jueves, 29 de noviembre de 2018

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO I ADVIENTO CICLO C - 2 DICIEMBRE 2018


LA VIDA DESPIERTA





ORACION COLECTA



Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir acompañados de buenas obras al encuentro de Cristo que viene, para que colocados a su derecha, merezcan poseer el Reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo.



PRIMERA LECTURA



Lectura del libro de Jeremías 33, 14-16



«Miren que llegan días —oráculo del Señor— en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.

En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra.

En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: "Señor—nuestra—justicia".».



SALMO RESPONSORIAL (24)



A ti, Señor, levanto mi alma.



Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.



El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R.



Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. R.



SEGUNDA LECTURA



Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 3, 12—4, 2



Hermanos: Que el Señor los colme y los haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros los amamos.

Y que así los fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, los presenten santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre.

En fin, hermanos, por Cristo Jesús les rogamos y exhortamos: Han aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues procedan así y seguid adelante.

Ya conocen las instrucciones que les dimos, en nombre del Señor Jesús.



EVANGELIO



Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 25-28. 34-36



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedaran sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.

Cuando empiece a suceder esto, levántense, alcen la cabeza: se acerca su liberación.

Tengan cuidado: no se les embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

Estén siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.».



COMENTARIO



Comenzamos hoy un nuevo año litúrgico y Jesús abre nuestro adviento con una serie de imperativos: ¡Pónganse en pie!, ¡Levanten la cabeza!, ¡Estén sobre aviso!, ¡Manténganse despiertos!, ¡Oren!.

Casi diríamos que se trata de un despertar muscular; hay que desterrar la imagen de unos cristianos que caminan cansados o asustadizos por la vida. Van con la cabeza erguida, hacia la fantástica aventura de un mundo nuevo: “Verán al hijo del hombre venir en la plenitud de su poder y de su gloria”.

Evidentemente, para los cristianos la vida es tan difícil como para los demás: la misma mezcla de esperanza y decepciones, de trabajos logrados y de fracasos. La enorme diferencia está en que nosotros sabemos que todo esto tiene un sentido global, aunque en detalle las cosas nos parezcan oscuras. Sabemos de dónde venimos y adónde vamos: nacidos del amor, vivimos bajo una mirada de amor y vamos hacia el amor.

A veces nos dicen: ¿Qué cambios producen la fe en ustedes?”. ¡Lo cambia todo!. Como el sol, vivimos la misma cosas, pero en la luz. “El que me sigue, dice Jesús no camina en la noche” Caminamos bajo el sol de la primera venida de Cristo: navidad. Y avanzamos hacia el esplendor de su última venida.

Vivir tan luminosamente, mantenerse en el amor y en la esperanza, eso es el despertar cristiano. “¡Permanezcan despiertos!”.¿Por qué no tomar esto como una invitación a nuestro propio despertar de cristianos?. ¡Sentir ganas de vivir a fondo nuestra fe!.

¿Es posible describir esta vida despierta?. Cada mañana es un hallazgo de Jesucristo y de su evangelio.

Volvemos a tomar, mediante una pequeña lectura, una oración rápida o una meditación más larga, la resolución de estar atentos a Dios, a nuestra tarea a las personas con las que hemos de tratar.

Pero habrá que vigilar constantemente la “pesadez de nuestro corazón”. “Cuidado, nos dice crudamente Jesús no se les embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida”.

Y nos muestra además dónde podemos encontrar esta voluntad de despertar; “¡Oren!”.

Los que descuidan este imperativo deberían dejarse penetrar hoy por la grave advertencia final: “Pidan   fuerza en   todo   momento   para   escapar de todo lo que va a venir y poder así manteneros en pie delante de mí”.



PLEGARIA UNIVERSAL



El Señor, el Hijo de Dios, viene a instaurar la justicia y a revelar el misterio infinito del amor del Padre. Por eso, abiertos a su mensaje y llenos de esperanza pidámosle que nos visite con su salvación y libere a su pueblo de sus esclavitudes, angustias y sufrimientos. Digamos: R.- Esperamos tu venida, Señor.



1.- Para que, esperando a Jesús que viene la iglesia aliente la esperanza de los que viven sin saberse amados y salvados por Dios, que quiso identificarse con nosotros por amor. Oremos al Señor.



2.- Para que el Papa Francisco, los obispos y cuantos sirven a la Iglesia en el ministerio pastoral, manifiesten a todos los hombres la compresión, el amor y la cercanía misericordiosa de Dios, que viene a salvarnos. Oremos al Señor.



3.- Para que los responsables de la paz y la justicia entre los pueblos, naciones, y tribus, vuelvan su mirada al Príncipe de la Paz, y la construyan defendiendo la dignidad de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural. Oremos al Señor.



4.- Para que cuantos anuncian con su vida y su palabra la llegada de los cielos nuevos y la tierra nueva, experimenten la fuerza del amor de Dios, que los hace testigos de su amor y solidarios con los hermanos. Oremos al Señor.



5.-Para que este Tiempo de adviento sea vivido por todos los cristianos, como un tiempo de gracia en la espera activa del Señor, y nuestras vidas se abran para acoger al Dios que viene ahora, para darnos su amor. Oremos al Señor.



6.- Para que todos los que han pasado por esta vida anhelando ver el rostro de Dios, la contemplen con gozo eternamente y desde el intercedan por todos lo que aun esperamos su manifestación definitiva. Oremos al Señor.



Bendice Señor cuanto por medio de tu Hijo amado hemos confiado a tu misericordia y concédenos mientras aguardamos su venida, la conversión de nuestro corazón a ti. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen.



ORACION SOBRE LAS OFRENDAS



Acepta, Señor los dones que te ofrecemos, escogidos de los bienes que hemos recibido de ti; y lo que nos concedes celebrar con devoción durante nuestra vida mortal, sea para nosotros precio de tu redención eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.





ORACION DESPUES DE LA COMUNION



Fructifique en nosotros, Señor, la celebración de estos sacramentos, con los que tú nos enseñas, ya en este mundo que pasa, a descubrir el valor de los bienes del cielo y a poner en ellos nuestro corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.



PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA



Lunes 03: Is 2, 1-5; Sal 121; Mt 8, 5-11

Martes 04: Is 11, 1-10; Sal 71; Lc 10, 21-24

Miércoles 05: Is 25, 6-10ª; Sal 22; Mt 15, 29-37

Jueves 06:   Is 26, 1-6; Sal 117; Mt 7, 21.24-27

Viernes 07: Is 29, 17-24; Sal 26; Mt 9, 27-31.

Sábado 08:   Gn 3, 9-15.20; Sal 97; Ef 1, 3-6.11-12; Lc 1, 26-38.

Domingo 09:   Ba 5, 1-9; Sal 125, 1-2ab.2cd-3.4-5.6; Flp 1, 4-6.8-11; Lc 3, 1-6.





COMENTARIOS AL EVANGELIO

Lc 21, 25-28. 34-36



1. Texto. El ciclo litúrgico que hoy comienza nos va a familiarizar con Lucas, autor de un evangelio diferente de los de Mateo, Marcos o Juan, a pesar de contar con bastante material común.

