o en circunstancias
revueltas, los contemplativos saben ver las señales que, como pompas que
emergen a la superficie, anuncian movimientos profundos. Y estos movimientos
profundos interesan mucho más que los otros.
Velar es, pues, no dejarse engañar por lo episódico
y lo superficial, por esos falsos mesías que pululan en los períodos
angustiosos, cuando resuenan estruendos de guerra y, más o menos
justificadamente, corren voces de cataclismo, hambres, sequías u otras
calamidades. En tales circunstancias hacen su aparición individuos
-"falsos cristos y falsos profetas- que realizarán señales y
prodigios" (v. 22), con excesivas prisas para creer y afirmar que poseen
la clave de los enigmas del tiempo y que disponen del eficaz "¡ábrete
sésamo!" capaz de barrer todas las dificultades.
Velar es, además, no dejarse desconcertar por
las dificultades que acosan a la Iglesia: persecuciones de todo orden, piensa
nuestro autor; o también, no dejarse sorprender por las divisiones que el
anuncio de la fe no deja de causar en las comunidades humanas, especialmente en
las familiares, en las cuales, cuando unos aceptan, otros rechazan. Estos
dramas no pueden impedir la predicación de la Buena Noticia en el mundo entero.
El autor de los Hechos de los Apóstoles va mucho más allá al afirmar, por
propia experiencia, que estas odiosas persecuciones, en realidad favorecen a la
predicación del Evangelio (Hch 8. 18, etc.) Cualquiera que sea la importancia
que estos dramas parezcan tener, lo único que en definitiva tienen es una orientación
profunda, que ha de ser objeto de una atención permanente, tenaz y vigilante,
por parte de los cristianos. Esta orientación es la intervención divina
obradora de la salvación de los hombres; es la venida de JC: su manifestación
final, que se verifica ya, día tras día, a medida que el Reino de Dios va
siendo un poco más aceptado por los hombres.
En última instancia, la vigilancia es la
disponibilidad para la última venida y para la venida de cada día.
Es fácil pedir: "¡Venga a nosotros tu
Reino!"; esta oración "acelera" el cumplimiento de la promesa.
Más difícil es estar preparado y prepararlo todo para esta venida.
Louis Monloubou, Leer Y Predicar El Evangelio De
Marcos, Edit. Sal Terrae Santander 1981.Pág. 164
3. J/CIENCIA:
Muchos exegetas no logran captar una
distinción sustancial entre este texto y el precedente. Sin embargo, basta
observar cómo el evangelista opera una clara distinción entre el acontecimiento
que puede ser relativamente previsto, o sea, la destrucción del templo, y el
día del que nadie sabe nada: el de la "parousía" de Cristo.
Esta fecha, absolutamente secreta, no es
conocida por los ángeles ni por el Hijo del hombre, sino solamente por Dios.
Muchos preguntan cómo Jesús, siendo Dios y presentado como tal en este
evangelio, puede no conocer la fecha del fin.
A esto hay que responder, en primer lugar,
que el misterio de la Encarnación no deja de ser misterio: sabemos, en efecto,
que Jesús fue un hombre como todos los demás y que tuvo las naturales lagunas
culturales de sus contemporáneos. Él sabría hablar el arameo, entendería algo
el hebreo, y chapurrearía las frases más corrientes en griego helenista: ni más
ni menos que sus contemporáneos. Sin embargo, hay aquí una observación muy
fina: se trata del "hijo del hombre".
Ya hemos visto cómo la cristología del
segundo evangelio es una cristología del hijo del hombre. Ello quiere decir que
Jesús, en cuanto "hijo del hombre", debe comunicar un determinado
mensaje con sus límites y sus fronteras. En este mensaje no entraba satisfacer
la curiosidad de los hombres con respecto al final de la "película
humana".
El significado de la exhortación es claro y
perfectamente coherente con el contexto: se pide a los creyentes la máxima
vigilancia: "velad, porque no sabéis a qué hora viene el amo de la casa,
si por la tarde o a medianoche o al primer canto del gallo". Lo
interesante es que no vuelva de forma imprevista y os encuentre
"cabeceando". Por lo tanto, a los creyentes se les pide que renuncien
a realizar cálculos y a hacer previsiones sobre el fin, más o menos próximo, de
los tiempos. Por el contrario, deberían aguardar sin temor alguno aquel fin,
empleando el tiempo presente en el trabajo incansable de cada día.
