LA VIDA DESPIERTA
ORACION COLECTA
Dios
todopoderoso aviva en tus fieles al comenzar el adviento, el deseo de salir al
encuentro de Cristo, que viene, acompañados por las buenas obras, para que,
colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino eterno. Por Jesucristo
nuestro Señor.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Jeremías 33,14-16
Miren que llegan días –oráculo
del Señor– en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa
de Judá. En aquellos días y en aquella hora suscitaré a David un vástago
legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará
Judá y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así:
Señor-nuestra-Justicia.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 24 )
A ti, Señor, levanto mi alma
Señor,
enséñame tus caminos,
instrúyeme
en tus sendas,
haz
que camine con lealtad;
enséñame,
porque tú eres mi Dios y Salvador. R.
El
Señor es bueno y recto,
y
enseña el camino a los pecadores;
hace
caminar a los humildes con rectitud,
enseña
su camino a los humildes. R.
Las
sendas del Señor son misericordia y lealtad,
para
los que guardan su alianza y sus mandatos.
El
Señor se confía con sus fieles
y
les da conocer su alianza. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo a los Tesalonicenses 3,12–4, 1-2
Que el Señor les colme y
los haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros los
amamos. Y que así los fortalezca internamente; para que, cuando Jesús nuestro
Señor vuelva acompañado de todos sus santos, los presenten santos e
irreprensibles ante Dios nuestro padre. Para terminar, hermanos, por Cristo
Jesús les rogamos y exhortamos: han aprendido de nosotros como proceder para
agradar a Dios: pues procedan así y sigan adelante. Ya conocen las
instrucciones que os dimos en nombre del Señor Jesús.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 21,25-28.34-36
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habrá signos en el sol y la luna y
las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el
estruendo del mar y del oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y
la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros
temblarán.
Entonces,
verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece
a suceder esto, levántense, alcen la cabeza; se acerca vuestra liberación.».
COMENTARIO
Comenzamos hoy un nuevo año
litúrgico y Jesús abre nuestro adviento con una serie de imperativos: ¡Pónganse
en pie!, ¡Levanten la cabeza!, ¡Estén sobre aviso!, ¡Manténganse despiertos!,
¡Oren!. Casi diríamos que se trata de un despertar muscular; hay que desterrar
la imagen de unos cristianos que caminan cansados o asustadizos por la vida.
Van con la cabeza erguida, hacia la fantástica aventura de un mundo nuevo:
“Verán al hijo del hombre venir en la plenitud de su poder y de su gloria”.
Evidentemente, para los cristianos la vida es tan difícil como para los demás:
la misma mezcla de esperanza y decepciones, de trabajos logrados y de fracasos. La enorme diferencia está en que nosotros
sabemos que todo esto tiene un sentido global, aunque en detalle las cosas nos
parezcan oscuras. Sabemos de dónde venimos y adónde vamos: nacidos del amor,
vivimos bajo una mirada de amor y vamos hacia el amor.
A veces nos dicen: ¿Qué
cambios producen la fe en ustedes?” ¡Lo cambia todo! Como el sol, vivimos la
misma cosas, pero en la luz. “El que me
sigue, dice Jesús no camina en la noche”
Caminamos ajo el sol de la primera venida de Cristo: navidad. Y avanzamos hacia
el esplendor de su última venida. Vivir
tan luminosamente, mantenerse en el amor y en la esperanza, eso es el
despertar cristiano. “¡Permanezcan despiertos!”.¿Por qué no tomar esto como una
invitación a nuestro propio despertar de cristianos? ¡Sentir ganas de vivir a
fondo nuestra fe!. ¿Es posible describir esta vida despierta?. Cada mañana es
un hallazgo de Jesucristo y de su evangelio.