El texto de hoy se sitúa dentro del recinto del templo. A la observación hecha por algunos sobre la belleza de este templo, Jesús contrapone el futuro de destrucción que le amenaza. Esta destrucción, sin embargo, no debe confundirse con la implantación definitiva y feliz del Reino de Dios, la cual estará precedida por un tiempo de protagonismo religioso no judío. En este punto entronca el texto de hoy.

Los dos primeros versículos describen un gigantesco cataclismo cósmico y el consiguiente pavor de la humanidad. El cataclismo es calificado como temblor de las potencias celestiales. Sigue a continuación la descripción grandiosa, pero escueta, de la llegada del Hijo del Hombre, que pondrá fin a las dificultades y sufrimientos de los cristianos comprometidos. "Se acerca vuestra liberación". La descripción de la llegada del Hijo del Hombre está tomada también de un libro apocalíptico como es el libro de Daniel. Por último, el texto se hace interpelativo: tened cuidado, estad siempre despiertos. La traducción litúrgica añade inexactamente una tercera interpelación: manteneos en pie. El texto original dice más bien lo siguiente: "Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y poder así manteneros en pie ante el Hijo del Hombre".

Lo que está por venir no se refiere al cataclismo cósmico, sino al futuro de dificultad y de sufrimiento que le espera al cristiano comprometido. Las dos interpelaciones van dirigidas a estos cristianos y quieren ser una invitación a vivir con la atención puesta en el reino de Dios por llegar y a no desfallecer a causa de las dificultades.

Comentario. Es conveniente recordar lo dicho hace un par de domingos a propósito de Marcos. También el texto de Lucas recoge situaciones e imágenes tomadas de la literatura profética y apocalíptica. Se trata de un lenguaje gráfico y metafórico, cuya verdad, por tanto, no hay que buscarla en lo que se describe, sino en lo que se trasluce y sugiere. No estamos ante la crónica de un futuro anunciado, sino ante la magia de un futuro mejor. Evocación y sugerencia no de fin de mundo, sino de fin de un mundo como el que hacemos.

El elemento central del texto es el pronombre personal plural "vosotros". Su referente son los discípulos, término que en Lucas es inequívocamente sinónimo de creyente o cristiano comprometido en la causa del Reino de Dios. Como le pasó a Jesús, también el creyente experimenta la incomprensión y la amenaza de los de dentro y de los de fuera. En una situación así es muy humana la tentación a desentenderse de todo, mandar todo a paseo y refugiarse en agentes inhibidores, llámense diversión, bebida o afán de dinero. El texto de hoy quiere ser una llamada de atención y una invitación al cristianismo comprometido. Una invitación a mirar en perspectiva de utopía. O quizá más exactamente: una palabra de ánimo y una confirmación de la esperanza que él ha depositado en el Hijo del Hombre.

Dabar 19








Comentario: Con el nuevo ciclo litúrgico estrenamos también autor. Ya tendremos tiempo de ir familiarizándonos con Lucas, de descubrir su tacto exquisito, su interés por lo cotidiano y el detalle personal, su atención a los insignificantes y marginados. El ciclo litúrgico quiere que comencemos la andadura con la mirada puesta en el horizonte, hay una coincidencia de fondo y forma entre la descripción de este horizonte por parte de Lucas y de la de Marcos de hace dos domingos. Ambos se sirven del lenguaje figurativo, común en los profetas. Grandes cataclismos y angustias. A propósito de estas imágenes conviene recordar que sobre el origen y el final del mundo la Biblia no hace ninguna descripción científica sino que manifiesta lo que es importante para la salvación del hombre. Y lo que es importante para el hombre (éste es el fondo de las imágenes) es que la historia que éste construye no es buena, pero que no por ello es abocada a la fatalidad. Y no lo está gracias al empeño de Dios. ¿Qué mejor forma de expresar que caminamos hacia un mundo nuevo que hace saltar en añicos el mundo viejo? 

La Biblia es cualquier cosa menos un libro pesimista en lo referente al futuro del hombre. Lo que ocurre es que la salvación no espera del hombre, de ese hombre histórico con sus fracasos, mil veces puestos de manifiesto y siempre presentes, sino de Dios, o por lo menos del hombre que se apoya en Dios y le escucha. Expresión perfecta de este tipo de hombre es el Hijo del Hombre. El título mismo es evocador del alcance universal que Lucas le confiere al futuro. Cuando habla de las gentes se está refiriendo a la totalidad de la humanidad. Toda ella está llamada a la plena manifestación de su anhelo. Será la gran liberación. Anclado en lo humano y en lo divino el Hijo del hombre hace posible el ansia de liberación de la humanidad toda.

Cuando se camina es primordial saber que el camino conduce a alguna parte. Gracias al hijo del Hombre sabemos esa parte a la que el camino de la historia humana conduce. Pero así como la maleza del camino puede entorpecer o incluso ocultar la meta, así también las preocupaciones, agobios y crápulas (mejor traducción que vicios). Lucas, el evangelista del camino, dedica la segunda parte del texto de hoy a hacer una llamada a vivir conscientemente con la mirada puesta en la meta. No para tener miedo aquel día, sino para infundirnos ánimo y confianza en medio de las dificultades del camino. ¿No es acaso verdad que muchas veces vivimos como si la historia no tuviera rumbo ni sentido? Surge entonces la mentalidad del "carpe diem": aferrarse al presente porque no hay futuro o éste es problemático. ¡Manteneos en pie ante el Hijo del Hombre!, nos grita hoy Lucas. Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra gran liberación¡ Luchad por ella. ¡Qué gran necesidad de este grito tenemos en nuestros días!

Alberto Benito, Dabar 1985, 1







3.- Contexto. Jesús está enseñando en el Templo de Jerusalén. En Lc.21, 5-24 su enseñanza ha versado sobre la relatividad de la historia judía. A partir del v. 25 la enseñanza versa sobre la relatividad de la historia no judía. Tengamos en cuenta que las expresiones gentil, gente, designan a toda persona no judía.

Comentario. Se distinguen dos partes. La primera es expositiva.

Se presentan unos hechos (vs. 25-27). A la vista de estos hechos se invita a adoptar una actitud. Segunda parte exhortativa (vs. 28. 34-36). Los hechos expuestos son: conmoción cósmica, angustia humana, presencia majestuosa del Hijo del Hombre. No se habla de desaparición sino de cataclismos. Se pinta una situación caótica de la que cabe esperar lo peor. Y, sin embargo, lo que aparece es una figura majestuosa. Habitualmente se interpretan estos hechos como fin del mundo en el sentido más literal del término. Creo que una tal interpretación no hace justicia a un texto en el que lo verdaderamente importante es la presencia majestuosa del Hijo del Hombre cuando toda esperanza humana parece haber desaparecido. No hay ni una sola página en la Biblia que trate del cosmos, de su origen o su final. La Biblia no es un libro de ciencia. Y sí, en cambio, no hay una sola página en ella que no trate del hombre, de sus esperanzas y desesperanzas. Esta es una de ellas. Frente a la desesperanza, la presencia gloriosa del Hijo del Hombre que devuelve lo que parecía imposible: la ilusión, la certeza de nuestros mejores sueños, es decir, de los sueños utópicos. Alzad la mirada. Estad atentos. No os encerréis y empobrezcáis en las cuatro paredes de una vida sin horizontes.

Huid de una vida miope, rastrera. Se trata de todo un programa, de toda una actitud que debe caracterizar a quien se diga cristiano.

