viernes, 12 de abril de 2013

LECTURAS Y COMENTAROS DEL III DOMINGO PASCUA CICLO C - 14 MARZO 2013

UNA LARGA CITA CON JESÚS
  


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 5, 27b—32. 40b—41

En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles y les dijo: «¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.».
Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.»
Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 29)

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.

 Tañen para el Señor, fieles suyos,
den gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante, su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura del libro del Apocalipsis 5, 11-14

Yo, Juan, en la visión escuché la voz de muchos ángeles: eran millares y millones alrededor del trono y de los vivientes y de los ancianos, y decían con voz potente: «Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.».  Y oí a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar —todo lo que hay en ellos—, que decían: «Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos.». Y los cuatro vivientes respondían: «Amén.». Y los ancianos se postraron rindiendo homenaje.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 1-19

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se aparecido de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Nataniel el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.». Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada.  Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los  discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tienen pescado?». Ellos contestaron: «No.». Él les dice: «Echen la red a la derecha de la barca y encontraran.». La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.».
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la  barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros,  remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y  pan. Jesús les dice: «Traigan de los peces que acaban de coger.».
Simón Pedro subió a la barca y arrastro hasta la orilla la red  repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: «Vamos, almuercen.». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quien era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos,  después de resucitar de entre los muertos. Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». Él le contesto: «Si, Señor, tu sabes que te quiero.».
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.». Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le contesta: «Si, Señor, tu sabes que te quiero.». Él le dice: «Pastorea mis ovejas.». Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo  quería y le contesto: «Señor, tú conoces todo, tu sabes que te quiero.». Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas  adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te  ceñirá y te llevará adonde no quieras.». Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme.».


COMENTARIO

A San Juan le gustan las cifras. La hora 10a, 5.000 personas, 30 estadios, etc.; pero generalmente dice “alrededor de”. Aquí concreta: Pedro y sus compañeros pescaron exactamente 153 peces (153 significaba plenitud y universalidad). Estamos en pleno simbolismo. ¡Pero no en lo irreal!.
Aquí lo real es tan misteriosamente rico que sólo se lo puede expresar con símbolos.  Observen los 7 “discípulos” y 7 veces   la  palabra  discípulos;  7 es el símbolo  de  la  totalidad. Y   3  veces “Manifestar”,  más 3 veces “Señor” para  simbolizar un encuentro solemne de Jesús en su gloria de resucitado.
Se trata pues de su tercera manifestación, marcada por el papel principal de Pedro: nombrado en primer lugar, toma la iniciativa de la pesca, se precipita el primero hacia Jesús y arrastra a la orilla la red que no se rompe (símbolo... de lo que habría de ser la iglesia), a pesar  del enorme peso  de los 153 peces.
 El desayuno ofrecido por Jesús hace pensar inevitablemente en la eucaristía en la que todo cristiano se acerca al resultado, lo reconoce y entra en comunión con él. Algunos detalles simbólicos nos permiten acceder a lo que se llama la “escatología” (= el final de los tiempos).
Vemos a Jesús  “a la orilla del lago”, en la tierra firme de la eternidad, mientras que los discípulos (los apóstoles de todos los tiempos) bregan en las aguas de la vida terrena. Dirigidos por Pedro son pescadores de hombres (los peces  grandes),  pero no pueden pescar  nada sin Jesús.
Traerán finalmente  al Señor  los famosos 153 peces, o sea los elegidos: 153 simboliza muy bien la idea de cristianos que encontrarán a Cristo en este mundo gracias a los apóstoles y que tendrán el gran encuentro con Cristo en la orilla de la eternidad.
Así, pues la eternidad será ese cara a cara con Jesús y el banquete con él, o sea la eternidad en su vida y en su gozo. No es necesario saber más para soñar en el cielo.
Pero, ¿está permitido esto?. ¿Por qué no?. Los que pretenden que el cielo nos distrae de la realidad sólo tienen una idea mutilada de lo real.
La realidad entera comienza en el oleaje y las tempestades de la vida de aquí abajo y se extiende hasta la vida sin fin. Pero, como san Juan no deja de repetir, es aquí abajo donde todo se juega.
Cada día que pasa es infinitamente precioso y decisivo, porque podemos acumular citas con Cristo que nos preparen para el encuentro final. Jesús nos ha dicho: “Cada vez que ayudas a alguien con amor, te encuentras conmigo” (Mt 25, 40).  Y cada vez que nos acercamos a la eucaristía, a la oración, al evangelio, tenemos una cita con él.
Lo esencial es ese movimiento que arroja hacia Cristo, como a Pedro “Cuando comprendió que era el Señor, se tiró al agua”.
El mismo impulso que nos ha llevado en cada una de estas meditaciones nos arrojará algún día  a sus brazos. Para una cita muy larga

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 15: Hch 6, 8-15; Sal 118; Jn 6, 22-29.
Martes 16:Hch 7, 51-8,1ª; Sal 30; Jn 6, 30-35.
Miércoles 17: Hch 8,  1b-8;  Sal 65; Jn  6, 35-40.
Jueves 18:  Hch 8, 26-40; Sal 65; Jn 6, 44-51.
Viernes 19: Hch 9, 1-20; Sal  116; Jn 6, 52-59.
Sábado 20: Hch 9, 31-42; Sal 115; Jn 6, 60-69.
Domingo 21: Hch 13, 14.43-52; Sal 99; Ap 7.9.14b-17; Jn 10, 27-30.