MARIA MADRE. LA SAGRADA
FAMILIA
ORACION COLECTA
Dios Padre nuestro, que has propuesto a la
Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos,
te rogamos que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor,
lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro
Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del Libro del
Eclesiástico 3, 3-7. 14-17a.
Dios hace al padre más respetable
que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre la prole. El que honra
a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que
honra a su padre se alegrará de sus hijos y cuando rece, será escuchado; el que
respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor le
escucha.
Hijo mío, sé constante en honrar
a tu padre, no lo abandones, mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia,
no lo abochornes, mientras vivas. La
limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados;
el día del peligro se acordará de ti y deshará tus pecados como el calor la
escarcha.
SALMO
RESPONSORIAL (127)
¡Dichoso
el que teme al Señor, y sigue sus caminos!
¡Dichoso el que teme al Señor,
y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá
bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa; tus hijos como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R.
Esta es la bendición del
hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la
prosperidad de Jerusalén, todos los días de tu vida. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo
a los Colosenses 3, 12-21.
Hermanos: Como pueblo elegido de Dios,
pueblo sacro y amado, sea su uniforme: la misericordia entrañable, la bondad,
la humildad, la dulzura, la comprensión.
Sobrellévense mutuamente y perdónense,
cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor los ha perdonado: hagan ustedes
lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad
consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en su
corazón: a ella han sido convocados, en un solo cuerpo. Y celebren la Acción de
Gracias: la Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enséñense
unos a otros con toda sabiduría; exhórtense mutuamente. Canten a Dios, denle
gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de obra realicen,
sea todo en nombre de Jesús, ofreciendo la Acción de Gracias a Dios Padre por
medir, de él.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según San Lucas 2, 22-40.
Cuando
llegó el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, llevaron a
Jesús a Jerusalén, para presentarlo al Señor [(de acuerdo con lo escrito en la
ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor») y para
entregar la oblación (como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos
pichones»).
Vivía
entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que
aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había
recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al
Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu Santo, fue al templo.
Cuando
entraban con el Niño Jesús sus padres (para cumplir con él lo previsto por la
ley), Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, según
tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque mis ojos han visto a
tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a
las naciones, y gloria de tu pueblo, Israel. José y María, la madre de Jesús,
estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los
bendijo diciendo a María, su madre: Mira: Este está puesto para que muchos en
Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara
la actitud de muchos corazones. Y a ti una espada te traspasará el alma.
Había
también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer
muy anciana: de jovencita había vivido siete años casada, y llevaba ochenta y
cuatro de viuda; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con
ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba
del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel].
Y cuando
cumplieron todo lo que prescribía la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a
su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de
sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
COMENTARIO
Cuarto misterio gozoso del
santo rosario: María, madre la que obedece. ¡Cinco veces evoca Lucas la ley!. Cuando llegó el día fijado por la ley, los padres de
Jesús lo llevaron a Jerusalén. Lo llevaron, y el anciano Simeón lo tomó en
brazos. Con un niño de cuarenta días se hace lo que se quiere: la encarnación
llegó hasta eso. Lo inaudito de navidad se diluye en lo más ordinario. A veces
soñamos con salir de nuestra vida modesta para vivir algo extraordinario, y
esta escena nos presenta a una joven pareja de obreros que obedecen vulgarmente
a la ley. Pero estos tres corazones son tan extraordinarios que pueden vivir
humildemente una ventura extraordinaria: la salvación del mundo empieza a
jugarse allí. Ante la sagrada familia podemos pensar en nuestra propia
existencia familiar con un poco más de calor; depende menos de nuestra
situación y de los que de nuestro propio corazón. Ellos obedecen. La fiesta de hoy celebra la
obediencia. María y José obedecen a la ley para comulgar con Dios. Nosotros hoy
hacemos muchos remilgos cuando se trata de obedecer o de forma a los hijos en
la obediencia. ¿Qué es lo que harán mañana si no saben escuchar a Dios y
escuchar a los jefes en cualquier trabajo y en cualquier grupo? Desde luego, hay
momentos en que hay que saber decir que no, pero nuestra vida está tejida de
ordinario por esos que pueden ser tan sencillos y tan felices como los síes de
María y de José.
De
pronto, el misterio gozoso se nubla de tristeza: Una espada, le dice Simeón a
María, te traspasará el corazón. ¿Qué espada? Lo vemos en lo que precede: Tu
hijo va a dividir. Muchos judíos esperaban una salvación global, un poco
mecánica, en la que todo el pueblo quedaría a salvo. No es ésa la salvación que
viene a traer Jesús; cada uno tendrá que decidirse, será una salvación en contra: esto es lo que desgarrará el
corazón de María. Habrá otra espada: el horrible sufrimiento que la atormentara
al pie de la cruz. Sin embargo, ella estará en pie, fuerte. Es un coraje que
todos los padres pueden decirle a María, madre, que les ayude a vivir en los
momentos terribles.