Dabar 1982, 1







4. - Lc. 21, 25-28 se mueve en el mismo ámbito de realidades que Mc.13, 24-27, comentado hace dos domingos. Vistos comparativamente ambos, el montaje de Lucas tiene un poder de sugestión y una fuerza dramática superiores al de Marcos. La angustia y miedo de unas gentes que corren enloquecidas, el estruendo ensordecedor del mar: nada de esto se encuentra en el relato visionario de Marcos.

El caos fantástico del final de la historia, nos remite al caos fantástico de los comienzos (Gen. 1,2), cuando la Palabra de Dios introdujo armonía, belleza y bondad. Al final de las historia volverá a resonar esa misma Palabra poderosa, pero entonces será la Palabra encarnada, Jesús de Nazaret. Y se producirá armonía y bondad; lo que Lucas llama liberación (v. 28). La humanidad dejará de caminar bajo el yugo de sus propias creaciones injustas, esclavizantes y angustiadoras. Será la nueva creación. Hablando con propiedad, no se tratará de un final, sino de la manifestación desvelada de la verdadera finalidad de toda la existencia humana.

Esta esperanza liberadora no es pasiva. Al contrario, está hecha de esperas activas, de vigilancia, de preparación. Este es el punto que desarrolla Lucas en los vs. 34-36 y que constituye la novedad del evangelio de hoy respecto al de hace dos domingos. La esperanza final debe nutrirse de esperas activas; de ahí la necesidad de evitar todo modo de existencia que impida la visibilidad del horizonte. Hay que vivir con la mirada alta y los brazos ágiles, y no encerrarse en el cuarto oscuro de la propia problemática sin perspectivas, un cuarto en el que cada uno va dando tumbos con ramplonería por falta de amplitud de miras.

Dabar 1976, 1







5.- En el anuncio original de Jesús, el acontecimiento del último día se concentró totalmente en el retorno del Señor. Ahora bien, en la primera comunidad, esta misma espera se fue clarificando en el sentido de que era precisamente su Señor glorificado el que había de retornar como administrador de la causa de Dios, para llevar a cabo un juicio de purificación y liberación de la creación, y, después, devolver a Dios el dominio sobre el mundo (cf. 1Co/15/25-28).

Así se resume, pues, la expectativa escatológica en la confiada figura del Señor. Los bautizados reconocerán al Hijo del Hombre, que vendrá sobre la nube (v. 27), revestido de la gloria del Señor, la cual -al contrario que las mismas nubes(v. 25s)- no producirá temor: ese temor natural que sobrecoja a las bautizados será vencido de inmediato por el amable (inspirador de confianza) acercamiento del Señor. Aquellos se pondrán en pie y levantarán su cabeza a la vista del poder salvador (v. 28).

Desde esa presentación hace el evangelio una llamada a la firmeza de la fe de los discípulos. Se exige, por tanto, que se atrevan a salir al encuentro de la gloria de Cristo y que, en unión a él, se mantengan firmes ante la magnificencia del suceso, es decir, ante la tremenda magnitud que cobra una confrontación con la poderosa actuación de Dios al descubierto (no oculta ya). El mantenerse firme y levantar la cabeza exige, a su vez, haber crecido y haberse fortalecido, lo cual se aprende precisamente en la "escuela del evangelio".

Adviento significa, por tanto, iluminar los "últimos acontecimientos" en la actual existencia de la iglesia y del individuo. Navidad no es más que un signo de promesa, una bondadosa predicción de lo que está por acontecer. Quien madure para comprender aquellas circunstancias, puede celebrar hasta infantilmente (con la sencillez que exige Jesús a sus discípulos) la fiesta de Belén. Por lo demás, oración y actitud de espera confiada (esperanza) preparan al discípulo para recibir "de pie" al Señor.

Euca 1988, 56







6.- Este pasaje pertenece al "apocalipsis sinóptico" según la versión de Lucas. Para comprenderlo mejor, conviene recordar las características comunes a las tres versiones sinópticas.

De acuerdo con el género literario apocalíptico, utilizado ya frecuentemente en el A.T., se habla aquí de cataclismos en la tierra y en el cielo como señales que anteceden a la venida del "día del Señor" (cfr. Is 24, 17-23; 34,4) y a la manifestación sobre las nubes del "Hijo del Hombre". Las "potencias del cielo' son las estrellas, que los antiguos pensaban sólidamente clavadas en el firmamento.

El autor comparte la opinión extendida entre los primeros cristianos sobre la inminente venida del Señor. Con todo, distingue claramente entre la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo. Todos estos fenómenos en la tierra y en el cielo son señales del fin del mundo; pero, hasta que llegue este fin y después de la destrucción de Jerusalén, hay un tiempo indefinido, que el autor llama "tiempo de los gentiles": "Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles' (v. 24). Lucas piensa, lo mismo que Pablo (Rom 11, 11-32), que los gentiles reemplazarán al pueblo de Israel hasta que éste se convierta masivamente. Y sólo entonces será el fin.

El fin del mundo no es para los cristianos motivo de espanto, sino de una gran esperanza, pues entonces serán liberados definitivamente. Mientras la destrucción de Jerusalén se anuncia como un suceso previsible que dará tiempo a la huida (vv. 29-32), "aquel día" (o "Día del Señor") vendrá de pronto sobre todos los hombres y nadie podrá escapar. De manera que sólo se salvarán los que estén preparados, pues para ellos será un día de liberación. Para destacar el carácter repentino de este magno acontecimiento, Lucas lo compara a un "lazo" o trampa de cazador; más exactamente, a la losa que cae sobre los pájaros cuando están comiendo tranquilamente el cebo. Otro símil utilizado por Mateo (24, 42-44) es el del ladrón que horada el muro de barro y entra en la casa cuando sus habitantes están dormidos. También Lucas, en otro lugar, nos dice que "el Hijo del Hombre vendrá cuando nadie lo espere", como un ladrón en la noche (Lc 12, 39s). Por esta razón Jesús exhorta a sus discípulos para que vigilen y estén preparados.

VICIA/QUÉ-ES:Que el objetivo del "apocalipsis sinóptico" no sea otro que llamar a la vigilancia y, consiguientemente, a la oración, está claro. De ahí que Mateo se extienda después con una serie de parábolas alusivas a la vigilancia (como aquella tan conocida de las vírgenes fatuas y las prudentes). Vigilar es estar atentos a lo verdaderamente importante y decisivo, cuando todos nos empuja al despiste y al aturdimiento, al sueño. Vigilar es tener los ojos muy abiertos en medio de la noche. El que vigila está en pie, siempre "de puntillas" por la esperanza, a la expectativa de lo sorprendente, de la sorprendente venida del Señor. Esto es también fijarse en las señales o signos de los tiempos, responder en cada momento y situación a las concretas exigencias del evangelio. La esperanza cristiana no es simplemente estar a la espera, no es aguardar, sino preparar los caminos para la pronta venida del Señor.  ESPERA/ESPERANZA

Eucaristía 1982, 54







7.- Jesús se expresó en las imágenes de la apocalíptica judía. Lo mismo hizo la comunidad primitiva. En los sinópticos hay una evidente evolución en el contenido de las afirmaciones escatológicas.