Volvemos a tomar, mediante
una pequeña lectura, una oración o una meditación más larga, la resolución de
estar atentos a Dios, a nuestra tarea a las personas con las que hemos de
tratar. Pero habrá que vigilar la “pesadez de nuestro corazón”. “Cuidado, nos
dice crudamente Jesús no se les embote la mente con el vicio, la bebida y los
agobios de la vida”.
Y nos muestra además dónde podemos
encontrar esta voluntad de despertar; “¡Oren!”.
Los que descuidan este
imperativo deberían dejarse penetrar hoy por la grave advertencia final: “Pidan
fuerza en todo momento para escapar de todo lo que va a venir y poder así
manteneros en pie delante de mi”.
PLEGARIA UNIVERSAL
Elevamos nuestras oraciones al Señor, que por medio de Jesucristo,
nos llama a participar de la vida, y le decimos: Ayúdanos a estar vigilantes:
1.-
Por el Papa Francisco, que con su fe y su sabiduría, esta demostrando la pujanza
universal de la
Iglesia. Roguemos al Señor.
2.-
Por los Obispos, los sacerdotes, diáconos, ministros y todos aquellos que
trabajan en la Iglesia por el bien de sus hermanos. Roguemos al Señor.
3.-
Por los gobernantes, los políticos, los profesores, los periodistas y los
artistas para que su trabajo coincida con la esperanza que trae el adviento.
Roguemos al Señor.
4.-
Por los pobres, los marginados, los tristes, los que están solos, para que
todos el pueblo de Dios los tenga en cuenta en estos días que, jubilosos,
esperamos al Señor. Roguemos al Señor.
5.- Por todos aquellos que son prisioneros del
consumismo, de la adoración al dinero, del egoísmo y de la insolidaridad hacia
los hermanos, para que el Niño que esperamos les traiga pobreza en el espíritu.
Roguemos
al Señor.
Acepta Padre nuestras suplicas humildes y confiadas que te
dirigimos hoy al iniciarse el tiempo de Adviento. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION
SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta,
Señor este pan y este vino, escogidos de entre los bienes que hemos recibido de
ti, y concédenos que esta eucaristía, que nos permites celebrar ahora en
nuestra vida mortal, sea para nosotros prenda salvación eterna. Por Jesucristo
nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Señor,
que fructifique en nosotros la celebración de estos sacramentos, con los que tu
nos enseñas, ya en nuestra vida mortal a descubrir el valor de los bienes
eternos y a poner en ellos nuestro corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.
ACCION DE GRACIAS
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
Líbranos de todo
peligro,
¡Oh Virgen Gloriosa y bendita!
Amen.
PALABRA DE DIOS Y
SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes: San Andres, apóstol (F)
Rom 10, 9-18; Sal 18; Mt 4, 18-22.
Martes: Is 11, 1-10; Sal 71; Lc 10, 21-24.
Miércoles: Is 25, 6-10ª;
Sal 22; Mt 15, 29-37.
Jueves: San Francisco Javier, Presbitero (MO)
Is 26, 1-6; Sal 117; Mt 7, 21.24-27.
Viernes: Is
29, 17-24; Sal
26; Mt 9, 27-31.
Sábado: Is 30, 18-21.23-26; Sal 146; Mt 9, 35—10,
1.6-8.
Domingo:
II de Adviento
Bar 5, 1-9; Sal 125; Flp 1, 4-6.8-11;
Lc 3, 1-6.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 21, 25-28. 34-36
1. Texto. El ciclo litúrgico que hoy comienza nos va a familiarizar con
Lucas, autor de un evangelio diferente de los de Mateo, Marcos o Juan, a pesar
de contar con bastante material común.
El texto de hoy se sitúa dentro del recinto del templo. A la observación
hecha por algunos sobre la belleza de este templo, Jesús contrapone el futuro
de destrucción que le amenaza. Esta destrucción, sin embargo, no debe
confundirse con la implantación definitiva y feliz del Reino de Dios, la cual
estará precedida por un tiempo de protagonismo religioso no judío. En este
punto entronca el texto de hoy.