Una
sola frase lanza ahora el proyecto sobre la vida de Jesús hasta los doce años,
cuando volveremos a encontrarlo en el templo: El niño iba creciendo y
robusteciéndose y adelantaba en saber; y el favor de Dios lo acompañaba. En la
casita de Nazaret va creciendo entre la cocina de la madre y el taller del
padre. De nuevo el misterio de lo inaudito en la más total simplicidad oculta y
silenciosa. Pero si lo comparamos con los que dice Lucas sobre la infancia de
Juan bautista, vemos todo el abismo. También Juan crecía y la a mano de Dios
estaba sobre él. Jesús crecía en sabiduría: una expresión para señalar su
vínculo con el Espíritu: Jesús es sabiduría.
Y
más que la mano del Señor, sobre él está toda la gracia, todo el favor del
Padre. Que esto no nos mueva a rechazar más o menos conscientemente el misterio
y la ley de la encarnación: como todas las madres, María tiene que enseñarle
muchas cosas a su pequeño. Seguramente más con su comportamiento que con sus
palabras, porque María es una madre silenciosa y eficaz. Más tarde, el hombre
de treinta años que nos llenará de admiración mostrará unos sentimientos y unos
gestos que le vienen de su madre. Pensando en ello es como los padres y las
madres de hoy le pedirán a María, madre, que les dé esa finura de amor por la
que sepan despertar en sus hijos todo lo que en ellos duerme de personal y de
ilusión del mañana.
PLEGARIA UNIVERSAL
La
imagen del portal de Belén y toda la infancia de Jesús, nos hace admirar el
ambiente familiar que Dios había pensado para todos nosotros. Hoy te pedimos a
esa familia que nos ayude a vivir buscando ese amor.
1.- Por el
Papa Francisco, obispos y sacerdotes y todo el pueblo que formamos la Iglesia,
para que seamos esa familia de Dios, reflejo de aquella de Nazareth. Roguemos
al Señor.
2.- Por
nuestros dirigentes para que sus esfuerzos transformen nuestra sociedad, donde
el amor sea la única forma de relación entre todos. Roguemos al Señor.
3.- Por las
parejas que viven juntos pero como extraños, para que se descubran unos a otros
con paciencia, perdón y confianza mutua. Roguemos al Señor.
4.- Por
los hijos, para que, conforme crecen, aprecien a sus padres y les sean
agradecidos; por los abuelos, para que los hijos y nietos les ayuden y les amen
en el atardecer de su vida. Roguemos al Señor.
5.- Por
todos los hogares para que con mediación de aquel hogar de Nazareth sean
reflejo de aunque por su amor y generosidad unos con otros, especialmente con
los más pobres y a abandonados. Roguemos al Señor.
6.- Por
nosotros para que vivamos con la generosidad y entrega propia de aquella
primera iglesia doméstica y estemos unos pendientes de los otros.
Roguemos al Señor.
Padre,
en estos días que contemplamos el misterio de la Sagrada Familia, haz que en
todos los hogares cristianos se respire la Familia, haz que en todos los
hogares cristianos se respire la misma paz y armonía y así se extiendan al
resto del mundo. Te lo pedimos por tu Hijo Jesucristo. Nuestro Redentor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, en la fiesta solmene de la Navidad esta ofrenda que
nos reconcilia contigo de modo perfecto y que encierra la plenitud del culto
que el hombre puede tributarte. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Padre,
nuestro, que nos amas y nos perdonas, concede a cuantos has renovado con estos
divinos sacramentos imitar fielmente los ejemplos de la Sagrada Familia para
que, después de las pruebas de esta vida, podamos gozar en el cielo de su
eterna compañía. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 01: Santa María Madre
de Dios: Nm 6, 22-27; Sal 66; Ga 4, 4-7; Lc 2, 16-21.
Martes
02: 1Jn 2, 22-28; Sal 97; Jn 1, 19-28.
Miércoles
03:
1Jn 2, 29-3, 6; Sal 97; Jn 1, 29-34.
Jueves
04:
1Jn 3, 7-10; Sal 97; Jn 1, 35-42.
Viernes
05:
1Jn 3, 11-21; Sal 99; Jn 1, 43-51.
Sábado
06:
1Jn 4, 4-13; Sal 147; Mc 1, 7-11.
Domingo
07:
Is 60, 1-6; Sal 71; Ef 3, 2-3ª.5-6; Mt 2, 1-12.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Lc 2, 22-40
VV. 39-40:
La lección de estos vv. Sobre la vida oculta de Jesús es muy importante.
