sábado, 14 de septiembre de 2013

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XXIV TIEMPO ORDINARIO CICLO C - 15 SETIEMBRE 2013


LA MISERICORDIA DE DIOS


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Éxodo 32,7-11.13-14

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: «Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: "Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto."».
Y el Señor añadió a Moisés: «Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.».
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: «¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta?. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: "Multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a su descendencia para que la posea por siempre."» Y el Señor se  arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 50)

Me pondré en camino adonde está mi padre

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

Señor, me abrirás los labios, 
y mi boca proclamará tu alabanza.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado, 
tú no lo desprecias. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1,12-17.

Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús. Pueden fiarse y aceptar sin reserva lo que les digo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero. Y por eso se compadeció de mí: para que en mí, el primero, mostrara Cristo Jesús toda su paciencia, y pudiera ser modelo de todos los que creerán en él y tendrán vida eterna. Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 15,1-32.

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.».
Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de ustedes tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra?. Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitaciones! he encontrado la oveja que se me había perdido." Les digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra?. Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "Felicitaciones!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Les digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.».
También les dijo: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.".
Pero el padre dijo a sus criados: "Saquen en seguida el mejor traje y vístanlo; pónganle un anillo en mano y sandalias en los pies; traigan el ternero cebado y mátenlo; celebramos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tu bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.".
 El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."».

PLEGARIA UNIVERSAL

Imploremos hermanos, las misericordias de Dios y pidámosle que escuche las oraciones de los que hemos puesto nuestra confianza en él.

1.-  Para que la Iglesia sea signo de la misericordia de Dios en medio del mundo por su espíritu de perdón y de reconciliación. Roguemos al Señor.

2.- Para que nuestra sociedad, que fomenta el pecado y se muestra intransigente con los culpables, reconozca sus errores y defectos con humildad. Roguemos al Señor

3.- Para que, en la administración de la justicia, prevalezca el espíritu de la verdad y no haya distinción de ningún tipo. Roguemos al Señor.

4.- Para que aprendamos que el amor de Dios es más fuerte que todas nuestras culpas. Roguemos al Señor.

Dios de bondad, Padre de todo consuelo, atiende las suplicas de quienes nos acogemos a tu voluntad. Por Jesucristo nuestro Señor.

COMENTARIO

Lucas se hace eco, en el marco narrativo inicial, de una situación de malestar existente entre fariseos y letrados por la favorable acogida de Jesús a publicanos y pecadores. A continuación nos ofrece el punto de vista de Jesús a través de tres parábolas. Este recurso a las parábolas es indicio claro de que Jesús no comparte el planteamiento que está a la base del malestar de los fariseos y letrados. Las parábolas tienen dos fines: Jesús defiende con ellas su postura y en este caso, el gesto del perdón que ofrece a los perdidos. Por otro lado,
 Jesús muestra con ellas el auténtico rostro de Dios sobre la tierra. A través de las parábolas, Dios se ha revelado como fuerza de un amor que salva y crea. Veamos. Cualquier pastor que ha perdido una oveja coloca a las otras en sitio seguro y se arriesga a buscar la que falta.
La mujer que ha extraviado una moneda no se ocupa de las otras; ilumina su morada y limpia todo hasta encontrarla. En ambos casos se suscita el mismo gozo: la alegría de encontrar de nuevo aquello que estaba ya perdido.
Pues bien, dice Jesús, la forma de actuar de Dios es semejante. No le basta con los justos; no se ocupa simplemente de los buenos. Dios atiende especialmente a los que viven en peligro (15. 3-10). Este amor justifica la actitud de Jesús y de la Iglesia con respecto a los pequeños, los perdidos, pecadores y extranjeros.
Continúa el tema con la parábola del padre que perdona (Lc 15. 11-32). El hijo menor ha malgastado su vida y su fortuna lejos de casa. El padre le ha dejado porque sabe que ya es adulto y tiene libertad para trazar la ruta de su vida. Pero cuando el hijo vuelve, el padre le sale al encuentro y le abraza.
No le reprocha nada, ni pregunta los motivos o razones de su vuelta. Sabe simplemente que retorna, conoce su miseria y le ofrece sin más amor y casa. Evidentemente esta imagen del padre que acoge al perdido y le ama es muy apropiada para indicar la fuerza del perdón de Dios y su manera de tratar a los necesitados y pecadores de la tierra. El padre no ha salido al encuentro de su hijo, no va por los caminos y ciudades a buscarlo.
Por el contrario, el pastor y la mujer lo dejaron todo y se esforzaron por hallar la oveja y la moneda que perdieron. Esto mismo indica que el punto culminante de nuestra parábola no está en el amor del padre que perdona. Ese amor se presupone. A los justos de Israel (el hijo mayor) les duele que el padre acoja a los perdidos y les ofrezca su banquete. Pensaban que la casa era de ellos y podían organizar a su manera las leyes de lo bueno y de lo malo.
Ahora, en cambio, han descubierto que la ley del padre es diferente y se sienten postergados, contrariados y molestos. Dios es padre que a todos ofrece la gracia de un perdón y la posibilidad de una existencia nueva; su alegría está precisamente en ayudar a los que están extraviados o en peligro.
 Jesús se ha presentado como la "encarnación" del perdón creador de Dios en medio de los hombres.
  
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 16: San Cornelio, papa y San Cipriano Obispo y mártires (MO) 1Tm 2, 1-8; Sal 27; Lc 7, 1-10.
Martes 17: 1Tm 3, 1-3; Sal 100; Lc 7, 11-17.
Miércoles 18: San Juan Macías, religioso (F) Sb, 7, 7-10.15-16; (o bien 1Co 1, 26-31); Sal 130; Lc 12, 32-34.
Jueves 19: 1Tm 4, 12-16; Sal 110; Lc 7, 36-50.
Viernes 20:  San Andrés Kim Taegon, presbítero –Santos Pablo Chong Hasang y compañeros, Mártires (MO). 1Tm  6, 2c-12; Sal 48; Lc 8, 1-3.
Sábado 21: San Mateo, apóstol y evangelista (F) Ef 4, 1-7.11-13; Sal 18; Mt 9, 9-13.
Domingo 22: Am 8, 4-7; Sal 112; 1Tm 2, 1-8; Lc 16, 1-13.