miércoles, 31 de mayo de 2017

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO PENTECOSTÉS CICLO A - 4 JUNIO 2017

“¡VEN ESPÍRITU SANTO!”

ORACION COLECTA

Oh Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica. Por Nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 1-11

Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban: ¿No son galileos todos esos que están hablando?. Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?.
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.

SALMO RESPONSORIAL (103)

Envía tu espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor. ¡Dios mío que grande eres!. Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas.  R

Les retiras el aliento, y expiran, y vuelven a ser polvo; envías tu aliento y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R.

Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras. Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13

Hermanos : Nadie puede decir «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor;  y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo  en todos.  En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.   Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros,  y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-23.

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a Ustedes.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: Paz a Ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también les envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos.

COMENTARIO

Pentecostés era denominaba como “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv 23 15-21; Dt 16,9). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (= cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex 34 22 se celebraba al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada año la cosecha a su sazón, pero tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y el don de la ley.
Jesús en la Última Cena promete enviar el Espíritu Santo para que esté con sus discípulos siempre. Esta es la Alianza del Nuevo Testamento, cincuenta días después de la resurrección de Jesús. En el marco de esta fiesta judía, el libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles. A partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera categoría. Es una de las más grandes que celebra la Iglesia después de Navidad y Resurrección, pues reconocemos la venida del Espíritu Santo sobre aquella primera comunidad cristiana, infundiendo en ellos los dones y carismas necesarios para perseverar en la verdad, llevar a cabo la misión encomendada por Jesús, de ser testigos, ir, bautizar y enseñar a todas las naciones. La Iglesia reconoce que el Espíritu Santo es quien guía el rumbo de la Iglesia y, el de cada bautizado, sin importar la época en nos haya tocado vivir. Esto es lo que conmemoramos en Pentecostés, que el mismo Espíritu de hace 2000 años es el que se sigue posando el día de hoy en cada miembro de la Iglesia para llevarnos a Dios y asimilar nuestras vidas cotidianas como obras del Espíritu Santo al servicio del prójimo. La fiesta de Pentecostés es un día en que tenemos la oportunidad de revivir intensamente nuestra relación con Dios, gozarnos el fruto de la Pascua que hay en nuestros corazones por la felicidad de saber que Cristo resucito en mí, que soy tan amado por Dios, que puedo vivir la experiencia de la venida del Espíritu Santo.

PLEGARIA UNIVERSAL

En este Santísimo día en que terminamos las fiestas pascuales, oremos, hermanos, al adre por mediación de su Hijo Jesucristo, que nos envía el espíritu santo para confirmar y acrecentar la renovación pascual de su Iglesia. R.- Oh, Señor, envía tu Espíritu que renueve la faz de la tierra.

1.-  Por nuestro santo Padre el Papa Francisco, por nuestro Obispo José Antonio, y por todos los sacerdotes, para que les conceda en abundancia el Espíritu de sabiduría y santidad. Oh, Señor, envía tu Espíritu que renueve la faz de la tierra.

2.- Por todos los que trabajan por la paz y la concordia entre los pueblos: para que logren reunir  a los hombres en el amor. Oh, Señor, envía tu Espíritu que renueve la faz de la tierra.

3.- Por lo que son víctima de la debilidad humana, de los extravíos de su propio Espíritu o de los errores del mundo: ara que el Espíritu del Señor los lleve por las sendas del bien y de la verdad. Oh, Señor, envía tu Espíritu que renueve la faz de la tierra.

4.-  Por el pueblo de Dios aquí reunido, por los fieles de tu Espíritu sobre los hombres, escucha las oraciones de tu Iglesia para que los pueblos dispersos por la división de las lenguas, lleguen finalmente a la unidad en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo nuestro Señor. Oh, Señor, envía tu Espíritu que renueve la faz de la tierra.

Dios todopoderoso y eterno, que has derramado tu Espíritu sobre los hombres, escucha las oraciones de tu Iglesia para que los pueblos dispersos por la división de las lenguas, lleguen finalmente a la unidad en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Te pedimos, Señor, que según la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos haga comprender la realidad misteriosa de este sacrificio y nos lleve al conocimiento pleno de toda la verdad revelada. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Oh Dios, que has comunicado a tu Iglesia los bienes del cielo, conserva  los dones que le has dado, para que el Espíritu Santo sea siempre nuestra fuerza y la eucaristía que acabamos de recibir acreciente en nosotros tu salvación. Por Nuestro Señor Jesucristo.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 05: Tb. 1,3, 2, 1b-8; Sal 111; Mc. 12, 1-12.
Martes 06: Tb. 2, 9-14; Sal 111; Mc. 12, 13-17.
Miércoles 07: Tb. 3,1-11ª.16-17ª; Sal 24; Mc. 12, 18-27
Jueves 08: Gn. 22, 9-18; Sal 39; Mc.  26, 36-42.
Viernes 09:  Tb. 11, 5-17; Sal 145; Mc. 12, 35-37.
Sábado 10: Tb. 12, 1.5-15.20; Tb 13; Mc. 12, 38-44.
Domingo 11: Ex. 34, 4b-6.8-9; Dn 3; Cor. 13, 11-13; Jn. 3, 16-18.

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn. 20, 19-23

1.- El evangelista quiere demostrar que con la resurrección de Jesús se ha creado una situación totalmente nueva. La resurrección señala el inicio de una nueva creación que toma forma en la comunidad neotestamentaria de la salvación.
Con la exaltación del Resucitado se pasa del tiempo de Cristo al tiempo del Espíritu. El resucitado actúa en la comunidad con el poder y la actividad del Espíritu. Este poder y esta actividad manifiestan al mundo la misión que los apóstoles han recibido de Cristo. Con ocasión del bautismo de Jesús, el ES había consagrado de manera oficial al Mesías y había inaugurado su actividad pública.
En Pentecostés el Espíritu hace que el pequeño núcleo de discípulos se presente en público, asuma el lugar que le toca en la historia de la salvación y que no lo abandone hasta el retorno del Señor. La misión de los discípulos es anunciar el don de la reconciliación y de la paz.
Hay cuatro hechos principales:
1. El saludo, el don de la paz, que ahora es la paz mesiánica prometida para los tiempos escatológicos. Paz que, para los discípulos reunidos, quiere decir perdón por la infidelidad durante la pasión, superación de la incredulidad y victoria sobre el miedo.
2. La identificación de Cristo. Es aquel con quien convivieron, al que crucificaron... sus manos y sus pies...
3. La misión. La paz y el perdón que ellos reciben deben transmitirlo a todos los hombres.
4. El "aliento" que indica la realidad y la naturaleza del don que se les ha hecho. "Recibid el Espíritu". Al principio de la creación el espíritu planeaba sobre las aguas -Gn 1. 2-, es el soplo de Dios que ha dado vida al hombre (Gn 2. 7). Así ahora el Espíritu plasma el hombre nuevo e inaugura la nueva creación.
Pere Franquesa, Misa Dominical 1986, 11



