HABÍA
UNA VEZ UN PROPIETARIO
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que con amor
generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican, derrama sobre
nosotros tu misericordia, para que libres nuestra conciencia de toda inquietud
y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura
del Profeta Isaías 5, 1-7
Voy a
cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña.
Mi amigo
tenía una viña en fértil collado.
La
entrecavó, la descantó y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y
cavó un lagar.
Y esperó
que diese uvas, pero dio agrazones. Pues ahora, habitantes de Jerusalén,
hombres de Judá, por favor, sean jueces entre mí y mi viña. ¿Qué más cabía
hacer por mi viña que yo no lo haya hecho?
¿Por qué,
esperando que diera uvas, dio agrazones?
Pues
ahora les diré a ustedes lo que voy a hacer con mi viña: quitar su valla para
que sirva de pasto, derruir su tapia para que la pisoteen. La dejaré arrasada: no
la podarán ni la escardarán, crecerán zarzas y cardos, prohibiré a las nubes
que lluevan sobre ella.
La viña
del Señor de los Ejércitos es la casa de Israel; son los hombres de Judá su
plantel preferido.
Esperó de
ellos derecho, y ahí tienen: asesinatos; esperó justicia, y ahí tienen:
lamentos.
SALMO RESPONSORIAL (79)
La viña del Señor es la casa de Israel.
Sacaste, Señor, una vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste. Extendió sus sarmientos hasta el
mar y sus brotes hasta el Gran Río. R.
¿Por qué has derribado su cerca, para que
la saqueen los viandantes, la pisoteen los jabalíes y se la coman las alimañas?
R.
Dios de los Ejércitos, vuélvete: mira
desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y
que tú hiciste vigorosa. R.
No nos alejaremos de ti; danos vida, para
que invoquemos tu nombre. Señor Dios de los Ejércitos, restáuranos, que brille
tu rostro y nos salve. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del
Apóstol San Pablo a los Filipenses 4, 6-9
Hermanos: Nada les preocupe;
sino que en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, sus
peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que
sobrepasa todo juicio, custodiará sus corazones y sus pensamientos en Cristo
Jesús.
Finalmente, hermanos,
todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable; todo lo que es
virtud o mérito, ténganlo en cuenta.
Y lo que aprendan, reciban,
oigan y visto en mí pónganlo por obra. Y el Dios de la paz estará con ustedes.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 21, 33-43
En aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los
senadores del pueblo: Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó
una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del
guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los
labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores,
agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e
hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose:
«Tendrán respeto a mi hijo.»
Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: «Este es el
heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia.».
Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.
Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con
aquellos labradores?.
Le contestaron: Hará morir de mala muerte a esos malvados y
arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a sus tiempos.
Y Jesús les dice: ¿No han leído nunca en la Escritura: «La
piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor
quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente»?
Por eso les digo que se les quitará a ustedes el Reino de
los Cielos y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.
COMENTARIO
La lectura de este texto
evangélico debe realizarse en relación con la imagen del canto de Isaías 5,
1-7. Aquí como allí hay un matiz polémico, contrastando los trabajos que el
dueño ha realizado en la viña con el resultado que obtiene de los mismos. Si bien en el texto de Isaías el protagonismo
negativo recaía sobre la viña, aquí recae sobre los labradores. Se subraya así
la referencia a la actitud de los dirigentes de Israel hacia Jesús. - "Llegado el tiempo de la vendimia,
envió a sus criados para percibir los frutos...": En el momento decisivo
Dios pide cuentas a su pueblo. Los primeros enviados son los profetas. Estos
sufren la violencia que está descrita en forma de lapidación, tradicional
descripción de la persecución de los profetas en tiempos de Jesús e incluso en
los primeros tiempos del cristianismo.
- "Por último, les mandó a su hijo...":
Es la última oportunidad que tienen los labradores para la conversión. El
término "hijo" tiene una referencia directa a Jesús. Aunque en el
judaísmo del tiempo de Jesús el término "hijo" no tenía un sentido
mesiánico, el evangelio de Mateo lo utiliza -más que los otros evangelistas-
para referirse a la mesianidad de Jesús.