Los dos primeros versículos describen un gigantesco cataclismo cósmico y
el consiguiente pavor de la humanidad. El cataclismo es calificado como temblor
de las potencias celestiales. Sigue a continuación la descripción grandiosa,
pero escueta, de la llegada del Hijo del Hombre, que pondrá fin a las
dificultades y sufrimientos de los cristianos comprometidos. "Se acerca
vuestra liberación". La descripción de la llegada del Hijo del Hombre está
tomada también de un libro apocalíptico como es el libro de Daniel. Por último,
el texto se hace interpelativo: tened cuidado, estad siempre despiertos. La
traducción litúrgica añade inexactamente una tercera interpelación: manteneos
en pie. El texto original dice más bien lo siguiente: "Estad siempre
despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y poder
así manteneros en pie ante el Hijo del Hombre".
Lo que está por venir no se refiere al cataclismo cósmico, sino al
futuro de dificultad y de sufrimiento que le espera al cristiano comprometido.
Las dos interpelaciones van dirigidas a estos cristianos y quieren ser una
invitación a vivir con la atención puesta en el reino de Dios por llegar y a no
desfallecer a causa de las dificultades.
Comentario. Es conveniente recordar lo dicho hace un par de domingos a
propósito de Marcos. También el texto de Lucas recoge situaciones e imágenes
tomadas de la literatura profética y apocalíptica. Se trata de un lenguaje
gráfico y metafórico, cuya verdad, por tanto, no hay que buscarla en lo que se
describe, sino en lo que se trasluce y sugiere. No estamos ante la crónica de
un futuro anunciado, sino ante la magia de un futuro mejor. Evocación y
sugerencia no de fin de mundo, sino de fin de un mundo como el que hacemos.
El elemento central del texto es el pronombre personal plural
"vosotros". Su referente son los discípulos, término que en Lucas es
inequívocamente sinónimo de creyente o cristiano comprometido en la causa del
Reino de Dios. Como le pasó a Jesús, también el creyente experimenta la
incomprensión y la amenaza de los de dentro y de los de fuera. En una situación
así es muy humana la tentación a desentenderse de todo, mandar todo a paseo y
refugiarse en agentes inhibidores, llámense diversión, bebida o afán de dinero.
El texto de hoy quiere ser una llamada de atención y una invitación al
cristianismo comprometido. Una invitación a mirar en perspectiva de utopía. O
quizá más exactamente: una palabra de ánimo y una confirmación de la esperanza
que él ha depositado en el Hijo del Hombre.
DABAR 19
2.Lc/LIBRO:
Comentario: Con el nuevo ciclo litúrgico estrenamos también autor. Ya
tendremos tiempo de ir familiarizándonos con Lucas, de descubrir su tacto
exquisito, su interés por lo cotidiano y el detalle personal, su atención a los
insignificantes y marginados. El ciclo litúrgico quiere que comencemos la
andadura con la mirada puesta en el horizonte, hay una coincidencia de fondo y
forma entre la descripción de este horizonte por parte de Lucas y de la de
Marcos de hace dos domingos. Ambos se sirven del lenguaje figurativo, común en
los profetas. Grandes cataclismos y angustias. A propósito de estas imágenes
conviene recordar que sobre el origen y el final del mundo la Biblia no hace
ninguna descripción científica sino que manifiesta lo que es importante para la
salvación del hombre. Y lo que es importante para el hombre (éste es el fondo
de las imágenes) es que la historia que éste construye no es buena, pero que no
por ello es abocada a la fatalidad. Y no lo está gracias al empeño de Dios.
¿Qué mejor forma de expresar que caminamos hacia un mundo nuevo que hace saltar
en añicos el mundo viejo?
La Biblia es cualquier cosa menos un libro pesimista en lo referente al
futuro del hombre. Lo que ocurre es que la salvación no espera del hombre, de
ese hombre histórico con sus fracasos, mil veces puestos de manifiesto y
siempre presentes, sino de Dios, o por lo menos del hombre que se apoya en Dios
y le escucha. Expresión perfecta de este tipo de hombre es el Hijo del Hombre.
