MI CARNE ES VERDADERA COMIDA Y MI SANGRE ES VERDADERA BEBIDA
ORACION COLECTA
Oh Dios, que has preparado bienes inefables para los que te aman, infunde tu amor en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas consigamos alcanzar tus promesas, que superan todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Proverbios 9,1-6
La Sabiduría se ha construido su casa plantando siete columnas, ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto la mesa; ha despachado a sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: «Los inexpertos que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: "Vengan a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejen la inexperiencia y vivirán, sigan el camino de la prudencia."».
SALMO RESPONSORIAL (Sal 33)
Gusten y vean qué bueno es el Señor
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Todos sus santos, temen al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R.
Vengan, hijos, escúchenme:
los instruiré en el temor del Señor.
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad?. R.
Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad;
apártate del mal,
obra el bien, busca la paz
y corre tras ella. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5,15-20
Fíjense bien cómo andan; no sean insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estén aturdidos, dense cuenta de lo que el Señor quiere. No se emborrachen con vino, que lleva al libertinaje, sino déjense llenar del Espíritu. Reciten, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; canten y toquen con toda el alma para el Señor. Den siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 6,51-58
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.».
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de sus padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.».
COMENTARIO
El evangelio de este domingo continúa con el discurso del pan de vida. Hasta ahora había hablado Jesús del pan de vida que baja del cielo, del pan con el que regala el Padre a los hombres enviándole a su propio Hijo.
Este es el pan de vida (v. 35, 48-51 a), de la misma manera que es también la luz del mundo (8, 12), y da vida a los que creen en él. Pero ahora habla Jesús del pan que él mismo les dará y se refiere expresamente a su carne y sangre, los dones eucarísticos.
El lugar paralelo a estas palabras "vida del mundo" lo encontramos en las que pronuncia Cristo sobre el pan en la Cena y precisamente en la forma que recoge la tradición paulina en 1Cor 11, 24. La expresión "para la vida del mundo" significa lo mismo que "entregada para la vida del mundo" y es una alusión clara al sacrificio de su muerte en la cruz.
Por lo tanto, el pan que da la vida es precisamente el cuerpo de Cristo entregado a la muerte para salvar al mundo. (cfr. Lc. 22, 19).
El v. 54 dice literalmente: "el que mastica mi carne". Juan utiliza un vocabulario particularmente realista para caracterizar la participación en la eucaristía. Según la costumbre judía, los alimentos de la comida pascual tenían que ser cuidadosamente masticados. Por ello los judíos entienden estas palabras literalmente, como verdadera comida de la carne de Jesús. Pero les parece una locura.
No obstante, Jesús no mitiga el escándalo que han producido sus palabras. Ahora, confirmando de nuevo el sentido, realista, añade que es también preciso beber su sangre lo cual resultaba especialmente escandaloso para los judíos, a quienes les estaba prohibido el alimentarse de sangre (Lev 17, 10 s.; Hch, 15, 20).
De la misma suerte que el alimento natural se une orgánicamente al hombre, así también el que come la carne y bebe la sangre de Cristo entra en una unión de vida con él. Esta unión es comparada a la que Jesús tiene con el Padre que le ha enviado al mundo.
Así como el Hijo tiene vida por el Padre (cfr. 5, 26), así también el que coma la carne de Cristo tendrá vida por el Hijo, esto es, participará en aquella misma vida que el Hijo recibe del Padre.
Las palabras "vivirá por mí" son equivalentes a "vivirá por mi carne y sangre"; por lo tanto, esta última expresión debe entenderse de todo lo que Jesús es.
El verdadero pan de vida bajado del cielo no es el "maná", sino el que da Cristo. Porque éste sí que viene verdaderamente del Padre y conduce a la vida eterna a todos los que lo reciben con fe y se unen de este modo a Cristo que se entrega para vida del mundo.
Comulgar es entrar en unión de vida con Cristo para entregarse con él a todos los hombres y alcanzar así vida eterna y así Cristo cumple las expectativas del Antiguo Testamento: es el verdadero Moisés que nos nutre con el maná de la Eucaristía, es la verdadera Sabiduría que nos ofrece el pan y el vino de su Palabra y de su Persona presente en el Sacramento.
Esa vida de Cristo nos compromete a ponerla en obra en nuestra vida de cada día, como nos indicaba Pablo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pedimos, al Señor que por su inmensa misericordia nos conceda la gracia de escuchar las peticiones que traemos hoy a su presencia.
1.- Para que la Iglesia, pueblo santo de Dios, viva en unidad justicia, paz y amor, acogiendo a todos en sus necesidades. Roguemos al Señor.
2.- Por el Papa Francisco, los Obispos, los presbíteros, los diáconos y todos los que tienen responsabilidades en la Iglesia; para que vean en ello una tarea de servicio a todos los hombres y mujeres del mundo. Roguemos al Señor.
3.- Para que el Señor infunda fortaleza a todos los que sufren en el cuerpo o en el alma, y les ayude en su recuperación. Roguemos al Señor.
4.- Te pedimos por todos los maltratados, los que andan perdidos, los que encuentran cerradas todas las puertas; para que el Señor los conforte con su cercanía y su amor. Roguemos al Señor.
5.- Para que Cristo, el mayor testigo de la paz, conceda a todas las familias, los pueblos, las naciones, vivir en armonía, en concordia, en entendimiento y les conceda la gracia del perdón y la reconciliación. Roguemos al Señor.
Te damos gracias, Padre porque sabemos que Tú nunca desoyes las peticiones que tus hijos te presentan con fe. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor nuestros dones, en los que se realiza un admirable intercambio, para que al ofrecerte lo que tú nos diste, merezcamos recibirte a ti mismo. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Señor, después de haber recibido a Cristo en estos sacramentos, imploramos de tu misericordia que, transformados en la tierra a su imagen, merezcamos participar de su gloria en el cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 17: Jc 2, 11-19; Sal 105, 34-37.39-40.43-44; Mt 19, 16-22.
Martes 18: Jc 6, 11-24; Sal 84, 9.11-14; Mt 19, 23-30.
Miércoles 19: Jc 9, 6-15; Sal 20, 2-7; Mt 20, 1-16. Se puede celebrar la memoria de San Juan Eudes, Presbiterio (blanco)
Jueves 20: San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia (MO). Jc 11, 29-39; Sal 39, 5.7-10; Mt 22, 1-14.
Viernes 21: San Pio X, papa (MO). Rut 1, 1.3-6.14-16.22; Sal 145, 5-10; Mt 22, 34-40.
Sábado 22: Santa María, Virgen, Reina (MO). Rut 2, 1-3.8-11; 4, 13-17; Sal 127, 1-5; Mt 23, 1-12.
Domingo 23: XXI del Tiempo Ordinario. Jos 24, 1-2ª.15-17.18b; Sal 33, 2-3.17-18b; Ef 5, 21-32; Jn 6, 60-69.