viernes, 13 de julio de 2018

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XV T.O. CICLO B - 15 JULIO 2018


TODO EL MUNDO PREDICA


ORACION COLECTA

Oh, Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados para que puedan volver al camino, concede a todos los que se profesan cristianos rechazar lo que es contrario a este nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por Nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Amós 7, 12-15

En aquellos días, dijo Amasías, sacerdote de Casa-de-Dios, a Amós: «Vidente, vete y refúgiate en tierra de Judá; come allí tu pan y profetiza allí. No vuelvas a profetizar en Casa-de-Dios, porque es el santuario real, el templo del país.».
Respondió Amós: «No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos.
El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: "Ve y profeta a mi pueblo de Israel.”».
SALMO RESPONSORIAL (84)

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.» La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra. R.

La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. R.

El Señor nos dará lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 3-14

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
Por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.
Por su medio hemos heredado también nosotros.
A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad.
Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.
Y también ustedes, que han escuchado la palabra de verdad, el Evangelio de su salvación, en el que creyeron, han sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual es prenda de nuestra herencia, para liberación de su propiedad, para alabanza de su gloria.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 7-13

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió: «Quédense en la casa donde entren, hasta que los vayan de aquel sitio.
Y si un lugar no les recibe ni los escucha, al marcharse sacúdanse el polvo de los pies, para probar su culpa.».
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

COMENTARIO

Es posible recibir estas recomendaciones de Jesús de dos maneras. En primer lugar, fijándonos en que: Jesús llama a los doce, los envía de dos en dos, les da sus consignas. Los vamos siguiendo en su trabajo y decimos: “Se necesitan apóstoles, es bueno ser apóstol”. Siente uno ganas de interesarse por la misión, de ayudar a los misioneros; no hay que negarse a darle a Dios un hijo o una hija si Dios lo pide. Otra reacción: sentirse mucho más directamente comprometido. Cuando se sitúa este texto en todo el evangelio de Marcos, se da uno cuenta de que es uno de los puntos con que se acentúa una línea continua: el aspecto misionero de la obra de Jesús. Desde el primer momento, llama a los cuatro: “Les voy a hacer pescadores de Hombres”. Organiza luego el grupo de los doce y los manda a misionar. Y su última palabra les abre horizontes inmensos: “Vayan al mundo entero a predicar el evangelio”. Sobre todo ello puede construirse la idea de que se necesitan especialistas del apostolado, obispos, sacerdotes, misioneros, religiosas y dejamos de lado a la mayoría de cristianos. Hay una doble lógica que compromete a todo cristiano. Si ama de verdad a Cristo, ¿cómo se va a quedar sin voz para él, sin gestos para él? “Nos urge el amor de Cristo”, decía san Pablo, que no se dirigía tan sólo a los “responsables”. Y también nos urge el amor de nuestros hermanos.  Es bueno tener fe, creer en Cristo, ser llamado a una vida de luz y de amor en este mundo y luego a una vida eterna de gozo. Es bueno saberse y sentirse amado por Dios y tener la experiencia de perdón. Pero ¿cómo no sentir ganas de compartir todo esto? ¡Pues eso es precisamente el impulso “apostólico”!. Pero dijimos: “Es asunto del clero”. ¿Acaso quiere decir esto que todo el mundo tiene que ponerse a predicar. Cuando Jesús envía a los primeros apóstoles se preocupa enormemente de su estilo de vida, convencido de que se enseña sobre todo por la manera de portarse. Pensando en ello puede decir; todo el mundo predica. Un hombre triste, una empleada poco responsable, las personas avaras, los que  se  complacen  en roer  la fama del prójimo, si son conocidos como cristianos, ¡predican!, pero contra la religión: “Si  frecuentar  la Iglesia  es eso...”. Por lo contrario un cristiano honesto, servicial, que tiene una luz en sus ojos, dice ya muchas cosas sin hablar.  Y puede hacerse escuchar cuando se presenta la ocasión. 
Es una pena que el pudor nos retenga cuando estamos al borde de un anuncio explícito de Cristo. Hay que recordar que somos el pueblo de Dios y somos llamados a ocuparnos de la fe y de la misión y que todos somos responsables en la Iglesia de Cristo. Cuando contemplamos a Jesús enviando a sus primeros apóstoles a misionar, debo decir: “Señor, ¡eso va para mí!”. Se oye a muchos cristianos criticar, quedándose en la orilla: “La Iglesia debería hacer esto... La Iglesia debería haber hecho aquello...”. Bien; eso es bueno para empezar a participar. Pero hay que ir más lejos, hay que meterse en la corriente misionera de la Iglesia, porque tú eres el trozo de la Iglesia; en parte gracia a ti es como ella hace esto o deja de hacer lo otro. La Iglesia no puede ser verdaderamente misionera más que donde es misionera la totalidad de cristianos.

PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos a hora a Dios nuestro Padre, que en Jesucristo nos ha bendecido con toda clase de bienes y pidámosle que manifieste al mundo su salvación.

1.- Para que la Iglesia, enviada por Cristo al mundo, pueda anunciar el evangelio en todas partes con entera libertad. Roguemos al Señor.

2.- Para que nunca falten en nuestra diócesis sacerdotes que anuncien la salvación de Dios y denuncien las injusticias de los hombres. Roguemos al Señor.

3.- Para que la justicia y la paz se besen en nuestro mundo, y lo pobres y necesitados gocen de prosperidad y libertad. Roguemos al Señor.

4.- Paras que Dios acoja en su gloria a los que el mismo llamo a la vida y han dejado ya este mundo. Roguemos al Señor.

5.- Para que todos los cristianos nos hagamos presentes en medio del mundo y los hombres reconozcan en nuestras actitudes la fidelidad de Dios. Roguemos al Señor.

Escucha, Padre todopoderoso, nuestras oraciones y concédenos considerar por encima de todo la grandeza de los favores que nos has otorgado con tu Hijo amado  para que, llenos del Espíritu Santo, anunciemos al mundo, de palabra y con las obras, el plan que has proyectado realizar en nuestros tiempos. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Mira, Señor, los dones de tu Iglesia suplicante y concede que sean recibidos para crecimiento en santidad de los creyentes. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Después de recibir estos dones, te pedimos, Señor que aumente el fruto de nuestra salvación con la participación frecuente de este sacramento. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 16:  Is 1, 10-17; Sal 49; Mt 10, 34-11, 1
Martes 17:  Is 7, 1-9; Sal 47; Mt 11, 20-24
Miércoles 18: Is 10, 5-7. 13-16; Sal 93; Mt 11, 25-27.
Jueves 19: Is 26, 7-9.12. 16-19; Sal 101 Mt 11, 28-30 
Viernes 20:  Is 38, 1-6.21-22.7-8; Sal: Is 38; Mt 12, 1-8.
Sábado 21: Mi 2, 1, 1-5; Sal9; Mt 12, 14-21
Domingo 22:     Jr 23, 1-6; Sal 22; Ef 2, 13-18; Mc 6, 30-34.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mc 06, 07-13

1.- A la proclamación del reino de Dios no se procede casualmente. Hay una "institución", una organización que pone en movimiento y planifica el anuncio de la gran noticia. En este pasaje el evangelista nos presenta con mucha agudeza una de las partes más esenciales de la eclesiología del Nuevo Testamento.
En primer lugar está el envío, la misión. Se va a predicar porque ha sido Jesús el que ha enviado: no se va a ofrecer una opinión propia o un descubrimiento propio. El evangelista es coherente consigo mismo. El envío implica el anuncio de una gran noticia, la cual posee ciertamente un contenido intelectual, pero consiste principalmente en la praxis: "y les había dado autoridad sobre los espíritus impuros".
La gran noticia no era solamente o principalmente una interpretación del mundo o de la historia; era, sobre todo, una indicación de transformación de este mundo y de esta historia, que desde el primer momento estaban sometidos a la acción benéfica del Evangelio, que, por lo tanto, puede concebirse como una dinámica desalienante. Hablar de "espíritus impuros" o de "alienaciones" es fundamentalmente la misma cosa: se trata de todo lo que amenaza al hombre desde fuera y no le permite realizarse como ser humano.
En segundo lugar, observamos que los discípulos son enviados "de dos en dos": se trata de la comunidad, de la colectividad. El anuncio se lleva adelante siempre en forma comunitaria; por lo tanto, hay que crear una plataforma colectiva, una especie de estación de lanzamiento, desde donde se pueda hacer escuchar este "kerygma", esta gran noticia.
Es sorprendente la insistencia en condenar, de la forma más absoluta, el triunfalismo de la misión: los discípulos tenían que llevar consigo solamente lo estrictamente necesario. La misión se prepara, sí, pero no más de la cuenta.
El acento no se pone principalmente sobre la pobreza de los misioneros, cuanto sobre la pobreza de la misión. La misión es solamente esto: un "envío", un ser enviados por aquél que es el único responsable de su éxito.
El misionero cristiano no debería apartarse mucho de la descripción que el apóstol Pablo hace de su propia actividad, escribiendo a los corintios (1/Co/02/01-05): su presentación a la comunidad se hizo dentro de un marco de complejo de inferioridad y de máximo respeto a las opciones de los misionados.
Instrucciones antitriunfalistas eran, sin duda, tanto la de no cambiar de residencia como la de no insistir con los que no aceptaban la predicación. Efectivamente, por un lado hay el peligro de presentarse como persona importante, aceptando en consecuencia una mejor hospitalidad, ofrecida en función del orgullo y de la vanidad. Por otra parte, hay el peligro también de no respetar la libertad humana, incluso cuando quiere oponerse al designio benéfico de Dios. La gran noticia sólo podría ser ofrecida, jamás impuesta.
Este debería ser el código inicial de toda misión eclesial. Una iglesia que va buscando excesivos medios para instalarse, con el pretexto de la utilidad y eficacia de estos medios, es una iglesia que se ha debilitado en su fe. Pronto terminará por someter la fe a los intereses culturales, políticos y económicos, en los que fatalmente se ve envuelta en el gran tinglado de su "misión".
La pobreza de los misioneros es esencial; pero mucho más lo es la pobreza de la misión misma.
Comentarios A La Biblia Litúrgica Nt, Edic Marova/Madrid 1976.Pág. 1143