Aun cuando sea Dios, Jesús sigue las leyes naturales del crecimiento
humano, tanto en el plano físico como en el de la sabiduría y del conocimiento.
Pasando por la infancia, la pubertad, la adolescencia, vive su misión en
una extraordinaria kenosis. Aun siendo Hijo de Dios, como lo es, acepta el
no conocer sino progresivamente la orientación de su vida y el no descubrir la voluntad
de su Padre sino a través del plano de relación y de educación que le ofrece un medio
familiar y pueblerino determinado, de donde "no podía salir nada
bueno" (Jn 1, 46). Ha juzgado de las cosas y de las personas conforme
a las formas habituales de una inteligencia en formación; ha renunciado a
conocer lo que un hombre medio no puede llegar a conocer (Mt/24/36); ha
realizado su fidelidad al Padre exclusivamente a través de una fidelidad absoluta
a su condición humana, frágil y limitada. Pero a través de su conciencia de
niño, todavía balbuciente, y hasta su conciencia de mortal, absolutamente
asustada, Jesús ha inscrito realmente en su vida de hombre la Palabra del
Padre, y, por primera vez, se ha establecido una adecuación todo lo total
que es posible entre una voluntad de hombre y la voluntad de Dios.
Maertens-Frisque, Nueva Guía de la Asamblea Cristiana I, Marova Madrid
1969.Pág. 217
2.- Así como para la figura de Juan Lc hace verdadero hincapié en la
circuncisión e imposición del nombre (1, 57-56), para Jesús se hace más
fuerza en la pobreza del nacimiento y en el hecho de la presentación según
la ley. Nos encontramos en este relato con la figura de un niño indefenso
e inconsciente, abandonado en manos de sus padres, que lo traen y lo llevan presentándolo
a Dios (2, 22. 27) y sometiéndolo al cumplimiento de la ley (2, 23. 24). Este
Jesús que tan pronto ha comenzado a aceptar las instituciones familiares y
sociales, será el mismo que relativizará la familia y la sociedad en
función del reino (cf Mc. 3, 35). Simeón da al niño una caracterización
basándose en títulos del II Isaías: "salvación de Dios" (cf Is
40,5), "luz para alumbrar a las naciones" (cf Is 42, 6), "gloria
de Israel" (cf Is 46,13).
Siguiendo el contexto isaiano diremos que tenemos aquí el primer anuncio
del universalismo de la misión de Jesús. A ese ancho marco que es el mundo
y la vida toda supeditará Jesús toda institución, aun la más querida: la
familia. Sin embargo, es en ella donde él fue encontrando el camino de su
encarnación concreta.
Jesús será un signo de contradicción (cf Is 65,2). Jesús es un salvador
para todos. Pero por un desconocido misterio del mal y del duro corazón
del hombre, lo que estaba destinado a la salvación se ha convertido para
algunos en mensaje de muerte.
Este será el trasfondo de toda la tragedia de Jesús. Esto es lo que a él
mismo le costaba entender (Lc 4,16s). Cuando el creyente vive su mensaje
en una intensidad fuerte, puede hacer surgir la contradicción hasta en el
seno de su propia familia. En esos momentos de incertidumbre es donde se
calibra y mide la actitud que uno tiene ante el reino. Es preciso optar
con decisión.
Jesús comienza un proceso de acercamiento a Dios que ya no se extinguirá
hasta la consumación de la resurrección. Este crecer de Jesús es la obra
del Padre en el amor del Hijo. Nuestro esfuerzo, cualquier trabajo pequeño
o grande de nuestra vida, debe encaminarse a la construcción en nosotros
de esta vida de cara a Dios. Jesús fue haciendo este camino, como primera
etapa, en el seno de una sencilla familia de pueblo.
Eucaristía 1978/61
3.- Entre la inmensa muchedumbre que ha acudido al templo, Jesús pasa
inadvertido. Los sacerdotes, demasiado ocupados con los ritos que deben
realizar, no advierten nada especial. María y José se confunden con la
gente de tal manera que Dios puede acudir de incógnito a la cita. Pero un
anciano y una anciana esperan discretamente en oración: esperan al Mesías,
y esperan con la paciencia infinita de las personas ancianas, a las que nada
puede desanimar. Por eso sus ojos medio cerrados reconocieron al Señor.
Salieron a su encuentro.
Siempre que Cristo acude a un encuentro, a una cita con nosotros, lo
hace sin estruendo. Hoy acude pequeñín, como un recién nacido.