- "Al ver al hijo se dijeron: Este es el
heredero: venga, lo matamos y nos quedamos con su herencia": el crimen de
los labradores es cometido con plena responsabilidad, no por desconocimiento de
la identidad del hijo. Así la parábola quiere subrayar la gravedad del rechazo
de Jesús: es un rechazo de Dios en la persona de su enviado. Jesús ya ha
manifestado suficientemente con sus obras que es el enviado de Dios. -
"Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?":
Así como el canto del profeta Isaías incluía un interrogante al oyente, a fin
de que se convirtiera en juez de aquella situación, también ahora Jesús
interpela a los dirigentes judíos para que juzguen. Será un juicio sobre su
propia actuación. La respuesta implica las referencias del evangelista a la
caída de Jerusalén, contemplada como un castigo por su negativa a creer en
Jesús como el Mesías. - "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora
la piedra angular": Cita del salmo 117 que sirve para explicar el
trastorno de que provoca la persona de Jesús. Quien ahora es desechado, será el
jefe de un nuevo pueblo que dará máximo fruto.
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos, sintiendo solidarios de las ansias y esperanzas de todos
los pueblos, dirijamos al Padre nuestra oración:
1.- Por las Iglesias: para que, fiel a su Maestro, aparezca
ante el mundo como sal de la tierra y luz que alumbra en las tinieblas y
defensora de la vida. Roguemos al Señor.
2.- Por la paz del mundo: para que se alejen de los pueblos
el hambre, las calamidades y las guerras. Roguemos al Señor.
3.- Por todas las personas que padecen hambre o enfermedad,
por los emigrantes, los desterrados, por los privados de libertad y todos lo
que sufren. Roguemos al Señor.
4.- Por nosotros acá presentes, para que nuestras vidas se
vayan trasformando en testimonio transparente del amor de Dios y defendamos la
vida en todas sus expresiones. Roguemos al Señor.
Guarda, Padre con amor a tu pueblo y concédenos lo que con fe te
hemos pedido. Por Jesucristo nuestro Señor
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, la oblación que tú has instituido y por estos
santos misterios que celebramos para darte gracias, santifica a los que tú
mismo has redimido. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Concédenos, Señor todopoderoso que de tal manera saciemos
nuestra hambre y nuestra sed en estos sacramentos, que nos transformemos en lo
que hemos recibido. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 09: Jon 1, 1-2, 1.11; Sal: Jon 2, 3-8; Lc 10,
25-37.
Martes 10:Jon 3, 1-10; Sal
129; Lc 10, 38-42.
Miércoles 11: Jon 4, 1-11; Sal
85; Lc 11, 1-4
Jueves 12:Ml 3, 13-20ª; Sal
1; Lc 11, 5-13.
Viernes 13: Jl 1, 13-15; 2, 1-2; Sal 9; Lc 11, 15-26.
Sábado 14: Jl 4, 12-21; Sal 96; Lc 11, 27-28.
Domingo 15:Is 25, 6-10ª; Sal
22; Flp 4, 12-14.19-20; Mt 22, 1-14.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Mt 21, 33-43
Mt 21, 33-43
Par: Mc 12, 1-12 Lc
20, 9-19
1. J/CENTRO.
Aunque nunca haya ocurrido que una piedra
desechada por los arquitectos que la consideraban inutilizable, terminara por
ser la pieza principal del edificio, sí ha sucedido, al menos una vez, que un
hombre desechado por sus contemporáneos, que llegaron hasta hacerle morir, se
haya convertido en la base de una comunidad nueva. Esta maravilla de la que
sólo Dios es capaz, se produjo una vez en Jesús.
A los oyentes de la parábola toca ahora
elegir. Cada uno ha de tender a estar ligado a esta piedra, para con ella, por
ella, gracias a ella, encontrarse integrado en el edificio; cada cual ha de atender
a que esta piedra no sea la roca sobre la que uno cae y se rompe los huesos, o
la piedra que se desprende y cae, aplastando al que se encuentra debajo.
Louis Monloubou, Leer Y Predicar El Evangelio De
Mateo, Edit. Sal Terrae Santander 1981.Pág.251
2. D/POBRE: DIOS
ES VERDADERAMENTE EL POBRE POR EXCELENCIA PORQUE NOS LO HA DADO TODO. HASTA SU
PROPIO HIJO. LO ULTIMO QUE LE QUEDABA.
SILENCIO-D/A-D: SIGNIFICA QUE DIOS NOS TOMA EN SERIO Y DEJA EL CAMPO LIBRE PARA QUE ACTUEMOS CON PLENA RESPONSABILIDAD.
SILENCIO-D/A-D: SIGNIFICA QUE DIOS NOS TOMA EN SERIO Y DEJA EL CAMPO LIBRE PARA QUE ACTUEMOS CON PLENA RESPONSABILIDAD.
Con la misión del Hijo se pone en evidencia
el último intento realizado por Dios, su extremo y definitivo
"mensaje" para los rebeldes. Marcos (12. 1-12) precisará:
"...Todavía le quedaba uno, su hijo querido".
