DOMINGO XXX TIEMPO ORDINARIO CICLO B - 28 DE OCTUBRE DEL 2012
PRIMERA LECTURA
Lectura de la Carta de
Números 21,4b-9
En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y
habló contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos has sacado de Egipto para
morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin
cuerpo." El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los
mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés,
diciendo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al
Señor para que aparte de nosotros las serpientes." Moisés rezó al Señor
por el pueblo, y el Señor le respondió: "Haz una serpiente venenosa y
colócala en un estandarte: los mordidos de serpiente quedarán sanos al
mirarla." Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un
estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de
bronce y quedaba curado.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 83, 2-3.4.5-6. 7-8. 11.12)-
DICHOSOS LOS QUE VIVEN EN TU CASA, SEÑOR
¡Qué deseables son tus
moradas, Señor de los ejércitos!. Mi alma se consume y anhela los atrios del
Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. R.
Hasta el gorrión ha
encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus
altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. R
Dichosos los que viven en tu
casa, alabándote siempre. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al
preparar su peregrinación. R
Cuando atraviesan áridos
valles, los convierten en oasis, como si la lluvia temprana los cubriera de
bendiciones; 8caminan de baluarte en baluarte hasta ver a Dios en Sión. R
Vale más un día en tus
atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con
los malvados. R.
Porque el Señor es sol y
escudo, él da la gracia y la gloria; el Señor no niega sus bienes a los de
conducta intachable. R
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del
apóstol San Pablo a los Filipenses 2,5-12
Hermanos: Tengan entre
vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. Él, a pesar de su condición
divina, no hizo alarde de su condición de Dios; al contrario, se despojó de su
rango y tomó la condición de esclavo, pasando uno por tantos.
Y así, actuando como un
hombre cualquiera,
se rebajo hasta
someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz. Por
eso Dios lo levanto sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre";
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra,
en al abismo, y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para
Gloria de Dios Padre.
Por lo tanto, queridos
hermanos, ya que siempre habéis obedecido, no solo cuando yo estaba presente,
sino mucho mas ahora en u ausencia,
sigan actuando su salvación con temor y temblor.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 11-16.
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: “Yo te aseguro, que
hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto; pero
ustedes rechazan nuestro testimonio. Si no me creen cuando les hablo de la
tierra, ¿cómo van a creerme cuando les hable de las cosas del cielo?. Porque
nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así
tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga
vida eterna”. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no
perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
COMENTARIO
TANTO AMO DIOS AL MUNDO
"Tanto
amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo Unigénito". ¡Profundas palabras,
en las que el alma debe abismarse! Dios da. Este es el hecho fundamental de
nuestra fe; sobre él descansa la revelación. De Dios sólo sabemos que da; se
nos da a Sí mismo.
Pues
Dios no tiene algo, sino que El lo es todo. Si da, sólo puede darse a Sí mismo;
y con El se nos da ciertamente todo. En todo lo que recibimos como don de la
naturaleza o regalo de la gracia se da Dios a Si mismo. Y sólo en la medida en
que lo reconocemos, poseemos lo que nos es dado. Todo lo que nos es dado puede
sernos arrebatado de nuevo. Pero somos poseedores del don en tanto que
reconocemos a Dios como la fuente de lo que nos da.
Dios se
convierte en don. Primero, dentro de su mismo Ser; pues al engendrar a su Hijo,
se da a Sí mismo. Y el Hijo, al reconocer y amar a su causa generatriz, se
vuelve a dar al Padre. La tercera persona divina, el Espíritu vital que sopla y
fluye por doquier, el Espíritu Santo, es don entre Padre e Hijo. Pero el amor
generoso de Dios sale de Sí mismo; en el Hijo se entrega al mundo. El Padre "da
al Hijo" para la encarnación, la pasión y la muerte; para que su muerte
borre los pecados del mundo, dejando en él lugar para Dios, que se entrega al
mundo.
Pero
esto no basta; es preciso que los recipientes estén vacíos. Cuando Dios se da,
es demasiado grande para que un hombre pueda comprenderle y poseerle. Es un don
de tal categoría, que el mismo don nos concede la gracia de recibirlo. Nuestra
naturaleza, aunque creada a imagen de Dios, no puede llegar a eso. Dios ha de
dilatarla, elevarla. Más aún; ha de crearnos de nuevo, ha de darnos parte en su
propia vida divina, en su Espíritu, para que nosotros podamos comprender y
recibir lo que sobrepasa nuestra naturaleza. Con los dones divinos nos otorga
la fuerza, también divina, para comprenderlos y guardarlos; la "virtud
divina" que corresponde al "don de Dios". Esta fuerza para
recibir y guardar los dones, es ya parte del don mismo, es un principio de la
vida divina que ha de sernos dada; en una palabra, es la fe, que se nos da como
comienzo de la vida divina en nosotros y cuya plenitud atrae sobre nosotros.
Pbro. Roland Vicente Castro Juárez