En Marcos se siente el entusiasmo escatológico de la primera comunidad. En Mateo la época de la Iglesia es ya más larga y en Lucas el fin se traslada a una época lejana porque la etapa de la Iglesia apenas ha empezado. Los sinópticos no intentan descubrir el fin del mundo, sino exhortar a la perseverancia. Lucas insiste en la vigilancia para no dejarse absorber por las preocupaciones terrenas.

El discurso sobre la parusía, en Lucas, tiene un carácter mucho más parenético que en Marcos. En el centro del discurso hay una apremiante invitación a la constancia sobria y vigilante. Lucas no elimina la parusía, pero insiste en la disponibilidad. En este pasaje no se trata de apocalíptica sino de escatología. MUNDO/FIN:Las imágenes apocalípticas se usan para afirmaciones escatológicas. La escatología significa simplemente espera y estructuración del futuro sobre la base del pasado. Es inexacto hablar del fin del mundo, sino el inicio del mundo tal como lo quiso y lo programó Dios. En lenguaje bíblico lo que llamamos fin del mundo habría que llamarlo "el futuro del mundo". Es la transformación del mundo, no su aniquilación. El mundo es el lugar de la encarnación de Dios. Es evidente que la creación y la redención no actúan la una contra la otra, sino la una en la otra... Hay que tomarse este mundo en serio. Dios se lo ha tomado tan en serio que le dio a su propio Hijo (Jn 3,16).

Pere Franquesa, Misa Dominical 1985, 23







8.

Este pasaje hay que situarlo, lo mismo que los dos evangelios anteriores (ciclos A y B), dentro de ese difícil contexto del anuncio de la ruina de Jerusalén. Sirviéndose de los términos habituales de la apocalíptica y de la escatología judías para describir esa caída, el Señor atribuía a ese acontecimiento la amplitud misma de cumplimiento de los últimos tiempos.

a) El pasaje de este día sigue inmediatamente a la descripción del asedio de Jerusalén (vv. 20-24). Todo sucede como si se tratara de una catástrofe cósmica que trastorna incluso los astros y sume a los hombres en la mayor confusión (vv.25-26). Era un procedimiento clásico de los apocalipsis judíos describir la ruina de una ciudad como un "Día de Yahveh" que llevaba consigo catástrofes de orden cósmico (Is 24, 10-23; 13, 6-10; Jer 4, 23-26). Así, después de Babilonia, Samaria, Gomorra y otras muchas ciudades paganas, Jerusalén va a experimentar a su vez el "Día de Yahvé". Al comentar (más discretamente por lo demás, que el texto paralelo de Mateo) la descripción de la destrucción de Jerusalén mediante ciertas imágenes de orden cósmico, Lucas no pretende necesariamente anunciar el fin del mundo, no hace más que amoldarse al género literario de los apocalipsis para decir, tan sólo, que la caída de Jerusalén será una etapa decisiva en la implantación del reino de Yahvé en el mundo. La intervención de toda la naturaleza en el momento de la caída de Jerusalén sigue siendo un reflejo de una concepción bíblica que presenta el reino mesiánico como una nueva creación que pone en entredicho los fundamentos de la antigua (Jl 3, 1-5; Ag 2, 6; Is 65, 17). La caída de Jerusalén es, así, la aurora de una creación de nuevo cuño.

b) Después de haber subrayado la repercusión cósmica del hundimiento de Jerusalén, Lucas anuncia la "venida del Hijo del hombre entre nubes" (v. 27). Se trata, evidentemente, del misterioso personaje anunciado por Daniel (7, 13-14) y a quien se confiará el juicio de las naciones. Para Lucas, esta manifestación del Hijo del hombre-Señor de los pueblos coincide con la caída de Jerusalén. Se comprende mejor esta sustitución si se tiene presente que el templo era considerado precisamente como el punto de la gran concentración de las naciones bajo el imperio de Yahvé (Is 60) y que Cristo tuvo especial cuidado en atribuir esa prerrogativa a "aquel que viene" o a "aquel que viene sobre la nube" (Mt 21, 61-64; 23, 37-39). "Venir sobre la nube" designa un personaje aureolado por la gloria divina: los cristianos aplicarán, pues, sin dificultad, esta expresión a Cristo resucitado. Cristo "viene sobre la nube" desde el momento de su resurrección, y todo acontecimiento que sirve para establecer su soberanía sobre el mundo es una nueva "venida sobre la nube" de aquel que ha adquirido todo imperio sobre el mundo, para ser siempre y hasta el fin de los tiempos "El que viene" (Ap 1, 7; cf. Ap 14, 14). Se puede, pues, decir que el tiempo de la Iglesia, inaugurada con la resurrección, y, más concretamente, el día en que la Iglesia se liberó totalmente del judaísmo, constituye la "venida del Hijo del hombre".

c) Después de haber hecho de la caída de Sión el acontecimiento inaugural de la nueva creación y que constituye una etapa importante en la "venida del Señor", San Lucas pasa a las aplicaciones morales. Se dirige en particular a la "generación" de sus contemporáneos (vv. 31-32) para enseñarla a ver en la caída de Sión un "signo" de la "proximidad" del Reino (vv. 27-31). Por lo demás, esa proximidad no es esencialmente de orden temporal, como si el fin del mundo fuera a producirse de inmediato; se trata más bien de una proximidad ontológica: en cada acontecimiento de la historia de la salvación y de la historia de los hombres, el Reino futuro está presente y se trata de aprender a descubrirlo. La vigilancia es precisamente la virtud de aquel que está bastante preocupado por la extensión de la soberanía del Hijo del hombre para descubrirla en germen en cada uno y "en todo". La caída de Jerusalén ha sido un jalón en la venida del Señor sobre la nube porque ha obligado a la Iglesia a abrirse decididamente a las naciones y a establecer un culto espiritual, liberado del particularismo del templo. Pero cada etapa de la evangelización del mundo, vinculada, por lo demás, a cada etapa de humanización del planeta, es también un jalón de esa venida del Hijo del hombre. Cada conversión del corazón, mediante la que el hombre se abre más y más a la acción del Espíritu del Resucitado y cuenta un poco menos con la "carne", es una nueva manifestación de esa venida. Cada asamblea eucarística, reunida precisamente "hasta que El vuelva" y beneficiaria de esa gloria y de ese poder del Hijo del hombre sobre la nube, es, finalmente, el jalón por excelencia de ese acontecimiento.

Maertens-Frisque, Nueva Guia De La Asamblea Cristiana I, Marova Madrid 1969.Pág. 30







9.- Esta es una parte del Apocalipsis sinóptico. Parece que aquí también se inspiran algunos de los mensajes que ayer u hoy nos llegan del cielo. Pero si lo traducimos en anuncio profético o evangélico, veríamos que el acento no se pone en la angustia, sino en la liberación; no en las potencias del cielo, sino en el Hijo del hombre, que está en el cielo. No es un mensaje de terror, sino de vigilancia y esperanza. Nuestro problema ahora no es el miedo, sino el conformismo, la despreocupación, el aturdimiento: «mente embotada» por el consumo de cada día.

El mundo no es bueno; por eso no podemos dormir hasta que no venga el Hijo del hombre, o sea, hasta que no se construya un mundo nuevo, hasta que todos los hijos de los hombres no se traten como hermanos.

Caritas, Un Dios Para Tu Hermano,  Adviento Y Navidad 1991.Págs. 24 S.