Es una expresión que me desconcierta cada vez
que la leo. Parece que Dios ha quedado al borde de la pobreza. Le queda
solamente el hijo.
Por causa de los hombres, ha dilapidado todos
los recursos, agotado todas las posibilidades. Excepto el Hijo. El último
tesoro que arriesgar en ese "juego" en donde hasta ahora sólo ha
encontrado mala suerte.
Sigue diciendo Marcos: "Y se lo envió el
último..." (Mejor que Lc: "por último, les mandó"). Jesús es
verdaderamente el último, el "eskatos", desde la perspectiva de Dios.
No el último en relación al tiempo, no el último de una serie de intentos. El
último, es decir, el definitivo, todo. Después del cual ya no queda nada (Ver
San Juan de la Cruz: SUBIDA DEL MONTE CARMELO, libro II, cap. 22). Ahora Dios
es verdaderamente el pobre por excelencia. Pobre porque ha dado todo. En su
incurable pasión por los hombres no se ha quedado ni con su Hijo. También se lo
"ha jugado". Dios es pobre. La prueba está en que, con la venida de
Jesús, no les falta nada a los hombres. (...)
-La conducta de los labradores se juzga
durante la ausencia del amo. AUSENCIA-D/A-D:Se
diría que la ausencia de Dios garantiza el trabajo del hombre. Nadie está
desocupado, gracias a ella. "El Dios de la confianza es también el Dios de
la ausencia. Pero hay que comprender exactamente esta ausencia. Esta significa
sólo que Dios nos toma en serio, nos deja el campo libre. Desaparece. Deja su
puesto. No se trata ni de abandono, ni de evasión ni de deserción. Es un signo
de amor. Se podría decir que se va el Dios de los filósofos y de los sabios (el
Dios de la Religión). Y se queda en medio de nosotros únicamente el Dios
confiado, pero débil, de la revelación. El Dios que pretende actuar
exclusivamente a través del amor que lleva a los hombres" (A. Maillot) (El
Dios de Jesús).
Alessandro Pronzato, El Pan Del Domingo Ciclo
A, Edit. Sígueme Salamanca 1986.Pág.215s.
POR TANTO PUEDE PERDERSE PORQUE NUNCA LLEGA A
SER PROPIEDAD NUESTRA.
La garantía de permanencia para la Iglesia,
no asegura la estabilidad de una iglesia local; mayores árboles han caído
aunque el bosque permanezca. Mucho menos asegura una fe personal, que hemos de
mirar con temor y temblor como tesoro que puede perderse, y que cada día
habremos de pedirla de rodillas con súplicas y oraciones. ¿Cómo puede alguien
decir: "a mí nadie me quita la fe", como si tuviera un título de
propiedad sobre ella y no fuera el don cuyo disfrute nos permite el Señor para
fructificar en bien del mundo?
Miguel Flamarique Valerdi, Escrutad Las Escrituras,
Reflexiones Sobre El Ciclo A, Desclée De Brouwer/Bilbao 1989 .Pág. 157
4.- Jesús dirige su palabra crítica a los
sumos sacerdotes y senadores del pueblo, a los jefes de Israel, y a los
fariseos (v. 45). La viña de la parábola es todo el pueblo de Israel, pero los
jefes son los responsables que deben cuidar de esa viña y dar al amo lo que le
pertenece y espera; esto es, el derecho y la justicia (primera lectura de hoy).
No hay padre que entregue a su hijo a
semejante banda de criminales, pero Dios ha amado tanto al mundo que ha
entregado a su propio Hijo para que se salven cuantos crean en él y tengan vida
(Jn 3, 16). En estas palabras de Jesús hay una profecía de la muerte que le
espera en Jerusalén y una confesión indirecta de que él es el Hijo de Dios.
Mateo, teniendo en cuenta los acontecimientos de la crucifixión de Jesús en el
calvario, dice aquí que los arrendatarios, agarrando al heredero, "lo
empujaron fuera de la viña y lo mataron". Recordemos que Jesús murió fuera
de los muros de Jerusalén, rechazado por los jefes de Israel y el pueblo judío.
Hecho éste al que atribuye un hondo significado el autor de la carta a los
hebreos (13, 12s).
Jesús acostumbraba a referirse a su muerte
sin olvidar nunca la resurrección (16, 21; 17, 23; 20, 19). Por eso añade ahora
una alusión a su exaltación final, sirviéndose de la cita del salmo 118.
Eucaristía 1990/46
6.- La parábola de la viña describe
alegóricamente los principales acontecimientos de la relación entre Dios y su
pueblo: la alianza, los profetas, la venida del Hijo y su muerte. Y se añade
que el rechazo de Jesús por parte de los hombres será transformado por Dios en
glorificación. El pueblo elegido ha de velar siempre para dar fruto a su
tiempo.