Abstenerse de las actividades humanas para
prepararse mejor para el final no es una interpretación válida del discurso de
Jesús.
Comentarios A La Biblia Liturgica Nt, Edic
Marova/Madrid 1976.Pág. 1197
La finalidad de la apocalíptica es, sobre
todo, la de revelar la fecundidad escondida de la fe en Dios, que en este mundo
parece haber fracasado. Por tanto, no pretende, en primer lugar, inculcar la
fidelidad, sino más bien consolar a los que la viven. Pero Marcos siente la
necesidad de inculcar ante todo la fidelidad a Cristo: "Fijaos bien que
nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi lugar y dirán: "yo soy el que
esperábais, y engañarán a muchos" (13, 5-6). Y más adelante: "Si
alguien os dice entonces: "mira, el Cristo está aquí" o "está
allá", no le creáis. Ya que aparecerán falsos cristos y falsos profetas que
harán señales y prodigios con el fin de engañar" (13, 21-22).
Parece como si Marcos viviera en una
situación (quizás piensa en los diversos movimientos revolucionarios y
mesiánicos que surgieron en Palestina en el decenio 60-70) de fermentos
engañosos y sugestivos, ante los cuales es necesario permanecer apegados a la
fe tradicional.
Además de la invitación a la fidelidad, hay
en el discurso una llamada al coraje en la persecución. La persecución no es ni
mucho menos un mentís contra el Reino, sino simplemente un lugar de testimonio
y hasta una situación en que aflora un drama mucho más grande: la lucha entre
el bien y el mal, entre Dios y Satanás.
Y finalmente la proximidad. Marcos cree
firmemente en la "inminencia" de la parusía: la parábola de la higuera
es muy clara en este sentido.
Pero la inminencia no es un hecho
cronológico, de hoy o de mañana.
PARUSIA/TIEMPO:La parusía es al mismo tiempo inminente e
imprevisible: el Señor puede llegar hoy, pero nadie puede estar seguro de que
sea hoy su venida, ya que nadie puede disponer de un acontecimiento que sólo
depende de la voluntad soberana de Dios. Por eso el único comportamiento
realmente serio es la vigilancia, estar siempre dispuestos a acogerlo, en
cualquier momento y lugar. La exhortación a la vigilancia se repite como un
estribillo (versículos 5, 9, 23, 33, 35, 37). Se trata de una llamada que no es
frecuente en la apocalíptica judía y en la teología rabínica; es típicamente
cristiana. Y es una vigilancia doble: contra las ideas de los exaltados y contra
las especulaciones de los falsos profetas por una parte, y contra la relajación
de los que se acomodan a este mundo, por otra.
Parece como si Marcos tuviera ante la vista
un doble peligro: efectivamente; por un lado, parece dirigirse a unas personas
que han descuidado la vigilancia y no viven ya en la perspectiva escatológica,
adaptándose quizás demasiado bien a este mundo; por otro, se opone a los que
parecían creer que el final era inminente. A los primeros les dice:"Estad
atentos y vigilad. Los hechos y los comportamientos de nuestra época indican
que están ya a punto de empezar las agitaciones escatológicas." Y a los
otros les dice: "No ha llegado todavía el final. Ni siquiera el Hijo del
Hombre conoce la fecha." Finalmente, queremos señalar los diversos
aspectos que encierra la vigilancia cristiana, tal como se deducen del conjunto
del discurso y especialmente de la parábola del señor que regresa de noche a su
casa.
Vigilar significa estar constantemente
alerta, despiertos, en situación de espera. Significa vivir una actitud de
servicio permanente, a disposición del amo, que puede regresar en cualquier
momento. Significa, finalmente, lucha, fatiga, renuncia. No significa ni mucho
menos indiferencia o falta de compromiso ante las obligaciones de cada día.
Bruno Maggioni, El Relato De Marcos, Edic.
Paulinas/Madrid 1981.Pág. 187
5.VIGILANCIA. LA PARÁBOLA DEL PORTERO centra
la atención del evangelio de hoy.