2. ES/MISION:
El evangelio de hoy fue leído ya el domingo segundo de Pascua, dentro del contexto más amplio del episodio de Tomás. El fragmento de hoy está centrado en el Espíritu como don pascual de Cristo resucitado. La escena se desarrolla, efectivamente, "al anochecer de aquel día", "el primero de la semana" (cf. 20. 1) que, paralelamente al primer día del Génesis, supone el inicio de la nueva creación y de la nueva alianza. Jesús exhala su aliento sobre el grupo de los discípulos y les da su Espíritu del mismo modo que Dios infundió su aliento sobre el primer hombre para darle la vida (cf. Gn 2. 7).
Juan no habla de misión en su evangelio hasta que en este momento es el Resucitado quien da el Espíritu y la misión a los discípulos, a los representantes de todos los que, por su palabra, van a creer en Jesús. Donación del Espíritu y misión están íntimamente unidos: Jesús les da el Espíritu para que les consagre como lo consagró a Él y sean enviados como Él fue enviado. La misión supone una oferta de vida y de salvación a todos los que quieran creer, ya que están llenos de este Espíritu que es fuente de vida; y Jesús va a estar presente en esta misión de los discípulos ("el que recibe a mi enviado me recibe a mí", /Jn/13/20) del mismo modo que el Padre siempre estaba presente en la suya ("el que me ve a mí, ve al que me ha enviado", Jn/12/45).
J. Roca, Misa Dominical 1981, 12




La Pascua comienza de color rojo y termina de color rojo: el Viernes Santo, cuando Jesús empieza su paso de muerte a vida, el rojo de los ornamentos nos habla de sangre derramada, de testimonio ardiente; el domingo de Pentecostés, concluimos la celebración de este paso de muerte a vida con el rojo del fruto, del fuego que renueva e ilumina, del testimonio de los creyentes transformados por el Espíritu de JC.
Recordar la entrega de JC y celebrar el don del Espíritu nos invita a pensar en una fe que haga de nosotros hombres y mujeres con empuje, con ilusión, con entrega. Hombres y mujeres que quieren vivir de modo que se note que hemos sido tocados por una sangre derramada con amor infinito, y que hemos sido introducidos en una vida más fuerte que todo mal. Hombres y mujeres que aman profundamente su fe, y que creen que por sus venas circula la misma savia que circulaba por las venas de JC y que quieren compartir esa alegría con todo el mundo.
J. Lligadas, Misa Dominical 1988, 11



 4.- A este texto remitía la siguiente frase de hace dos domingos (del ciclo A): Aquel día sabréis que yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros (Jn.14,20). Aquel día se refiere a la escena de hoy, a Pentecostés. El autor del cuarto evangelio concibe este día y esta escena como la inauguración del tiempo último y definitivo de la historia. Los participantes en la escena son los discípulos. En el cuarto evangelio este término designa a los creyentes en Jesús. Su alcance va, pues, más allá de los doce, como también va más allá del día indicado en el texto la situación de cautela y de miedo.
En el atardecer del domingo de Pascua Juan sitúa retrospectivamente situaciones de cautela y de miedo posteriores. Es pues toda la comunidad creyente la que se alegra con los que vieron a Jesús resucitado. Y es también toda la comunidad creyente la que recibe el siguiente encargo de Jesús:
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. A lo largo de la pasada cuaresma hemos tenido ocasión de familiarizarnos con el sentido y la función que este envío o misión tienen en el cuarto evangelio. Se trata de un trabajo fatigoso y complejo porque choca con tendencias muy arraigadas, que, a pesar de ser religiosas, pueden desfigurar a Dios y al Hombre. Los creyentes han recibido de Jesús el encargo de llevar adelante la tarea emprendida por Jesús.
Cuentan para ello con el mimo Espíritu que él tenía. Es este Espíritu el que eleva a los cristianos a la categoría de signo visible de gracia y de enjuiciamiento en el tiempo último y definitivo inaugurado por El.
Comentario. El creyente en Jesús sabe hoy que Jesús está con el Padre, que él está con Jesús y que Jesús está con él. Hoy, Pentecostés, cuando el Espíritu de Jesús y del Padre se posesiona del creyente y lo eleva a sacramento de Dios en el mundo. Hoy, Pentecostés, cuando el mundo empieza a ser definitivamente nuevo, porque las gentes pueden entenderse desde su propia peculiaridad, y Babel, es decir, la confusión deja paso a la comprensión. Hoy, Pentecostés, cuando todos empezamos a ser conscientes de que formamos un solo cuerpo.
A. Benito, Dabar 1990, 31