Mañana acudirá discreto, como un amigo que llama a la puerta. Al atardecer,
mendigará nuestra mirada, cuando lo expongan desnudo en una cruz. Y una
vez resucitado, viene de nuevo, se aparece, pero nuestras manos no pueden
retenerlo: apenas lo hemos reconocido, y ya ha desaparecido.
Dios Cada Día, Siguiendo El Leccionario
Ferial, Adviento-Navidad Y Santoral
Sal Terrae/Santander 1989.Pág. 90
Sal Terrae/Santander 1989.Pág. 90
4. /Lc/02/36-40 J/KENOSIS
Vida oculta de Cristo en Nazareth. La lección de estos dos versículos es
importante: por muy Dios que sea, Cristo sigue las leyes naturales del
crecimiento humano, tanto en el plano físico como en el plano de la
sabiduría. Con la aceptación de comenzar su vida de hombre por el
nacimiento, la infancia, la pubertad, la adolescencia, Cristo ha aceptado su misión
divina en una Kenosis extraordinaria. Aceptando ese género de crecimiento, ha aceptado
el no conocer sino progresivamente la orientación de su vida, las
circunstancias de que estará tejida. Ha aceptado el no conocer la voluntad
de su Padre, sino a través del medio familiar "de donde no podía
salir nada bueno" (Jn 1, 46), los mil y un acontecimientos de la vida
(Mt 26, 42). Y sobre las cosas y los hombres no ha aplicado más que los juicios habituales
de una inteligencia en desarrollo. Se ha negado a conocer lo que un hombre medio
no puede conocer (Mt 24, 36). Ha aceptado el no realizar su fidelidad al Padre,
sino a través de una fidelidad absoluta a la fragilidad y a las
limitaciones de la condición humana.
Maertens-Frisque, Nueva Guía De La Asamblea Cristiana I, Marova Madrid
1969.Pág. 247
5.- El evangelio de la infancia de san Lucas (cap 1-2) comenzaba con la
escena del anciano Zacarías en el templo (1, 5-22). Desde el templo, lugar
de la presencia de Dios en medio de los suyos, se ha escuchado la palabra
que dirige la historia hacia su meta (anunciación de Juan). Hacia el
templo, lugar de plenitud del pueblo de Israel, se ha dirigido la historia de
la infancia. De la infancia de Jesús en ese templo trata nuestro texto (2,
22-38). Sus elementos fundamentales son los siguientes: a) Presentación
(2,22-24); b) revelación de Simeón (2, 25-35); c) testimonio de Ana (2,
36-38) y d) vuelta a Nazaret (2, 39-40).
En el fondo de la escena de la presentación (2, 22-24) está la vieja ley
judía según la cual todo primogénito es sagrado y, por lo tanto, ha de
entregarse a Dios o ser sacrificado. Como el sacrificio humano estaba
prohibido, la ley obligaba a realizar un cambio de manera que, en lugar
del niño, se ofreciera un animal puro (cordero, palomas) (cfr. Ex 13 y Lev
12). Parece probable que al redactar la escena Lucas esté pensando que
Jesús, primogénito de María, es primogénito de Dios. Por eso, junto a la
sustitución del sacrificio (se ofrecen dos palomas) se resalta el hecho de
que Jesús ha sido "presentado al Señor", es decir, ofrecido solemnemente
al Padre. El sentido de esta ofrenda se comprenderá solamente a la luz de la escena
del calvario, donde Jesús ya no podrá ser sustituido y morirá como el auténtico primogénito
que se entrega al Padre para salvación de los hombres. Unido a todo esto Lucas
ha citado sin entenderlo un dato de la vieja ley judía: la purificación de la
mujer que ha dado a luz (cfr Lev 12). Para Israel, la mujer que daba a luz
quedaba manchada y por eso tenía que realizar un rito de purificación
antes de incorporarse a la vida externa de su pueblo. De esta concepción,
de la que extrañamente han quedado vestigios en nuestro pueblo hasta
tiempos muy recientes, parece que Lucas no ha tenido ya una idea clara;
por eso en el texto original ha escrito "cuando llegó el tiempo de la
purificación de ellos", refiriéndose también a José y a Jesús. La
tradición litúrgica ha corregido el texto original de Lucas, refiriéndose
sólo a la purificación de María, ajustándose de esa manera a la vieja ley judía.
El centro de nuestro pasaje lo constituye la revelación de Simeón (2,
25-35). Jesús ha sido ofrecido al Padre; el Padre responde enviando la
fuerza de su Espíritu al anciano Simeón, que profetiza (2, 29-32.34-35).
En sus palabras se descubre que el antiguo Israel de la esperanza puede
descansar tranquilo; su historia (representada en Simeón) no acaba en
vano: ha visto al salvador y sabe que su meta es ahora el triunfo de la vida.