Misa Dominical 1990/06
La parábola de los viñadores homicidas la
pronunció Jesús en una versión muy sobria. Cabe la posibilidad de deslindar sus
propias palabras comparando las tres versiones sinópticas con la versión del
Evangelio apócrifo de Tomás. La comunidad primitiva habría
"alegorizado" esa parábola, como, por lo demás, suele hacerlo, merced
a algunos desarrollos sobre la viña de Israel y sobre la piedra rechazada, para
descubrir en ella el sentido de la historia de Israel y las bases de la
cristología.
a) En la versión elaborada probablemente por
Cristo se trataba de un propietario de una viña que habitaba en el extranjero
(v. 33) y se veía obligado a tratar con los viñadores por intermedio de sus
servidores. El fracaso de estos le obliga a enviar a su propio hijo. Este
cuadro está tomado de la situación económica de la época: el país estaba
dividido en gigantescos latifundios cuyos propietarios eran en gran parte
extranjeros. Los campesinos galileos y judeos que arrendaban esas tierras se
dejaban influir por la propaganda de los zelotes y alimentaban un odio muy vivo
para con el propietario. El asesinato del heredero es una manera de entrar en
posesión de la tierra, puesto que el derecho concedía a los primeros ocupantes
una tierra vacante. Pero los viñadores se equivocan: el propietario vendrá a
tomar posesión personalmente de su tierra antes que quede vacante y se la
confiará a otros (v. 41).
¿Qué ha querido decir Jesús al contar esta
parábola? Sin duda establece una cierta distancia con relación a los zelotas;
aun cuando la injusticia reine en el mundo, el Reino de Dios no puede venir por
la violencia ni por el odio, sino por la muerte y por la Resurrección.
Al proponer esta parábola, Jesús se dirige a
los jefes del pueblo (Mc 11, 27) que gustaban precisamente de compararse con
los "viñadores". Su finalidad es hacerles comprender que han estado
por debajo de su misión y que su tierra será dada a otros, y, en particular, a
los pobres (cf. Mt 5, 5). Jesús ha explicado muchas veces en sus declaraciones
de alcance escatológico que la Buena Nueva, a falta de ser comprendida por los
jefes y los notables, sería comunicada a los pequeños y a los pobres (Lc 14,
16-24; Mc 12, 41-44).
b) La Iglesia primitiva alegorizó rápidamente
la parábola. En una primera etapa añadió las alusiones a Is 5, 1-5 al v. 33;
introdujo igualmente una alusión a 2 Cr 24, 20-22, con el fin de extraer de la
parábola el sentido de la historia de la viña-Israel, su repulsa constante de
los profetas, su repulsa del Mesías (sentido que hay que dar al
"Hijo" en el v. 6; cf.Sal 2, 7; Mc 1, 11; 9, 7), y finalmente la
atribución de las prerrogativas de sus jefes, los viñadores, a otros, los
apóstoles (y no ya los pobres, como en la versión de Jesús).
c) Mateo, a su vez, transforma la parábola
primitiva de Jesús (que terminaba, probablemente, en el v. 39) en una alegoría
destinada a explicar las razones y las repercusiones de la muerte de Cristo.
Mateo realiza, sobre todo, su proyecto, haciendo intervenir el Sal 117/118,
22-23. Esta cita es muy hábil, ya que la multitud ha aclamado precisamente a
Cristo algunas horas antes con ese salmo (vv. 23-26, citados en Mt 21, 1-10).
Mateo recuerda así que la gloria de Cristo pasa por el sufrimiento y la muerte.
El Sal 117/118 era considerado, por lo demás, como mesiánico por la comunidad
primitiva (cf.Act 4, 11); 2, 33; Mt 21, 9; 23, 39; Lc 13, 35; Jn 12, 13; Heb
13, 16), y eso permite, sin duda, dar a la mención del "Hijo" en el
v. 37 el significado mesiánico que, por lo demás, tiene con frecuencia (Sal 2).
Mateo explica, pues, la muerte de Cristo
mostrando que las predicciones mesiánicas ya la preveían: subraya igualmente
que esa muerte repercute en la edificación de un Reino nuevo, ya que la piedra
rechazada se convierte en la piedra angular del templo definitivo. Mateo asocia
en particular la idea de la piedra rechazada con la de la muerte fuera de la
ciudad (v. 39; cf. Heb 13, 12-13) con una finalidad escatológica: mostrar que
el nuevo pueblo de viñadores se apoya en un nuevo sacrificio.
