SIEMPRE HAY UNA COSECHA
ORACION COLECTA
Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad
a los que andan extraviados para que puedan volver al buen camino, concede a
todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto
en él se significa. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 55, 10-11
Esto dice el Señor: Como bajan la
lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la
tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y
pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí
vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.
SALMO
RESPONSORIAL (64)
La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.
Tú
cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida; la acequia de Dios
va llena de agua. R.
Tú
preparas los trigales: riegas los surcos, igualas los terrenos, tu llovizna los
deja mullidos, bendices sus brotes. R
Coronas
el año con tus bienes, tus carriles rezuman abundancia; rezuman los pastos del
páramo, y las colinas se orlan de alegría. R.
Las
praderas se cubren de rebaños, y los valles se visten de mieses que aclaman y
cantan. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo
a los Romanos 8, 18-23
Hermanos: Considero que
los trabajos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá.
Porque la creación expectante está aguardando la plena manifestación de los
hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración no por su voluntad, sino por
uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se veía
liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa
de los hijos de Dios.
Porque sabemos que hasta
hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo
eso; también nosotros que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en
nuestro interior aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de
nuestro cuerpo.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 13, 1-2.
Aquel
día salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que
tuvo que subirse a una barca; se sentó y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les
habló mucho rato en parábolas: Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un
poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.
Otro
poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no
era profunda brotó en seguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por
falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo
ahogaron.
El
resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros,
treinta.
El
que tenga oídos que oiga.
Se
le acercaron los discípulos y le preguntaron: ¿Por qué les hablas en parábolas?.
Él
les contestó: A ustedes se les ha concedido conocer los secretos del Reino de
los Cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al
que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas,
porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos
la profecía de Isaías: «Oirán con los oídos sin entender; miraran con los ojos
sin ver;
Porque
está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los
ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el
corazón, ni convertirse para que yo los cure.».
Dichosos
sus ojos porque ven y sus oídos porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y
justos desearon ver lo que ven ustedes y no lo vieron, y oír lo que oyen y no
lo oyeron.
Ustedes
oyen lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del
Reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto
significa lo sembrado al borde del camino.
Lo
sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en
seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto viene
una dificultad o persecución por la Palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas
significa el que escucha la Palabra; pero los afanes de la vida y la seducción
de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena
significa el que escucha la Palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá
ciento o setenta o treinta por uno.
COMENTARIO
El leccionario nos permite
elegir hoy entre una lectura corta, nada más que la parábola del sembrador que
salió a sembrar y una lectura larga que trae además la respuesta de Jesús a la
pregunta de los discípulos: ¿Por qué razón hablas en parábolas? Y la
explicación de la parábola del sembrador. Voy a escoger el texto corto que nos
describe la siembra de Jesús. Al llegar a este capítulo trece de Mateo, el
capítulo de las parábolas, ¿Qué es lo que sabemos? Jesús ha estado ya sembrando
por todos los terrenos: ha chocado con las cabezas duras de los escribas y
fariseos, ha visto como algunos entusiastas lo dejaban muy pronto, ha aclarado
las dudas de los discípulos de Juan Bautista y las perplejidades de este.
“¿Eres tú el que tenía que venir?”. La indiferencia de algunas poblaciones le
ha afectado mucho. “¡Ay de ti, Corazaín! ¡ Ay de ti Betsaida! Todo esto
constituye un cuadro bastante sombrío; parece ser que el reino ha empezado con
mal paso.
En este contexto es donde la
parábola del sembrador cobra toda su importancia. Simboliza la constatación de
Jesús, lúcida y sin embargo lejos del desaliento. Nos invita a nosotros mismos
a ser valientes, fijando nuestra mirada en lo que más importa: aquel sembrador que
salió a sembrar. ¡Pero que sembrador! El salió a las profundidades de Dios y
vino a nosotros para sembrar a Dios. Es un acontecimiento inaudito: no un
simple episodio de la historia, sino la
convulsión de toda ella: ¡Hay que
convertirse pronto, en el reino que llega!
Esta buena nueva suscitó el entusiasmo. Luego,
cuando la predicación se hizo exigente, algunos oyentes hundieron en ellas sus
raíces, pero otros volvieron a caer en su vida superficial o complicada,
incluso en la hostilidad. Senderos, piedras, zarzas, tierra buena: ¡qué
diferentes son los terrenos! No importa: ese sembrador extraordinario ve ya la
cosecha: del 30, del 40, del 100 por uno. ¡Quien tenga oídos, que oiga!. Hay que escuchar la llamada a la confianza
cuando la siembra parece haber sido un fracaso. Ese fue el caso de muchos
misioneros y lo es para el apóstol de hoy, para cualquier cristiano que se
ponga frente a la TV, el internet y a la gente por la calle: ¿Por dónde estás
los tallos que brotan! La respuesta está ahí. El que mejor conoce las tierras
de los hombres nos asegura que, si hay algunas duras, hay otras excelentes. Y
que siempre hay cosecha. Jesús le dijo esto a la gente desalentada, a los
discípulos cansados. Nos lo dice ahora a nosotros que medimos el abandono de la
práctica religiosa, la indiferencia de nuestros hijos, la oleada creciente de
la increencia. El sembrador está ahí: nadie, en ningún sitio, tiene derecho a
juzgar que se pierde todo el grano. Mientras se siembre el evangelio, siempre
habrá fruto al 100, al 60, al 30 por uno.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos en paz al Señor nuestro Dios.