10. ACI DIGITAL 2003

34. Lo único que sabemos acerca de la fecha del "último día", es que vendrá de improviso. (Mat. 24, 39:"Y no conocieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la Parusía del Hijo del Hombre"; I Tes. 5, 2 y 4: "Vosotros mismos sabéis perfectamente que, como ladrón de noche, así viene el día del Señor. Mas vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón" y II Pedro 3,10: "Quien quiere amar la vida y ver días felices, aparte su lengua del mal y sus labios de palabras engañosas").

Por lo cual los cálculos de la ciencia acerca de la catástrofe universal valen tan poco con ciertas profecías particulares. Velad, pues, orando en todo tiempo (v. 36).




jueves, 22 de noviembre de 2018

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO T.O. CICLO B - 25 NOVIEMBRE 2018

TÚ LO DICES: SOY REY





ORACION COLECTA



Dios todopoderoso y eterno, que quisiste recapitular todas las cosas en tu Hijo muy amado. Rey del Universo haz que la creación entera, liberada de la esclavitud, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin. El, que vive y reina contigo.



PRIMERA LECTURA



Lectura de la profecía de Daniel 7, 13-14



Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él.

Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.



SALMO RESPONSORIAL (92)



El Señor reina, vestido de majestad.



El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder. R.



Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno. R.



Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término. R.



SEGUNDA LECTURA



Lectura del libro del Apocalipsis 1, 5-8



Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre.

A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Mirad: El viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentaran por su causa. Sí. Amén.

Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.».



EVANGELIO



Lectura del santo evangelio según san Juan 18, 33b-37



En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?».

Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».

Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».

Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.». Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?». Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.».



COMENTARIO



La situación es bastante conocida: tras haber sido proclamada la culpabilidad de Jesús por las autoridades judías, una delegación oficial ha acudido con el reo al palacio de Herodes en Jerusalén, residencia ocasional del procurador romano Poncio Pilato, para solicitar de éste el comienzo de un proceso contra Jesús. El evangelio de hoy es el comienzo de la versión de Juan sobre este proceso. El interrogatorio del juez al acusado versa sobre si éste es o no el rey de los judíos. El acusado lo sostiene con matices. Indudablemente estos matices explican una noticia dada con anterioridad por el evangelista: "Dándose cuenta Jesús de que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez al monte, él solo" (Jn. 6,15).

Es, pues, claro que Jesús no es rey en el sentido político habitual del término. De serlo en este sentido tendría las instituciones y cuerpos adecuados, los que no tiene.


La realeza de Jesús no pertenece al orden de este mundo, pero esto no quiere decir que no sea para este mundo o no se dé en este mundo. Y es que la palabra mundo tiene en el cuarto evangelio dos sentidos.


Unas veces expresa valoración. En estos casos suele ir acompañado del demostrativo este. Otras veces expresa espacio y designa el lugar de los humanos, es decir, la tierra. En la primera acepción, mundo tiene matiz negativo; en la segunda, no. En el texto de hoy se encuentran las dos acepciones.


La realeza de Jesús esta en relación a la verdad. Tremenda palabra. ! Cuánta intransigencia y tensión pueden encerrarse en ella!.

Fijémonos en un hecho curioso y significativo. Cuando empleamos esta palabra en nuestras conversaciones y disputas solemos utilizarla con los verbos tener o estar. Tengo la verdad, estoy en la verdad. En el cuarto evangelio, en cambio, jamás se emplea con estos verbos. Se emplea con los verbos ser, conocer, hacer.

El que hace la verdad se acerca a la luz (Jn 3,21). La verdad no la concibe Juan como posesión o estado adquirido, sino como quehacer o tarea.

Por consiguiente, jamás puede esgrimirse como algo que da derecho. La primera vez que aparece en el cuarto evangelio forma pareja con gracia (cfr.Jn.1, 14) y se contrapone a ley. "La ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad se hicieron realidad por medio de Jesús" (Jn.1, 17).

Esta verdad agraciada dice relación al descubrimiento de quién es Dios. A Dios nadie lo ha visto jamás; es el Hijo único, que es Dios y está al lado del Padre, quien lo ha explicado (Jn.1, 18). Por eso y en este sentido Jesús es rey. El saca a la luz a Dios, velado por la religiosidad de la ley. La verdad es el alumbramiento de Dios hecho por Jesús. Y este alumbramiento hace personas libres. La verdad los hará libres (Jn 8,32). Pero debe quedar muy claro que el problema es intra-religioso o, como diríamos hoy, intraeclesial.



PLEGARIA UNIVERSAL

El Reino que Jesús vino a instaurar no es de este mundo. Pidámosle que su gracia y su paz estén en nuestros corazones para que podamos adelantar su reino en la tierra. Digamos con confianza: Reina, Señor, en nuestras vidas.



1.- Para que Jesús, primicia de la humanidad resucitada, nos conceda la gracia de dar continuidad a su reinado, amándonos como verdaderos hermanos a quienes nos gozamos de proclamarlo Rey y Señor nuestro. Oremos.



2.- Para que Cristo Jesús sea reconocido por toda la humanidad como el único Señor del cielo y de la tierra. Oremos.



3.- Para que todos los que son perseguidos a causa de su fe, sintiendo el amor y la consolación del Señor resucitado, no desfallezcan en medio de sus tribulaciones y sufrimientos. Oremos.



4.- Para que Cristo Jesús, vencedor del mal y de la muerte derrame su misericordia y su consuelo a quienes han perdido la esperanza. Oremos.



5.- Para que todos los difuntos sean acogidos en las moradas eternas y participen plenamente del Reino de Dios que terminara jamás. Oremos.



6.- Para que quienes participamos hoy en la celebración eucarística, nos convirtamos de corazón al Señor, y le permitamos reinar en nuestra vida personal y en nuestros hogares.  Oremos.



Reina, Señor en nuestras historias, excluye de nuestra tierra la codicia, la ambición y la arrogancia y danos aguardar con esperanza la venida definitiva de tu Reino de justicia, amor y paz, tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.



ORACION SOBRE LAS OFRENDAS



Al ofrecerte, Señor, el sacrificio de la reconciliación humana, pedimos humildemente que tu Hijo conceda a todos los pueblos los dones de la paz y de la unidad. Por Jesucristo nuestro Señor.



ORACION DESPUES DE LA COMUNION



Después de recibir el alimento de la inmortalidad, te pedimos, Señor, que quienes nos gloriamos de obedecer los mandatos de Cristo, Rey del universo, podamos vivir eternamente con El en el reino del cielo. El que vive y reina por los siglos de los siglos.



PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA



Lunes 26: Ap 14, 1-3.4b-5; Sal 23; Lc 21, 1-4.

Martes 27:   Ap 14, 14-19; Sal 95; Lc 21, 5-11

Miércoles 28:  Ap 15, 1-4;  Sal 97;  Lc 21, 12-19

Jueves 29:   Ap 18, 1-2. 21-23; 19, 1-3ª; Sal 99; Lc 21, 20-28

Viernes 30: Rm 10, 9-18; Sal 18; Mt 4, 18-22.

Sábado 01:   Ap 22, 1-7; Sal 94; Lc 21, 34-.36

Domingo 02:     Jr 33, 14-16; Sal 24, 4bc-5ab-8-9.10 y 14; 1Ts 3, 12-4, 2; Lc 21, 25-28.34-36.