Esta parábola es de las que describen UNA
ACCIÓN. La intención del parabolista es atraer la atención sobre esta acción
que se convierte en paradigmática y así proponerla a los oyentes. He aquí la
parábola del Portero: "se le recomienda QUE VIGILE"; así, vigilar se
convierte en una acción significativa en la que están implicados los oyentes:
"igual tenéis que vigilar vosotros".
Convirtiéndose en una propuesta concreta para
la situación eclesial presente: "no sea que os encuentre dormidos".
El Reino de Dios es una acción progresiva en
la que se nos invita a entrar. Hoy se nos propone entrar VIGILANDO. La acción
de vigilar comporta no dormirse, en nuestro caso no se sabe hasta cuándo. Noten
el interés de la parábola del Portero por mostrar LA GRATUIDAD DE LA ACCIÓN DE
VIGILAR, ,
J. Fontbona, Misa Dominical 1990/22
6.- Se abre el Adviento con esta fuerte
llamada de Marcos a la vigilancia. Es el Señor quien nos la recomienda
insistentemente: "Al atardecer, a medianoche, al canto del gallo, al
amanecer", las cuatro vigilias en que se dividía la noche. Es que no se
puede dormir. Velad como el portero de la casa, como el jugador en espera del
número de la suerte, o el hombre de negocios la ocasión propicia; como el
profeta a la escucha de cualquier signo: como la novia que espera la llegada
del amado; como el guardaespaldas para defender a la persona encomendada.
Sabe el Señor que tendemos fácilmente al
sueño y a la modorra. Vivimos distraídos, descuidados y olvidados, como
aquellas vírgenes necias cuyas lámparas terminaron apagándose. Así dejamos
escapar la oportunidad. Y Dios puede venir en cualquier oportunidad. Cristo se
hace presente en cualquier oportunidad. Necesitamos velar para reconocerlo y
acogerlo. Es lo propio del Adviento. El Señor está cerca. El Señor viene. Es el
tiempo de la preparación.
Caritas, Un Amor Asi De Grande, Adviento Y Navidad
1990.Págs. 23
7. MIRAR/VER
Consigna para el Adviento: «Mirad». Pregón
para el Adviento: «Vigilad». Consejo para el Adviento y para siempre:
«¡Velad!». Y es que se nos cierran los ojos, que nos dormimos y nos distraemos,
nos embotamos y nos cansamos.
Mirad. Dicen que vemos, pero que no miramos.
Mirar es ver con detenimiento y profundidad. Mirar es fijar los ojos con
interés y con alguna esperanza. Mirar es dejarse sorprender. Miremos de verdad
a las personas, a las cosas, a los acontecimientos, a la vida. Miremos con los
ojos del niño expectante y confiado. Que no se hagan callos en tus ojos. Si
miramos todo con amor y con esperanza, no tardaremos en descubrir las huellas
del Amado.
Vigilad. Vivimos tan distraídos y divertidos,
tan alienados y despreocupados, tan dormidos, que nos resbala la vida. Dejamos
escapar cantidad de oportunidades. Se nos escapan cantidad de valores. Ni
siquiera rozamos el misterio. Y todo tiene su misterio. Hay algo más que lo que
vemos a simple vista. Y ese algo más es el toque de la gracia, la presencia
divina, que nos envuelve y acompaña, que nos sorprende y nos promete, que
siempre nos espera.
Vigilad. Velad. La vigilancia es fruto de la
fe, de la esperanza y del amor. Vigilamos cuando esperamos, vigilamos cuando
creemos, vigilamos cuando confiamos, vigilamos cuando amamos. No dejemos de
velar.
Caritas, Ven.../Adviento Y Navidad 1993.Pág.
28
8.- ¿Por qué será que Cristo nos recomienda
con tanta urgencia el "velad"? Velad como el portero de la casa, como
el centinela de la ciudad, como la esposa cuando espera la llegada del amado.
Velad, porque Dios es sorprendente. El viene siempre, pero no sabemos cuándo,
cómo y por dónde.
Velad para no dormir, dejando pasar la
ocasión del encuentro. Velad para reconocer y acoger a Dios, siempre que quiera
presentarse. Velad, pero cumpliendo cada uno su tarea. Velad, porque la
vigilancia es hija de la esperanza. Velad, porque vivimos en un adviento
continuado.
Caritas/84-2.Pág. 13