1.-
Por nuestro Santo Padre el Papa Francisco, para que Dios le conceda vida y
seguridad en el pastoreo de su pueblo. Roguemos al Señor.
2.-
Por nuestro Obispo José Antonio Eguren, sacerdotes, religiosos y religiosas,
laicos, los matrimonios, para que siendo fieles a su vocación de hijos de Dios
sean luz para el mundo. Roguemos al Señor.
3.-
Por los que están en camino de conversión y por los catecúmenos de la santa
Iglesia: para que Dios nuestro Señor les abra la puerta de su misericordia y
los introduzca por el bautismo en la vida nueva de Cristo Jesús. Roguemos
al Señor.
4.-
Por los cristianos separados de la Iglesia, por todos los que creen en Cristo:
para que Dios nuestro Señor los reúna y proteja en su única Iglesia. Roguemos
al Señor.
5.-
Por el pueblo judío: para que Dios nuestro señor haga brillar su rostro sobre
él y pueda reconocer a Jesucristo como redentor de todos los hombres. Roguemos
al Señor.
Recibe, Dios eterno las oraciones de tu Iglesia; y da cumplimiento
a las peticiones de los que te suplican. Por Jesucristo nuestro Señor.
10.- ORACION
SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, los dones de tu Iglesia en oración y concede a
quienes van a recibirlos crecer continuamente en santidad. Por Jesucristo
nuestro Señor.
en tu corazón. Dime
si puede esperar algo más de su viña el
viñador
12.- ORACION
DESPUES DE LA COMUNION
Alimentados con esta eucaristía, te pedimos, Señor, que
cuantas veces celebramos este sacramento se acreciente en nosotros el fruto de
la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes
17: Ex 1, 8-14.22; Sal. 123; Mt 10, 34-11, 1.
Martes
18: Ex 2, 1-15ª; Sal 68; Mt. 11, 20-24.
Miércoles
19: Ex. 3, 1-6.9-12; Sal 102; Mt. 11, 25-27.
Jueves
20: Ex 3, 13-20; Sal 104; Mt. 11, 28-30.
Viernes
21: Ex. 11, 10’—12, 14; Sal 115; Mt. 12, 1-8.
Sábado
22: Cant 3, 1-4 (o bien 2Co 5, 14-17); Sal
62; Jn. 20, 1.11-18.
Domingo
23: Sb 12, 13.16-19; Sal 85; Rm 8, 26-27; Mt.
13, 24-43.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Mt 13. 1-23
Mt 13. 1-23
Par: Mc 4,
1-20 Lc 8, 4-15
1.- Sabemos que cada página del evangelio se puede leer en una doble
dimensión: la situación originaria del tiempo de Cristo y su actualización en
tiempo de la Iglesia. Esto es así sobre todo para las parábolas. Por eso se han
de tener presentes las dos dimensiones en nuestra lectura.
La enseñanza de la parábola del sembrador -ésta parece ser la situación
más originaria: la de Cristo- no se refiere ante todo a los oyentes de la
palabra, sino a los sembradores, o sea, a los predicadores, el primero de los
cuales es Cristo, y en pos de él todos los demás, los cuales no pueden
pretender ser más que el Maestro. La parábola, leída en sí misma, sin tener en
cuenta las explicaciones que ofrece más adelante el evangelista, llama la
atención sobre el trabajo del sembrador; trabajo abundante, sin medida, sin
distinciones, que parece inútil por el momento, infructuoso y desperdiciado;
sin embargo, dice Jesús llegarán los frutos en abundancia. Porque el fracaso no
es más que aparente; en el Reino de Dios no existe trabajo inútil; nada se
malgasta.
"Aunque a los ojos de los hombres gran parte de su trabajo parece
inútil y vano, aunque los fracasos parezcan sumarse a los fracasos, Jesús está
rebosante de alegría y de certeza; la hora de Dios llega y, con ella, una
cosecha abundante superior a toda súplica e imaginación. A despecho de los
fracasos y las resistencias, Dios hace que de comienzos desesperados brote el
espléndido final que ha prometido" (J. ·Jeremías-JQ). De todas formas,
éxito o fracaso, derroche o no derroche, el trabajo de la siembra no ha de ser
calculado, cauto, precavido; sobre todo, no hay que escoger el terreno o echar
las semillas en unos sí y en otros no. El sembrador arroja la simiente a voleo
y sin distinguir. ¿Cómo saber en el momento de la siembra qué terrenos van a
fructificar y cuáles no? Por eso, dirá Jesús, más adelante, nadie debe
anticipar el juicio de Dios; ni siquiera el sembrador tiene derecho a hacerlo.
-La actualización de la parábola. La tradición, ya conocida por Marcos y
recogida por Mateo, no se contentó con transmitir la parábola, sino que le
añadió una explicación o, mejor, una actualización, que transforma la parábola
-dirigida en su origen a los predicadores- en una catequesis para convertidos.
La explicación tiene presentes a los fieles, e insiste en la necesidad de
algunas disposiciones interiores y personales para que la palabra escuchada sea
entendida y crezca. Las principales disposiciones son: apertura y sensibilidad
a los valores del Reino, valor frente a las persecuciones, constancia,
resistencia al espíritu mundano y libertad interior.