 5.- Texto. La opción que los discípulos han hecho por Jesús les ha granjeado la enemistad de los judíos. La expresión miedo a los judíos es de carácter religioso. No significa miedo al pueblo judío (los discípulos eran judíos), sino miedo a la exclusión de la sinagoga, decisión esta que los guardianes de la Ley de Dios habían tomado contra todo el que reconociera a Jesús como Mesías (ver Jn.9,22). Excluidos de la comunidad creyente, los discípulos de Jesús eran un grupo sin puesto y sin paz.
La presencia de Jesús cambia esta situación de los discípulos. Es el Jesús de siempre, al que habían conocido, con el que habían convivido y por el que habían optado. Jesús les devuelve primero la paz de la que carecían por estar excluidos de la sinagoga. En segundo lugar, Jesús les da un puesto y una razón de ser en el mundo convirtiéndolos en enviados suyos, de la misma manera que él lo había sido antes del Padre. Surge así la comunidad creyente, que se llamará Iglesia para distinguirse de la Sinagoga.
A diferencia de ésta, caracterizada por el espíritu de la Ley, la nueva comunidad se caracteriza por el Espíritu de Jesús y del Padre. En razón de este Espíritu la nueva comunidad encarna la oferta de gracia de Dios a los hombres. Las últimas palabras del texto se pueden parafrasear de la siguiente manera: Vosotros sois a partir de ahora los responsables de la oferta de mi Padre a todos los hombres. De vosotros depende ahora esta oferta.
Los destinatarios de estas palabras no son sólo los doce como a veces se piensa, sino la totalidad de la comunidad. El trasfondo de este texto no es jerárquico, sino comunitario. El sentido de estas palabra es a su vez mucho más amplio y rico que la práctica del actual sacramento de la Penitencia.
Comentario. El texto de hoy es especialmente significativo para la Iglesia por cuanto que marca el comienzo y el sentido de su andadura. Por su comienzo la Iglesia nace excluida de lo que había sido su medio y marco de referencias religiosas. Históricamente la Iglesia nace sin puesto y contra corriente, pero no respecto al mundo civil, sino respecto al mundo religioso. El valor de ejemplaridad de los comienzos de la Iglesia reside en que los problemas le vienen del propio mundo de la creencia.
La misión de la Iglesia es ser reveladora de Jesús y, en última instancia, de Dios. La misión la realiza en la medida en que es portadora del Espíritu de Jesús y de Dios. Vistas las cosas en sus comienzos históricos (así es como necesariamente las tiene que ver la exégesis), este Espíritu, que en razón de su origen se llama santo, está en las antípodas del espíritu que reina en los responsables de la Ley de Dios. Los retos no le vienen a la Iglesia desde el exterior. El auténtico reto es su capacidad de apertura al Espíritu de Jesús. Este Espíritu cambia mucho las cosas. Probablemente las renueva siempre.
A. Benito, Dabar 1989, 27



Con la reiteración del saludo en el v.21 se inicia el segundo momento: libertad para una nueva forma de existencia. Es la misión de la comunidad cristiana, alentada por el Espíritu del Padre y del Hijo. Una comunidad donde es posible la unidad dentro mismo de la multiplicidad, donde pueden entenderse personas con ideas distintas, porque todos están situados en una realidad que los transciende a todos, al mismo tiempo que los constituye: el Espíritu del Padre y del Hijo. Es así y sólo así como la comunidad cristiana es referencia de esperanza para los demás hombres y grupos. Es así y sólo así como es reveladora del Padre.
Es así y sólo así como es generadora de madurez; una comunidad así, porque da la medida y la talla de lo que es un grupo de gente madura, se convierte en modelo referencial para todos. No porque esta comunidad enjuicie a nadie, sino porque la actitud que se adopte ante ella pone de manifiesto y refrenda lo que cada uno es. Confrontándose con ella, los hombres pueden conocer su propia situación; gracias a ella pueden saber si han tomado la dirección satisfactoria o la dirección frustrante.
Dabar 1980, 31



Viernes Santo, pascua de resurrección, ascensión y pentecostés: en esta secuencia temporal celebra la fe el único misterio pascual de la exaltación de Jesús y de la salvación del hombre.
También el envío del Espíritu pertenece al acontecimiento pascual y se proclama en el evangelio de Juan el domingo de pascua.
El saludo pascual del resucitado es "¡Paz!"; su don es la alegría. Ambas cosas son frutos del Espíritu Santo (cf. Gál 5,22); él es el gran don pascual que encierra en sí todos los demás dones. El Espíritu une para siempre a todos los discípulos con su Maestro, con su Señor resucitado; reúne a todos entre sí e inaugura un mundo nuevo por medio del perdón de los pecados.
Lo dicho anteriormente se expresa en la narración de Juan con un gesto: el soplo de Jesús sobre sus discípulos. Esto evoca el episodio del Génesis (2,7), donde se dice que Dios exhaló su aliento sobre Adán y éste comenzó a vivir. Aquí también se trata de una creación, una nueva vida, que es posible al hombre después de la resurrección.
La conversión y el perdón de los pecados aparecen siempre en la primera predicación apostólica impulsada por el Espíritu Santo.
Eucaristía 1989, 22



8.- Los discípulos tienen miedo a los judíos y se encierran a cal y canto en una casa. Allí permanecen hasta que la fuerza del Espíritu, como un viento impetuoso, los eche a la calle y los disperse por toda la tierra. También nosotros, no obstante creer que Jesús ha resucitado, seguimos teniendo miedo. Sobre todo, miedo a la vida y a la libertad. Se nos ha educado en el miedo.
Se nos ha dicho muchas veces que la vida es un peligro, y nos hemos olvidado que el mayor peligro es renunciar a la vida... por miedo. Contra el miedo que guarda la ropa e inventa sistemas de seguridad, Jesús nos ofrece la paz verdadera en medio de los peligros del camino y aún en medio de las persecuciones. Nos ofrece la paz de los testigos, la paz y el coraje del que predica el evangelio y confiesa que el mundo no puede dar.
Jesús les muestra las llagas para que comprueben que es él mismo, el que fue crucificado y ahora sigue viviendo. Todo el evangelio es la gozosa proclamación de esa identidad: Jesús, el que padeció bajo Poncio Pilato y no otro, es el Señor. En esta alegría se cumple lo que Jesús les había prometido (Jn 16,20-22;17,13). Con esta alegría deberán anunciar a todo el mundo que han visto al Señor y que el Señor vive. Evangelizar es anunciar la buena noticia, la mejor de todas. Y esto sólo puede hacerse con inmensa alegría.
Jesús los envía al mundo lo mismo que él fue enviado por el Padre. La misión de los discípulos, la evangelización, no será posible sin la fuerza del Espíritu Santo.
El gesto de Jesús encuentra su antecedente en Gn 2.7. donde se dice que Dios exhaló su aliento sobre el rostro de Adán y éste comenzó a vivir. También ahora comienza una nueva vida, una nueva creación. Esta nueva creación proclamada por el evangelio es obra del Espíritu.
Pero la vida nueva no es posible sin el perdón de Dios como base de reconciliación entre todos los hombres. Predicar el evangelio es reconciliar con la fuerza del Espíritu Santo, es recrear todas las cosas.
Eucaristía 1986, 24