El título mismo es evocador del alcance universal que Lucas le confiere al
futuro. Cuando habla de las gentes se está refiriendo a la totalidad de la
humanidad. Toda ella está llamada a la plena manifestación de su anhelo. Será
la gran liberación. Anclado en lo humano y en lo divino el Hijo del hombre hace
posible el ansia de liberación de la humanidad toda.
Cuando se camina es primordial saber que el camino conduce a alguna
parte. Gracias al hijo del Hombre sabemos esa parte a la que el camino de la
historia humana conduce. Pero así como la maleza del camino puede entorpecer o
incluso ocultar la meta, así también las preocupaciones, agobios y crápulas
(mejor traducción que vicios). Lucas, el evangelista del camino, dedica la
segunda parte del texto de hoy a hacer una llamada a vivir conscientemente con
la mirada puesta en la meta. No para tener miedo aquel día, sino para
infundirnos ánimo y confianza en medio de las dificultades del camino. ¿No es
acaso verdad que muchas veces vivimos como si la historia no tuviera rumbo ni
sentido? Surge entonces la mentalidad del "carpe diem": aferrarse al
presente porque no hay futuro o éste es problemático. ¡Manteneos en pie ante el
Hijo del Hombre!, nos grita hoy Lucas. Levantaos, alzad la cabeza: se acerca
vuestra gran liberación¡ Luchad por ella. ¡Qué gran necesidad de este grito
tenemos en nuestros días!
ALBERTO BENITO
DABAR 1985, 1
3.- Contexto. Jesús está enseñando en el Templo de Jerusalén. En Lc.21,
5-24 su enseñanza ha versado sobre la relatividad de la historia judía. A
partir del v. 25 la enseñanza versa sobre la relatividad de la historia no
judía. Tengamos en cuenta que las expresiones gentil, gente, designan a toda
persona no judía.
Comentario. Se distinguen dos partes. La primera es expositiva.
Se presentan unos hechos (vs. 25-27). A la vista de estos hechos se
invita a adoptar una actitud. Segunda parte exhortativa (vs. 28. 34-36). Los
hechos expuestos son: conmoción cósmica, angustia humana, presencia majestuosa
del Hijo del Hombre. No se habla de desaparición sino de cataclismos. Se pinta
una situación caótica de la que cabe esperar lo peor. Y, sin embargo, lo que
aparece es una figura majestuosa. Habitualmente se interpretan estos hechos
como fin del mundo en el sentido más literal del término. Creo que una tal
interpretación no hace justicia a un texto en el que lo verdaderamente
importante es la presencia majestuosa del Hijo del Hombre cuando toda esperanza
humana parece haber desaparecido. No hay ni una sola página en la Biblia que
trate del cosmos, de su origen o su final. La Biblia no es un libro de ciencia.
Y sí, en cambio, no hay una sola página en ella que no trate del hombre, de sus
esperanzas y desesperanzas. Esta es una de ellas. Frente a la desesperanza, la
presencia gloriosa del Hijo del Hombre que devuelve lo que parecía imposible:
la ilusión, la certeza de nuestros mejores sueños, es decir, de los sueños
utópicos. Alzad la mirada. Estad atentos. No os encerréis y empobrezcáis en las
cuatro paredes de una vida sin horizontes.
Huid de una vida miope, rastrera. Se trata de todo un programa, de toda
una actitud que debe caracterizar a quien se diga cristiano.
DABAR 1982, 1
4. - Lc. 21, 25-28 se mueve en el mismo ámbito de realidades que
Mc.13, 24-27, comentado hace dos domingos. Vistos comparativamente ambos, el
montaje de Lucas tiene un poder de sugestión y una fuerza dramática superiores
al de Marcos. La angustia y miedo de unas gentes que corren enloquecidas, el
estruendo ensordecedor del mar: nada de esto se encuentra en el relato
visionario de Marcos.