Bruno Maggioni,
El relato de Mateo, Edic. Paulinas/Madrid 1982.Pág. 140
2.- Jesús continúa enseñando, pero lo hace en un lenguaje parabólico.
Este lenguaje, lo mismo que todo símbolo, abre la puerta a interpretaciones muy
diversas; resultará tanto más fácil a los espíritus tercos encerrarse en sus
propias ideas y quedarse en la historieta, ignorando su significado; y a la
inversa, los espíritus abiertos, los corazones dóciles, serán discretamente
introducidos en el conocimiento de una doctrina profunda: de unos
"misterios".
Hay, pues, personas que no acogen como conviene la palabra de Jesús. A
los ojos de los discípulos, testigos de este "fracaso" del Maestro, o
a los de los cristianos que meditan en la vida de Jesús, en la que, por lo
demás, vuelven a ver su propia historia, el esfuerzo de evangelización en
medios judíos, ¿no topa con un fracaso casi total? ¿No es la palabra de Dios lo
que Jesús trae? ¿Y la palabra de Dios puede ser tan limitada, tan ineficaz e
infructuosa? No se trata de ir a buscar la explicación de este drama en la
in-significancia de la Palabra o en su ineficacia. La lección que transmite hoy
la primera lectura ha sido bien asimilada por el evangelista. Antaño, un
profeta isaiano del destierro había hecho reflexionar a sus compañeros de
exilio en la incoercible eficacia de la Palabra, en la inevitable realización
de lo que Dios ha prometido. Se trataba de mantener en aquellos desgraciados
que lloraban "a orillas de los ríos de Babilonia" (Sal 137. 1), la
verdad del anuncio profético que prometía, en nombre de Dios, la inminente
liberación y un retorno feliz a la tierra de los antepasados.
El evangelista conoce todo esto: está, pues, seguro de que la semilla,
símbolo de la Palabra, es capaz de dar frutos abundantes. No hay más que un
solo motivo que pueda explicar la esterilidad de una semilla echada en la
tierra o la ineficacia de la Palabra predicada a los judíos: la pobreza del
suelo que recibe el grano, o en otras palabras, las malas disposiciones de los
oyentes.
En cuanto a estas malas disposiciones, Mateo dice varias cosas. En
primer lugar, las nombra: inconstancia, afanes de este mundo, seducción de la
riqueza. Ve en ello, además, el efecto de la actividad disimulada del Maligno
(una causa entre otras). Porque advierte sobre todo que la Palabra se halla en
el centro de un conflicto. Hay persecuciones que hacen vacilar a los oyentes
inconstantes y que son provocados por la Palabra. Esta tiene, asimismo,
adversarios que luchan encarnizadamente contra ella, en un conflicto
permanente. Y es que el fracaso que Jesús conoció, mal recibido por los judíos
incrédulos, lo experimenta la Iglesia a su vez; pero el profeta Isaías había ya
pasado por esa dolorosa experiencia (v. 14/15). El combate de la Palabra y de
la incredulidad viene desde los más remotos tiempos de la historia del pueblo
de Dios y parece que ha de durar tanto como esa historia.
¿Cuál es su final? Este combate lleva a fracasos repetidos que preocupan
al evangelista. Pero al autor le interesa más otra cosa: el éxito maravilloso
que, en último término, obtiene la proclamación de la Palabra.
Porque el Evangelio, rechazado, perseguido, combatido ya ha
"triunfado". En el seno de un mundo incrédulo, existe hoy una
comunidad de discípulos. El inmediato entorno de Jesús era, en un principio, el
signo modesto de un cierto éxito de la palabra de Jesús; pero a partir de
entonces, todos aquellos que en todos los tiempos, especialmente hoy, se tienen
por discípulos de Jesús, son signos de que la Palabra da sus frutos. Tras el
"vosotros" (v.11), se oculta, en efecto, toda la Iglesia, se oculta
incluso el auditorio que escucha hoy nuestro comentario del Evangelio.
Más que en los adversarios obstinados, Mateo se fija con entusiasta
atención en los discípulos de Jesús; los ve vivir en medio de un mundo (v.38)
incrédulo: "aquellos que..." (v.12). Los ve, sin embargo, colmados:
"A vosotros es dado". Y puesto que en ellos el "don" se ha
demostrado eficaz, se les da cada vez más: "A quien tenga se le
dará". Este don pródigamente concedido es el de un conocimiento supremo:
"conocer los misterios del Reino de Dios". Este conocimiento ilumina
toda la vida; gracias a él, sabrán los discípulos hacer las opciones que se
imponen y participar como conviene en el combate de la Palabra. Y es cierto que
tras la explicación de las vicisitudes que atraviese el Reino al implantarse en
el mundo, se oculta un mensaje decisivo: el mensaje pascual. Porque la aventura
de la Palabra, constantemente desdeñada, perseguida pero siempre viva y eficaz,
semejante al grano de trigo que debe "morir" para dar fruto
(/Jn/12/24), ¿no es el misterio de Pascua? El conocimiento de tales misterios
es un privilegio del que los discípulos deben ser conscientes. Lo que los
cristianos oyen en la proclamación del Evangelio, lo que ven en la experiencia
cristiana, hay muchos hombres que no pueden verlo ni oírlo. Aun los Profetas,
esos privilegiados del A.T. y con ellos, por lo tanto, todo el pueblo de la
Antigua Alianza, no pudieron, a pesar de sus deseos, obtener semejante
revelación de los "caminos" de Dios, de los secretos de su Reino.