9.- En la culminación del tiempo de Pascua, leemos una escena del mismo día de Pascua (que ya leímos el domingo segundo). Eso nos muestra que lo que hoy celebramos es realmente una de las caras de la resurrección de Jesús.
Jesús resucitado es, para nosotros, aquel que nos ha dado su mismo Espíritu, su Espíritu Santo. La resurrección de Jesús significa para los discípulos experimentar que en su interior tienen aquel mismo Espíritu que movió a Jesús, y que los identifica con él: incluso Jesús hace el gesto físico de exhalar el aliento sobre ellos, para significar que les traspasa lo que el lleva en su interior.
Y este don del Espíritu es lo que hace realidad en el creyente y en la Iglesia lo que Jesús dice y da en esta aparición a los discípulos: la paz que es la síntesis de todos los bienes; la misión de anunciar la Buena Noticia, para continuar la misión que el Padre encomendó a Jesús; el mensaje del perdón y la reconciliación de los hombres con Dios, de la que los continuadores de Jesús quedan constituidos también intermediarios.
Josep Lligadas, Misa Dominical 1994, 7



10.- En Juan, Pascua y Pentecostés se unen. El mismo día en que Jesús resucita, «el primer día de la semana», infunde sobre sus discípulos el Espíritu Santo. Lo hace con un gesto magnífico: exhalando su aliento sobre ellos. Este soplo recuerda, en primer lugar, el primer soplo de Dios sobre el hombre, y lo llenó de espíritu de vida. Jesús comunica a sus discípulos su aliento, su espíritu, el primer día de la primera semana de la nueva era para la nueva humanidad. Estos discípulos revivieron y quedaron transformados, recreados; empezaron a ser hombres nuevos, superando miedos y tristezas.
Por otra parte, este aliento de Jesús significa que transmite a los discípulos su propio Espíritu, que es algo suyo y que es el regalo de su Pascua. Ahora los discípulos, animados por el Espíritu, continuarán la obra de Jesús y harán presente a Jesús. Es fácil, porque el Espíritu es el mismo.
Caritas 1991, 1, Pág. 245



11.- El Espíritu Santo es el aliento de Jesús. Lo que respira la Iglesia es el Espíritu de Jesús. Lo que nosotros oramos en el Espíritu es la oración de Jesús. Toda nuestra vida íntima es la vida de Jesús, que el Espíritu nos comunica.
El mismo día de Pascua, el Señor resucitado, rebosante de Espíritu, exhaló su aliento sobre sus discípulos. Un gesto vitalista que recuerda el de la creación. Cristo quiso recrear a sus discípulos desanimados, sin «espíritu de vida»; por eso, sopló sobre ellos el Espíritu vivificador. El Espíritu que resucitó a Jesús de entre los muertos, resucitaría también a sus discípulos medio muertos.
Y aquellos hombres se llenaron de vida nueva. Fue el primer día de la semana cuando Dios se puso a crear. Este sería el primer día de la nueva creación. Empezaba así la era del Espíritu.
Caritas 1992, 1, Pág. 253



12.- Todo fue el día primero de la semana, el día del sol, después del descanso del sábado. Fue la resurrección de Jesucristo, y desde entonces ese día es el Día, el sol de primavera que no termina. Fue también la efusión del Espíritu, un aliento que todo lo vivifica, lo reanima y lo fecunda. Es el soplo de la creación segunda. En el día de Pascua, Jesús continúa la creación del Padre, exhalando su Espíritu, dando vida a sus discípulos, vida de su propia vida.
Pero este aliento de Jesús llega también a nosotros, produciendo los mismos efectos que en los primeros discípulos. La verdad es que el aliento de Jesús llena toda la tierra. El es nuestra oración y la oración del mundo.
Quien recibe este Espíritu no sólo se santifica, sino que es capaz de santificar, de perdonar pecados, de trabajar por un mundo nuevo. Hay que alentar sobre toda muerte y toda impureza. Hay que dejarlo todo lleno de limpieza y hermosura. Hay que llenarlo todo del Espíritu de Jesús.
Caritas 1993, 1, Pág. 278


jueves, 25 de mayo de 2017

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO ASCENSIÓN DEL SEÑOR CICLO A 28 MAYO 2017

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


ORACION COLECTA

Concédenos, Dios todopoderoso exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo es ya nuestra victoria y donde nos ha precedido el, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. Por Nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 1-11

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo, y: enseñando hasta el día, en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos les recomendó: No se alejen de Jerusalén; aguarden que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo les he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días ustedes serán bautizados con Espíritu Santo.
Ellos lo rodearon preguntándole: Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?.
Jesús contestó: No les toca a ustedes conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, recibirán fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo.
Dicho esto, lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: Galileos, ¿qué hacen ahí plantados mirando al cielo?. El mismo Jesús que les ha dejado para subir al cielo, volverá como le han visto marcharse.

SALMO RESPONSORIAL (46)

Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas.

Pueblos todos batan palmas, aclamen a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R

 Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas; toquen para Dios, toquen, toquen para nuestro Rey, toquen. R

Porque Dios es el rey del mundo; toquen con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. R

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 1, 17-23

Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que les llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

EVANGELIO

Lectura del  Santo Evangelio según San Mateo 28, 16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.»

PLEGARIA UNIVERSAL

Pidamos a Dios Todopoderoso que ha revestido de honor y de gloria a su Hijo, que escuche la oración de la Iglesia, peregrina aun por la tierra.

1.- Por la santa Iglesia de Dios; para que confiese que el Señor reina en los cielos y no se vea cautiva de los bienes de la tierra. Roguemos al Señor

2.- Para que en todas las naciones reine la justicia, la concordancia y el amor. Roguemos al Señor

3.- Por los fieles que sufren persecución en este mundo: para que el Señor les acorte la prueba y sean consolados y fortalecidos por la virtud del Espíritu Santo. Roguemos al Señor

4.- Por el pueblo aquí reunidos: Para que Dios le manifesté su verdad y en el triunfo de su Hijo lo enriquezca con los bienes eternos. Roguemos al Señor

Escucha, Dios eterno, nuestra oración y pues creemos que el salvador de los hombres está sentado en el trono de tu gloria, concédenos que le sintamos también presente entre nosotros, según tu promesa hasta el fin de los tiempos. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Te presentamos, Señor nuestro sacrificio para celebrar la gloriosa ascensión de tu Hijo; que la participación en este misterio eleve nuestro espíritu a los bienes del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Dios todopoderoso y eterno que, mientras vivimos aun en la tierra, nos das parte en los bienes del cielo, haz que deseemos vivamente estar junto a Cristo, en quien nuestra naturaleza humana ha sido tan extraordinariamente enaltecida que participa de tu misma gloria. Por Jesucristo nuestro Señor.