En esa vida encuentran su sentido todos los que esperan porque Jesús no es
sólo gloria del pueblo israelita, es el principio de luz y salvación para
las gentes.
Tomadas en sí mismas, las palabras del himno del anciano (2. 29-32) son
hermosas, sentimentalmente emotivas. Sin embargo, miradas en su hondura,
son reflejo de un dolor y de una lucha. Por eso culminan en el destino de
sufrimiento de María (2, 34-35).Desde el principio de su actividad, María
aparece como signo de la Iglesia, que llevando en sí toda la gracia
salvadora de Jesús se ha convertido en señal de división y enfrentamiento. La
subida de Jesús al templo ha comenzado con un signo de sacrificio (2,
22-24); con signo de sacrificio continúan las palabras reveladoras de
Simeón. Desde este comienzo de Jesús como signo de contradicción para
Israel (u origen de dolor para María) se abre un arco de vida y
experiencia que culminará sobre el Calvario y se extenderá después hacia la
Iglesia. Todo el que escucha las palabras de consuelo en que Jesús se
muestra como luz y como gloria (2, 29-32) tienen que seguir hacia adelante
y aceptarle en el camino de dureza, decisión y muerte; en ese caminar no
irá jamás en solitario, le acompaña la fe y el sufrimiento de María.
Con las palabras de alabanza de Ana, que presenta a Jesús como redentor
de Jerusalén (2, 36-38) y con la anotación de que crecía en Nazaret lleno
de gracia (2, 39-40) se ha cerrado nuestro texto.
Comentarios A La Biblia Litúrgica Nt, Edic Marova/Madrid 1976.Pág. 1242
Ss.
6.- En el fondo de la escena de la presentación está la vieja ley judía
según la cual todo primogénito es sagrado -sea hombre o animal- es
sagrado, pertenece a Dios, y por lo tanto ha de entregarse a Dios o ser
sacrificado. Como el sacrificio humano estaba prohibido, la Ley obligaba a
realizar un cambio de manera que en lugar del niño se ofreciera un animal puro.
Se resalta el hecho de que Jesús ha sido "presentado al
Señor", es decir, ofrecido solemnemente al Padre. El sentido de esta
ofrenda se comprenderá solamente a la luz de la escena del calvario, donde
Jesús ya no podrá ser sustituido y morirá como el auténtico primogénito
que se entrega al Padre para salvación de los hombres.
Jesús ha sido ofrecido al Padre y el Padre responde enviando la fuerza
de su Espíritu al anciano Simeón, que profetiza. En sus palabras se
descubre que el antiguo Israel de la esperanza puede descansar tranquillo;
su historia -representada en Simeón- no acaba en vano, ha visto al
Salvador y sabe que su meta es ahora el triunfo de la vida. En esa vida encuentran
su sentido todos los que esperan, porque Jesús no es sólo gloria del pueblo israelita,
es luz y salvación para todos los hombres.
Estas palabras del himno del anciano Simeón son hermosas,
sentimentalmente emotivas. Sin embargo, miradas en su hondura, son
reflejo de un dolor y de una lucha. Por eso culminan en el destino de
sufrimiento de María.
Desde el principio de su actividad, María aparece como signo de la
iglesia, que llevando en sí toda la gracia salvadora de Jesús se ha
convertido en señal de división y enfrentamiento.
La sabida de Jesús al templo ha comenzado con un signo de sacrificio
(22-24), con signo de sacrificio continúan las palabras reveladoras de
Simeón.
Desde este comienzo de Jesús como signo de contradicción para Israel (u
origen de dolor para María) se abre un arco de vida y experiencia que
culminará sobre el calvario y se extendería después hacia la Iglesia.
Todo el que escuche las palabras de consuelo en que Jesús se muestra
como luz y como gloria (29-32) tiene que seguir hacia adelante y aceptarle
en el camino de dureza, pasión y muerte.
En ese camino no irá jamás en solitario, le acompaña la fe y el
sufrimiento de María.
7.- El niño crecía. El evangelio de la infancia pertenece al género
midrásico, lectura en profundidad de la Escritura para detectar su sentido
pleno. Cualquier acontecimiento incorporado a la historia de la salvación
da a la revelación un aspecto nuevo, porque la biblia no es un
acontecimiento momificado.
Jesús es la esperanza de Israel, que se ve colmada solemnemente en el
episodio de la presentación en el templo. Simeón lo entiende así y puede
morir satisfecho. Otros lo verán de distinta manera: unos para aceptar la
piedra angular y otros para tropezar en ella. Semejante en todo a nosotros,
Jesús se somete a la ley. Moisés dejó ordenado consagrar al Señor todo
primogénito varón. La presentación en el templo era sólo una costumbre tardía
después de la vuelta del cautiverio. Y se prescribía una ofrenda, cordero o
paloma, que los padres de Jesús cumplen según las posibilidades de los
pobres. La purificación causa extrañeza tratándose de María, pero era un
rito más que quisieron cumplir según la costumbre. José y María saben bien
que el niño pertenece a Dios.