COMENTARIOS AL EVANGELIO

Jn 18, 33-37



1.- Texto. Está tomado del evangelio de Juan, donde todo es diferente respecto a los evangelios sinópticos. Pilato y Jesús están frente a frente. Pilato es el Procurador romano, representa a un Señor del mundo; Jesús es el Hijo de Dios, representa a otro Señor del mundo. Pilato lleva la iniciativa del interrogatorio porque Jesús es el acusado. En la pluma de Juan, sin embargo, esto es sólo el plano visible de la realidad. Pero Juan no se contenta sólo con este plano, al que llama carne. Para él la realidad tiene un segundo plano, al que denomina espíritu. Un plano igualmente real, aunque no tan visible como el de la carne. En este segundo plano Jesús es acusador. He venido a este mundo para dictar sentencia (Jn. 9,39).

MUNDO/SENTIDOS: El texto de hoy se mueve en los dos planos. De ahí que el diálogo entre Pilato y Jesús produzca la curiosa impresión de hallarnos simultáneamente ante dos acusadores y dos acusados.

Una segunda cosa a tener en cuenta en este texto es el empleo de la palabra mundo en un doble sentido. Por un lado están las afirmaciones "mi reino no es de este mundo, no es de aquí"; por otro, la afirmación "he venido al mundo para dar testimonio de la verdad". En el primer caso mundo expresa valoración, en el segundo espacio. En el primer caso mundo tiene matiz negativo; en el segundo, no. "Mi reino no es de este mundo, no es de aquí" significa que el reino de Jesús no pertenece a un orden de cosas viciado. Pero esto no quiere decir que el reino de Jesús no pueda existir en este espacio nuestro que llamamos planeta tierra. En realidad Jesús ha venido al mundo, a este espacio nuestro, para hacer posible un nuevo orden de cosas.

VERDAD/EV-Jn: Una tercera cuestión a tener en cuenta es la palabra verdad. Cuando en nuestras conversaciones empleamos este término solemos hacerlo con los verbos tener o estar. Tener la verdad, estar en la verdad. En el cuarto evangelio, en cambio, jamás se emplea con estos verbos. Se emplea con los verbos ser, conocer, hacer.

La verdad no la concibe Juan como posición o estado adquirido, sino como quehacer o tarea. La verdad del cuarto evangelio jamás da derecho a nada ni sobre nadie.

Comentario. El hecho de que Juan escriba a un doble plano de realidad, el visible y el menos visible, hace que el texto no tenga aires triunfalistas. Pilato cuenta con las instituciones y cuerpos legales, según los cuales Jesús es reo porque subvierte el orden constitucional. Ser rey es atentar contra el orden establecido. Por consiguiente Jesús tiene que ser condenado a muerte.

Pero porque Juan escribe a un doble plano de realidad Jesús es acusador. Él desvela, descubre quién es Dios. "A Dios nadie lo ha visto jamás; es el Hijo único, que es Dios y está al lado del Padre, quien lo ha explicado" (Jn 1, 18). Este desvelamiento, esta explicación, confieren a Jesús su papel y su función de rey.

La paradoja de su realeza es que Jesús es acusador y dicta sentencia desde su propia muerte. La verdad de Jesús pasa por su muerte. Por eso resulta tan poco triunfalista ser vasallos de una verdad cuya garantía es el sufrimiento e incluso la muerte del vasallo.

Desde un planteamiento así tienen muy poco sentido los habituales gritos de "Viva Cristo Rey".

Alberto Benito, Dabar 1988, 58







2.- Comentario. La situación es de sobras conocida: tras haber sido proclamada la culpabilidad de Jesús por las autoridades judías, una delegación oficial ha acudido con el reo al palacio de Herodes en Jerusalén, residencia ocasional del procurador romano Poncio Pilato, para solicitar de éste la incoación de un proceso contra Jesús. El evangelio de hoy es el comienzo de la versión de Juan sobre este proceso. El interrogatorio del juez al acusado versa sobre si éste es o no el rey de los judíos. El acusado lo sostiene con matices. Indudablemente estos matices explican una noticia dada con anterioridad por el evangelista: "Dándose cuenta Jesús de que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez al monte, él solo" (Jn. 6,15). Es, pues, claro que Jesús no es rey en el sentido político habitual del término. De serlo en este sentido tendría las instituciones y cuerpos adecuados, los que no tiene. La realeza de Jesús no pertenece, por tanto, al mundo este, es decir, a este orden de cosas. Pero esto no quiere decir que no sea para este mundo o no se dé en este mundo. Y es que la palabra mundo tiene en el cuarto evangelio dos sentidos.

Unas veces expresa valoración. En estos casos suele ir acompañado del demostrativo este. Otras veces expresa espacio y designa el lugar de los humanos, es decir, la tierra. En la primera acepción, mundo tiene matiz negativo; en la segunda, no. En el texto de hoy se encuentran las dos acepciones.

La realeza de Jesús dice relación a la verdad. Tremenda palabra. !. Cuánta intransigencia y tensión pueden encerrarse en ella! Fijémonos en un hecho curioso y significativo. Cuando empleamos esta palabra en nuestras conversaciones y disputas solemos utilizarla con los verbos tener o estar. Tengo la verdad, estoy en la verdad. En el cuarto evangelio, en cambio, jamás se emplea con estos verbos. Se emplea con los verbos ser, conocer, hacer.

El que hace la verdad se acerca a la luz (/Jn/03/21). La verdad no la concibe Juan como posesión o estado adquirido, sino como quehacer o tarea. Por consiguiente, jamás puede esgrimirse como algo que da derecho. La primera vez que aparece en el cuarto evangelio forma pareja con gracia (cfr.Jn.1, 14) y se contrapone a ley. "La ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad se hicieron realidad por medio de Jesús" (Jn.1, 17). Esta verdad agraciada dice relación al desvelamiento o descubrimiento de quién es Dios. A Dios nadie lo ha visto jamás; es el Hijo único, que es Dios y está al lado del Padre, quien lo ha explicado (Jn.1, 18). Por eso y en este sentido Jesús es rey. El saca a la luz a Dios, velado por la religiosidad de la ley. La verdad es el alumbramiento de Dios hecho por Jesús. Y este alumbramiento hace personas libres. La verdad os hará libres (/Jn/08/32). Pero debe quedar muy claro que el problema es intra-religioso o, como diríamos hoy, intraeclesial.

Alberto Benito, Dabar 1985, 56








¿Cuál es el valor social concreto al que Juan denomina este mundo en la lectura de hoy? El poder del Estado, incluso legítimamente constituido. Esta es la clave de lectura de toda la secuencia entre Pilato y Jesús. Según Juan, la muerte de Jesús pone en tela de juicio un valor tan importante en la sociedad como es el poder por legítimo que éste sea. Desde la perspectiva de Jesús el poder es innecesario. Para mostrar también esto ha venido Jesús al mundo (cosmos, concepto espacial). Quien viva la perspectiva de Jesús (=la verdad) sabe que Jesús tiene razón (=escucha su voz).

Pero vuelve la pregunta de siempre ¿quién vive la perspectiva de Jesús? A nivel de colectividades, parece ser que casi nadie. Precisamente por esto el poder legítimo tiene que seguir existiendo en la sociedad. Juan diría: es un mal necesario. A lo que todos a coro replicamos escépticos e irónicos con Pilato: ¿qué es la verdad? ¿Es posible un mundo sin poder? Tal vez ahora captemos el significado y el alcance de aquella súplica del Padrenuestro: Venga a nosotros tu Reino.