COMENTARIO

La Ascensión se sitúa en Galilea. Este dato nos remite al comienzo de la actividad de Jesús (Mt. 4, 12). Mateo hace, pues, coincidir el lugar de comienzo de la actividad de la Iglesia con el de comienzo de la actividad de Jesús pues hay unidad indisociable entre Jesús y su Iglesia. Pero hay todavía más: para Mateo, Galilea es algo más que un dato geográfico. Galilea funciona en calidad de símbolo de país desilusionado y sin horizontes, al que Jesús devuelve la ilusión y la esperanza. Para Mateo, pues, la Iglesia devuelve la ilusión y la esperanza a una tierra desilusionada y sin horizontes. La Iglesia es el nuevo pueblo de Dios, que toma el relevo del viejo pueblo judío surgido del monte Sinaí (véase la mención del monte en el v. 16). Los once funcionan en Mateo en calidad de germen eclesial. El v. 17 es un esbozo lacónico de toda la experiencia pascual de los discípulos. Estos tuvieron el gozo de ver a Jesús, pasaron por la indecisión de dudar y terminaron con la certeza de adorar.
Las palabras de Jesús (vs. 18-20) son una síntesis lapidaria de lo más esencial del pensamiento de Jesús acerca de sí mismo, de la Iglesia y del mundo. Su vocabulario y redacción tiene el timbre peculiar e inconfundible de Mateo. Bajo la aparente rigidez, en estas palabras se respira el gozo profundo de una comunidad que vivía la experiencia de tener al Señor Jesús, Vida, Luz y Fuerza de Dios.
El Padre ha comunicado al Hijo la plenitud de su soberanía sobre el universo. El parecido de este poder con el poder humano se limite a la sola fonética de la palabra "poder" (v 18b.). El poder de Dios es creativo y liberador. En este mandato no hay ni sombra de los antiguos y modernos ensueños de dominio y proselitismo políticos (vv. 19-20a.).
El Mesías omnipotente no aspira a hacer de la universal comunidad humana su imperio. Ser discípulo es entrar en una nueva relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu de Dios. Esta relación relativiza y está muy por encima de todas las formas humanas de convivencia. Sólo quien haya seguido a Mateo paso a paso desde sus comienzos podrá comprender lo que significa ser discípulo y que el mandato de Jesús no tiene nada de propagandístico. Los discípulos tendrán que llevar a término su misión universal en un contexto de sufrimiento, crisis y persecución. Cuando, en la historia bíblica, Dios encomienda a alguien una misión, asegura al hombre comprometido su asistencia eficaz: No temas, yo estaré contigo. Esta asistencia es garantía de eficacia y estímulo de audacia humilde (v 20b.).

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 29: Hch. 19, 1-8; Sal 67; Jn. 16, 29-33.
Martes 30: Hch. 20, 17-27; Sal 67; Jn. 17, 1-11ª.
Miércoles 31: Sof. 3, 14-18; Is. 12, 2-6; Lc. 1, 39-56.
Jueves 01: Hch. 22, 30; 23, 6-11;  Sal 15; Jn. 17, 20-26.
Viernes 02:  Hch. 25, 13-21; Sal 102; Jn. 21, 1-19.
Sábado 03: Hch. 28, 16-20.30-31;  Sal 10; Jn. 21, 20-25.
Domingo 04:  Gn. 11, 1-9; Sal 103;  Rom. 8, 22-27; Jn. 7, 37-39.

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 28, 16-20

1. ASCENSIÓN: FORMA LITERARIA: APOTEOSIS AT O HELENISTAS.
Lucas ha configurado su descripción de la ascensión visible de Jesús al cielo a base de elementos característicos, propios de narraciones del AT o de la literatura helenística, que nos hablan de raptos y apoteosis. Un ejemplo veterotestamentario típico de narración apoteósica lo constituye el relato de cómo Elías es arrebatado de la tierra (2 R 2.). Como muestra helenística nos puede servir lo narrado por el historiador romano Tito Livio sobre cómo Rómulo es subido al cielo envuelto en una nube durante una revista a su ejército. Lucas, que era un escritor formado en el helenismo, conocía el esquema literario usual para narrar estos arrebatos apoteósicos y se sirvió de él para la proclamación del mensaje cristiano. Esto en lo referente a la forma literaria.
La ascensión del Señor resucitado a la gloria de Dios sólo se describe en el NT como un suceso visible al final del evangelio de Lc y al comienzo de los Hch de los Apóstoles. Pero Lucas no relata ningún cuento ni ha desfigurado la verdad. Únicamente ha condensado en una imagen de gran plasticidad lo que proclaman todos los escritores del NT: que el Señor resucitado fue asumido en la forma existencial de Dios y desde ella está al lado de su Iglesia. Su narración es artísticamente destacada y teológicamente cierta.
Nada tenemos que objetar a las coincidencias entre el evangelio de Lc y los Hch de los apóstoles, explicables por ser el autor una misma persona. Lo que sorprende son las divergencias. En los Hch no aparece la bendición del Señor ni la adoración de los discípulos. En el evangelio no se habla de la nube que tapó a Jesús de la vista de sus discípulos, ni de los hombres que les aseguraron que él volvería de la misma manera. Además, en el evangelio, el Resucitado sube al cielo el domingo de Pascua, según todos los indicios, y en los Hch pasan cuarenta días en los que se aparece a los apóstoles. Lucas no veía ninguna contradicción en esto. A pesar de su plástica, su interés no es el desarrollo externo de la escena.
Las divergencias no le molestan. Las emplea incluso para elaborar sus asertos teológicos. La solemne bendición final del Resucitado le viene bien para terminar el evangelio con una escena de despedida. El anuncio de la nueva venida de Cristo en el libro de los Hch subraya el intermedio entre esta presencia de Jesús y su vuelta al final de los tiempos. La nube le servirá para anticipar la descripción de la venida: "Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria" (Lc/21/27). El tránsito de Jesús de este mundo al mundo de Dios, que es un proceso invisible, lo cristaliza el autor narrando un arrebato visible de Jesús. Lo importante para Lucas es el significado profundo del cuadro plástico que describe. Los lectores de su tiempo comprendían perfectamente este lenguaje. El resto de evangelistas nos dicen lo mismo con otro ropaje literario.
Eucaristía 1990/25