El caos fantástico del final de la historia, nos remite al caos
fantástico de los comienzos (Gen. 1,2), cuando la Palabra de Dios introdujo
armonía, belleza y bondad. Al final de las historia volverá a resonar esa misma
Palabra poderosa, pero entonces será la Palabra encarnada, Jesús de Nazaret. Y
se producirá armonía y bondad; lo que Lucas llama liberación (v. 28). La
humanidad dejará de caminar bajo el yugo de sus propias creaciones injustas,
esclavizantes y angustiadoras. Será la nueva creación. Hablando con propiedad,
no se tratará de un final, sino de la manifestación desvelada de la verdadera
finalidad de toda la existencia humana.
Esta esperanza liberadora no es pasiva. Al contrario, está hecha de
esperas activas, de vigilancia, de preparación. Este es el punto que desarrolla
Lucas en los vs. 34-36 y que constituye la novedad del evangelio de hoy
respecto al de hace dos domingos. La esperanza final debe nutrirse de esperas
activas; de ahí la necesidad de evitar todo modo de existencia que impida la
visibilidad del horizonte. Hay que vivir con la mirada alta y los brazos
ágiles, y no encerrarse en el cuarto oscuro de la propia problemática sin perspectivas,
un cuarto en el que cada uno va dando tumbos con ramplonería por falta de
amplitud de miras.
DABAR 1976, 1
5.- En el anuncio original de Jesús, el acontecimiento del último día se
concentró totalmente en el retorno del Señor. Ahora bien, en la primera
comunidad, esta misma espera se fue clarificando en el sentido de que era
precisamente su Señor glorificado el que había de retornar como administrador
de la causa de Dios, para llevar a cabo un juicio de purificación y liberación
de la creación, y, después, devolver a Dios el dominio sobre el mundo (cf.
1Co/15/25-28).
Así se resume, pues, la expectativa escatológica en la confiada figura
del Señor. Los bautizados reconocerán al Hijo del Hombre, que vendrá sobre la
nube (v. 27), revestido de la gloria del Señor, la cual -al contrario que las
mismas nubes(v. 25s)- no producirá temor: ese temor natural que sobrecoja a las
bautizados será vencido de inmediato por el amable (inspirador de confianza)
acercamiento del Señor. Aquellos se pondrán en pie y levantarán su cabeza a la
vista del poder salvador (v. 28).
Desde esa presentación hace el evangelio una llamada a la firmeza de la
fe de los discípulos. Se exige, por tanto, que se atrevan a salir al encuentro
de la gloria de Cristo y que, en unión a él, se mantengan firmes ante la
magnificencia del suceso, es decir, ante la tremenda magnitud que cobra una
confrontación con la poderosa actuación de Dios al descubierto (no oculta ya).
El mantenerse firme y levantar la cabeza exige, a su vez, haber crecido y haberse
fortalecido, lo cual se aprende precisamente en la "escuela del
evangelio".
Adviento significa, por tanto, iluminar los "últimos
acontecimientos" en la actual existencia de la iglesia y del individuo.
Navidad no es más que un signo de promesa, una bondadosa predicción de lo que
está por acontecer. Quien madure para comprender aquellas circunstancias, puede
celebrar hasta infantilmente (con la sencillez que exige Jesús a sus
discípulos) la fiesta de Belén. Por lo demás, oración y actitud de espera confiada
(esperanza) preparan al discípulo para recibir "de pie" al Señor.
EUCA 1988, 56
6.- Este pasaje pertenece al "apocalipsis sinóptico" según la
versión de Lucas. Para comprenderlo mejor, conviene recordar las
características comunes a las tres versiones sinópticas.
De acuerdo con el género literario apocalíptico, utilizado ya
frecuentemente en el A.T., se habla aquí de cataclismos en la tierra y en el
cielo como señales que anteceden a la venida del "día del Señor"
(cfr. Is 24, 17-23; 34,4) y a la manifestación sobre las nubes del "Hijo
del Hombre". Las "potencias del cielo' son las estrellas, que los
antiguos pensaban sólidamente clavadas en el firmamento.
