DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B - 11 DE NOVIEMBRE DEL 2012
LA POBRE VIUDA HA
ECHADO MÁS QUE NADIE
PRIMERA
LECTURA
Lectura del
primer libro de los Reyes (17,10-16):
En
aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a
la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le
dijo: «Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba.»
Mientras
iba a buscarla, le gritó: «Por favor, tráeme también en la mano un trozo de
pan.».
Respondió
ella: «Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un
puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que
estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo;
nos lo comeremos y luego moriremos.»
Respondió
Elías: «No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un
panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice
el Señor, Dios de Israel: "La orza de harina no se vaciará, la alcuza de
aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la
tierra."».
Ella
se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la
orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho
el Señor por medio de Elías.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 145,7.8-9a.9bc-10)
Alaba,
alma mía, al Señor
Que
mantiene su fidelidad perpetuamente,
que
hace justicia a los oprimidos,
que
da pan a los hambrientos.
El
Señor liberta a los cautivos. R.
El
Señor abre los ojos al ciego,
el
Señor endereza a los que ya se doblan,
el
Señor ama a los justos,
el
Señor guarda a los peregrinos. R.
Sustenta
al huérfano y a la viuda
y
trastorna el camino de los malvados.
El
Señor reina eternamente,
tu
Dios, Sión, de edad en edad. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura de la
carta a los Hebreos (9,24-28):
Cristo
ha entrado no en un santuario construido por hombres imagen del auténtico, sino
en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco
se ofrece a sí mismo muchas veces como el sumo sacerdote, que entraba en el
santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría
que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo. De hecho, él se
ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado
con el sacrificio de sí mismo.
Por
cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte,
el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar
los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado,
a los que lo esperan, para salvarlos.
EVANGELIO
Lectura del
santo evangelio según san Marcos (12,38-44):
En
aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los
escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en
la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos
en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos
rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.».
Estando
Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba
echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y
echó dos reales.
Llamando
a sus discípulos, les dijo: «Les aseguro que esa pobre viuda ha echado en el
arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les
sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.».
COMENTARIO DEL EVANGELIO
En la
segunda parte de este evangelio, Jesús quiere llevarnos a un terreno que nos da
miedo: el terreno de la generosidad loca. La generosidad la practicamos todos,
pero una generosidad sensata. Jesús se divierte observando a la gente que va
echando dinero en una de las trece alcancías del templo. Comprueba que “muchos
ricos echaban en cantidad”, pero eso le dejaba bastante frío. Y de pronto su
vista se clava en algo muy diferente: la ofrenda de una pobre viuda. Y les
revela este gesto loco a sus discípulos, menos atentos a las cosas porque no
pueden, como él, pasar por encima de las
apariencias: “En verdad les digo, esa viuda, que es pobre, ha echado en la
alcancía más que nadie” (Exactamente dos
"leprosos" que era la moneda más pequeña). ¡Curiosa aritmética! Por un
lado grandes cantidades, por el otro unos centavos. Sin embargo, Jesús afirma,
esas moneditas valen más que los buenas monedas de los demás. Y entonces saltan
las dos palabras que tanto nos disgustan porque nos culpabilizan y nos echan en
cara muchas cosas: lo superfluo y lo
necesario. A uno le gustaría sentirse generoso cuando da, sobre todo
cuando da mucho. Tenemos ganas de ser un poco locos y dar muchas de nuestras
cosas a los necesitados: ropa, muebles o dinero, pero nos retiene un enorme
cable: “¿Y si mañana nos faltase?”. Entonces se apaga la hermosa antorcha de la
generosidad.
Es que
ese fuego no puede arder más que con la fe. La viuda a la que admira Jesús es
de una pobreza que nos da realmente miedo, pero es rica en una fe que le da
ganas de reír al desaparecer sus últimos céntimos. Solamente la fe es capaz de
extorsionar el miedo a la escasez ¡Y eso cuesta!. “Su Padre, dice Jesús, conoce
sus necesidades. Cuando oren, digan: danos hoy nuestro pan de cada día”. A
nosotros nos gustaría añadir: “Y el pan de mañana”. Mañana ¿seguiré todavía en
mi puesto de trabajo?. ¿Tendré una pensión suficiente?. ¿Quién sabe si me caerá
encima un accidente, una enfermedad grave?. Esos pensamientos no son un buen
terreno para que podamos cultivar allí la generosidad.
Pero
Jesús nos mira: “En verdad les digo; ella ha echado de lo que le hace falta,
todo lo que tenía para vivir”. Imposible no pensar en el mismo Jesús, que
también va a darlo todo. La pobre viuda es el último personaje que el evangelio
pone ante nosotros antes de la pasión. ¿Nos habíamos dado cuenta de que esta
mujer es una de las imágenes más hermosas de Jesús? Ella rechaza nuestros
cálculos de lo necesario, nuestros miedos a carecer el día de mañana y hace que
explote el don y la fe: “Dios mío, lo doy todo porque no tengo miedo de nada”.
Por eso precisamente la admira Jesús; porque es de su misma raza. ¿Dónde
encontrar la fuerza para avanzar por el camino de esa locura?. En la fe. Hay
que abandonar la fe teórica y asustadiza para hundirse en verdaderas
experiencias de fe. Mientras nuestra fe siga flirteando con nuestros miedos,
nos quedaremos en una generosidad demasiado “sensata”.
Pbro. Roland Vicente Castro Juárez