2. /Mt/28/20: ASCENSIÓN: NO DESPEDIDA SINO PRESENCIA DE JESÚS RESUCITADO.
"Yo estoy con vosotros... hasta el fin del mundo". Todos los años nos sucede lo mismo, al celebrar la solemne ascensión de Jesús a los cielos. Inevitablemente nos vienen a la memoria los sentidos versos de Fr. Luis de León: "Y dejas, Pastor santo, tu grey en este valle hondo, oscuro...". No podemos recordar el acontecimiento de fe sin que nos traicione el corazón con sus sentimientos ante la despedida. Sin embargo, tales sentimientos, por más que naturales, están muy lejos del evangelio, que es la buena noticia de la presencia de Jesús que nos promete seguir con nosotros hasta el fin.
La resurrección no es un hecho histórico, no pertenece a la historia, sino que la trasciende. La resurrección de Jesús no ha pasado, no pertenece al pasado, sino que es perennemente presente y actual. Jesús vive, está vivo, está presente, está con nosotros. La fe cristiana no consiste en saber que Jesús murió y resucitó y subió al cielo, como si se tratase de cosas que ocurrieron en aquel tiempo y en aquellos lugares. La muerte de Jesús sí que es un hecho pasado. Jesús ya no vuelve a morir. Pero su resurrección es de una actualidad inmarcesible. Jesús sigue vivo y con nosotros según su promesa.
Nuestra fe descansa en la resurrección en la medida que se apoya en Jesús que vive y está presente. "Jesús vive" fue el santo y seña de los discípulos de Jesús. Como un rumor primero, como un grito de gozo después, como un mensaje lleno de esperanza, este evangelio fue propagándose de generación en generación hasta nosotros. Y este es también nuestro santo y seña cada vez que nos juntamos a celebrar la eucaristía, en memoria de Jesús y hasta que vuelva glorioso.
Eucaristía 1987/26



3. Mt/28/18-19. PODER.AUTORIDAD: SE ME HA DADO TODO PODER...
v. 18: La afirmación emplea la voz pasiva. Recurso típico judío por respeto a Dios. Se me ha dado=Dios me ha dado. Cielo y tierra, expresión para designar el universo creado. Toda la frase tiene un acusado colorido bíblico y es desde el trasfondo bíblico desde el que hay que percibir su sentido. Se me ha dado todo poder significa que Dios ha dado la razón a Jesús frente a otras razones. El sentido del término poder no es el de mando, dominio o jurisdicción, sino el de razón y autoridad o, si se prefiere, el de única referencia autorizada.
A. Benito, Dabar 1990/30



El término poder puede entenderse en dos sentidos: como potestad (potestas) o como autoridad (auctoritas). El poder como potestad es algo conferido a una persona desde fuera de ella y puede no coincidir con unas cualidades o un peso específico en esa persona. La potestad se ejerce. Como autoridad, en cambio, el poder arranca de algo en la persona, algo intrínseco a ella, un peso específico que le hace merecedora de un reconocimiento y una elección por los demás. La autoridad no se ejerce, se vive. El poder que Dios ha dado a Jesús tiene que ver con la autoridad y no con la potestad. En la perspectiva de Mateo la resurrección de Jesús supone el reconocimiento por parte de Dios del valor universal de Jesús. Consecuencia: cualquier persona puede ser su discípulo. Antes no; sólo un judío podía serlo. El v. 19 no es una invitación al proselitismo, sino la formulación de la intencionalidad de Dios. Dios es de y para todos, y no de o para unos pocos.
A. Benito, Dabar/87/31



-Vivir la certeza de que Él "está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo". Que la Encarnación es un gesto de Dios irreversible. Está, pero de otro modo. Y los apóstoles necesitaron semanas para comprender y hacerse a la idea. Es el sentido de lo sorprendente de cada "aparición". Reconocerle en tantas mediaciones: Iglesia, comunidad concreta, sacramentos, Eucaristía, los más abandonados, el perdón, etc. Encontrar al Señor en todo y de tantas maneras.
-No quedarnos "ahí plantados mirando al cielo". Volver a la ciudad, al trabajo..., pero siendo sus testigos aquí y allá, en medios eclesiales y fuera de ellos. Que "la memoria de Jesús" no sea nostalgia ni simple recuerdo, sentimiento intimista inoperante, intrascendente. Sino impulso de seguirle hacia los hombres, hacia el Reino, hacia el Padre. Y para ello...
-"Seréis bautizados con Esp. Sto.", ésta será la fuerza de Dios en nuestra debilidad. Uno se sorprende al ver la serenidad, la ciencia y fortaleza de aquellos primeros discípulos, pescadores temerosos y desalentados. ¡Cómo cambió su suerte! Espíritu como aliento misionero y ayuda valiosa para poder encontrar en cada circunstancia qué hacer de nuestra pequeña historia personal y colectiva para que llegue a ser historia que no decepcione a Dios, historia de salvación.
J. Martinez, Dabar 1987/31



En Jerusalén, los dirigentes dan curso entre el viejo pueblo a una mentira duradera. En Galilea, Jesús da curso a la realidad duradera del nuevo pueblo. El sentido del texto funciona una vez más en este evangelio por contraste entre Jerusalén y Galilea. Es la misma disposición que encontrábamos el domingo de Ramos, donde veíamos que ambas localizaciones tienen significado religioso. Para Mateo, en Jerusalén no hay nada que hacer: es el ámbito religioso de la mentira (vv. 11-15). Por eso el autor saca a los once de ese ámbito y los sitúa allí donde Jesús había comenzado (cf Mt 4. 12); más en concreto aún: en el monte de la gran programación de Jesús (cf. Mt 5. 1). Los once son el nuevo pueblo, en contraste con el viejo.
Desde Pascua, el lector sabe que es Jesús quien tiene razón. El Templo ha quedado invalidado, con el velo roto de arriba a abajo.
La autoridad, pues, ya no la ejerce el Templo (como pretenden los guías religiosos), sino Jesús: a Él es a quien Dios ha dado la razón. Este es el poder del que se habla en el v. 18).
Dabar 1981/33