La muerte no es fuerte, sino en la medida en
que el hombre se niega a darle un sentido integrándola en su condición de
criatura. Rechazada, la muerte hace entonces su obra: abre las puertas al
orgullo del espíritu. Aceptando, por el contrario, la muerte a la manera de
Jesús, el cristiano mantiene en jaque su poder; la muerte no tiene la última palabra
de la existencia humana. La muerte no desaparece, pero el hombre no solo puede
quebrantar su cerco, sino que, además, por poco que la aborde en la obediencia
del amor, puede hacer de ella el trampolín de una existencia nueva: la piedra
rechazada se convierte en piedra angular.
Pero el cristiano sabe que la muerte recibe
su poder del hombre mismo que se niega a integrarla en su condición de criatura
y trata de divinizarse -como si la muerte no existiese- apoyándose sobre las
únicas seguridades de la existencia individual y colectiva.
Enfrentándose a la muerte como lo ha hecho
Jesucristo, los miembros de su Cuerpo no hacen que desaparezca; mantienen en
jaque su poder y proclaman que, a pesar de las apariencias, la muerte no es la
última palabra de la existencia humana. Los cristianos participan desde aquí
abajo en la verdadera vida, la del Resucitado; y esa vida estalla con fuerza
cada vez que la muerte trata de tocarla.
El cristiano reconoce y acepta que, en sus
distintas formas, la muerte le hiere: pero su fe le capacita para discutir su
poderío. En este sentido es llamado, día tras día, a mortificarse, a actualizar
concretamente en su existencia la muerte de Cristo. Conforme a la expresión de
San Pablo, el cristiano es un "muerto"; pero, en realidad, "retorna"
constantemente de la muerte, desposeída ya de su poder, y su muerte está
"oculta con Cristo en Dios". La mortificación cristiana quiere ser
una fuente de verdadera vida en la fe.
La Eucaristía permite a cada creyente
proclamar y hacer suya la victoria de Cristo sobre la muerte; invita a cada uno
a distinguir mejor los signos de la muerte en su vida y en la vida del mundo.
Maertens - Frisque, Nueva Guía De La Asamblea
Cristiana III, Marova Madrid 1969.Pág. 99s.
8.- Jesús sube hacia la cruz. La escalada no
tendrá límite. La parábola de los viñadores homicidas es un resumen
estremecedor de la escalada de los hombres contra Cristo y contra todos
aquellos que, como él, pretenden dar testimonio de Dios. Los viñadores están
impacientes por apoderarse de la viña, de la herencia. En cuanto lo consigan,
ya no serán obreros dependientes, sino los poseedores de lo que se les había
dado como gracia. El asesinato del heredero es casi ritual. El hijo se ha
convertido en el rival, en el obstáculo a su deseo. Una vez muerto él, la vida
se hará, al fin, igualitaria, sin necesidad de gracias ni favores. Una religión
sin el Hijo y, en definitiva, sin hijo alguno.
Esta es la explicación del asesinato de
Jesucristo. Nada obligaba a matarlo, a no ser la voluntad hipócritamente
religiosa de los sacerdotes y notables de conservar una religión sin
dependencia filial. Una religión en la que cada uno cumple su deber, y así
queda en paz con Dios. ¡Pero que Dios envíe a su propio Hijo es demasiado! La
historia es de ayer... y es de hoy, en que hombres religiosos torturan al
hombre en nombre de un supuesto "orden cristiano". ¿Hasta dónde
llegará la escalada del crimen y el holocausto? Pero Dios responde con otra
escalada: la del amor y la Alianza. No conoce más respuesta que la de comprometerse
cada vez más con su obra escarnecida. Los viñadores mataron al Hijo, pero Dios
lo resucita para que él mismo sea la Viña.
Nosotros somos los sarmientos de esa viña y
los miembros de ese cuerpo. ¿Qué hemos hecho de él? Nosotros también hemos destrozado
al Amado. ¿Qué otra cosa hacer, sino entrar en la escalada evangélica,
renunciando a todo espíritu de posesión? ¡Que donde impera la violencia
opongamos una dulzura sin límite! Eso es dar fruto. No el fruto insípido de
nuestros contratos, sino un fruto luminoso, madurado al calor del Espíritu, sin
otro artífice que la gracia. Daremos fruto si la resurrección de Cristo pasa a
través de nosotros como la savia que da vida a los sarmientos. La alianza entre
Dios y los hombres será cosa de amor o no será nada, en cuyo caso seguiremos
matando al hombre para dar gloria al Dios-Idolo.
Cristo murió perdonando. Fue la escalada
divina, respuesta a la escalada criminal de los hombres. Ese día el holocausto,
que debía asegurar la cohesión total de los hombres, se transfiguró en
sacrificio de amor del Dios que hace lucir el sol tanto sobre la viña bastarda
como sobre el plantío generoso. Por pura gracia.
