viernes, 14 de diciembre de 2012

LECTURA Y COMENTARIO DEL III DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO C - 16 DICIEMBRE 2012


LECTURA Y COMENTARIO DEL III DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO C - 16 DE DICIEMBRE 2012


HECHOS DE CONVERSIÓN.


PRIMERA LECTURA

Lectura del Libro de Sofonías 3, 14-18a

Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. 
El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. 
Aquel día dirán a Jerusalén: "No temas, Sión, no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva.  Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta".

SALMO RESPONSORIAL ( Is 12, 2-3. 4bcd, 5-6).

"Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel."

El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Y sacarán aguas con gozo de las fuentes de la salvación. R.

Den gracias al Señor, invoquen  su nombre,
cuenten a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es excelso. R.

Canten para el Señor, que hizo proezas, anúncienlas a toda la tierra;
griten jubilosos, habitantes de  Sión: 
"Qué  grande es en medio de ti el Santo de Israel." R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la Carta de Filipenses 4, 4-7

Hermanos: Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito, estén alegres.
Que su mesura la conozca todo el mundo.
El Señor está cerca.
Nada los preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, sus peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.

EVANGELIO

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas 3, 10-18

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: "¿Entonces, qué hacemos?"
Él contestó: "El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo."
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: "Maestro, ¿qué hacemos nosotros?"
Él les contestó: "No exijan más de lo establecido."
Unos militares le preguntaron: "¿Qué hacemos nosotros?"
Él les contestó: "No hagan extorsión ni se aprovechen de nadie, sino conténtense con la paga."
El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: "Yo los bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizara con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga."
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.

COMENTARIO ALEVANGELIO

En los versículos que preceden al texto que vamos a meditar, y que son propios de sólo Lucas, Juan bautista lanza una dura llamada a la conversión, muy dentro del estilo profético del Antiguo Testamento: “¡Raza de víboras! ¡Den el fruto que corresponde al arrepentimiento!” (Lc 3, 7). La gente reaccionó enseguida diciendo: “¿Qué tenemos que hacer?”. Esta es la lección preciosa de este pasaje: no dejar nunca en el vacío el impulso de la conversión. No existe la conversión, existen hechos que demuestran que uno quiere convertirse y que concretan de forma inmediata el arrepentimiento del corazón: “¿Qué hay que hacer?”. Al meditar a Marcos, vimos lo mucho que hay de decepcionante en nuestras “conversiones”. Nos exalta el sentimiento de una transformación maravillosa: “Ahora, ya está, mi vida cambiará”. Creemos que es el momento de la gran marcha hacia el ideal, hacia la santidad. Pero casi siempre volvemos a caer en la trampa, nos quedamos unos días (¡muy pocos!) en el fervor del “sentimiento” sin explotar demasiado aprisa esa gracia de conversión y la exaltación se viene abajo y la vida sigue como antes.
Como tantas veces lo hemos experimentado hay allí una frontera difícil de franquear: pasar del sentimiento a los hechos. Para ponernos así inmediatamente en camino, la primera meditación sobre la conversión acentuaba la importancia de la fe y de la oración. No presumir, no contar  únicamente con nuestras fuerzas, pedir la ayuda de Dios.
Esta vez ponemos el acento en nuestro coraje: ¡Tenemos que creer también en nosotros!. Y por tanto movilizarnos enseguida en un “¿qué hacer?”. Modesto pero decidido, fijándonos en lo más cotidiano de nuestra vida. Los consejos de Juan Bautista pueden parecernos muy alejados de nuestros problemas pero observemos que llama a la caridad, a la justicia y a la no-violencia. Algunos impulsos de conversión nos llevarían más bien a una mayor oración, o al culto, o a esforzarnos en cambiar de carácter (“seré más amable con X”....). Bien, pero miremos un poco mejor a nuestro alrededor. ¿Cómo lograremos compartir? “El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene”. Esto es más modesto.... y más eficaz que el sueño heroico de dar diez túnicas, que seguirá siendo un sueño y que se añadirá a tantas conversiones abortadas, que sólo dejan cierto sabor a cenizas.
“No exijan más de lo establecido” les dice Juan Bautista a los recaudadores. ¡Qué examen tan concreto de nuestro comportamiento en el trabajo, en el comercio, en los tratos!. “No hagan violencia a nadie”. Aunque no seamos soldados ni policías, quizás seamos duros con nuestros hijos, con los empleados, con los miembros de una comunidad de la que somos responsables. Hay muchas maneras de violentar, de jugar a ser tiranos. Cuando más nos esforcemos en ser lúcidos en este terreno tan delicado, más pasará nuestra conversión del sueño a la realidad.
Y lo que nos dijo Juan Bautista, nos toca a nosotros averiguarlo, siguiendo en esta línea de realismo. ¿Qué hay que hacer?. ¡Algo!.
Pbro. Roland Vicente Castro Juárez