7. PAS/ASC 
Estrictamente hablando la Ascensión no añade nada a la Pascua. El hecho de que Jesús resucitara no significa que reviviera como Lázaro o como uno que "vuelve a nacer" después de muchos días en estado de coma. Significa que, después de la muerte, continúa viviendo de un modo rico y pleno: como Dios; que ha sido transfigurado a imagen y semejanza del Padre. Celebramos la Pascua durante siete semanas. Hasta ese momento poníamos el acento en el hecho de que Jesús vive -es el Viviente por excelencia-, que no nos ha dejado, que está con nosotros. La Ascensión subraya su glorificación. La primera lectura lo explica como una gran "representación teatral"; la segunda lectura afirma: el Padre resucitó a Jesús de entre los muertos y lo sentó a su derecha -Resurrección y Ascensión constituyen un único acontecimiento-; el evangelio presenta al Señor de la gloria ejerciendo su soberanía: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra".
J. Totosaus, Misa Dominical 1981/11



8.- La plena manifestación de Jesús tiene lugar en Galilea. Allí habían sido encaminados repetidas veces los discípulos (26,32; 28, 7-10). ¿Por qué en Galilea? Probablemente para significar que Jerusalén había dejado de ser el centro del culto y de la religiosidad. Desde ahora el acceso a Dios, el verdadero templo, no se hallaba circunscrito a un lugar -ni aquí ni en Jerusalén (Jn 4, 21)- sino a una persona, a la persona de Cristo.
La plena revelación tiene lugar "en el monte que Jesús les había señalado". Mateo no nos informa de este detalle en su evangelio. No sabemos de ningún monte que Jesús les hubiese indicado previamente. El monte (MONTE/REVELACION) es mencionado únicamente por razón de su simbolismo. El monte es el lugar de la revelación. La revelación de Dios en el Antiguo Testamento tuvo lugar en el monte Sinaí. La revelación de Jesús (nuevo Moisés; aspecto de Jesús particularmente querido y destacado por Mateo) tiene lugar también en el monte: en el de la transfiguración (donde manifiesta su naturaleza), en el de las bienaventuranzas (donde manifiesta su enseñanza y sus exigencias morales) y en el de Galilea (donde manifiesta su autoridad y misión).
La resurrección de Jesús es un misterio inasequible e increíble desde la lógica humana. Afortunadamente el temor y la duda -no sólo la alegría- fueron vividos en la carne misma de los que más cerca estuvieron de Jesús. Es maravillosa la acotación de Mateo; "al verlo lo adoraron, aunque algunos aún dudaron".
La resurrección de Jesús introdujo un cambio radical en la relación de sus discípulos con él. Durante su vida terrena tenían frente a él la deferencia que el discípulo debe al Maestro. Ahora aparece la relación del creyente frente a su Señor. La postración -gesto reservado para el encuentro con los grandes monarcas divinizados o considerados con categoría divina- de los discípulos, significa claramente que los discípulos habían descubierto la divinidad en él (ver He 2, 36). La duda de algunos es explicable, y hasta plausible. Mientras no llega la convicción profunda de la fe no resulta fácil, resulta imposible, descubrir en Jesús a Dios. Este detalle de la duda de algunos resulta particularmente significativo en la pluma de Mateo, que procura siempre que puede, e incluso a veces forzando los textos, presentar a los discípulos como modelos perfectos. Tal vez porque, cuando se constata la duda, el modelo resulta más humano y atrayente. Aunque no es seguro que Mateo lo haya pensado así.
La autorrevelación de Jesús se centra en su autoridad y la misión que encomienda a sus discípulos. Su autoridad es la misma que la del Hijo del hombre. Y, para formularla, recurre a las mismas palabras de Daniel: "Se le dio imperio, gloria y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su imperio es un imperio eterno que nunca pasará, y su reino, un reino que no será destruido jamás" (Dn 7, 14). El siervo de Yahveh, doliente y humillado es el Hijo del hombre glorificado. Así se definía la verdadera categoría de Jesús después de resucitado. Pero, a continuación, la naturaleza de su autoridad. Una autoridad no impuesta sino aceptada libremente por la inserción en su misterio, el misterio pascual, mediante la recepción del bautismo y manifestada en el esfuerzo permanente por asimilar sus enseñanzas y cumplir sus exigencias. Autoridad ejercida en el ámbito de un discipulado voluntario y comprometido.
Discipulado adquirido de entre todos los pueblos de la tierra. Si durante su ministerio terreno había estado limitado por el tiempo y el espacio -particularismo- ahora caían todas las fronteras. Se inauguraba el universalismo total. De hecho, cuando Mateo escribe su evangelio, se habían roto ya muchas fronteras.
La actividad encomendada a sus discípulos se centra en introducir a los hombres en el misterio de Cristo mediante el bautismo -actividad sacramental- y en la enseñanza de cuanto el Señor dijo e hizo como norma vinculante del discípulo al Maestro, del siervo a su Señor.
El evangelio termina como comenzó. Al principio nos fue anunciado el nombre de Emmanuel (ASC/EMMANUEL), Dios con nosotros, que había sido anticipado por el profeta Isaías (Is/01/23). Ahora se nos asegura que aquella profecía se ha hecho permanente realidad: "estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". En otras palabras, sigue siendo Emmanuel, Dios con nosotros.
Comentarios a la Biblia Litúrgica NT, Ediciones Marova/Madrid 1976.Pág. 1101