Guillermo Gutiérrez, Palabras Para El Camino,
Nuevas Homilías/B, Edit. Verbo Divino, Estella 1987.Págs. 29 S.
8. LA PROFECÍA DE SIMEÓN.
J/SIGNO-DE-DIVISION: Cuando José y María presentaron al niño en el templo de Jerusalén,
Simeón les bendijo y luego, bajo el impulso del espíritu profético, se dirigió
a la Virgen con estas breves palabras: ''Este niño está destinado para ser
caída y resurgimiento de muchos en Israel, será signo de contradicción,
para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones. Y una
espada traspasará tu alma" (Lc 2,34-35). La realidad es que Jesús no
fue un conformista dispuesto a darles la razón a todos, sus palabras y sus
gestos obligaban a opciones concretas. En favor o en contra de él: "Quien
no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo
desparrama" (LC 11,23).
a) Otras voces del NT sobre Jesús como signo de división. Antes de
entrar en un examen inmediato de la profecía de Simeón, escuchemos algunos
otros ecos de la tradición neotestamentaria acordes con LC 2,3435 a la
hora de presentar a Jesús como uno que provoca la disensión que suscita
la adhesión o la repulsa.
Pedro advierte que a Cristo se le podía aplicar lo que decía /Is/08/14: "Él (el Señor de los ejércitos) será
una piedra de tropiezo, una roca de escándalo para las dos casas de Israel,
un lazo y una trampa para los habitantes de Jerusalén" (cf I Pe 2,6-8; cf
también ICor 1,23-24).
Mateo pone estas palabras en labios de Jesús: "No penséis que vine
a traer paz sobre la tierra; no vine a traer paz, sino espada. Porque vine
a separar al hombre de su padre, a la hija de su madre, a la nuera de su
suegra. Enemigos del hombre, los de su casa" (/Mt/10/34-36).
La predicación de Cristo —señala Juan en tres ocasiones (Jn 7,43; 9,16;
10,19) — era motivo de cisma entre la gente, ya que daba lugar a pareceres
discordes sobre su persona. El mismo Jesús (según Jn 9,39) lo reconoce
sin medias tintas, cuando afirma: "Yo vine a este mundo para un
juicio: para que los que no ven vean y los que ven se queden
ciegos". El elemento discriminante de este juicio es Cristo-luz, es
su palabra que revela al Padre (Jn 12,44-50). Esa palabra escudriña los
corazones: "En efecto, quien obra mal odia la luz y no va a la luz,
para que no se descubran sus obras. Pero el que obra la verdad va a la luz,
para que se vean sus obras, que están hechas en Dios" (Jn
3,20-21).
El autor de la carta a los Hebreos (12,3) define la muerte de Jesús como
una contradicción que los pecadores arrojaron contra él. Israel —comenta
Pablo citando a Is 65,2— fue "un pueblo desobediente y rebelde" (Rom
10,21: antilégonta). Del conjunto de estas citas se deduce que la
tradición evangélica junto con la petrina y la paulina, aun con la
diferencia de los términos empleados, está sustancialmente de acuerdo. El
evangelio de Jesús, como soplo acariciador e impetuoso al mismo tiempo, sacude
al hombre desde dentro, lo provoca a una actitud. ¡Sí, la fe es una
inquietud saludable! Lc 2,34-35 recoge el tema que hemos esbozado en esta
rápida panorámica sobre el NT. Lo acoge, anticipándolo en la infancia de
Jesús, como si se tratara de un presagio que tendrá la contrapartida en su
ministerio público y en el de la iglesia apostólica.
SIMEÓN/ORÁCULO: El oráculo de Simeón, el santo anciano del templo, tiene
dos aspectos: uno se refiere al pueblo de Israel y el otro a María.