Esta parábola, al igual que muchas otras parábolas de Mateo, tiene algo
de doloroso, de dramático incluso: ¡tanta semilla perdida, tanta palabra
rechazada! Pero no percibir los sonidos alegres con que resuena, sería
entenderla mal. Aunque no esté permitido permanecer insensibles a esa tragedia
que constituye la evangelización y a sus "fracasos", cuyos perdedores
son los hombres, ¿sería lícito no dejar resonar nunca en nosotros -acogidas con
una profunda humildad- estas palabras de esperanza.
"¡Ah, sí, dichosos vosotros!; dichosos vuestro ojos porque han
sabido ver y vuestros oídos porque han sabido oír"? ¿Sería lícito
permanecer insensibles ante la promesa, implícitamente contenida en la última
frase del Evangelio, y de la que encontramos una formulación más clara en el apóstol
Pablo, cuando habla de la "Gloria de los hijos de Dios"? Nosotros
sabemos de esa Gloria no sólo que está "preparada" para nosotros,
sino además que, con la transmisión de la Palabra, nos está ya comunicada; y
que, semejante a una semilla, crece en nosotros. ¡Cómo, entonces, negarse uno a
llamarse "dichoso"!
Louis Monloubou, Leer y predicar el evangelio de Mateo, Edit. Sal Terrae
Santander 1981.Pág. 183
3.- EV/INTERPRETACION: PUEDEN HABER TRES
SIGNIFICACIONES EN UNA PARÁBOLA: LA DE XTO/LA DEL EVANGELISTA Y LA DE LA
IGLESIA PRIMITIVA.
La parábola del sembrador plantea al lector tres problemas sucesivos: el
significado de la parábola tal como salió de los labios de Xto (vv. 1-9), el
valor que Mateo le atribuye introduciéndola en esta parte de su Evangelio y,
finalmente, la significación de la explicación que da la Iglesia primitiva (vv.
18-23).
a)En cuatro escenas sucesivas, colocadas entre una descripción de la
siembra (v. 3) y una descripción de la recolección (v. 8), la parábola
propiamente dicha se interesa, sobre todo, por la suerte reservada a la semilla
en los cuatro terrenos diferentes. Las escenas están dispuestas de manera
progresiva y optimista, para desembocar en la visión de la fructificación
extraordinaria de la semilla.
El tema de la cosecha, imagen de los últimos tiempos, es tradicional en
Israel (Jl 4. 13); lo nuevo es la insistencia en las laboriosas siembras que la
preparan. Jesús, pues, suaviza ligeramente el matiz escatológico de la venida
del Reino (cosecha) subrayando más bien las condiciones difíciles de su
realización. Proclama la venida del Reino, pero insiste en la lentitud de su
instauración y en la dificultad de su maduración.
b)Insertando esta parábola en este lugar de su Evangelio, Mateo da una
interpretación cristológica de la parábola. Jesús se plantea el problema de los
fracasos y de las resistencias que se oponen a su mensaje: ceguera de los
escribas, entusiasmo superficial de las masas, desconfianza de sus parientes,
etc.
Pretende dar un sentido a esta incomprensión y lo descubre en la
oposición entre el trabajo casi infructuoso del sembrador y la rica cosecha que
se recogerá en su tiempo oportuno. Jesús piensa en su misión difícil y la
analiza a la luz del juicio que se acerca. Concretamente, este juicio se
produce a través de la inteligencia que los discípulos parecen mostrar (vv.
10-17) y que compensa la indiferencia de los otros miembros del auditorio. c)La
explicación de esta parábola nos la dan las comunidades primitivas. Para ellas
ya no hay que explicar la misión de Xto, sino las motivaciones de su
conversión; la cosecha final no les da miedo, sino más bien las dificultades
cotidianas que suscita la persecución (v. 21).
Desde este momento la interpretación adopta un matiz alegorizante; cada
escena de la parábola se interpreta en función de un tipo de
"conversión": ya no importa tanto la semilla como la manera en que es
acogida. Hasta el matiz escatológico de la parábola se difumina en
consideraciones, sobre todo psicológicas y parenéticas (v. 24). Jesús era optimista
sobre el sentido de su misión; la Iglesia primitiva parece más preocupada.
Maertens-Frisque, Nueva guia de la Asamblea Cristiana V, Marova Madrid 1969.Pág.
160
4.PARA/FINALIDAD:PALABRAS ESCANDALOSAS.SU
VERDADERO SENTIDO.
Digamos algo sobre "la finalidad de las parábolas", ya que, en
nuestro texto, aparecen esas palabras casi escandalosas de Jesús: ¿utilizó las
parábolas para que no le entendiesen? Ha habido dos teorías que se han hecho
clásicas para explicar estas duras palabras: teoría de la justicia: la parábola
oculta la verdad para castigar la infidelidad del pueblo que ha rechazado la
palabra de Dios cuando le era expuesta con toda claridad. Esta teoría va en
contra de la naturaleza de las parábolas y en contra de la misión de Jesús.
Teoría de la misericordia: la parábola no habla con claridad. Jesús recurre a
ellas para mitigar la culpabilidad de los que no creían. Teoría injustificada
desde las parábolas mismas, que son suficientemente claras. Además, en otras
ocasiones, Jesús hablaba no sólo con claridad sino hasta con crudeza.