Dios cada día, Siguiendo El Leccionario
Ferial, Cuaresma Y Tiempo Pascual
Sal Terrae/Santander 1989.Pág. 48
Sal Terrae/Santander 1989.Pág. 48
9.- La parábola de los viñadores homicidas es
un impresionante resumen de la escalada de los hombres contra el Enviado de
Dios.
El dueño de la viña se ausentó para un largo
viaje, y los viñadores están impacientes por apoderarse de la viña y de la
herencia, pues así serán ellos sus propios amos. Ya no vivirán de lo que se les
da de favor, sino que podrán asumir la responsabilidad de todo, y ellos mismos
se labrarán su propia felicidad. La muerte del Hijo será su liberación. Es
"necesario" matar al Hijo, pues él es el rival, el obstáculo. Si se
le mata, ya no habrá en la vida ni perdón ni piedad. Haciendo eso, se tendrá la
herencia, pero no la gracia de la filiación. Una religión sin hijo, sin
engendramiento. Una religión en la que cada cual cumple su deber, lo mismo Dios
que el hombre. Pero que Dios envíe a su Hijo, y se le acusará de extralimitarse
en sus derechos.
Hermanos, esta historia os parece de ayer,
pero es de hoy. Preferimos vivir bajo el régimen de las leyes y las
obligaciones, tanto más cuanto que siempre encontramos los medios de eludirlas
sin salirnos de la legalidad. Aceptamos estar sujetos a la gerencia, pero a
condición de que Dios se mantenga fuera de nuestra vida; intentamos darle, sin
pérdidas ni ganancias, el tesoro que nos confió. Matemos al hijo que Dios
quiere hacer nacer en nosotros, pues el amor nos comprometería. Preservémosle
de la gracia y el atractivo divinos, pues nadie sabe hasta dónde le
comprometería el camino de la ternura.
Pero no es posible apoderarse de la viña
matando al hijo del dueño. El Reino siempre seguirá siendo un don, no una
tierra de la que uno se erige en propietario. A la escalada de los que quieren
replegarse sobre sus dominios, responde Dios con la escalada de la Palabra que
no cesa de obligar a salir de uno mismo. A la escalada de los que se encierran
en la fortaleza de sus certidumbres o de su buena conciencia, cuya cumbre es el
Gólgota, responde Dios con la escalada del amor siempre ofrecido.
Los viñadores pueden matar al hijo; Dios hará
de él la cepa en la que injertará los sarmientos. Pueden derramar la sangre del
Predilecto; Dios la convertirá en savia vivificadora, Espíritu que corre por
nuestras venas para hacernos nacer a la vida. Queríamos conservar los frutos, y
el fruto de Dios se hace nuestro alimento.
"Este es el Hijo, éste es el
heredero...”. Quizá lo matemos y prefiramos, antes que la gracia y el
"engendramiento", nuestras falaces libertades y nuestras engañosas
posesiones. Pero debemos saber que la persona jamás podrá abatir la viña de
Dios, la cual crece hasta el día en que, convertida en un árbol inmenso, da
cobijo a todas las aves. La piedra desechada por los arquitectos se habrá
convertido en la piedra angular.
Padre de bondad:
del mismo modo que se prensa la uva
para que corra abundante el vino de la fiesta,
así se abandonó tu Hijo en nuestras manos
para que naciera el tiempo de tu gracia.
Te pedimos que él sea la savia
que dé vida a nuestros corazones resecos.
del mismo modo que se prensa la uva
para que corra abundante el vino de la fiesta,
así se abandonó tu Hijo en nuestras manos
para que naciera el tiempo de tu gracia.
Te pedimos que él sea la savia
que dé vida a nuestros corazones resecos.
Dios cada día, Siguiendo El Leccionario Ferial, Semanas
I-Ix T.O. Evang. De Marcos, Sal Terrae/Santander 1990.Pág. 279 S.
10.- Nos encontramos frente a una alegoría
más bien que una parábola. La descripción de la viña recuerda exactamente el
texto griego de los Setenta, que usaban los judíos helenistas, sobre la célebre
alegoría de Isaías 5, 1 ss. La "torre" es el caserón donde se vive
durante la vendimia, con una abertura de observación en el techo. Sin embargo,
está claro que en el centro del relato evangélico no está la conducta de la
viña (o sea, de Israel), sino más bien de los campesinos. Por consiguiente, la
alegoría se desarrolla no a nivel de pueblo, sino solamente de sus jefes.