4.- "En el evangelio que hoy escuchamos sería un error comprender las palabras de Jesús así: mi reino no es de este mundo y, por tanto, no me interesan los problemas sociales y políticos de este mundo; me conformo con dar una salvación espiritual, en forma individual, a las almas creyentes. Al decir Jesús que su realeza no procede de este mundo, lo único que recalca es que su autoridad la debe solamente al Padre que lo envió. En eso no se parece a las demás autoridades que se han impuesto, sea por la fuerza, sea ganándose el sufragio de sus compatriotas.

Eucaristía 1988, 55







5. J/REY.

Los judíos (estos es, los enemigos de Jesús en el lenguaje de Juan) han resuelto acabar con el Nazareno; Pilato no puede menos de verse envuelto en la causa y lo somete a interrogatorio. Su pregunta supone la acusación, expresamente mencionada por Lucas (/Lc/23/02), de que este Jesús se hacía llamar "Cristo Rey" (o Rey Mesías) y soliviantase al pueblo. Con la sola excepción del pasaje de la adoración de los Magos (Mt 2, 2), el título de "Rey de los judíos" aplicado a Jesús aparece únicamente en conexión con su proceso.

Obsérvese que "Rey de los judíos" es propiamente la versión política del título mesiánico "Rey de Israel".

Sabiendo los judíos que a Pilato sólo le interesaba lo político, tergiversan el sentido de la realeza mesiánica tal y como la entendía Jesús y le obligan a intervenir. Muchos acusaron ante Pilato a Jesús de lo que no era, un rey político, y muchos lo hicieron por despecho, pues eso era lo que deseaban que fuera efectivamente y Jesús se resistió, decepcionando al pueblo. Y fue necesario que Jesús muriera por esa falsa acusación para que se mostrara al mundo su verdad: que es rey pero no como los reyes de este mundo.

El evangelista Juan es consciente de la ironía que envuelve todo el proceso de Jesús, esto es, de la tremenda verdad que se manifiesta en la farsa. Para los incrédulos y para los verdugos de Jesús todo acontece como una burla y según el ceremonial de la entronización de los reyes de Israel (cfr. 1 Re 1, 32-48): la coronación (Jn 19, 1-3), la aclamación del pueblo al que ha sido coronado (19, 5s), la entronización (19, 13-16). Pero este rey escarnecido por los romanos y rechazado por los judíos es, para Juan y para los creyentes, el verdadero rey que ha sido "exaltado" en la cruz y glorificado por el Padre. No sólo es rey de Israel, sino también de todos los que escuchan la verdad, porque es rey como testigo de la verdad. Los que buscan y hacen la verdad le siguen y escuchan su voz.

Jesús responde con otra pregunta a la de Pilato, aclarando la situación sicológica del interrogatorio. Pues es evidente que Pilato no había tomado en serio la acusación de los judíos y en sus palabras se adivinaba un tono burlesco. Pilato acusa el golpe y, dejándose de bromas de mal gusto, pide que Jesús declare lo que ha motivado la acusación. Sin embargo, Jesús recoge la primera pregunta de Pilato y la contesta. Le habla de un extraño reino que no es de este mundo, de un reino que no se apoya en la fuerza ni se defiende con las armas. El reino de Jesús no se parece en nada al imperio romano ni a otros reinos políticos. Pilato ya no entiende nada; no le cabe en la cabeza todo eso de un reino de soldados. Por eso va directamente al grano y le dice que conteste a la pregunta sin evasiones, que le diga si es o no rey.

La respuesta no se hace esperar. Jesús es rey. Pilato no querrá saber más porque no entiende más, porque no quiere entender más que esto. Pero Jesús añade algo muy importante. El sentido de su reinado no es la voluntad de poder, sino cumplir en el mundo la misión de atestiguar la verdad. Para esto no hacen falta soldados; para esto hacen falta testigos capaces de dar la vida. Jesús es el "Testigo fiel", el que sirve a la verdad como nadie.

Por eso es rey. Jesús es incluso la Verdad misma. Por eso son de Jesús y siguen a Jesús cuantos sirven a la Verdad. Pilato busca un pretexto para salir de aquel embrollo; no busca la verdad, sino una causa para justificar su sentencia. Pilato es un "realista" que no entiende más que de política. No le interesa la verdad y no puede comprender que un hombre, por amor a la verdad, se deje matar. Por eso pregunta seguidamente como un escéptico: "¿Qué es la verdad?", y deja a Jesús sin esperar respuesta. Pilato renuncia a la verdad y la entrega a cambio de su torpe interés, haciendo su política de acuerdo a las circunstancias. Después se lava las manos y dice que es inocente (/Mt/27/24).

Eucaristía 1985, 54







6.- La escena contiene una grandeza patética, y merece la pena contemplarla desde esta perspectiva. Y, dentro de este tono se convierte en una proclamación del sentido de la acción y la persona de JC, realizada en forma de discusión sobre el significado de la palabra rey aplicada a él.

La pregunta inicial de Pilato se refiere a la acusación con que se supone que los notables judíos lo habían presentado ante el gobernador romano: la de ser uno de los caudillos nacionalistas que, adoptando el título de "rey de los judíos", luchaban por instaurar un nuevo orden político libre de la opresión romana. Y la respuesta de JC, al afirmar que su realeza "no es de este mundo", no sólo niega todo afán de gobierno nacionalista, sino que niega también todo planteamiento de dominio espiritual a partir de la fe de Israel: la realeza de JC "no es de aquí", pertenece radicalmente a otro orden, diferente de todo lo que se podría deducir del puro análisis de la realidad israelita y humana en general.

Y esto se concreta en las últimas palabras de JC. Él es rey, y esto significa que él es testigo de la verdad. Ser testigo de la verdad significa presentar totalmente, con su palabra y su acción, lo que realmente es la verdad absoluta; es decir, revelar con su presencia en el mundo, en qué consiste el plan de Dios, la voluntad de Dios a propósito de la vida de los hombres; es decir, en definitiva, para JC, significa simplemente presentarse a sí mismo, vivir plenamente su fidelidad al Amor hasta la muerte. Y de este modo, ser rey es convertirse para los hombre en la imagen que hay que seguir, ser "la voz que hay que escuchar" por parte de "todos los que son de la verdad".

Los cual aunque tenga muy poco que ver con lo que creía Pilato, no es, sin embargo, una cuestión estrictamente espiritual y privada. La afirmación de que la realeza de JC no es de este mundo significa que no es deducible de la realidad de este mundo; y no que no tenga nada que ver con ella: ¡cómo podría ser que no tuviera nada que ver con la realidad de este mundo la muerte de aquél que se presenta como testigo del amor de Dios sobre los hombres y el mundo!

J.-  Lligadas, Misa Dominical 1979, 21







7. J/PROCESO:

El dossier sobre el proceso de Jesús y el motivo formal de su condena es muy voluminoso, y no cesa de ampliarse con nuevos libros y artículos. Dejando de lado escritos más retóricos que científicos, podemos considerar sólidas estas dos conclusiones: 1) que Jesús fue condenado a muerte por la autoridad romana como reo de un delito político: por haberse hecho rey de los judíos; 2) Que tanto los acusadores como el juez de este proceso sabían perfectamente que esta acusación era falsa, porque la realeza que Jesús proclamaba no se interfería con la del César.

