viernes, 15 de febrero de 2013

LECTURAS Y COMENTARIO DEL I DOMINGO DE CUARESMA CICLO C 17 FEBRERO 2013


LA TENTACIÓN: QUERER ESCAPARSE DEL ESFUERZO DE VIVIR



PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Deuteronomio 26,4-10

Dijo Moisés al pueblo: «El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: "Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa.
Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos.
Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado." Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.».

SALMO RESPONSORIAL (Sal 90 )

Está conmigo, Señor, en la tribulación

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente, 
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, 
Dios mío, confío en ti.» R.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda, 
porque a sus ángeles ha dado órdenes 
para que te guarden en tus caminos. R.

Te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones. R.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré.» R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 10,8-13

La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.» Se refiere a la palabra de la fe que les anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.».

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 4,1-13

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.». Jesús le contestó: «Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre".» .
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.»
Jesús le contestó: «Está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto".»
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras".»
Jesús le contestó: «Está mandado: "No tentarás al Señor, tu Dios".».
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.


COMENTARIO

“Tentación”: esta palabra evoca de ordinario unos combates parciales, muchas veces de orden sexual. Pero aquí, el desierto, el hambre, la impresionante toma de conciencia de Jesús en el momento de comenzar su misión, nos indican  la importancia más global de este combate. Se trata de la “gran tentación”: buscar en Dios unos poderes mágicos para orillar las dificultades. Durante su ayuno de cuarenta días en el desierto Jesús midió la enormidad de lo  que iba a emprender: cambiar las ideas sobre Dios, contradecir a los “sabios” oponerse a los poderosos, proponer una justicia y un amor que deberían superar en mucho lo que enseñaban los fariseos. Le dirán: “¿Quién eres tú para hablar de ese modo, si no eres más que un pobre Galileo?”. Y allí está el tentador de la gran tentación: “Si de verdad eres el Hijo de Dios, ¡qué gran poder tiene en tus manos!.  Puedes subyugar al mundo entero”. Con esa fortaleza tan serena que revela el Espíritu, Jesús se niega a jugar a ser mago. El misterio de la encarnación es Dios que entra en la condición humana sin protección alguna y sin poderes especiales. Un superhombre no habría podido decirnos: “Síganme, imítenme”. Y nosotros, los que queremos seguirle, ¿Vamos a pedir  facilidades y poderes mágicos? Es el mismo Jesús el que nos invita a pedírselo todo: el pan, el perdón, la ayuda que  necesitamos. Hay una buena petición de ayuda y una mala. Escuchemos bien la última réplica de Jesús: “Está mandado: No tentarás al Señor, tu Dios”. “Tentar a Dios” es esperar de él cosas que lo falsearían todo: lo que él es, lo que somos nosotros, la vida que nos da. Nos gustaría una vida menos penosa, menos angustiosa, llena de felicidad y de gozo. Y sentimos muchas veces la tentación de pedirle esto a la religión.  La fe nos ofrece no unos medios para hacer la vida más fácil, sino la posibilidad de vivir a fondo lo fácil y lo difícil. Esto, es llevar una verdadera vida de hombre: ser en el grado más alto lo que hay que ser y sacar partido de todo. El Padre Six definía así a santa Teresa de Lisieux: “Sacó partido de todo para amar”.
En eso es en lo que piensa Jesús durante los cuarenta días: en hacer lo que tiene que hacer, con los medios de un hombre, con el corazón y el corazón de un hombre. ¡Qué tonto  ese demonio que viene a proponerle unos medios mágicos para deslumbrar y subyugar  a todos!. ¡Pero no es tan tonto!. Sabe jugar con el espejismo de la gran tentación: utilizar caminos cortos y medios poderosos para triunfar. “Si de verdad eres el Hijo de Dios, ¡sírvete de tus poderes!”.
También a nosotros nos sopla Satanás: “Dios te ama; se lo puedes pedir todo”. Hará incluso de profesor: “Está escrito.......”. Nosotros le responderemos con Jesús: “Está dicho” que no hay que pedirle a Dios que nos libre del esfuerzo de vivir.
Pbro. Roland Vicente Castro Juárez