lunes, 14 de septiembre de 2015

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XXV TIEMPO ORDINARIO CICLO B - 20 SETIEMBRE 2015

EL MÁS GRANDE


ORACION COLECTA

Oh Dios, que has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prójimo concedeos cumplir tus mandamientos para llegar así a la vida eterna. Por Nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura  del  libro  de la Sabiduría 2,12.17-20

Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.».

SALMO RESPONSORIAL (Sal 53)

El Señor sostiene mi vida

Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.  
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras. R.

Porque unos insolentes se alzan contra mí,  
y hombres violentos me persiguen a muerte,  
sin tener presente a Dios. R.

Pero Dios es mi auxilio,  el Señor sostiene mi vida.  
Te ofreceré un sacrificio voluntario,  
dando gracias a tu nombre, que es bueno. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol Santiago 3,16–4,3

Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre ustedes?. ¿No es de sus pasiones, que luchan en sus miembros? Codician y no tienen; matan, arden en envidia y no alcanzan nada; los combaten y les hacen la guerra. No tengan, porque no piden. Pidan y no reciben, porque piden mal, para dar satisfacción a sus pasiones.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se entera se, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.». Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.».
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.».

COMENTARIO

 “Una vez en casa”; encontramos en la intimidad del grupo de apóstoles que está formando Jesús. “Los iba instruyendo”, pues quería hacerles progresar a partir de sus discusiones. Pero, ellos no comprenden lo que Jesús les explica, pues les preocupa otra cosa: cuestiones de prestigio y de superioridad: “¿Quién es el más grande de ellos?”. Ven la fama de Jesús y tienen la idea verse ministros del futuro Mesías-rey y son los discípulos de Jesús, a los cuales les ha explicado cuál es el camino duro que hay que seguir para salvar la vida y salvar a los hombres.
Esto demuestra que nadie está protegido de la ambición, ni siquiera en el trato con Jesús. ¡Cuántas personas muy sencillas al comienzo se han dejado llevar por la ambición y han terminado acaparando las responsabilidades. Pero, el evangelio debería ser un antídoto eficaz. Al revelarnos los gustos de Jesús, nos revela los gustos de Dios. Imposible ignorar que Jesús detesta tres cosas: la hipocresía, el dinero y la ambición. Venido a servir, como repite con frecuencia, siente muy  vivamente que la ambición es el  cáncer del servicio. No se puede estar lleno de sí mismo y cuidarse de los demás: es algo matemático. Pero el orgullo sobre todo pervierte lo que debería  seguir  llamando la abnegación. La mezcla de los dos deseos, servir y dominar, es tan pérfida que  Jesús  reacciona  enérgicamente  contra  ella. No se  trata de  una  discusión más o más o menos informal: está sentado, convoca a los doce, enuncia el precepto evangélico inolvidable que pone una distancia absoluta entre la voluntad de poder y la abnegación: “Quién quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.
No se condena el deseo de ser el primero. Se necesitan personas que sepan mejor que las demás organizar la vida en común y el trabajo, y sobre todo dirigir  la concertación necesaria hasta la no menos  necesaria  decisión. Esos jefes son una suerte para todos los equipos, en la iglesia y fuera de ella, algunos tienen manifiestamente dones para ello. Cuando el entorno los escoge o los designa una autoridad superior, hurtar el hombre sería egoísmo y cobardía ante la entrega de sí mismo que esa promoción exige. Y precisamente Jesús le pide al “primero” un trabajo de servicio que debe realizarse antes en su corazón. No se trata de  ceder al instinto y  a  la  vulgaridad: “Hacerse  el último”. La inversión que habrá de realizarse es tan inverosímil que sólo Jesús puede erigir en principio esa locura: “Hacerse el último”.  Y para estar seguro es que no se buscará una escapatoria, añade: “El último de todos, el servidor de todos”. Casi sentimos ganas de decir a los primeros: “¡Animo!”. Por otra parte, Jesús acentuará más aún la gravedad del servicio: “El que quiera ser el primero, sea esclavo de todos, porque tampoco este hombre ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida” (Mc 10, 44-45).
Dar la vida. Los primeros ya están avisados,  pero que los demás los estimen y les ayuden porque los jefes – si dan su vida- pueden ser la imagen más fuerte del auténtico primero.

PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos, hermanos, por todos los hombres y por todas sus necesidades para que nunca falte a nadie la ayuda de nuestro amor:

1.- Por el Santo Padre Francisco, por nuestro Obispo y por todos los demás obispos, por los presbiterios y diáconos; para que cuiden santamente el pueblo que tienen encomendado. Roguemos al Señor.

2.-  En un mundo en el que se busca sobre todo  la eficacia, para que los más débiles en la sociedad no se vean despojados de sus derechos. Roguemos al Señor.

3.- Por los que padecen hambre y otras necesidades por los que están enfermos os e sienten oprimidos por los que añoran la patria o viven lejos de sus familias y de sus hogares; para que experimenten el consuelo y la fortaleza de Dios. Roguemos al Señor.

4.- Para que Dios nos conceda el gozo del Espíritu, el perdón de los pecados, la perseverancia en la fe y en las buenas obras, y la salvación eterna de nuestras almas. Roguemos al Señor.

Dios nuestro Padre de todos que quieres que el ultimo sea el primero y propusiste a un niño como ejemplo para los discípulos danos la sabiduría que viene de arriba para que acojamos la palabra de tu Hijo  y entendamos que, ante tu ojos, el primero ha de ser el servidor de todos. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta propicio, Señor, las ofrendas de tu pueblo, para que alcance en el sacramento eucarístico los bienes en que ha creído por la fe. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Que el auxilio, Señor, nos acompañe siempre a los que alimentas con tus sacramentos, para que por ellos y en nuestra propia vida recibamos los frutos de la redención. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 21: San Mateo, apóstol y evangelista (F) Ef 4, 1-7.11-13; Sal 18, 2-5; Mt 9, 9-13.
Martes 22: Esd 6, 7-8.11b.14-20; Sal 121, 1-5; Lc 8, 19-21.
Miércoles 23: San Pio de Pietrelcina, Presbiterio (MO) Esd 9, 5-9; Sal de Tb 13, 2.4.6-8; Lc 9, 1-6.
Jueves 24: Ag 1, 1-8; Sal 149, 1-6.9; Lc 9, 7-9.
Viernes 24: Ag 1, 15b—2, 9; Sal 42, 1-4; Lc 9, 18-22.
Sábado 25: Zac 2, 5-9.14-15ª; Sal de Jr 31, 10-13; Lc 9, 43-45.
Domingo 26: XXVI del Tiempo Ordinario. Num 11, 25-29; Sal 18, 8.10-14; St 5, 1-6; Mc 9, 38-43.47-48.