martes, 7 de julio de 2015

HOMILIA DEL PAPA EN ECUADOR

COMPARTIMOS LA HOMILIA DEL PAPA EN ECUADOR


El tercer día del Santo Padre en Ecuador comenzó con un encuentro privado con los obispos del país, en El Parque del Bicentenario, poco antes de la misa.

Allí más de un millón de personas coreaban desde primeras horas de la mañana coreaban: ¡Francisco amigo, estoy haciendo lío! ¡Te queremos Francisco, te queremos! ¡Esta es la juventud del Papa! Niños, jóvenes, familias, ancianos, enfermos… todos esperaban con alegría y entusiasmo la llegada del Pontífice para celebrar la eucaristía.

A las 10 de la mañana, Francisco empezó su recorrido de 4 kilómetros en el papamóvil, desde donde pudo saludar y bendecir a la alegre multitud. Cientos de banderas no solo ecuatorianas, sino también de otros países latinoamericanos, se alzaban ante el paso del Pontífice. Al igual que este lunes en el Palacio Presidencial, unos grandes arreglos florales con 80 mil rosas donadas por los cultivadores, decoraban el altar desde donde el Papa ha celebrado la eucaristía. El Pontífice llevaba una casulla con decoraciones típicas indígenas y la segunda lectura fue leída en Kichwa.

Durante la homilía de la misa dedicada a la evangelización de los pueblos, y en la que han concelebrado 2 mil sacerdotes, el Papa ha indicado que evangelización no consiste en hacer proselitismo, sino en atraer con nuestro testimonio a los alejados, en acercarse humildemente a aquellos que se sienten lejos de Dios y de la Iglesia, a los que son temerosos o a los indiferentes para decirles: “El Señor también te llama a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor”. Además, ha asegurado que la propuesta de Jesús es concreta no es solo una idea. Asimismo, ha recordado que nuestro Dios nos respeta hasta en nuestras bajezas y en nuestro pecado.

El Papa ha indicado que nuestra respuesta “no es hacernos los distraídos, argüir que no tenemos medios o que la realidad nos sobrepasa”. Nuestra respuesta –ha afirmado– repite el clamor de Jesús y acepta la gracia y la tarea de la unidad. A propósito de la evangelización, el Pontífice ha precisado que “puede ser vehículo de unidad de aspiraciones, sensibilidades, ilusiones y hasta de ciertas utopías”. Y ha añadido que “el anhelo de unidad supone la dulce y confortadora alegría de evangelizar, la convicción de tener un inmenso bien que comunicar, y que comunicándolo, se arraiga”. Del mismo modo, ha subrayado “la necesidad de luchar por la inclusión a todos los niveles, evitando egoísmos, promoviendo la comunicación y el diálogo, incentivando la colaboración”. Asimismo ha advertido que es impensable “que brille la unidad si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros, en una búsqueda estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica”.

Por otro lado ha observado que la inmensa riqueza de lo variado “nos aleja de la tentación de propuestas más cercanas a dictaduras, ideologías o sectarismos”. Tampoco es –ha añadido– un arreglo hecho a nuestra medida, en el que nosotros ponemos las condiciones, elegimos los integrantes y excluimos a los demás. Y a propósito ha recordado que “Jesús reza para que formemos parte de una gran familia, en la que Dios es nuestro Padre y todos nosotros somos hermanos”.


El Papa ha exhortado a los presentes a ser un testimonio de comunión fraterna que se vuelva resplandeciente. “Qué lindo sería que todos puedan admirar cómo nos cuidamos unos a otros”, ha observado Francisco. Y es que “darse” significa “dejar actuar en sí mismo toda la potencia del amor que es el Espíritu de Dios y así dar paso a su fuerza creadora”. Para concluir, ha asegurado que “ésto es evangelizar”, “ésa es nuestra revolución, porque nuestra fe siempre es revolucionaria”, “ése es nuestro más profundo y constante grito”.