El autor comparte la opinión extendida entre los primeros cristianos
sobre la inminente venida del Señor. Con todo, distingue claramente entre la
destrucción de Jerusalén y el fin del mundo. Todos estos fenómenos en la tierra
y en el cielo son señales del fin del mundo; pero, hasta que llegue este fin y
después de la destrucción de Jerusalén, hay un tiempo indefinido, que el autor
llama "tiempo de los gentiles": "Jerusalén será pisoteada por
los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles' (v. 24). Lucas
piensa, lo mismo que Pablo (Rom 11, 11-32), que los gentiles reemplazarán al
pueblo de Israel hasta que éste se convierta masivamente. Y sólo entonces será
el fin.
El fin del mundo no es para los cristianos motivo de espanto, sino de
una gran esperanza, pues entonces serán liberados definitivamente. Mientras la
destrucción de Jerusalén se anuncia como un suceso previsible que dará tiempo a
la huida (vv. 29-32), "aquel día" (o "Día del Señor")
vendrá de pronto sobre todos los hombres y nadie podrá escapar. De manera que
sólo se salvarán los que estén preparados, pues para ellos será un día de
liberación. Para destacar el carácter repentino de este magno acontecimiento,
Lucas lo compara a un "lazo" o trampa de cazador; más exactamente, a
la losa que cae sobre los pájaros cuando están comiendo tranquilamente el cebo.
Otro símil utilizado por Mateo (24, 42-44) es el del ladrón que horada el muro
de barro y entra en la casa cuando sus habitantes están dormidos. También
Lucas, en otro lugar, nos dice que "el Hijo del Hombre vendrá cuando nadie
lo espere", como un ladrón en la noche (Lc 12, 39s). Por esta razón Jesús
exhorta a sus discípulos para que vigilen y estén preparados.
VICIA/QUÉ-ES:Que el
objetivo del "apocalipsis sinóptico" no sea otro que llamar a la
vigilancia y, consiguientemente, a la oración, está claro. De ahí que Mateo se
extienda después con una serie de parábolas alusivas a la vigilancia (como
aquella tan conocida de las vírgenes fatuas y las prudentes). Vigilar es estar
atentos a lo verdaderamente importante y decisivo, cuando todos nos empuja al
despiste y al aturdimiento, al sueño. Vigilar es tener los ojos muy abiertos en
medio de la noche. El que vigila está en pie, siempre "de puntillas"
por la esperanza, a la expectativa de lo sorprendente, de la sorprendente
venida del Señor. Esto es también fijarse en las señales o signos de los
tiempos, responder en cada momento y situación a las concretas exigencias del
evangelio. La esperanza cristiana no es simplemente estar a la espera, no es
aguardar, sino preparar los caminos para la pronta venida del
Señor. ESPERA/ESPERANZA
EUCARISTÍA 1982, 54
7.- Jesús se expresó en las imágenes de la apocalíptica judía. Lo mismo
hizo la comunidad primitiva. En los sinópticos hay una evidente evolución en el
contenido de las afirmaciones escatológicas.
En Marcos se siente el entusiasmo escatológico de la primera comunidad.
En Mateo la época de la Iglesia es ya más larga y en Lucas el fin se traslada a
una época lejana porque la etapa de la Iglesia apenas ha empezado. Los
sinópticos no intentan descubrir el fin del mundo, sino exhortar a la perseverancia.
Lucas insiste en la vigilancia para no dejarse absorber por las preocupaciones
terrenas.