2.- -La Misión. Los doce habían sido escogidos para que "estuvieran con él y enviarlos a predicar" (3, 14-15). En los capítulos anteriores les hemos visto separarse de la gente y seguir a Jesús, escuchar y aprender, vivir en comunidad con él; ahora (6, 7-13) Marcos nos muestra la otra dimensión del discípulo, la misionera. Las pocas palabras de Marcos (versículos 7-13) son muy densas del significado y constituyen, dentro de su brevedad, una especie de regla misionera.
Para describir la misión de los discípulos usa Marcos las mismas palabras que utiliza a través de todo el evangelio para describir la misión de Jesús: predicaban la conversión, curaban a los enfermos, echaban a los demonios (versículos 12-13). La misión de los discípulos depende totalmente de la de Cristo y encuentra en ella su motivación y su modelo. Cristo supone en el discípulo esta triple conciencia: conciencia del origen divino de su misión ("los envió"), esto es, de una actividad querida por otro y no decidida por nosotros mismos; de un proyecto en que estamos metidos pero sin ser nosotros los directores de escena; la conciencia de salir de si mismo y de ir a otro sitio, a lugares nuevos, continuamente de viaje; la conciencia finalmente de poseer un mensaje nuevo y alegre que comunicar a los demás.
Obsérvese la insistencia en la pobreza como condición indispensable para la misión: ni pan, ni morral, ni dinero, sino sólo calzado corriente, un bastón y un solo manto (versículos 8-9). Se trata de una pobreza que es fe, libertad y ligereza. Ante todo, libertad y ligereza; un discípulo cargado de equipaje se hace sedentario, conservador, incapaz de captar la novedad de Dios y demasiado hábil para encontrar mil razones utilitarias y considerar irrenunciable la casa donde se ha instalado y de la que no quiere salir (¡demasiadas maletas que hacer y demasiadas seguridades a las que renunciar!). Pero la pobreza es también fe; es la señal de que uno no confía en sí mismo, de que no quiere estar asegurado a todo riesgo.
Hay finalmente un tercer aspecto que no es posible olvidar: la atmósfera "dramática" de la misión. Quizás sea ésta la nota dominante de todo el capítulo. Está la dramaticidad de la repulsa y la dramaticidad de la contradicción. Dos sufrimientos que el discípulo tiene que arrastrar con valentía. La repulsa está ya prevista (versículo 11): la palabra de Dios es eficaz, pero a su modo. El discípulo tiene que proclamar el mensaje y jugárselo todo en él.
Pero tiene que dejar en manos de Dios el resultado. Al discípulo se le ha confiado una tarea, pero no se le ha garantizado el resultado. La otra dramaticidad, la de la contradicción, todavía es más interior a la naturaleza misma de la misión. El anuncio del discípulo no es una instrucción teórica, sino una palabra que actúa, en la que se hace presente el poder de Dios, una palabra que compromete y frente a la cual es preciso tomar una postura. Por tanto, es una palabra que sacude, que suscita contradicciones, que parece llevar la división en donde había paz, el desorden en donde había tranquilidad. La misión es, como dice Marcos, una lucha contra el maligno; donde llega la palabra del discípulo, Satanás no tiene más remedio que manifestarse, tienen que salir a la luz el pecado, la injusticia, la ambición; hay que contar con la oposición y con la resistencia. Por eso el discípulo no es únicamente un maestro que enseña, sino un testigo que se compromete en la lucha contra Satanás de parte de la verdad, de la libertad y del amor.
Bruno Maggioni, El Relato De Marcos, Edic. Paulinas/Madrid 1981.Pág. 94s



