LA VIRGEN MARÍA
MARÍA O LA VIRGEN MARÍA
Madre de Jesús. Muy escasamente mencionada en los textos del Nuevo
Testamento, salvo en los dos primeros capítulos de los Evangelios de san Mateo
y de san Lucas, algunos autores cristianos reflexionaron sobre la significación
de María en el conjunto del misterio de la salvación y en su relación con
Cristo, su hijo. Así, san Ignacio de Antioquía (siglo II) indagó en el misterio
de Jesús nacido de María, mientras que san Justino defendió la concepción
virginal de María y san Ireneo propuso un paralelismo entre las figuras de
Eva-María y Adán-Cristo.
También a mediados del siglo II aparecieron unos textos apócrifos como
el Protoevangelio de Santiago donde se contaba la vida de María, desde
la de sus padres Joaquín y Ana hasta después del nacimiento de Jesús. En otros
textos (Transitus) se explicaba la muerte de María y su asunción en
cuerpo y alma a los cielos.
Desde los siglos IV-V se consideró a María como el modelo perfecto de
fe y santidad a imitar por las vírgenes cristianas, según la doctrina elaborada
por los grandes doctores de la
Iglesia (Atanasio, Jerónimo, Ambrosio, Agustín). En 431, el
concilio de Éfeso reconoció a María como Madre de Dios, confirmando así la
creencia de muchos fieles que ya desde mucho antes intercedían ante ella.
DOGMAS MARIANOS
El dogma de la
Maternidad Divina se refiere a que la Virgen María es
verdadera Madre de Dios. Fue solemnemente definido por el Concilio de Efeso
(año 431). Tiempo después, fue proclamado por otros Concilios universales, el
de Calcedonia y los de Constantinopla.
El Concilio de Efeso, del año 431, siendo Papa San Clementino I
(422-432) definió:
"Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente
Dios, y que por tanto, la
Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la
carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema."
El Concilio Vaticano II hace referencia del dogma así:
"Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen
es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con
sus súplicas en todos sus peligros y necesidades" (Constitución
Dogmática Lumen Gentium, 66)
El dogma de la
Perpetua Virginidad se refiere a que María fue Virgen antes,
durante y perpetuamente después del parto.
"Ella es la Virgen
que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será Emanuel" (Cf. Is., 7,
14; Miq., 5, 2-3; Mt., 1, 22-23) (Const. Dogmática Lumen Gentium, 55 - Concilio
Vaticano II).
"La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a
la Iglesia a
confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de
Dios hecho hombre. En efecto, el nacimiento de Cristo "lejos de disminuir
consagró la integridad virginal" de su madre. La liturgia de la Iglesia celebra a María
como la 'Aeiparthenos', la 'siempre-virgen'." (499 - catecismo de
la Iglesia Católica ).
El Dogma de la
Inmaculada Concepción establece que María fue concebida sin
mancha de pecado original. El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de
diciembre de 1854, en la
Bula Ineffabilis Deus.
"Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene
que la Santísima
Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por
singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de
Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha de
culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y
constantemente creída por todos los fieles."
EL DOGMA DE LA ASUNCIÓN
El dogma de la
Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue
elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.
Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de
1950, en la
Constitución Munificentisimus Deus: "Después de elevar a
Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad , para gloria de Dios
omnipotente, que otorgó a la
Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo,
Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar
la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia , con la autoridad
de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y
con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente
revelado que La
Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el
curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del
cielo".
Ahora bien, ¿por qué es importante que los católicos recordemos y
profundicemos en el Dogma de la
Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo
Catecismo de la
Iglesia Católica responde a este interrogante:
"La Asunción
de la Santísima
Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su
Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos"
(#966).
La importancia de la
Asunción para nosotros, hombres y mujeres de comienzos del
Tercer Milenio de la Era
Cristiana , radica en la relación que hay entre la Resurrección de
Cristo y la nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano
como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es
eso: una anticipación de nuestra propia resurrección.
Más aún, la Asunción
de María en cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra fe católica,
expresamente definido por el Papa Pío XII hablando "ex-cathedra". Y
... ¿qué es un Dogma? Puesto en los términos más sencillos, Dogma es una verdad
de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición ), y que además
es propuesta por la Iglesia
como realmente revelada por Dios.
En este caso se dice que el Papa habla "ex-cathedra", es
decir, que habla y determina algo en virtud de la autoridad suprema que tiene
como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la Iglesia , Maestro Supremo
de la Fe , con
intención de proponer un asunto como creencia obligatoria de los fieles
Católicos.
El Catecismo de la
Iglesia Católica (#966) nos lo explica así, citando a Lumen
Gentium 59, que a la vez cita la
Bula de la
Proclamación del Dogma: "Finalmente, la Virgen Inmaculada ,
preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su
vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del
Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo,
Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte".
Y el Papa San Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la
Asunción, explica esto mismo en los siguientes términos:
"El dogma de la
Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado
después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la
resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la
glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (JP II,
2-julio-97).
"Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen , es posible
comprender el plan de la
Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de
Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el
ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los
elegidos mediante la resurrección de los cuerpos" (JP II , Audiencia
General del 9-julio-97).
Continúa el Papa: "María Santísima nos muestra el destino final de
quienes `oyen la Palabra
de Dios y la cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las
alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde
está también la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial" (JP
II, 15-agosto-97)
Los hombres y mujeres de hoy vivimos pendientes del enigma de la
muerte. Aunque lo enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las
creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque
tratemos de prolongar por todos los medios a nuestro alcance nuestros días en
la tierra, todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de
inmortalidad contenida en la promesa de Cristo sobre nuestra futura
resurrección.
Mucho bien haría a muchos cristianos oír y leer más sobre este misterio
de la Asunción
de María, el cual nos atañe tan directamente. ¿Por qué se ha logrado colar la
creencia en el mito pagano de la re-encarnación entre nosotros? Si pensamos
bien, estas ideas extrañas a nuestra fe cristiana se han ido metiendo en la
medida que hemos dejado de pensar, de predicar y de recordar los misterios, que
como el de la Asunción ,
tienen que ver con la otra vida, con la escatología, con las realidades últimas
del ser humano.
El misterio de la
Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a
hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el
sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna , junto con
la Santísima
Trinidad , la Santísima Virgen María y los Ángeles y Santos del
Cielo. El saber que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como
se nos ha prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de Dios, nos
renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para
siempre.