Veámoslo más en concreto.
b) Israel frente a Cristo. Respecto a todos los miembros del pueblo
elegido (tal es el sentido de muchos en el v. 34, según las normas de la
filología), Jesús está destinado a ser causa de "caída y
resurgimiento". Con este binomio antitético, Simeón profetiza cuál será el éxito
en conjunto de la misión de Jesús. Para quienes lo rechacen, es decir, para los
que crean que están en pie fiándose de sus propias seguridades (cf Lc
14,9), él será piedra de tropiezo; pensemos, por ejemplo, en los escribas
y fariseos, orgullosos de su ciencia (Lc 11,52-54); en el fariseo de la
parábola (Lc 14,9-13.14b), en los invitados a la boda que declinan la
invitación por tener otros intereses (Lc 14,16-21ab.24)... Por el contrario,
Cristo será ocasión de salvación para cuantos se encuentran en un estado
de miseria, de pecado, pero acogen su palabra; pensemos en el publicano
(Lc 14,13-14), en Zaqueo (Lc 19,2-10), en los pobres, los cojos, los
ciegos y los lisiados que sustituyen a los que fueron invitados primero a
la boda (Lc 14,21-23)... Así pues, además de la acogida, Jesús conocerá la amargura
y la tragedia del rechazo, será un "signo de contradicción", dice el
anciano profeta.
Signo, en primer lugar: en efecto, en su persona Dios se hace manifiesto
y cercano a su pueblo (cf Lc 1,68; 7,16), especialmente en la gran
revelación pascual: "Como Jonás fue un signo para los ninivitas, así
el Hijo del hombre lo será para esta generación" (Lc 11,30). Pero de
contradicción; es decir, objeto de repulsa por parte de Jerusalén y del
judaísmo oficial, que no reconoció los tiempos de la visita de Dios (cf Lc
19,44b-47; 29,9-18...). Se trata, por consiguiente, de un sendero lleno de
espinas el que se perfila para Jesús. "Para que sean descubiertos
los pensamientos de muchos corazones", añade Simeón (v. 35). La
presencia de Cristo tendrá este efecto: revelar cuáles son las esperanzas de
todos respecto a él: quién lo acoge y quién lo rechaza. El término
pensamientos (gr. dialoguismói) es todavía genérico, sin ninguna
cualificación positiva ni negativa. Se necesita un adjetivo, o bien el
contexto, para determinar si se trata de intenciones rectas o condenables (cf
Lc 1,29 [dieloguízeto]; 5,22; 6,8; 9,46.47; 24,38; además, Mc 7,21, Mt
15,19; Sant 2,4...). En Lc 2,35 el sustantivo mencionado parece tener una
función bivalente; es decir, designa las diversas actitudes, favorables u
hostiles, frente a Cristo. Nos relacionamos entonces con el v. 34, en
donde se dice que Jesús es motivo tanto de caída como de resurgimiento.
En versión eclesial, Lucas elabora además los mismos enunciados en el
libro de los Hechos, donde entra en escena una iglesia que experimenta la
contradicción que había padecido antes su Señor. En Iconio, por ejemplo,
después de la predicación de Pablo y de Bernabé apoyada en signos y en
prodigios (He 14,1-13), "la población de la ciudad se dividió: unos
estaban con los judíos y otros con los apóstoles" (v. 4). Y hacia el final
del libro Lucas hace decir a los judíos convocados por Pablo:
"Sabemos que esta secta (= cristianismo) encuentra oposición en todas
partes (28,22: pantajou antiléguetai).
c) El alma de María traspasada por una espada. La persona y el mensaje
de Jesús llevan a cabo un discernimiento dentro de Israel. Pero todo lo
que ocurre en Israel como pueblo tiene una repercusión en María como
persona: "... También a ti una espada te atravesará el alma" (Lc
2,35a).
Lo mismo que en el Magnificat, se observaba un paso de lo individual
(María: Lc 1,46-49) a lo colectivo (Israel: Lc 1,54), así aquí se da una
alternancia entre una comunidad (Israel) y una persona individual (María).
Esto basta para concluir que también en este paso Lucas asocia a María a
su pueblo; ella es hija de Sión.
ESPADA/PD: Nos queda por preguntarnos ahora cuál es el significado más
pertinente del término espada. Recorriendo la literatura judeo-bíblica, se
ve que la espada es uno de los símbolos más frecuentes para designar la palabra
de Dios. En el AT tenemos dos casos (Is 49,2 y Sab 18,15) Este mismo tipo
de simbolismo aparece con frecuencia en los comentarios judíos a los
textos bíblicos. También el NT, en siete ocasiones, recurre a este lenguaje:
la palabra de Dios, que se identifica ahora con la palabra de Jesús, es
comparada con una espada cortante de doble filo. Las referencias más abundantes
nos las ofrece el Apocalipsis (1,16: "De su boca salía una espada aguda de
dos filos": 2,12.16 19,15.21). Está asimismo la carta a los Efesios
(/Ef/06/17: "Tomad también... Ia espada del Espíritu, que es la
palabra de Dios"). Hay que dedicar una especial atención a la carta a
los hebreos (/Hb/04/12): "La palabra de Dios es
viva y eficaz; ella penetra hasta la división del alma y del espíritu, de
las articulaciones y de la médula, y es capaz de distinguir los
sentimientos y pensamientos del corazón".