El discurso sobre la parusía, en Lucas, tiene un carácter mucho más
parenético que en Marcos. En el centro del discurso hay una apremiante
invitación a la constancia sobria y vigilante. Lucas no elimina la parusía,
pero insiste en la disponibilidad. En este pasaje no se trata de apocalíptica
sino de escatología. MUNDO/FIN:Las imágenes
apocalípticas se usan para afirmaciones escatológicas. La escatología significa
simplemente espera y estructuración del futuro sobre la base del pasado. Es
inexacto hablar del fin del mundo, sino el inicio del mundo tal como lo quiso y
lo programó Dios. En lenguaje bíblico lo que llamamos fin del mundo habría que
llamarlo "el futuro del mundo". Es la transformación del mundo, no su
aniquilación. El mundo es el lugar de la encarnación de Dios. Es evidente que
la creación y la redención no actúan la una contra la otra, sino la una en la
otra... Hay que tomarse este mundo en serio. Dios se lo ha tomado tan en serio
que le dio a su propio Hijo (Jn 3,16).
PERE FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1985, 23
MISA DOMINICAL 1985, 23
8.
Este pasaje hay que situarlo, lo mismo que los dos evangelios anteriores
(ciclos A y B), dentro de ese difícil contexto del anuncio de la ruina de
Jerusalén. Sirviéndose de los términos habituales de la apocalíptica y de la
escatología judías para describir esa caída, el Señor atribuía a ese
acontecimiento la amplitud misma de cumplimiento de los últimos tiempos.
a) El pasaje de este día sigue inmediatamente a la descripción del
asedio de Jerusalén (vv. 20-24). Todo sucede como si se tratara de una
catástrofe cósmica que trastorna incluso los astros y sume a los hombres en la
mayor confusión (vv.25-26). Era un procedimiento clásico de los apocalipsis
judíos describir la ruina de una ciudad como un "Día de Yahveh" que
llevaba consigo catástrofes de orden cósmico (Is 24, 10-23; 13, 6-10; Jer 4,
23-26). Así, después de Babilonia, Samaria, Gomorra y otras muchas ciudades
paganas, Jerusalén va a experimentar a su vez el "Día de Yahvé". Al
comentar (más discretamente por lo demás, que el texto paralelo de Mateo) la
descripción de la destrucción de Jerusalén mediante ciertas imágenes de orden
cósmico, Lucas no pretende necesariamente anunciar el fin del mundo, no hace
más que amoldarse al género literario de los apocalipsis para decir, tan sólo,
que la caída de Jerusalén será una etapa decisiva en la implantación del reino
de Yahvé en el mundo. La intervención de toda la naturaleza en el momento de la
caída de Jerusalén sigue siendo un reflejo de una concepción bíblica que
presenta el reino mesiánico como una nueva creación que pone en entredicho los
fundamentos de la antigua (Jl 3, 1-5; Ag 2, 6; Is 65, 17). La caída de
Jerusalén es, así, la aurora de una creación de nuevo cuño.
b) Después de haber subrayado la repercusión cósmica del hundimiento de
Jerusalén, Lucas anuncia la "venida del Hijo del hombre entre nubes"
(v. 27). Se trata, evidentemente, del misterioso personaje anunciado por Daniel
(7, 13-14) y a quien se confiará el juicio de las naciones. Para Lucas, esta
manifestación del Hijo del hombre-Señor de los pueblos coincide con la caída de
Jerusalén. Se comprende mejor esta sustitución si se tiene presente que el
templo era considerado precisamente como el punto de la gran concentración de
las naciones bajo el imperio de Yahvé (Is 60) y que Cristo tuvo especial
cuidado en atribuir esa prerrogativa a "aquel que viene" o a
"aquel que viene sobre la nube" (Mt 21, 61-64; 23, 37-39). "Venir
sobre la nube" designa un personaje aureolado por la gloria divina: los
cristianos aplicarán, pues, sin dificultad, esta expresión a Cristo resucitado.