Para resolver el problema hay que contar con los elementos siguientes:
a)el texto está fuera de lugar (lo demuestra el hecho elemental de ser
preguntado Jesús por "las" parábolas, cuando en realidad no ha
expuesto más que una); b)la expresión se refería originariamente a toda la
enseñanza de Jesús, ya que el término "parábola", "mashal"
en hebreo, puede significar tanto parábola como misterio, sentencia, enigma,
proverbio, enseñanza; c)esta diversidad de significados hizo que, al traducir
la palabra "mashal" al griego, y después a las demás lenguas, se
convirtiese en "parábola"; d)el texto se halla traducido
defectuosamente y reconstruyéndolo en su forma original aramea tendríamos lo
siguiente: "a vosotros os ha sido dado a conocer el misterio del reino de
Dios, pero a los de fuera todo les resulta misterioso".
A continuación viene la partícula final "para que"; pero esta
partícula puede ser, además de final, consecutiva y entonces traduciríamos así:
"de modo que se cumple la palabra de la Escritura" (a continuación
viene la cita del profeta Isaías 6. 9-10). Quedan, por tanto, las últimas
palabras, las más "escandalosas": "no sea que se
conviertan...". Tendríamos aquí latente o subyacente la partícula aramea
"dilema", que, además de los sentidos "para que no",
"no sea que", tiene también este otro "sea, pues, que..." y
en este sentido debe ser entendida aquí.
La conclusión que parece imponerse hoy es que la traducción del célebre
y torturante texto debe ser la siguiente: "a vosotros os ha dado Dios a
conocer el misterio del Reino; para los que están fuera todo es misterioso, de
modo que -como está escrito- miran y no ven, oyen y no entienden; que se
conviertan, pues, y Dios les perdonará". La solución de los que están
fuera no es desesperada. Tienen todavía una oportunidad: que se conviertan.
Comentarios a
la Biblia Liturgica NT, Edic Marova/Madrid 1976.Pág. 1015
5.- Texto. En el contexto precedente Mateo remarca la línea divisoria
entre sabios y entendidos por un lado y gente sencilla por otro.
Los primeros se perfilan ya como adversarios y los segundos como
familiares. En este contexto introduce Mateo un tipo de enseñanza basada en la
parábola. "Jesús comenzó a exponerles muchas cosas por medio de
parábolas". Mejor traducción ésta que el "hablar mucho rato" de
la traducción litúrgica. Las línea maestras del texto van más por el método de
enseñanza empleado que por el contenido de la misma. Veamos. La parábola del
sembrador termina con un lacónico "el que tenga oídos que oiga"
(v.9). Esta frase está indicando que la parábola contada oculta tanto como
desvela, si no más.
Ello motiva la pregunta de los discípulos: "¿Por qué hablas a la
gente por medio de parábolas?" (v. 10). En los vs. 11-17 se da respuesta a
esta pregunta. La respuesta deja en claro una cosa: las parábolas son un medio
adecuado de no decir nada a quien no esté en disposición de escuchar y de decir
mucho a quien esté en esa disposición. Por lo tanto, el recurso a la parábola
lo entiende Mateo como una forma de remarcar la línea divisoria entre dos
grupos. A un lado de la línea están los que no ven ni entienden; al otro, los
discípulos, es decir, "todo el que hace la voluntad de mi Padre que está
en los cielos" (Mt 12, 50). Esta última cita de Mateo ayuda a aclarar el
origen de la división. Esta no obedece a un decreto de Dios, sino a la decisión
de las propias personas involucradas. Por aquí van los sorprendentes vs. 11 y
12. El v. 11 parece a primera vista estar formulado en el sentido de una
división determinada por Dios.
Sirviéndose del recurso de la voz pasiva, este versículo afirma, en
efecto, que es Dios quien concede o permite a unos conocer los secretos de su
Reino y a otros no. Sin embargo, el v. 11 hay que leerlo a la luz del v. 12, el
cual sirve de explicación a aquél. Lo que pasa es que la explicación está
formulada en términos absolutamente chocantes y sorprendentes, muy en
consonancia con el estilo oral, agresivo e hiriente, empleado frecuentemente
por Jesús. "Al que tienen se le dará más todavía; al que no tiene se le
quitará hasta lo poco que tiene". El problema nos surge por entender el
verbo tener en sentido de poseer. Pero no es éste el sentido del verbo ni en la
dinámica del texto ni en el contexto de Mateo. "Tener" tiene el
sentido activo de "producir". "Al que produce se le dará; al que
no produce, no". Así entendida la frase, se comprende perfectamente que el
v. 11, del cual el 12 es explicación, no pueda entenderse en el sentido de
decreto arbitrario de Dios.
El recurso, pues, a las parábolas marca en el Evangelio de Mateo la
quiebra de un mundo religioso cerrado en sí mismo, el de los sabios y
entendidos, y el surgimiento de una perspectiva abierta y universal, la
representada por los discípulos o nueva familia de Jesús. De ahí la larga cita
de Isaías, donde se habla del corazón embotado de este pueblo; de ahí también
el realce del momento a través del v. 17: "Os aseguro que muchos profetas
y justos desearon ver y oír lo que vosotros". Obsérvense las dos mismas
denominaciones de profetas y justo que encontrábamos hace dos domingos en Mt.
10, 41 y que responden a categorías de personas cuyo alcance se nos escapa hoy.
