viernes, 17 de agosto de 2012

LECTURAS Y COMENTARIOS DEL DOMINGO XX TIEMPO ORXINARIO


DOMINGO XX TIEMPO ORDINASTRI0     CICLO B 




PRIMERA LECTURA

         Lectura del Libro de los Proverbios 9, 1-6.
La sabiduría ha construido su casa, ha tallado sus columnas, ha preparado el banquete, ha mezclado el vino y puesto la mesa; ha mandado a sus criadas para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: “Los inexpertos, que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: “Vengan a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado, dejen la inexperiencia y vivirán, sigan el camino de la prudencia”.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 33, 2-3. 10-11.12-13.14-15.)

Gusten y vean que bueno es el señor.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor;
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Todos sus santos, teman al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R.

Vengan, hijos escúchenme,
los instruiré en el temor del Señor,
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad. R.

Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad,
apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 15-20.

Hermanos: Observen atentamente como están procediendo ustedes; no sean necios, sino sabios, aprovechando el tiempo presente, porque los días son malos.
Por eso no sean irreflexivos, antes bien, traten de descubrir cual es la voluntad del Señor. No se emborrachen con vino, que lleva al libertinaje, sino déjense llenar del Espíritu.
Reciten, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados canten y toquen para el Señor de todo corazón, y den siempre gracias a Dios Padre, por todo en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 51-58.

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”. Los judíos discutían entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”. Entonces Jesús les dijo: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo de hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mi y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo; no como el de sus padres, que lo comieron y murieron, el que come este pan vivirá para siempre”.

COMENTARIO

El evangelio de este domingo continúa con el discurso del pan de vida. Hasta ahora había hablado Jesús del pan de vida que baja del cielo, del pan con el que regala el Padre a los hombres enviándoles a su propio Hijo. Este es el pan de vida (v. 35, 48-51 a), de la misma manera que es también la luz del mundo (8, 12), y da vida a los que creen en él. Pero ahora habla Jesús del pan que él mismo les dará y se refiere expresamente a su carne y sangre, los dones eucarísticos.
El lugar paralelo a estas palabras "vida del mundo" lo encontramos en las que pronuncia Cristo sobre el pan en la Cena y precisamente en la forma que recoge la tradición paulina en 1Cor 11, 24. La expresión "para la vida del mundo" significa lo mismo que "entregada para la vida del mundo" y es una alusión clara al sacrificio de su muerte en la cruz. Por lo tanto, el pan que da la vida es precisamente el cuerpo de Cristo entregado a la muerte para salvar al mundo. (cfr. Lc. 22, 19).
El v. 54 dice literalmente: "el que mastica mi carne". Jn utiliza un vocabulario particularmente realista para caracterizar la participación en la eucaristía. Según la costumbre judía, los alimentos de la comida pascual tenían que ser cuidadosamente masticados. Por ello los judíos entienden estas palabras literalmente, como verdadera comida de la carne de Jesús. Pero les parece una locura. No obstante, Jesús no mitiga el escándalo que han producido sus palabras. Ahora, confirmando de nuevo el sentido, realista, añade que es también preciso beber su sangre, lo cual resultaba especialmente escandaloso para los judíos, a quienes les estaba prohibido el alimentarse de sangre (Lev 17, 10 s.; Hch, 15, 20).
De la misma suerte que el alimento natural se une orgánicamente al hombre, así también el que come la carne y bebe la sangre de Cristo entra en una unión de vida con él. Esta unión es comparada a la que Jesús tiene con el Padre que le ha enviado al mundo. Así como el Hijo tiene vida por el Padre (cfr. 5, 26), así también el que coma la carne de Cristo tendrá vida por el Hijo, esto es, participará en aquella misma vida que el Hijo recibe del Padre.
Las palabras "vivirá por mí" son equivalentes a "vivirá por mi carne y sangre"; por lo tanto, esta última expresión debe entenderse de todo lo que Jesús es. El verdadero pan de vida bajado del cielo no es el "maná", sino el que da Cristo. Porque éste sí que viene verdaderamente del Padre y conduce a la vida eterna a todos los que lo reciben con fe y se unen de este modo a Cristo que se entrega para vida del mundo. Comulgar es entrar en unión de vida con Cristo para entregarse con él a todos los hombres y alcanzar así vida eterna y así Cristo cumple las expectativas del Antiguo Testamento: es el verdadero Moisés que nos nutre con el maná de la Eucaristía, es la verdadera Sabiduría que nos ofrece el pan y el vino de su Palabra y de su Persona presente en el Sacramento. Esa vida de Cristo nos compromete a ponerla en obra en nuestra vida de cada día, como nos indicaba Pablo.
Pbro. Roland Vicente Castro Juárez