Un rasgo de sorprendente originalidad es que
Dios aparece como un "extranjero" en medio del pueblo de Israel:
Dios, el amo, no es, por así decirlo, "hebreo"; él viene solamente
cuando se trata de alquilar la viña. He aquí, pues, un primer significado de la
alegoría: Israel no es la patria de Dios. Dios está por otra parte y no está
vinculada a las vicisitudes del pueblo elegido. Solamente les ha dado una tarea
a los responsables de la viña israelita, y después se ha ido.
El contacto entre Dios-amo y la viña-Israel a
veces se realiza a través de sus siervos, que claramente son los profetas. Los
siervos-profetas son sucesivamente maltratados, golpeados e incluso matados.
Entonces el Dios-amo decide enviar a su "hijo amadísimo": aquí el
evangelista vuelve a tomar una expresión típica (1,11; 9,7), empleada en la
descripción de los dos momentos teofánicos más solemnes de la vida de Jesús.
Nuestro autor no pone nunca en duda la condición divina de Jesús: es el hijo de
Dios.
El complot de los viñadores se basa en
motivos claramente blasfemos. Ellos saben que el hijo, único heredero, es el
solo que puede llevar adelante el proyecto salvífico del Dios-amo. Por esto
quieren matar a Jesús, porque saben que él proclama una religión universal, y ,
por lo tanto, les quita el monopolio de Yahvé, monopolio sobre el que se basa
su poder económico. La acusación, bastante violenta, se inserta en el contexto
inmediato de nuestro evangelio. El "monopolio" israelita está
destinado a la destrucción total: "el amo vendrá y exterminará a los
viñadores". Pero no se trata solamente de un exterminio, sino de una
sustitución: el monopolio quedará suprimido, porque el amo alquilará la viña a
otros. He aquí, pues, el punto central de la alegoría: Israel pierde su
privilegio y esto no es más que la negativa de la buena noticia dirigida a
todos.
La alegoría se concluye en una forma clásica
para el segundo evangelio: los jefes, al darse cuenta de que la parábola iba
por ellos, en un primer momento piensan capturar a Jesús, pero tienen miedo de
la gente. Y es que cuando la evangelización es realmente popular crea problemas
muy serios a toda clase de poderes opresores.
Comentarios A La Biblia Litúrgica Nt, Edic
Marova/Madrid 1976.Pág. 1188 S.
Alegoría de los viñadores homicidas. La viña
es Israel, pueblo elegido, designado como "viña del Señor" en los
profetas. El dueño es Dios, que envía a sus siervos, los profetas, y por fin,
el Hijo, Cristo.
Los viñadores son los judíos que no aceptan a
los profetas y matan al Hijo fuera de la viña, fuera de Jerusalén. El pueblo
nuevo al que se entrega la viña son los paganos. La alegoría denuncia la
infidelidad de Israel y afirma la extensión del Reino a los paganos. A través
de este mensaje, resalta la acción providente de Dios. Como en la historia de
José, hay que ver y distinguir dos cosas: el mal que realizan los hombres desde
la infidelidad, y el bien que hace Dios a pesar de ese mal, y, -lo que es más
importante- a través de ese mal.
Este bien que Dios saca siempre no puede
justificar nunca el mal cometido por el hombre, ni tampoco era necesario aquel
mal para que Dios sacara este bien, pero, como este mal es acción libre de los
hombres, puede cometerse. Y, una vez cometido, la providencia de Dios consiste
en que su plan de bien y de salvación atraviesa ese mal y, a pesar de él, se
cumple.
-Dios es impotente frente a la libertad de
los hombres.
El concepto que Jesús tiene del Padre va a
experimentar una maravillosa profundización de sentido. Jesús dice en su
oración del huerto que el Padre lo puede todo (/Mc/14/36: Abba, Padre! Todo es
posible para ti; aparta de mí este cáliz; pero no sea lo que yo quiero, sino lo
que quieras tú").
Ahora ve a descubrir que no, que el Padre no
lo puede todo en la historia, que no hay equivalencia entre "Padre" y
"Poder", porque el Padre no puede nada en la historia al margen o en
contra de la voluntad de los hombres, ni podrá evitar la muerte de su Hijo, decidida
ya por los responsables judíos, porque el modo de actuar de Dios Padre en la
historia es también en la "Kenosis", es decir, en el impresionante
silencio de quien ofrece continuamente la vida pero nunca la impone.
Esta es la trascendencia del Dios de Jesús,
la del amor, por el que es mayor que el "poder", precisamente siendo
impotente.