El texto finaliza desvelando a los discípulos lo oculto de la parábola,
y por consiguiente, lo que Mateo considera importante en la misma. Lo significativo
está en los lugares receptores: vereda, pedregal, maleza, terreno fértil. Los
tres primeros tienen en común su falta de productividad. Esto es precisamente
lo que hay que evitar. La parábola del sembrador en la versión de Mateo es una
invitación a ser terreno fértil. No importa la cantidad producida; eso depende
de mil circunstancias e imponderables. Lo verdaderamente importante es el ser
productivos.
Comentario. Dos aspectos resaltan con luz propia en el texto: la alegría
y la invitación a hacer algo.
Alegría por los nuevos tiempos traídos por Jesús. El discípulo de Jesús
está llamado a ser portavoz del cambio cualitativo aportado por Jesús y a vivir
desde la alegría por ese camino. "Dichosos vuestros ojos porque ven y
vuestros oídos porque oyen". Dios me libre de decir a nadie lo que tiene
que hacer. Pero en nombre de Dios, que habla por el texto de hoy, sí que te
digo: haz, actúa, sé productivo.
Alberto Benito,
Dabar 1990/37
6. /Mt/13/10-17 Entre la parábola
del sembrador (Mt 13, 1-9) dirigida a la muchedumbre (Mt 13, 3) y la
explicación que de ella da a los discípulos (v. 11), Mateo inserta este pasaje
manifiestamente adventicio y destinado a servir de transición. Pero los
sinópticos, al tiempo que concuerdan en cuanto al contenido literal de la
parábola y de su explicación, ponen de manifiesto una gran libertad en la
redacción de esta transición (Mc 4, 10-13; Lc 8, 9-11). El núcleo del pasaje se
halla localizado en el v. 11; el v. 12, sin duda un añadido tardío de Mateo
(cf. Mc.4, 25), podría ser una restricción al versículo precedente a propósito
de Judas (?). El v. 13 saca las conclusiones del v. 11, confirmadas aún más en
la larga cita de Is 6, 9-10 (vv. 14-15).
Los vv. 16-17 son igualmente extraídos de otro contexto (Lc 10, 21-22).
a) En la literatura judía, los de fuera es un término utilizado para designar a
los gentiles (cf. 1 Cor 5, 12-13; 2 Cor 4, 16; Col 4, 5; 1 Tim 4, 2). Marcos le
atribuye, sin embargo, otro sentido (Mc 4, 11), refiriéndose a aquellos que, en
el momento en que Cristo habla "en casa" (Mc 3, 20) a sus apóstoles y
discípulos, se encuentran "fuera" de ella (cf. M 3, 31), es decir,
sus parientes y los fariseos (Mc 3, 22). Con la expresión los "de
fuera", Marcos se estaría refiriendo a los mismos judíos, los cuales no podrán
entrar en el Reino y convertirse (Mc 4, 12) sin que antes hayan depuesto su
incredulidad.
b) El texto, en su totalidad, presenta una acusada mentalidad
apocalíptica semejante a la del libro de Daniel. Como en el profeta (Dan 2,
47), también aquí parece la revelación en dos tiempos, "secreto" y
"misterio", perfectamente marcados; el primero, mediante visiones y
símbolos o parábolas; el segundo, mediante explicaciones. Finalmente, las
sentencias subrayan el privilegio de los que pueden oir y comprenden las
posibles aplicaciones del lenguaje parabólico. Mediante esta forma apocalíptica
(véase Mt 11, 25), Mateo trataría de dar a la enseñanza parabólica de Jesús su
significación de verdadera revelación procedente de lo alto.
c) En su extensa cita de Is 6, 9-10 (vv. 14-15), Mateo pretende hacer
resaltar otra intención de Cristo. Jesús conoce su calidad de profeta y acepta
las oposiciones y repulsas inherentes a este ministerio, dificultades a que se
ha expuesto conscientemente con motivo de su enseñanza por medio de parábolas,
trazando así la línea de demarcación entre fe e incredulidad. A Jesús no le
extraña su falta de éxito; su actuación es conforme a las Escrituras y
concretamente a Isaías. El mismo se encamina así hacia su Pasión. La cita de Is
6, 9-10 es, sin embargo, diferente en Mateo y en Marcos. Para este último,
hablar en parábolas es un acto de Dios que, mediante este procedimiento, juzga
y condena a los incrédulos. Las modificaciones aportadas por Mateo
("porque" en lugar de "para qué" y "no ven" en
lugar de "ven y no conocen", en los vv. 12-13) ponen de manifiesto
que la razón de hablar en parábolas no debe ser buscada en Dios, sino en las
disposiciones hostiles del auditorio. Veamos en todo esto más un clima de
pasión por parte del profeta que un auténtico juicio de Dios.
d) Al redactar este texto, Mateo bloquea las corrientes apocalíptica y
profética, uniendo el optimismo de la primera ante los privilegios de los que
reciben la revelación, al pesimismo de la segunda, con motivo del rechazo de
que es objeto el profeta por parte de la mayoría. Hecho esto, confiere al
conjunto un acento nuevo; el de la oposición entre creyentes y no-creyentes,
oposición que se acentúa más aún cuando se descubre como algo evidente que es
"secreto" de Dios, un misterio insondable suyo (corriente
apocalíptica) el oponer aquellas dos categorías, mientras que el pensamiento de
Jesús era distinto.
e) Mateo (como Mc 4, 1-34) escribe en un momento en que la Iglesia
naciente está preocupada por la incredulidad de Israel. El cap. 13 responde a
esta inquietud. Mc 4, 11-12 subraya que Jesús no revela su secreto más que a
los discípulos y deja a las gentes de fuera en la ignorancia; y así, gracias a
la enseñanza parabólica, establece una especie de juicio entre creyentes e
incrédulos. Mateo soluciona el problema haciendo ver que, el no comprender la
enseñanza de Cristo, si esa falta de comprensión es querida por Dios, no
resulta de una decisión arbitraria, sino que es consecuencia de disposiciones
espirituales insuficientes.