Se notará fácilmente la gran analogía que hay entre Lc 2,35 y Heb 4,12.
En ambos trozos se habla de espada que "penetra en el alma" y
"revela-escudriña los pensamientos del corazón". Esta relación
no se le escapó, por ejemplo, a san Ambrosio. Una vez asentada esta
ecuación simbólica espada = palabra de Dios, se asoma la hipótesis de que
la espada a la que alude Simeón es figura de la palabra de Dios, tal como se
expresa en la enseñanza de Jesús.
Efectivamente, esta descodificación del símbolo espada se armoniza muy
bien con el contexto anterior. Poco antes, Simeón había celebrado a Jesús
como luz de las gentes y gloria de Israel (v. 32). Sus palabras hacen eco
a los poemas del Siervo de Yavé (Is 42,6; 49,6). Pues bien, precisamente
uno de esos poemas (49,2) presenta al Siervo de Yavé como un profeta de
cuya boca Dios ha hecho una espada afilada. La imagen, como hemos visto,
fue recogida varias veces en relación con Cristo en el Apocalipsis (I, 16;
2,12.16; 19, 15.21). Pero también Simeón, al preconizar en Jesús al Siervo
de Yavé por excelencia, parece decir que su palabra es semejante a una
espada.
M/PD/SUFRIMIENTO: Escogiendo esta orientación exegética (que, lejos de excluir a las
demás, puede perfectamente integrarlas), la imagen de María sería la de
una creyente que, lo mismo que todo Israel, su pueblo, tendrá que
enfrentarse con la palabra del Hijo, simbolizada místicamente en la
espada. Su alma se verá profundamente penetrada por ella. Efectivamente,
siempre en el tercer evangelio vemos que ella acogía y guardaba los acontecimientos
y las palabras de Jesús (Lc 2,19.51b; cf 8,19-21 y 11.27-28). Con una actitud
sapiencial se esforzaba en sondear su alcance, incluso cuando le procuraban sufrimientos
y no llegaba a comprender todo su sentido (Lc 2,48-51b).
Así pues, María hizo que sus pensamientos se aclarasen y se juzgasen a
la luz de aquella palabra y se conformó a ella con un crecimiento
constante. Esto suponía para ella gozo y dolor. (Gozo, al ver los frutos
copiosos que la semilla de la palabra evangélica producía en ella misma y
en cuantos la acogían con un corazón "bueno y perfecto" (cf Lc 8,15).
Dolor, cuando buscaba angustiada a Jesús en Jerusalén y no comprendió su respuesta:
"¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que tengo que estar en la casa de mi Padre?
Y ellos no comprendieron sus palabras" (Lc 2,49-50). Conservando en su
corazón el enigma de esa frase, ella "avanzó en la peregrinación de
la fe" (LG 58), no sin pruebas ni oscuridades. Pero el colmo de la
aflicción inundó su espíritu cuando vio a su Hijo rechazado y crucificado.
Obedecer a la voluntad del Padre (¡ella, la madre del ajusticiado!), permanecer
fiel a las palabras del Hijo sobre todo en aquel momento de tiniebla (cf Redemptoris
Mater 18): he aquí el punto crucial de la transfixión que esta palabra produjo en
las fibras de María.
Según esta exégesis, no sería lógico restringir solamente a la compasión
de la Virgen al pie de la cruz la profecía de Simeón. Abarca más bien todo
el arco de su misión de madre del Redentor y especialmente el drama del
Calvario. ¿No decía acaso Jesús: "Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada día y sigan" (Lc 9,23)?
CONCLUSIÓN. M/ABRAHAN: Abrahán, nuestro
padre en la fe, "obedeciendo la llamada divina, partió para un país
que recibiría en posesión, y partió sin saber a dónde iba" (/Hb/11/08).
María, madre de los creyentes (cf Jn 19,2627a), aceptó que su vida se plantease
según la palabra del Señor que le había sido revelada por el ángel (Lc 1,38).
Con su fiat se dispuso a salir de sí misma para seguir los caminos de
Dios, que "es más grande que nuestra conciencia y lo sabe todo"
(1Jn 3,20). La Virgen llevaba a su Hijo en los brazos, pero no se negaba a
dejarse conducir por el Hijo por un camino incierto y difícil; también para
ella se hizo realmente ejemplar la frase de Jesús: "El que pierda su
propia vida por mí, la salvará" (Lc 9,24; cf Mc 8,35; Mt 16,25; Jn
12,25). Contemplada en esta dimensión, María, además de madre, es hermana
nuestra a la hora de compartir la gozosa fatiga de creer.
Dicc-De-Mariología. Págs. 335-339