El cuarto evangelio despacha rápidamente el proceso judío de Jesús (por cuanto el proceso instruido por los dirigentes de Jerusalén ya ha empezado desde el momento en que Jesús empezó a predicar y actuar públicamente, y toda su vida pública ha sido un proceso); en cambio, se extiende en el proceso romano, y por medio de largos diálogos pone en evidencia las motivaciones de cada uno de los personajes del drama. En el diálogo entre Jesús y Pilato sobre la realeza del primero -que es la acusación formulada- queda claro que si al fin y al cabo Pilato, oportunista, lo condenará, no será por haberlo encontrado convicto ni confeso del delito. No ha existido el deplorable "malentendido" de que habla Bultmann, porque a la pregunta de Pilato sobre si Jesús era rey, éste ha respondido preguntando previamente de donde venía la pregunta, porque la realeza en el sentido judío bíblico era algo distinto de la realeza en sentido romano político. Una realeza que no podrá ser defendida (¡ni podrá ser destruida!) por legiones terrenas. Por el contrario: se debilitará siempre que desenvaine la espada o reclute legiones.

Su fuerza consistirá, como la del propio Jesús, en ser testigo de la verdad (v.37) con su propia sangre; sus súbditos no serán legionarios, sino "los que son de la verdad" y "escuchan su voz" (v.37).

La principal diferencia entre Jesús y Barrabás no es que el primero fuese un ciudadano honrado y el segundo un facineroso, sino que aquel proclamaba un reino de paz y éste quería imponer el suyo por medio de la violencia. Barrabás no es un delincuente común, sino un guerrillero (un zelote); por eso Pilato habría preferido retenerlo, como políticamente peligroso, y liberar a Jesús, inofensivo para el Imperio, y por eso el pueblo pide la amnistía de Barrabás y la crucifixión de Jesús, porque prefiere el líder nacionalista al maestro religioso.

Las tres lecturas de esta fiesta coinciden en distinguir netamente el Reino de Dios por respecto a todo proyecto político. El Reino de Dios afecta a los mismos hombres y discurre en una misma historia, pero es de otro orden, y no se puede confundir con ningún proyecto temporal. La fiesta de Cristo Rey no es día de la Cristiandad.

H.-  Raguer, Misa Dominical 1976, 21








"¿De qué verdad se trata aquí? Sólo entenderemos esta frase -"he venido al mundo para testimonio de la verdad"- si nos formamos idea clara de lo que significa verdad en Juan.

Esta verdad joánica no puede ponerse en plural, no es igual a la verdad como suma de proposiciones. Esta verdad se entiende como oposición al mundo: para eso he nacido y venido al mundo. ¿Qué es para Juan el mundo? No podemos imaginar que sea el mundo que nos cobija y sostiene, que nos place y en que nos sentimos a gusto. No, el mundo en Juan es algo distinto, emplea el término en otra acepción: mundo quiere decir aquí tinieblas, oscuridad, lo que se cierra frente a Dios y no quiere recibir la luz. Mundo quiere decir lo que se está muriendo y pasando; significa pecado, miseria y juicio (o condenación). Por oposición a ese mundo hemos de explicar la verdad joánica. Es lo uno, lo enteramente cerrado, lo fiel y seguro, lo que viene de Dios, lo que él tiene que desvelar, lo que sólo se da cuando Dios lo revela. Verdad es en San Juan uno de estos conceptos, como vida y luz, que expresan el conjunto y abarcan todo lo que es nuestra salud eterna, lo que está ahí, cuando él nos introduce en esta realidad. Por eso dice Juan, en el capítulo 17, que el diablo no está en la verdad. No tenemos nosotros la verdad, sino que estamos en ella. Por eso dice aquí que el que está en la verdad oye la voz de Cristo.

De esta verdad, de esta acción divina y realidad revelada se habla aquí... Mas para entender esta palabra hemos de considerar que Jesús está persuadido de que él es, personalmente, esta verdad venida a este mundo... Si no entendemos esta verdad, este reino de Cristo, tal vez seamos sabios, científicos, pero no estamos en la verdad que es luz y salud, vida y eternidad.

Karl Rahner, Homiliario Bíblico, 1967







9.- En el evangelio de hoy leemos un momento central de la pasión según san Juan, que muestra en qué consiste la realeza de Jesús, muy en la línea de lo que hemos leído en la segunda lectura.

Con el juego habitual de equívocos que tanto le gusta a Juan, Pilato interroga a Jesús acerca de la acusación presentada por los judíos de considerarse rey. La primera respuesta de Jesús ("¿Dices eso por tu cuenta...?") ofrece a Pilato la oportunidad de implicarse en el tema y escuchar de Jesús mismo la proclamación del mensaje. Pero Pilato no quiere implicarse y dice que eso son cosas de los judíos. Jesús entonces aclara lo que él no es: rechaza cualquier identificación con las esperanzas mesiánicas judías, que presuponían siempre para su Mesías (aun en sus versiones más espiritualizadas) algún tipo de poder, y se aleja de cualquier tipo de planteamiento nacionalista.

Ante eso, Pilato pide una respuesta directa y clara. Y aquí viene la definición de quién es Jesús. El, efectivamente, asume el título de rey: él se considera el cumplimiento de las esperanzas mesiánicas de Israel. Pero lo es de una manera que no tiene nada que ver con lo que estas esperanzas presuponían. Jesús es un "testigo de la verdad". Y eso quiere decir que él, con toda su vida, con la palabra y los hechos, y con la fidelidad total hasta la muerte que ahora se le avecina, ha mostrado y realizado lo que Dios es y quiere: ha mostrado y realizado el camino verdadero de vida, la auténtica realizaci6n humana. La "verdad" es Dios; y la "verdad" es la auténtica realización humana; y ambas cosas son lo mismo, y se hallan en lo que Jesús es, hace y vive.

Y el texto finaliza con una idea que Juan repite en su evangelio de diversas maneras: "Todo el que es de la verdad escucha mi voz". A Jesús y su proyecto el hombre se acerca y se siente atraído no por ninguna demostración ni presión, sino porque el corazón le conduce a él: a Jesús se le acercan los que "son de la verdad", los que en su corazón sintonizan con lo que Jesús vive y propone.

Josep Lligadas, Misa Dominical 1994, 15







10. ACI DIGITAL 2003

36. Nunca definió Jesús con mayor claridad el carácter no político de su reino, que no es mundano ni dispone de soldados y armas. 

37. De la verdad: esto es, de la fidelidad de las profecías que lo anunciaban como tal (Luc. 1, 32; Ecli. 36, 18). 38. ¿Qué cosa es verdad? Pilato es el tipo de muchos racionalistas que formulan una pregunta parecida y luego se van sin escuchar la respuesta de la Verdad misma, que es Jesucristo. Acertadamente dice S. Agustín: "Si no se desean, con toda la energía del alma, el conocimiento y la verdad, no pueden ser hallados. Pero si se buscan dignamente, no se esconden a sus amantes". Cf. Sab. 6, 17 ss. San Pablo, en Rom. 15, 8, nos refiere la respuesta que Jesús habría dado a esa pregunta.