Eso es lo que nos muestra el relato del
silencio del Padre ante la muerte del Hijo. Pero el mismo relato nos dice que
ese silencio no es la última palabra; lo será la resurrección: el rescate
eficaz y definitivo de la vida. El poder de Dios no se manifiesta en la muerte
vengativa del asesino, sino en el rescate del Hijo asesinado.
Para el que confía en Dios no hay callejón
sin salida. Pero no hay salida fácil en ningún callejón. A veces la
"salida" es saber morir en el callejón; una muerte que no es un
sin-sentido.
FE/FUERZA: La fe no es una fuerza con la que podamos
evitar que se nos hundan las cosas, sino una fuerza maravillosa para no
hundirnos nosotros en las cosas que se hunden.
Peor que le salieron las cosas a Cristo no le
pueden salir a nadie. Cristo, desde la hondura de su confianza en el Padre,
desde su seguridad en la certeza de que el amor del Padre no le puede fallar
aunque le falle todo, no dudó de que el Padre realizaría su plan de salvación a
través de su sufrimiento y de su muerte.
En la Eucaristía tenemos el sacramento de su
muerte y de su confianza en el Padre en medio de la muerte de esa esperanza en
el amor del Padre, que no se vio defraudada, sino cumplida en la resurrección.
12.- Envío de los profetas. Las relaciones
entre profetas y viña de Yahvé han sido una historia dramática: de intolerancia
recíproca. Los profetas no pueden tolerar las desviaciones del pueblo, la gente
y sus jefes no pueden sufrir a aquellos intrusos. Mt 23, 37: Hech 7, 52 Envío
del Hijo. Mc "querido", como había sido designado por el Padre en el
bautismo y transfiguración.
Heb 1, 1-2: J 1,11: vino a su casa. Reacción
del amo y destino de la viña ¿Qué hará el dueño de la viña? El paso de la viña
a otros cultivadores. Una verdadera sorpresa. Para la mentalidad hebrea el
castigo de Dios sobre el pueblo infiel es bastante "normal". Porque,
a pesar del castigo, Israel queda siempre como pueblo elegido. Lo que es
inconcebible es el "paso" de las promesas de Dios a otras gentes,
Dios volverá a Israel. No va jamás a otra parte.
13. - Poco antes de la pasión, el
evangelista Mateo hace resaltar, en una larga secuencia, la infidelidad del
pueblo de la alianza. Una concatenación, redaccionalmente artificiosa, de tres
parábolas (la de los dos hijos, vv 28-32; los viñadores, 33-46, y el banquete
nupcial, 22,1-14) que simbolizan tres momentos centrales de la historia de
salvación en los cuales el pueblo elegido se ha mostrado infiel: el testimonio
de Juan Bautista, la venida de Cristo, la misión de los apóstoles.
Centro de la composición, en la segunda
parábola: la muerte del hijo. Transparencia que alegoriza la muerte de Jesús,
el Mesías Hijo de Dios. Comienza evocando un texto muy conocido del libro de
Isaías (c. 5): el Cántico de la Viña. Imagen clásica del pueblo de Israel,
simbolizado frecuentemente por la ciudad de Jerusalén.
La rebelión de los viñadores significa la
infidelidad de los responsables, que se niegan a cumplir los compromisos de la
Alianza. Culmina con la pasión de Cristo, Hijo de Dios. Pasión que, por un
designio admirable, se transfigura en glorificación (v 42). La Alianza pasa a
otro pueblo (43). Es decir, a todos los pueblos de la tierra (Mt 28,19)
reunidos en Iglesia universal. Este drama del pueblo elegido lo vivían
dolorosamente las comunidades de Mateo, compuestas en buena parte de cristianos
provenientes del judaísmo. Pero, al redactar Mateo este capítulo, ya no se
dirigía a los responsables inmediatos de la muerte de Jesús. Sus palabras son
un aviso a las comunidades cristianas. A toda la Iglesia.
Llamados y elegidos del pueblo santo, no
seáis infieles. Condición para no serlo: dar frutos. El imperativo de «dar
frutos» es característico del Evangelio de Mateo. Habla de ello con frecuencia.
Después de inculcarlo en la segunda parte del sermón escatológico con diversas
parábolas (las lámparas encendidas, los talentos...) declarará en la visión del
juicio (25,31-46) que el fruto que Dios pide es el amor realizado en buenas
obras con los hermanos al servicio de Cristo. Rompe la alianza el que hace
estéril el tesoro de gracia que el amo ha confiado a su concreta capacidad de
administrarlo. La parábola nos interpela a todos: sed fieles en dar los frutos
a su tiempo (v 41).
I. Goma, La Biblia día a día, Comentario Exegético
A Las Lecturas, de la Liturgia de las Horas, Ediciones
Cristiandad.Madrid-1981.Pág. 897 S.