¿MIRO YO ASÍ A LA
GENTE ?
1º LECTURA Jer. 23, 1‑6: Reuniré el resto de mis ovejas y les pondré pastores.
SALMO: Sal 22: El Señor es mi pastor, nada me falta.
2º LECTURA Ef. 2, 13‑18: Él es nuestra paz, él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa.
EVANGELIO Mc. 6, 30‑34: Andaban como ovejas sin pastor.
Marcos pone aquí dos fotos: Jesús con sus discípulos y Jesús con la
gente. Jesús formador de hombres, escucha a sus elegidos que vuelven de su
primera misión es la única vez que Marcos los llama apóstoles, sin duda para
subrayar su nueva relación con Jesús. Ellos cuentan y cuentan; Jesús les
escucha con una atención llena de amistad; se han convertido en sus
colaboradores, que pronto atraerán a él a la gente.
Y esto nos orienta hacia la segunda foto, la más
importante: Jesús está rodeado de gente y él la mira. Su mirada me remite a mis
propias miradas: ¿es así como miro yo a la gente? Marcos dice: “Les dio lástima
de ellos”. En el evangelio esta expresión nos revela siempre una verdadera
conmoción llena de cariño. Y Marcos nos da la razón de esta actitud: Jesús los
ve “como ovejas sin pastor”. Diríamos para la gente de hoy de la que formamos
parte nosotros mismos: hombres desorientados que no saben por qué sufren y por
qué viven. He aquí por qué a pesar de su enorme fatiga y de su necesidad de
descanso en medio del pequeño grupo de los discípulos, Jesús se entrega a
aquella gente y se pone a “enseñarla con calma”. Vendrá más tarde el milagro de
la multiplicación de los panes, pero no es por el pan material por lo que ha
venido Jesús. Sí, él les dará de comer y
más tarde incluso será su pan de vida en la eucaristía. Pero para que
comprendan lo que él es y lo que les trae, en primer lugar es preciso que les
hable. Ser Jesús para la gente es mirarla como él, con un corazón lleno de
cariño y hablarle del sentido de la
vida. ¡Impulsando la vida!. El hecho de que haya en nuestra civilización tan
avanzada tantos hombres que mueren de hambre o que se ven azotados por la
guerra, demuestra que los jefes que dirigen actualmente el mundo no miran a la
gente, sino que cuentan una y mil veces sus armamentos.
¿Entonces?. ¡No podemos nada! Meditar sobre “Jesús y la gente” no
cambiará al mundo. Más vale que
mire a mí
alrededor a las pocas personas
que puedo ayudar y quizás instruir. Eso hay que hacerlo desde luego; mirar a lo
lejos es a veces una evasión, pero cuando nos encerramos en la única
preocupación por los que están cerca, dejamos que el mundo
vaya errando sin pastores.
¿Quién puede gritar el evangelio sobre los techos sino los
cristianos? ¿Quién sabrá que Jesús está
ahí, entre nosotros, para salvar al mundo, si los cristianos se callan? El bienestar de la gente se juega en las elecciones,
en las asambleas, en las discusiones sobre las leyes y los presupuestos, en los
combates por los indefensos,
en los medios de comunicación
que crean la opinión pública.
Mantenerse lejos de todo eso para ir a refugiarse junto a Cristo es
engañarse sobre Cristo. Cuando él miraba a la gente, se sentía lleno de cariño,
pero de un cariño que lo comprometía. Habló
con calma a
la gente y
murió por ella. Ser discípulos suyos es intentar hablar
a la gente por todos los medios. Y son
muchos. Es entrar en las grandes acciones contra la ignorancia, el hambre, la
injusticia. Sólo el
amor que se compromete habla de Cristo.
Pbro. Roland Vicente Castro Juárez