Contexto. Los relatos pascuales. En ellos Mateo no busca hacer crónica, sino formular el significado de Jesús resucitado. Salvo Mt. 28, 11-15, el resto del capítulo 28 está formulado en términos de anuncio de salvación.
Texto y sentido. Un marco narrativo (vs. 16-17) introduce y destaca unas palabras de Jesús (vs. 18-20).
1. Marco narrativo. Se sitúa en Galilea. Este dato nos remite al comienzo de la actividad de Jesús (Mt. 4, 12). Mateo hace, pues, coincidir el lugar de comienzo de la actividad de la Iglesia con el de comienzo de la actividad de Jesús. Este procedimiento está al servicio de una intencionalidad precisa: unidad indisociable entre Jesús y su Iglesia. Pero hay todavía más: para Mateo, Galilea es algo más que un dato geográfico. Galilea funciona en calidad de símbolo de país desilusionado y sin horizontes, al que Jesús devuelve la ilusión y la esperanza. Para Mateo, pues, la Iglesia devuelve la ilusión y la esperanza a una tierra desilusionada y sin horizontes. La Iglesia es el nuevo pueblo de Dios, que toma el relevo del viejo pueblo judío surgido del monte Sinaí (cfr. La mención del monte en el v. 16). Los once funcionan en Mateo en calidad de germen eclesial.
El v. 17 es un esbozo lacónico de toda la experiencia pascual de los discípulos . Estos tuvieron el gozo de ver a Jesús, pasaron por la indecisión de dudar y terminaron con la certeza de adorar.
2. Palabras de Jesús (vs. 18-20). Síntesis lapidaria de lo más esencial del pensamiento de Jesús acerca de sí mismo, de la Iglesia y del mundo. Su vocabulario y redacción tiene el timbre peculiar e inconfundible de Mateo. Bajo la aparente rigidez de un mosaico bizantino, en estas palabras se respira el gozo profundo de una comunidad que vivía la experiencia de tener al Señor Jesús, Vida, Luz y Fuerza de Dios.
Las palabras están estructuradas formando un tríptico: panel central: vs. 19-20a (en imperativo: mandato de misión); paneles laterales: vs. 18b y 20b (en indicativo: fundamento y garantía del mandato, respectivamente). Nótese el énfasis de totalidad, que se manifiesta en la reiteración del adjetivo "todo".
Versículo 18b. El Padre ha comunicado al Hijo la plenitud de su soberanía sobre el universo. El parecido de este poder con el poder humano se limite a la sola fonética de la palabra "poder".
El poder de Dios es creativo y liberador.
Versículos 19-20a. En este mandato no hay ni sombra de los antiguos y modernos ensueños de dominio y proselitismo políticos.
El Mesías omnipotente no aspira a hacer de la universal comunidad humana su imperio. Ser discípulo es entrar en una nueva relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu de Dios. Esta relación relativiza y está muy por encima de todas las formas humanas de convivencia, sean éstas fascistas o democráticas. Sólo quien haya seguido a Mateo paso a paso desde sus comienzos podrá comprender lo que significa ser discípulo y que el mandato de Jesús no tiene nada de propagandístico.
Versículo 20b. Los discípulos tendrán que llevar a término su misión universal en un contexto de sufrimiento, crisis y persecución. Cuando, en la historia bíblica, Dios encomienda a alguien una misión, asegura al hombre comprometido su asistencia eficaz: No temas, yo estaré contigo. Esta asistencia es garantía de eficacia y estímulo de audacia humilde.
Dabar 1978/29



10.- Las primeras palabras de Jesús (v. 18b) son una revelación: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra". Con esto declara Jesús que es el cumplimiento de la profecía de Daniel (/Dn/07/13-14) respecto al Hijo del hombre (a lo cual había hecho ya referencia Jesús durante el proceso): "En las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre; se dirigió hacia el anciano y fue conducido a su presencia. Se le dio poder, gloria e imperio, y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían; su poder era un poder eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás".
Este "dominio universal" del Señor resucitado es la raíz de donde brota la universalidad de la misión. Todo el breve discurso de Jesús está dominado por la idea de plenitud y universalidad; el adjetivo "todo" aparece cuatro veces (todo el poder, todas las gentes, todo lo que ha ordenado, todos los días). La idea de la misión universal estaba también en el Antiguo Testamento; pero allí en el orden de la espera (la misión universal era una esperanza reservada para el tiempo mesiánico); aquí en el orden del cumplimiento (la misión universal es un hecho).
Hacer discípulos entre todas las gentes no significa necesariamente que todos hayan de convertirse. Lo que importa es que el pueblo de Dios esté "entre todas las gentes". CR/DISCIPULO: El fin de la misión es "hacer discípulos" (19a). La expresión es interesante; contiene todo el significado que posee en el evangelio "discípulo" ("machetes"). Es quizás la definición más sintética y correcta de la existencia cristiana: el cristiano es un discípulo. No se trata de ofrecer un mensaje, sino de establecer una estrecha relación con Cristo; una relación personal y un seguimiento. Los discípulos de los rabinos no colocaban en el primer puesto la relación personal con el maestro, sino la doctrina que el maestro enseñaba. No ocurre así en el evangelio; el discípulo se liga a la persona del Maestro y se compromete a compartir su proyecto de vida.
Dos son las condiciones para hacer discípulos: el bautismo y la enseñanza. La segunda reviste una importancia particular en el evangelio de Mateo. Jesús se define Maestro en polémica con los malos maestros, tales como los escribas y los fariseos (5,19; 15,9). Sólo en nuestro pasaje se dice que los discípulos deben, a su vez, enseñar; pero no son maestros, sino que permanecen como discípulos. Quizás parezca paradójico: discípulos y maestros simultáneamente. Pero es la verdad. No enseñan algo propio, sino solamente "todo lo que les ha mandado". Es una enseñanza con la fidelidad y la dependencia más absolutas; nace de una escucha.
"Estoy con vosotros hasta el fin del mundo" tal es la afirmación que cierra el evangelio de Mateo. Es un final con sorpresa: el Señor resucitado no se ha ido, sino que ha venido. Y la promesa que incluía el nombre de Jesús ("Emmanuel, Dios con nosotros") queda ahí mantenida.
Bruno Maggioni, El relato de Mateo, Edic. Paulinas/Madrid 1982.Pág. 302



11.- Palabras finales del evangelio de Mateo. Los discípulos van a "un monte" de Galilea. En un monte Jesús sufrió la tentación del poder, en un monte se transfiguró, en un monte proclamó su mensaje. Seguramente que hay que tener en cuenta todas estas indicaciones del evangelio de Mateo para captar toda la riqueza del "monte", que, además, es lugar de la presencia de Dios.
Los discípulos se prosternan. Se hallan ante una manifestación divina. Jesús, que había rehusado todo tipo de poder, ha recibido todo el poder de Dios. Y, con este poder, confía una misión a los discípulos. Los envía a todos los pueblos, también al de Israel, para "hacer discípulos".
Este "haced discípulos" se concreta en "bautizar" y "enseñar". Bautizar en el nombre de alguien significa establecer con él una relación personal. Por el bautismo entramos en relación personal con el Dios de Jesús, Padre, Hijo y Espíritu Santo. La enseñanza no es otra que la misma de Jesús. Quizá aquí hay que recordar la enseñanza fundamental que Jesús hizo "en el monte" (capítulos 5-7 de este evangelio).
Finalmente Jesús promete su presencia continuada en sus discípulos hasta el fin del mundo.
Aquel deseo del pueblo de Israel se ha cumplido. Dios es el Emmanuel, Dios-con-nosotros. Así, el final del evangelio remite al comienzo, cuando el ángel comunica a José que al niño "le pondrán Emmanuel".
J. M. Grané, Misa Dominical 1993/07