Cristo se pregunta sobre la significación del fracaso de su ministerio
profético, y la conclusión que de ello saca es clara: la Pasión ha sentado ya
plaza en su vida; la muerte se perfila al término de su misión, y esta prueba
definitiva será la que dé el verdadero tono de su fidelidad.
La comunidad primitiva también se pregunta, a propósito de este mismo
pasaje, sobre el fracaso que constituye para ella la negativa de Israel a
admitirla en su fe en el Señor. En la apocalíptica judía encuentra la solución
a esta angustia: es "secreto" de Dios el separar así a los hombres en
creyentes y no creyentes, y el preparar de este modo el juicio de la humanidad.
También la Iglesia actual se pregunta sobre su aparente fracaso y sobre
su creciente disminución en el mundo. Pero sabe guardarse muy bien de recurrir
a la apocalíptica judía para dividir el mundo entre buenos e impíos, ya que la
frontera entre el bien y el mal pasa a través de cada hombre. La única salida
que le queda entonces es hacer suyo el punto de vista de Cristo. Porque aunque
Cristo haya entrado en la gloria, no por eso la Iglesia quedará dispensada de
la ley del fracaso y de la significación pascual del sufrimiento.
Maertens-Frisque, Nueva Guia De
La Asamblea Cristiana VI, Marova Madrid 1969.Pág. 189s
Jesús responde que Dios es "misterio": no es una realidad
fácil de conocer. Dios no está a nivel de las cosas; se toca una piedra, se ve
un árbol, se oye a un amigo. Dios no es de este orden.
El misterio de Dios no es una verdad que se impone a la inteligencia
humana. Es un secreto, un misterio, que sólo se da a los que están dispuesto a
escuchar. "Mirar sin ver y escuchar sin oír ni entender".
Esta es la segunda razón dada por Jesús. Si el misterio de Dios, es de
por sí un secreto difícil de descubrir, es también verdad que muchos hombres
son culpables de ni siquiera buscarlo.
¿Busco yo a Dios? "Ni entender con el corazón" En-tender, o
sea tender en dirección de alguien. Ser fascinados por Dios. Tomar postura ante
él. Dirigirse a él con todo el ser. Sólo entonces se está en disposición de oir
y comprender. Primero se convierte uno, o sea, se vuelve hacia... se tiende
hacia... y después se comprende.
Hasta humanamente, las mismas cosas son vistas y oídas, de distinta
manera por varias personas. ·Scheler ha escrito que si atraviesan un bosque
tres sujetos: un pintor, un botánico y un comerciante de maderas, uno habrá
visto unas violetas y colores maravillosos (el pintor); otro habrá visto unos
musgos diminutos y muy raros, que sólo existen en esa región (el botánico);
otro habrá visto cuántos metros cúbicos de madera se pueden sacar por hectárea
(el maderero).
"Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque
oyen". Debiéramos pedir esos ojos que ven y esos oídos que oyen. Ver con
los ojos de la fe tantos acontecimientos de nuestra vida que solamente vemos
con una mirada humana.
Toda nuestra vida es una parábola en la que Dios está escondido y desde
donde nos habla. Uno puede quedarse en el interior de las cosas y de los
acontecimientos, o bien, "ver" y "oír" a Dios en el centro
de todas las situaciones humanas.
Creyente es el que ve y oye a Dios en las cosas vulgares -alegres o
tristes- de cada día.
8.- Texto.El domingo pasado remarcaba Mateo una linea divisoria entre
sabios y entendidos por un lado y gente sencilla por otro. En este contexto se
abre la tercera compilación doctrinal del primer evangelio, caracterizada por
las parábolas como vehículo de enseñanza.
El texto comienza con la exposición de la parábola del sembrador y
finaliza con la aclaración de la misma. Entremedio se recoge una conversación
de Jesús con sus discípulos acerca del método de enseñanza adoptado: ¿por qué
hablas a la gente por medio de parábolas?
La respuesta de Jesús a esta pregunta deja en claro una cosa: las
parábolas son un medio adecuado de no decir nada a quien no esté en disposición
de escuchar y de decir a quien está en esa disposición. El recurso, pues a las
parábolas es una forma de remarcar la linea divisoria entre los dos grupos arriba
mencionados. A un lado de la línea están los que no ven ni entienden; al otro,
los discípulos, es decir, todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en
los cielos (Mt. 12,50).