Cristo "viene sobre la nube" desde el momento de su resurrección, y
todo acontecimiento que sirve para establecer su soberanía sobre el mundo es
una nueva "venida sobre la nube" de aquel que ha adquirido todo
imperio sobre el mundo, para ser siempre y hasta el fin de los tiempos "El
que viene" (Ap 1, 7; cf. Ap 14, 14). Se puede, pues, decir que el tiempo
de la Iglesia, inaugurada con la resurrección, y, más concretamente, el día en
que la Iglesia se liberó totalmente del judaísmo, constituye la "venida
del Hijo del hombre".
c) Después de haber hecho de la caída de Sión el acontecimiento
inaugural de la nueva creación y que constituye una etapa importante en la
"venida del Señor", San Lucas pasa a las aplicaciones morales. Se
dirige en particular a la "generación" de sus contemporáneos (vv.
31-32) para enseñarla a ver en la caída de Sión un "signo" de la
"proximidad" del Reino (vv. 27-31). Por lo demás, esa proximidad no
es esencialmente de orden temporal, como si el fin del mundo fuera a producirse
de inmediato; se trata más bien de una proximidad ontológica: en cada
acontecimiento de la historia de la salvación y de la historia de los hombres,
el Reino futuro está presente y se trata de aprender a descubrirlo. La
vigilancia es precisamente la virtud de aquel que está bastante preocupado por
la extensión de la soberanía del Hijo del hombre para descubrirla en germen en
cada uno y "en todo". La caída de Jerusalén ha sido un jalón en la
venida del Señor sobre la nube porque ha obligado a la Iglesia a abrirse
decididamente a las naciones y a establecer un culto espiritual, liberado del
particularismo del templo. Pero cada etapa de la evangelización del mundo,
vinculada, por lo demás, a cada etapa de humanización del planeta, es también
un jalón de esa venida del Hijo del hombre. Cada conversión del corazón,
mediante la que el hombre se abre más y más a la acción del Espíritu del Resucitado
y cuenta un poco menos con la "carne", es una nueva manifestación de
esa venida. Cada asamblea eucarística, reunida precisamente "hasta que El
vuelva" y beneficiaria de esa gloria y de ese poder del Hijo del hombre
sobre la nube, es, finalmente, el jalón por excelencia de ese acontecimiento.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA I
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA I
MAROVA MADRID 1969.Pág. 30
9.- Esta es una parte del Apocalipsis sinóptico. Parece que aquí también
se inspiran algunos de los mensajes que ayer u hoy nos llegan del cielo. Pero
si lo traducimos en anuncio profético o evangélico, veríamos que el acento no
se pone en la angustia, sino en la liberación; no en las potencias del cielo,
sino en el Hijo del hombre, que está en el cielo. No es un mensaje de terror,
sino de vigilancia y esperanza. Nuestro problema ahora no es el miedo, sino el
conformismo, la despreocupación, el aturdimiento: «mente embotada» por el
consumo de cada día.
El mundo no es bueno; por eso no podemos dormir hasta que no venga el
Hijo del hombre, o sea, hasta que no se construya un mundo nuevo, hasta que
todos los hijos de los hombres no se traten como hermanos.
CARITAS
UN DIOS PARA TU HERMANO
UN DIOS PARA TU HERMANO
ADVIENTO Y NAVIDAD 1991.Págs. 24 s.
10. ACI DIGITAL 2003
34. Lo único que sabemos acerca de la fecha del "último día",
es que vendrá de improviso. (Mat. 24, 39:"Y no conocieron hasta que vino
el diluvio y se los llevó a todos, así será también la Parusía del Hijo del
Hombre"; I Tes. 5, 2 y 4: "Vosotros mismos sabéis perfectamente que,
como ladrón de noche, así viene el día del Señor. Mas vosotros, hermanos, no
vivís en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón" y II
Pedro 3,10: "Quien quiere amar la vida y ver días felices, aparte su
lengua del mal y sus labios de palabras engañosas").
Por lo cual los cálculos de la ciencia acerca de la catástrofe universal
valen tan poco con ciertas profecías particulares. Velad, pues, orando en todo
tiempo (v. 36).