3.- Comentario. Una rápida referencia separa los textos del domingo pasado y de hoy: "Y se puso a recorrer las aldeas de alrededor enseñando". La imagen que Marcos transmite de Jesús resulta sencillamente fascinante. Sin mención alguna de público, de reacciones, de contenidos. Como en Mc. 1, 38-39. Pero con una importante novedad: ahora no va a ser sólo Jesús a hablar. De dos en dos, a la usanza judía, van a hacerlo también los doce, llamados para acompañarle y ser enviados (cfr. Mc. 3, 14). Es el momento escogido por Marcos para dar paso a uno de los hechos cuya historicidad ha sido más cuestionada, pero del que hay demasiados indicios en las fuentes cristianas como para dudar de él. Como tantas veces, Marcos declara la guerra a los malos espíritus, entiéndanse éstos como se entiendan. Es una auténtica obsesión por la utopía, por un mundo limpio y abierto, lo que Marcos tiene. Y el recuerdo de las palabras de Jesús comienza a sonar conciso y austero: nada de pan, de bolsa para recoger la limosna, de dinero suelto en la faja, de dos túnicas.
Sólo un bastón en la mano y sandalias en los pies. (Un paréntesis: el adusto Marcos permite llevar más que el delicado Lucas (Lc. 9, 3) y el solemne Mateo (Mt. 10, 10). Pero esto son ya cuestiones de estudio entre semana). El cuadro resulta imponente. No es una cuestión de pobreza, como a veces se dice. Es una cuestión de credibilidad y de sincronía con el mundo de entonces. Así iban los esenios, los ambulantes, los filósofos. Hospitalidad es la norma en Oriente. No es asunto del que llega pedir hospitalidad; es asunto de los habitantes el ofrecerla. Por eso mismo el riesgo puede venir del abuso por parte del que llega. De ahí las palabras de Jesús: "Quedaos en la casa donde os alojéis hasta que os vayáis de aquel lugar". Es decir, aceptar con agrado lo ofrecido y no andar buscando algo mejor. En esta línea irá la posterior normativa de la Didajé, tal vez en la primera mitad del siglo II: "A todo apóstol que os llegue, recibidlo como al Señor. Se quedará un día, incluso dos si fuera necesario. Pero si se queda tres días es un falso profeta".
Evitar la preocupación de la búsqueda y evitar el abuso. "Si un lugar no os recibe sacudíos el polvo de los pies". No es un gesto de maldición, sino un gesto simbólico en caso de negación de hospitalidad o de hostilidad. Es un aviso, una llamada a la responsabilidad, a la reflexión y al arrepentimiento (cfr. Hechos 13, 51; 18, 6). Esto es, en definitiva, lo que Marcos formula escuetamente en su resumen de la actuación de los doce, a la que otorga el mismo poderío que a la de Jesús.
A. Benito, Dabar 1985, 37



4.- Ante el rechazo de Jesús por sus paisanos, Marcos comentaba el domingo pasado: "Y se extrañaba de aquella falta de fe y recorría las aldeas de alrededor enseñando" (Mc. 6, 6). Acto seguido añade los versículos que leemos hoy. En ellos se conserva el colorido localista de Palestina.
Los vs. 7 y 12 nos remiten a Mc. 3, 13-15. Son su realización. El envío por parejas era una costumbre habitual en el judaísmo. Según la legislación judicial judía, para la validez de un testimonio se requerían al menos dos varones adultos. Los doce, enviados de dos en dos, serán testigos de Jesús, darán testimonio en favor de él en un momento en que los indicios de rechazo de Jesús empiezan a hacer su aparición con fuerza (cfr. Mc. 3, 6; 6, 1-6).
La misión de los doce no es para enseñar (esto es específico de Jesús), sino para proclamar la conversión (v. 12; cfr. 3, 14). El término conversión nos remite a la proclamación programática de Jesús y connota una urgencia, dada la cercanía del reinado de Dios (cfr. Mc. 1, 15). La semántica básica del término expresa un cambio radical de mentalidad, un giro copernicano en las categorías mentales, las cuales, a su vez, determinan la actuación del hombre. La misión de los doce busca provocar una transformación.
El alcance de esta transformación queda puesto de manifiesto en el poder que Jesús les confiere sobre los espíritus inmundos. Esta expresión mitológica engloba todo lo que de inhumano y hostil destruye al hombre. La transformación no se reduce a la sola dimensión espiritual, sino que afecta a la totalidad del hombre. La conversión tiene también una dimensión material como elemento constituyente.
Los doce deben ser ellos mismos signo visible de la conversión que proclaman. En las circunstancias concretas de su momento histórico, los doce no necesitan más bagaje de un bastón, que casi resultaba imprescindible como protección, y unas sandalias, sin las que no se podía caminar por el suelo pedregoso de Palestina. La fuerza y credibilidad de su misión no estriban en los modelos socioeconómicos constituidos. Este es el significado del v. 9. Los vs, 10-11, en cambio, se mueven en otros campos de significación: el de la urgencia de dedicación a la proclamación (v. 10) y el de la gravedad que lleva consigo el rechazo del proclamador o de su proclamación.
Dabar 1976, 42