Esta cita de Mateo, tomada del contexto inmediatamente precedente al
texto de hoy, ayuda a aclarar el origen de la división en dos grupos. Esta no
obedece a un decreto de Dios, sino a la decisión de las propias personas
involucradas. El v.11, en efecto, parece a primera vista estar formulado en el
sentido de una división determinada por Dios. Este versículo, sin embargo, ha
de leerse a la luz del 12: al que tiene se le dará más todavía; al que no tiene
se le quitará hasta lo que tiene. Esta formulación resulta chocante, pues tener
suele entenderse en sentido de poseer. No existe, sin embargo, el sentido del
verbo ni en la dinámica del texto ni en el contexto de Mateo. Tener tiene el
sentido activo de PRODUCIR. Al que produce se le dará; al que no produce, no.
Así entendida la frase, se comprende perfectamente que el v. 11 no deba
interpretarse en el sentido de decreto arbitrario de Dios.
El recurso, pues, a las parábolas marca en el evangelio de Mateo la
quiebra de un mundo religioso cerrado en sí mismo, el de los sabios y
entendidos, y el surgimiento de una perspectiva abierta y universal, la
representada por los discípulos o gente sencilla. De ahí la larga cita de
Isaías hablando del corazón embotado. De ahí también el realce del momento en
el v. 17: os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver y oír lo que
vosotros.
El texto finaliza desvelando a los discípulos lo oculto de la parábola.
Lo significativo en la misma son los lugares receptores: vereda, pedregal,
maleza, terreno fértil. Los tres primeros tienen en común su falta de
productividad, justamente lo que hay que evitar. En la versión de Mateo la
parábola del sembrador quiere ser una invitación a ser terreno fértil. No
importa la cantidad que se produzca; eso depende de mil circunstancias e
imponderables. Lo verdaderamente importante es ser productivos.
Comentario.-Lo expuesto en el análisis del texto no dejar lugar a dudas
al buen entendedor: menos palabras y más hechos. He aquí el santo y seña del
buen discípulo. Junto a este aspecto esencial del texto, hay otro apenas
mencionado en el análisis: alegría por los nuevos tiempos traídos por Jesús. El
discípulo está llamado a ser portavoz del cambio cualitativo aportado por Jesús
y a vivir desde la alegría de ese cambio.
Dabar 1993/37
9.- La presente parábola es la primera de una serie que recoge Mateo en
el capítulo 13. Jesús la pronunció sin duda en un momento crítico y culminante
de su vida pública, cuando comenzaba a concentrar su atención en los discípulos
ante la creciente incredulidad del pueblo y el rechazo de los fariseos.
La parábola del sembrador experimentó una acomodación pastoral cuando
los apóstoles la predicaron a la primitiva comunidad de Jesús. El comentario
que sigue a la parábola y su interpretación en los v. 18 al 23 es el resultado
de dicha adaptación.
El sentido de la parábola de Jesús es que, a pesar de las dificultades
de la siembra, la cosecha está asegurada; es decir, que el Reino de Dios,
iniciado en la persona de Jesús y proclamado por Jesús, es una fuerza viva que
avanza irresistiblemente hacia su plenitud y gloriosa manifestación, hacia la
cosecha final. La Palabra de Dios es como una semilla, pequeña en apariencia,
pero llena de vida. No todos la escuchan y la albergan en su corazón; pero
quienes la reciben con fe darán fruto.
Jesús no habla en parábolas para que no le entiendan; nadie habla en
verdad para que no le entiendan. Esta sentencia (cf. 1,15) significa que la
parábola esconde siempre un sentido profundo y sugiere la conveniencia de una
seria meditación. Sobre todo, es una manera de provocar y de estimular la
atención.
Eucaristía 1993/33
10.- Mateo recoge en el capítulo 13 siete parábolas sobre el Reino de
Dios. Leemos la primera parte y su interpretación, separadas por una
explicación sobre el porqué del lenguaje parabólico. A lo largo del capítulo se
adivina fácilmente la mano del evangelista en la elaboración de los materiales
de que dispone.
A menudo el evangelio según Mateo nos dice si Jesús está "en
casa", donde habla privadamente con los discípulos, o bien si sale para
encontrarse con la gente. En este caso, vemos que Jesús habla a la gente desde
una barca, y no se dice que vuelva a casa hasta el versículo 36; pero, entre la
parábola del sembrador y su explicación, Jesús habla privadamente a los
discípulos, lo que no concuerda con el hilo de toda la narración. La parábola
del sembrador apunta a lo que sucede en la acción de sembrar, teniendo en
cuenta la manera cómo se hacía en tiempos de Jesús en Palestina: se araba
después de sembrar. La parábola hace referencia al fracaso de la siembra (que
se menciona tres veces y de manera progresiva) y, sobre todo, al éxito final,
que es esplendoroso.
La explicación de la parábola, que seguramente no es original de Jesús,
hace referencia más bien a la tierra que recibe la semilla, es decir, a las
disposiciones de los que escuchan la palabra de Dios y a la acogida que le dan.
Entre la parábola y su explicación, Mateo ha inserido un fragmento sobre
el porqué del lenguaje parabólico que Jesús utiliza. La parábola revela y
esconde a la vez: todo depende de la sintonía y la disposición del que escucha.
Una cita de Isaías sirve para mostrar lo que ha pasado realmente: algunos se
han cerrado a la palabra de Jesús, mientras que otros (los discípulos) han
hecho caso de ella. Quizá podríamos decir que los discípulos son el verdadero
"resto de Israel" que ha sido fiel a la línea de los profetas y los
justos que deseaban la manifestación de Dios.
Josep M. Grane,
Misa Dominical 1994/09